Decepción [Libre]

"Por supuesto que no vendría", "¿Por qué pensé que de verdad aparecería?", "Debí haberlo predicho", "Soy yo a fin de cuentas, no debí tener esperanza", eran la clase de pensamientos que cruzaban su cabeza, mientras las personas continuaban pasando, apuradas pues comenzaría a llover pronto, ya que se había pronosticado una tormenta para ese día.

—No sé que estaba pensando...— murmuró —Ya lo sabía... No es la primera vez—

Se dejó caer, recargado contra la pared de los baños de aquel parque, el cual ahora se veía solitario, sin niños ni personas en general. El ruido habitual fue reemplazado por un trueno, el cual dio aviso de que la tormenta había llegado, y el chico pelinegro seguía ahí.


★Dos días antes★

—Claro. Si. Excelente, entonces— mencionó, notablemente emocionado —nos veríamos el domingo en el parque de [XXXX] a las 12:30 de la tarde, ¿no?—

Tras ser respondido, sonrió, un tanto ruborizado y se despidió de quien estaba al otro lado de la línea.

—Dijo que si... Decidido, ese día le voy a decir, sin importar lo que mi cabeza diga, sé que al menos tengo que intentarlo—


★Hoy★

Su reloj pitó, como hacia cada hora, señalando otra que pasaba. Giró su muñeca, sólo para ver que ya eran las 7:30 pm. Soltó un pesado suspiro, juntando sus rodillas a la altura de su rostro y abrazándolas, hundiendo éste en ellas, mientras las primeras gotas de lluvia caían a su alrededor, evitándolo como si tuviese un campo de fuerza a su alrededor.

«Vamos Paper, levantantate... Tienes que...»

Apoyó su mano derecha contra la pared para levantarse, sin embargo, un muy mal recuerdo lo atacó repentinamente, el cual lo hizo perder toda fuerza, causando que cayese al suelo, perdiendo su concentración y deshaciendo la "burbuja de aire" que había creado a su alrededor.

La lluvia caía lentamente sobre Yokohama, las personas caminaban tranquilamente con un paraguas sobre la cabeza, unos conversaban, otros estaban en el celular u otros ni siquiera prestaban atención a su alrededor. Todos parecían estar demasiado ocupados para darse cuenta de que cierta enmascarada joven chica caminaba entre ellos. No llevaba sombrilla y no se le veía molesta por estar mojándose bajo la lluvia. Caminaba igual de tranquila que los demás, y tampoco prestaba mucha atención a las personas a su alrededor.
Al cabo de un rato, la joven había desaparecido por arte de magia, de la multitud, y ahora cruzaba la calle, y llegó al parque, un lugar tranquilo y bonito, de no ser por la infernal lluvia que lo azotaba. Un reluciente orbe rojo, brillaba dentro de la cuenca negra de la máscara lisa, justo donde debería estar su ojo. Vaho salía por debajo de la máscara, dando a entender que su cara no había sido tocada por la lluvia.

Pronto, su atención fue desgarrada por un muchacho que se veía derrotado, recostado contra aquella pared de los baños, la joven se acercó hasta quedar justo delante de él, con la capa de su abrigo ondeando con el fuerte viento y mojándose con la lluvia, pero la extraña enmascarada no parecía asustada, más bien, parecía que sabía lo que le pasaba, aunque perfectamente no tenía ni idea que era lo que le pasaba a ese muchacho.

Su intensa mirada se fijaba en él, como si el derrotado joven no fuera más que una figura transparente. La extraña ladeo la cabeza, una muda pregunta de por qué se le veía tan mal.

—Veo que no es tú día de suerte. —dijo la joven, sorprendentemente su voz era tan fría como el hielo, y tan seca como un desierto.

Levantó un poco la mirada, encontrándose con unos ojos que lo veían tras cierta máscara que le despertaba una sensación de desasosiego, sin embargo, no percibía peligro, así que se limitó a responder.

—Parece que no ha sido mi día de suerte en 8 años—

Rió sin ganas, volviendo a intentarse levantar. Una vez estuvo de pie, el pelinegro suspiró y le ofreció su mano a la persona frente a él.

—Gracias—

Lo dijo sin esperar que entendiese, pero había hecho algo que, seguro, le evitaba un severo resfriado, ya que su presencia fue lo que lo hizo querer moverse.

—No te había visto antes, ¿nueva en la ciudad?—

Mejor dicho, nunca había sentido su presencia antes, lo cual era raro, pues su capacidad de percepción era asombrosa, sobre todo cuando recorría las calles del lugar para asegurarse de tener identificados a todos los seres que puedan causar daño a él, o a Aisha.