De cómo la música une el corazón de las personas

"Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día comparte al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber. Sin palabras, sin lenguaje, sin voz perceptible, por toda la tierra resuena su eco, ¡Sus palabras llegan hasta los confines del mundo!" - Salmos 19:1-4 (NVI)



Es medio día apenas. Los cálidos rayos del sol se encuentran en su punto máximo, e iluminan desde lo alto del cielo tanto la hermosa arena brillante que esparcida se encontraba a través de toda la costa, como las imponentes pero ahora dormidas olas del océano cristalino. Nuestros dos héroes, sin embargo, protagonizaban el escenario en esta ocasión. El mago y el hada siempre estaban haciendo algo, y el día de hoy no era pretexto para detenerlos, pero sí para sacarlos un poco de sus cotidianas actividades.

El sonido de las aguas siendo suavemente agitadas y las gaviotas que sobrevolaban tan cerca de las nubes, daban un fondo simplemente espectacular e inigualable a la melodía que con tanta pasión nuestro castaño interpretaba a través de la voz sintética que era emitida por los altavoces de aquel Yamaha PSR-F51, teclado de bajo presupuesto pero calidad aceptables, que el ángel había comprado hace tiempo ya con sus ahorros de un mes. Sus ojos estaban en las teclas, pero eso no significaba que no estuviera viendo más allá. Mientras interpretaba la apasionante y a la vez divertida melodía de Beethoven Virus con habilidad magistral, el joven ángel miraba una pintura a medio terminar.

Una pintura al oleo del mismo paisaje que lo rodeaba. La arena, las nubes, el mar, el sol brillante, e incluso el propio castaño, estaban siendo plasmados lenta y cuidadosamente en aquella tela, cuya autora que no podía ser sino la pequeña hada de tonos cerúleos que, usando lo que bien podría ser el pincel más pequeño del mundo, daba vida al cuadro que le superaba cinco veces en altura. La azulada superaba apenas los nueve centímetros de altura, pero pintaba con tanto amor, velocidad y talento, que con apenas unas cuantas horas ya llevaba más de la tercera parte del cuadro, usando un espejo para ver y retratar la escena a sus espaldas.

– ¿Cómo cabe tanto talento en una chiquilla tan pequeña?

– ¡N-no sé si tomar eso como un halago o darte la paliza de tu vida!

El enviado de Dios entonces soltó una suave risa ante la reacción de su compañera, tras lo cual esta correspondió el gesto. Pronto el ambiente se llenó de carcajadas y cálidas sonrisas. Los dos tenían una relación muy estrecha a su manera. Era natural entre ellos aquello de molestarse mutuamente y verlo como un "te quiero". Sep, este par son como hermanos. Son más que eso, por supuesto. Son familiares. Son dos cuerpos que decidieron entrelazar sus almas en un pacto eterno. Suena muy romántico, lo sé. Pero no lo es tanto en la práctica. O bueno, al menos es lo que uno de los dos suele decir con frecuencia.

– Vamos, sabes que solamente bromeo

– Lo sé. Estoy segura de que en el fondo me amas~

– Claro que si. No por nada eres mi mejor amiga

– ... Si. Amiga. –Respondió con un amargo sabor de boca, sin voltear a ver a su contrario.