Atrapa a la Liebre || Priv. RIMURU TEMPEST

En medio de la espesa noche que todo lo opacaba con su oscuridad abrumadora y su silencio asfixiante, una figura avanzaba con placidez a través del inhóspito bosque. Sus pasos rebanaban el silencio una y otra vez al hacer crujir las hojas secas que aplastaban en acto, sus largos cabellos color de cielo diurno ondeaban suavemente a cada paso que daba, y sus ojos con tono de sol resaltaban levemente en la penumbra, como oro iluminado por débiles rayos de sol que se filtran en las profundidades de una cueva.

Aquel que avanzaba sin temor a lo que el intimidante ambiente pudiera arrojarle era no mayor de un metro con cincuentaicinco. Su joven aspecto podría hacer a quien le viere confundirle fácilmente con una niña, no mayor que una chica de secundaria, y eso si la pubertad no había actuado en su beneficio. Sin embargo, ninguna conjetura podría estar más equivocada a la hora de describir al Gran Rey Demonio, Rimuru Tempest... O tal vez sí.

La joven figura de femenino aspecto, pero que se proclamaba a sí misma un rey, se movía a través del bosque con un solo propósito: buscar una manzana. Lo que pudiera parecer una locura para cualquier persona con sentido común, el andrógino lo consideraba completamente racional, es más, enteramente necesario para saciar sus deseos de una fruta dulce para cenar. Y si bien pudo haber hurtado una en un poblado cercano, el Demon Lord deseaba solamente lo mejor para sí mismo, y sabía que aquella manzana que colgaba de la copa más alta del árbol que alguna vez había visitado ya, era el único bocadillo que podría satisfacerle.

« Informe: Se detecta la presencia de otras formas de vida cerca del punto de destino. Se recomienda proceder con catela »

- Oh por el amor de Arceus, juro que si alguien se comió mi manzana voy a hacerle implorar que lo mate de una vez... -

A la vista de cualquier ser existente, incluso si se tratase de un dios, Rimuru Tempest daría la impresión de estar hablando al aire, como si hubiera perdido la cordura. Pero las apariencias siempre engañan cuando se trata de un Rey Demonio. Aquella voz que solamente era audible al usuario, era la voz de la “Habilidad Única: Gran Sabio”. Similar a una inteligencia artificial, aquella entidad que cohabitaba con el alma de Rimuru era un ser sin sentimientos, completamente racional, cuyo único propósito consistía en proveerle de toda la información no secreta que existiera en el mundo. Si se quiere aplicar a términos más coloquiales, es una entidad que opera de forma similar a un navegador de internet o un asistente virtual.

De esta habilidad se había valido su propietario desde el principio para entender el mundo que le rodea, para saber cómo interactuar con otros seres, y para hacer cumplir su voluntad en general. No se puede negar que tener un ser que pueda contestar a casi todas tus preguntas en tiempo récord es una ventaja formidable frente a las adversidades que un mundo por completo desconocido pudiera representar. Es así que era lo más conveniente utilizarla en todo momento, ante cualquier circunstancia. Desde una batalla a muerte, hasta ir a buscar una manzana al bosque.

- Temo tendrás que disculparme, pero no pude evitar mirar un poco. Es que es una escena taaan atractiva~ -

Tras haberse acercado lo suficiente, pudo visualizar a una joven, de una belleza deslumbrante, según los pensamientos del propio slime, que masacraba a un hombre justo en el manzano del cual pensaba tomar su bocadillo nocturno. Aquello en principio le enfadó, pensando que era un insulto manchar de sangre aquel excelente productor de meriendas, pero finalmente decidió que no era su problema mientras no interfiriera con su cena. De esta forma planteado ya, la anterior fue su respuesta tras haber sido cuestionado por la dama cuya víctima, ahora podía apreciar en mayor detalle, estaba muerta ya, simplemente terminado de ser molida a golpes por mero capricho de ella.

El Demon Lord no dijo nada más durante un lapsus de tiempo bastante corto, en el que se dirigió hasta el robusto manzano, habiéndose posicionado justo al lado de la joven, y golpeó el árbol con el puño. Una enorme manzana de color rojo como la sangre del hombre que ahora cubría el suelo cayó desde la cima, directamente a la mano del ser de cabellos celestes, quien la sujetó firmemente y mostró una sonrisa de extenuante placer: era la manzana que había ido a buscar. Solo entonces volvió a hablar, con la misma voz de vocaloid que al principio, robótica y femenina, casi melodiosa, expresándose ante la dama con un tono neutral, que no demostraba emoción alguna.

- Soy Rimuru, y vine por esta manzana. Deberías probar los frutos de este árbol. Así te darías cuenta de que son tan dulces que es un insulto venir a hacer tus sacrificios en él. A la próxima usa un pino, hay muchos de esos aquí, en el Bosque de Pinos -

El Gran Rey Demonio conservó su postura mientras era analizado por aquella curiosa chica que acababa de conocer y que, más temprano que tarde habría de terminar por descubrir, tenía una personalidad que congeniaba bastante con la propia. Sin embargo, ese momento aún no llegaba. En aquel instante era solamente un desconocido que debía causar una buena impresión si quería acercarse más a la contraria. Pues, a decir verdad, al andrógino también le causaba intriga la mujer que tenía frente a él.

Escuchó, pues, las que a sus oídos eran vanas aclaraciones por parte de la chica, que trataban de justificar el mismo hecho que había encontrado en su amado manzano. Sin embargo, Rimuru Tempest no es enemigo del arte en ningún sentido. Si se lo pensaba detenidamente, cualquier cosa tenía un mejor aspecto si estaba teñida de rojo sangre. Tal como la manzana que tenía en la mano en ese momento, por ejemplo. Cuyo color era apetecible de solamente verla, y por lo cual no se sintió cómodo cuando aquella le dijo que no le gustaban las manzanas por sí mismas.

Sin embargo, justo cuando el slime estaba a punto de expresar su descontento, su nueva compañera se detuvo en acto, interrumpida por el rugido que su estómago lanzó al aire. Quizá era por los agudos sentidos del slime o quizá fuere por el desolador silencio que imperaba, pero aquel sonido bien podría haberse escuchado varios metros a la redonda.

La mujer prorrumpió iracunda entonces su resignación a probar del fruto del árbol que había manchado con sangre humana, mientras el Demon Lord reía suavemente para sí mismo, pareciéndole adorable el actuar de aquella que hace tan solo un instante lucía tan amenazadora. Observó también el bien tino que había demostrado al golpear una rama que poseía una manzana al primer intento con aquella daga que momentos antes había servido para apuñalar a su víctima.

Sin embargo, la risa del slime volvió a hacer acto de presencia cuando a la chica casi se le cae la manzana al suelo, solo logrando atraparla en el último instante, cuando un par de centímetros eran lo único que distanciaba al fruto de su homócromo líquido. Por suerte, aquella logró detenerla antes de llegar a aquel destino, actuando entonces de manera extremadamente infantil a la hora de celebrar su logro, cosa que el Rey Demonio consintió con un par de palmadas en la cabeza de la contraria. No era algo que acostumbrara hacer, pero por algún motivo se sintió nostálgico a la hora de congratular a la chica, como si hubiera hecho algo similar en el pasado con alguien más.

Aquel extraño sentimiento de estar a punto de recordar algo, le motivó a quedarse un rato más, pese a que su plan original fuere regresar al castillo de Asgard cuanto antes. Por lo tanto, se quedó a ver la reacción de la mujer al descubrir que aquella manzana era realmente más deliciosa que cualquiera que hubiera en todo Japón, al menos en opinión propia del andrógino. Pero lo que realmente le llamó la atención fue la inusual “presentación” de la demonio. Presentación que ella misma rebanaría por mitad con unos segundos de silencio para posteriormente recurrir a un seudónimo para autodenominarse.

- ¿Adivinar tu nombre? De acuerdo, acepto -

En circunstancias normales, apostar con un demonio sería una insensatez incluso por parte de otro demonio. Bien es sabido que son seres en su mayoría tramposos y ventajosos, que buscarán sacar beneficio en cualquier oportunidad que se les presente. Pero claro, nadie podría saberlo mejor que el propio Gran Rey Demonio, que era exactamente de la misma forma que consideraba al resto de entes demoniacos.

Para Rimuru Tempest, adivinar un nombre sería una tarea imposible. Un ser que lleva apenas unos meses en el mundo en el que se encuentra ahora, que ha perdido todos sus recuerdos, que apenas conoce de su propia existencia, no podría reconocer ni siquiera a alguien que ya haya visto con anterioridad. Pero la historia se volvía muy diferente cuando Gran Sabio entraba en la ecuación. Un ser capaz de disponer al instante de cualquier información que no sea considerada por el universo mismo como un secreto, solo podría fallar al intentar obtener un nombre si aquel ser fuera un espíritu heroico.

- Tú eres el demonio Azazel. Aunque debo admitir que eres demasiado bella para ser un ser que en los libros es representado como un hombre~ -

A decir verdad, la información que su propia habilidad le había proporcionado le sorprendía en sobremanera. Era la primera vez que Rimuru conocía a otro demonio desde que tenía memoria, por lo que su reacción lógica sería mostrarse sorprendido ante semejante descubrimiento. Pero si algo caracterizaba al Rey Demonio era su autocontrol y su necesidad de actuar siempre con cautela. Dos virtudes que lo habían guiado en el pasado, aún si no lo recordaba, y que lo habían mantenido vivo hasta el momento.

Por tanto se decantó por mostrar una sonrisa pícara y morder la manzana que había ido a buscar originalmente. Su paladar se regocijaba con el sabor de la jugosa y crujiente fruta que iba desgarrando a medida que sus dientes avanzaban a través de la crujiente fibra, que ocasionaba al romperse un ruido que recordaba a un cráneo quebrándose. Y miró nuevamente a la dama, con la intención de hacerle una breve pregunta, con un tono de satisfacción profunda, como quien presume acertar una canasta en Básquetbol a la primera.

- ¿Y mi premio, mademosielle? -

El Great Demon Lord no dijo nada ante la sorpresa que había causado a aquella mujer. No se molestó en responder sus asombradas cuestionantes que tan cerca de aquel preguntaba, llegando al punto inclusive de invadir su espacio personal de forma descarada y exagerada. No era para menos, y el slime lo sabía. Pero aun así le resultaba algo incómodo tener tan cerca de si a una forma de vida que le mirara como un humano miraría alguna clase de fenómeno paranormal.

Dedicóse aquel al mero acto de resistir aquella extraña sensación de ser abrumadoramente observado, de arriba abajo, de pies a cabeza, analizándole como en busca de algún micrófono o alguna clase de ente que le hubiera susurrado la respuesta. Sabía que aquella no lo hallaría por más que buscase, sabía que estaba a salvo. Pero presumir de ello solamente causaría preguntas por parte de ella que aquel sería incapaz de responder, y eso se convertiría en un inconveniente terrible, pues le expondría en más de una forma.

Por tanto, esperó hasta que la contraria terminase de registrarle, momento que no tardaría, pues la demonio más tarde que temprano tendría que desistir de su inútil búsqueda. Y cuando finalmente lo hizo, hizo aquella una nueva introducción a sí misma, esta vez digna de reconocimiento por parte del andrógino, quien no podía evitar sonreír ante los interesantes comentarios de la dama, mismos que lograban fácilmente captar la atención del que los escuchaba.

« Gran Sabio, anótalo todo »

« Respuesta: Recopilación de datos del individuo [Azazel] en curso »

Así pues, apareció a los ojos del slime una pantalla que solamente él podía ver. Un recuadro no más grande que una hoja tamaño media carta, sin grosor alguno, de color gris oscuro (pero traslúcido), que levitaba frente a él, como si se tratase de alguna clase de videojuego. El recuadro se iba llenando poco a poco con la información narrada por la dama a la par que ella hablaba, creando así una “Ficha de Personaje” con datos superficiales, tal cual eran su nombre, estatura, raza, clan, rango, apodo autoproclamado, y personalidad. Una forma efectiva a la vista del Demon Lord para saber cómo proceder a futuro, y una guía para Gran Sabio en caso de que su usuario decidiera activar el Modo Automático.

Pero volviendo a la siniestra joven, aquella anunció la recompensa prometida. No es que le importaran esa clase de cosas, pues Rimuru Tempest era un ser simple y sin aspiraciones ambiciosas. Su única meta era recuperar sus memorias, y ya que eso era algo en lo que absolutamente nadie podía ayudarle, ninguna recompensa podría llamar realmente su interés. Sin embargo, tenía que guardar la apariencia de Rey Demonio que presumía de ser, y eso implicaba comportarse como tal en todo momento.

Por ello puso un rostro de emoción al escuchar que la contraria cumpliría su parte. La primera parte le pareció algo simple y disfrutable. Que la dama e dispusiera a retirar su “Arte” era algo que agradecía de forma sincera, ya que su estima por aquel árbol era real. Pudiera ser que se debiera únicamente al beneficio constante que le resultaba el poder cortar las más jugosas manzanas siempre que quisiera, pero le guardaba un afecto especial al ensangrentado manzano.
Así pues, habiendo quedado igual de sucio, pero al menos sin muertos atados, el árbol se dio por tarea cumplida. Pero lo siguiente fue un tanto más interesante. Y es que Azazel convocó un portal frente a ambos, para entrar ella primero, luego de una frase burlona. Aquel entró sin saber lo que le esperaba al otro lado, pero sin preocupación alguna, pues se consideraba a sí mismo lo suficientemente hábil para librarse de cualquier posible predicamento.

Al otro lado había una sala de tortura digna de la mismísima condesa sangrienta, a quien ya había tenido el placer de conocer en persona. Humanos en condiciones denigrantes, artículos de lo más interesantes, y al centro una mesa de madera, con grilletes en cada esquina, como las de esos mangas de contenido para adultos que el Rey Demonio había llegado a hojear un par de veces por mera curiosidad.

Se acercó entonces a ésta última, donde la contraria habíase sentado desde hace tan solo un instante, sentándose a su lado para poder contemplar la habitación desde un punto más cómodo. Paseó la mirada a través de los distintos instrumentos de tortura, a través de las dagas, cuchillos y navajas. A través de los numerosos látigos y demás artículos diseñados para herir, a través de las jaulas que olían a desesperación de seres indefensos, y por supuesto, a lo largo y ancho de las rojas paredes que las antorchas iluminaban, como si se tratase del castillo de un jefe de mazmorra.

- Si tu intención es dejarme torturar a tus hormigas, de una vez te digo que no me interesa. No tengo nada en contra de sobajar seres inferiores, si eso me traerá algún beneficio, pero en caso contrario no encuentro el placer en ello. Sin embargo, debo admitir que es un lugar de lo más interesante. Parece que sabes cómo divertirte -

Finalmente había dicho aquel otra palabra después de haber solicitado su recompensa. Y aunque dijo aquello con un tono de desinterés absoluto, había cortesía en sus palabras, como si realmente agradeciera el gesto. Después de todo, Rimuru Tempest era un caballero en el fondo de su corazón. Un monstruo, sí. Pero un caballero. Eso es lo que lo hacía un Rey Demonio, a final de cuentas.