Mundos En Colision (Jellal y Hawk)

Algo en la sonrisa o en los ojos de Suigintou le parecía demencial. Su despreocupación con Legacy y sus alumnos era algo digno de tener. La nueva directora era una blanda y solo se la pasaba dando fiestas en salones. Era como si casi casi estuviera apoyando al enemigo. Evidentemente, Jellal tenía entre ceja y ceja a la nueva principal de la Academia. Sabía que había bastantes trapos sucios y que el peliazul iba a investigar. Fue así como escuchó una conversación puertas adentro sobre lo que parecía ser una misión suicida y que Hawk llevaría a cabo. Estaba bien querer hacer el bien, ¿Pero a qué precio y por qué a solas? No. Absolutamente no podía dejar que un amigo suyo pusiera su propia vida en una rueda de la fortuna. Debía interceder.

Pasaron un par de días. Despertó y tomó desayuno como siempre solía hacerlo, sin embargo, ahora en vez de acudir a sus clases, él intentó toparse con Hawk. La Academia es descomunal y hallar una persona entre tantas es un desafío. No obstante, intuyó que se debería estar preparando para dicha misión en la arena mágica: lugar en donde se practica el arte de la batalla. Así pues, se dirigió al lugar que estaba cerca de los gimnasios. De inmediato escuchó una hilera de estruendos que provenían de allí. Sonaba como si dos montañas chocaran entre sí. El peliazul intentaba ordenar sus pensamientos y un pretexto para hablar con él. Sacó una botella de agua mineral de una máquina expendedora y abrió las puertas.

Vio a Hawk tendido en el suelo, en donde probablemente se enfrentó con unos cuantos robots de combate. Máquinas programadas para entrenar a los alumnos legacianos en batallas reales. Se le veía animado, con un compás agitado en su respiración y con los ojos estocados en la amplia techumbre cóncava del recinto. El profesor Fernandes soltó una ligera risa ladina y caminó al lado de su compañero.

— Hay que hidratarse luego de hacer ejercicios —, le extiende una botella de agua mineral con un personaje de anime en su envase. El denominado "chibi" tenía el cabello rojo y una espada gigante. Su mirada y sonrisa eran fieras, dignas de un héroe. —   Se llama "Rom" del videojuego "Jewel Journey", — comentó el mago estelar. Se puso en cuclillas y miró con más detalle la arena. Era como estar cv en un coliseo techado, con arena fina y también múltiples máquinas como para que los alumnos entrenasen con estás. No obstante, una cosa era la práctica, y otra muy distinta era estar y poner la vida en riesgo.

—   Vamos a cenar a la cafetería esta noche. Yo invito. Hay estofado de carne, ramen y helado de postre, ¿Qué dices? — se pone de pie para colocar su mano en los bolsillos. Trata de hacer la conversación lo más usual posible. Necesitaba ese tiempo en la cena para hablar sobre su misión. Realmente le preocupaba saber de qué se trataba y qué tan peligroso era.

La sonrisa de Hawk le parecía una máscara, pero eso no quiere decir que él esconda malas intencones. A veces uno las usa para no revelar congojas y revuelos interiores. Asuntos túrbidos que alborotan el ánimo y que no deberían ser contadas. Le parecía un gesto noble, aunque el profesor Jellal ya conocía en lo que estaba metido y no iba a dejarlo a solas, menos en una misión tan peliaguda.

Transcurrieron un par de horas y el astro rey dejaba sus últimos lienzos rosados en el cielo ya penumbroso. El contraste era evidente con el elegante y encendido interior de la cafetería. Allí se encontraban algunos alumnos y profesores charlando sobre asuntos cotidianos y también del infame Asgard. También los empleados, los susodichos "muebles de Beatrice": mayordomos y mucamas con cabeza de cabra que atendían a todos.

— Gracias, — mencionó mientras se rascaba la patilla. Una taza de café con leche al que meneó un par de veces con la cuchara. Ya era la hora y el aventurero de la bandana blanca aún no aparecía. Siempre se ha preguntado por los orígenes del simpático Hawk, pues a juzgar por sus prendas, no venían del planeta Tierra.