Morriña precipitada (Con Kai)

A mi paso, me ensimismaba con el sonido del quiebre de cada pasto bajo mis pies. Ignoraba por un momento el escurrir que comenzaba desde  el cielo grisáceo. Siempre que llovía, mi parecer era que el cielo se encontraba triste; no los dioses, el cielo mismo por contemplar cuan míseros podíamos llegar a ser como seres perdidos en la bruma de sus narices. Las primeras lagrimas comenzaron a presentarse ante el suelo y los arboles comenzaban a darnos paso a un tranquilo claro donde esto era más evidente y las nubes podrían bañarnos con su nostalgia. Digo "nos" dado a que me encontraba caminando junto a Kai.

El encuentro que tuve con con el albino que resultó ser mi camarada fue un gran sinsentido, simplemente lo topé en las cercanías de Asgard y le oferté caminar sin rumbo; práctica en la que llevamos un largo rato. El eterno vague en el que nos encaminamos nos arrojó a un curioso templo que nos alertó de nuestra ahora estadía en Japón, lejos de Asgard. Mi pensamiento comenzó a tornase difuso a las pocas centenas de metros del lugar; una profunda nostalgia se mezclaba con una intensa ira ahogada en su soledad dentro de mi ser. Todo templo que viere me provocaba tales retortijones, pues sabía que en el fondo todos se creían pastores del infinito rebaño que querían reclamar.

Observando algunas ruinas y otras estructuras intactas en aquel lugar, comencé a preguntarme como se encontraría todo en el mundo que alguna vez me vio observar mi primera luz ¿Qué habrá sido de aquella lastre idiota que se creía con derecho a todo? En cada vida se podían repetir patrones así, sin importar a que mundo fuera yo a parar. Todos se encontraban tristes o locos bajo el yugo de una figura superior a la que aclamaban en su desesperación por ser parte de. Entonces me pregunté por Kai; sabía que todos los que se unían a Asgard tenían un resentimiento parecido a ese, un hambre por algo más y por no dejarse dominar por las reglas establecidas por un simple capricho de alguien más ¿Cuál sería la que a el motivaba?

—¿Te importa si te pregunto, que sentimiento te evoca a ti el estar aquí ahora mismo?—. Le inquirí mientras desviaba mi mirada del suelo para voltear a verle a el, sin dejar de caminar.