Leyendas urbanas y camping [Juvia, Diane]

Una luna amarillenta se alzaba con cierto toque de orgullo e intimidación. Érase una noche oscura y las nubes que se arrastraban de un lado a otro bloqueando esos mismos rayos amarillos que inspiraban tanto temor como atención. Un cuervo a lo lejos reía, y también una bandada de murciélagos revoloteaba a la distancia. Sí, era octubre y ya se acercaba Noche de Brujas. Una época que le emocionaba como pocas.

Había instalado una carpa grande, de cuatro metros por lado. Charlotte se encontraba con su pijama rosado de flores mientras le arrojaba una almohada en la cara a Juvia. Acto seguido, comenzó a peinar a Diane. - A veces cuando, el esmalte no me lo puedo quitar, me lo froto con una cáscara de plátano... - comentaba su anécdota, y luego empezó a peinar a Juvia - Un día, Jellal me vio frotando las manos con la cáscara de plátano y yo no sabía dónde esconderme. Me morí de vergüenza - rompió en carcajadas. Abrazó un oso de peluche y se hizo para atrás y escuchar las historias locas que ellas tendrían en la Academia Legacy.

Era una típica noche entre amigas de camping. Con una fogata afuera, ya apagada, efectivamente. Por dentro, se escuchaba un pop ligero gracias a un diminuto aparato de radio. Habían diversos paquetes de galletas y chocolates regados, y también tres bolsas de dormir.

- ¿Conocen la leyenda de Michael Myers? - preguntó llevándose un chocolatito a la boca. Una de las cosas que más disfrutaba era contar historias de terror. - ¿Qué Creepypastas o películas de terror les gustan? - preguntó. Su acento francés era algo marcado y quizás podría sonar gracioso, pero la noble Charlotte quería mucho a sus amigas.

Diane apenas y conocía sobre celebraciones humanas, pese estar conectada con la tierra, las tradiciones de los mortales eran curiosas, sin embargo, nunca se atrevió a investigar más sobre alguna en específico. Sólo sabía que al treinta y uno de octubre se celebraba algo llamado noche de brujas.

Actualmente Diane tenía un tamaño pequeño para poder entrar, era un favor que le había pedido a uno de los magos y posteriormente, tendría que regresar. Su pijama consistía en tonalidades rosadas, acompañadas de colores amarillos y estampados de plantas, le encantaba dejar en claro qué cosas eran de su gusto.

Diane dejó escapar un suspiro al sentir cómo las manos tan hábiles de su compañera pasaban por su cabello, una y otra vez hasta formar un bello peinado, realmente le gustaba poder experimentar con sus castañas hebras. Diane tomó un espejo cercano y decidió mirarse, un tono bermellón coloreó sus pálidas mejillas, definitivamente, se veía como alguien diferente.

Sus violáceos se posaron en la única personaje que hablaba, mencionaba algunos posibles nombres curiosos, ¿a qué se refería? bueno, cuestionaría, pues no quería ser ignorante respecto a los temas que contenían terror o suspenso.

— ¿Michael Myers? ¿quién es? —

Cuestionó, encogiéndose de hombros, pues temía el saber de qué se trataba.

— Desconozco cosas que a los humanos les apasionan, discúlpame.