Desempate de Historia Navideña

Tengo muchos recuerdos sobre la época de Navidad a través de mi vida, aun recuerdo la primera vez que le pregunte a mi tío a mis cuatro años de edad el ¿Qué era la Navidad? Era una niña a un inocente que no entendía muchas cosas y que la curiosidad invadía y aun que algunas cosas mis “padres” eran capaz  de explicarme nunca me quedo claro el concepto por que cuando le pregunte a mi madre que tanto amaba en esa época, ella me volteo a ver con esos hermosos ojos azules que por un momento me parecieron que eran de color verde, pero ya hace tanto tiempo que puede que este confundiendo el recuerdo, ella me dedico una dulce sonrisa para contestarme “La  Navidad es una época de amor y paz, donde la esperanza es el cultivo de la vida”, por alguna extraña razón esas palabras me resultaron bacías y carentes como si no existiesen y solo fuese un comentario vago entre el recuerdo. Quedando desilusionada a tan extraña y bacía respuesta había optado a ir a preguntarle a mi padre pues el era mi dios, mi ejemplo a seguir y no había nadie mas sabio que el ante mis  grandes y deslumbrantes ojos que resplandecían tal cual un rubí en el cielo estrellado con tan solo escuchar su nombre, decidida he ilusionada fui a buscar a mi padre encontrándolo en su cuarto el cual era un enorme y lujoso lugar infestado de mueblería fina en oro y plata, cubierta por mantas finas de seda y podría jurar que había en ciertas partes decoraciones con rubíes y demás piedras preciosas para mí era como el paraíso de uno de esos cuentos que el me contaba, pues si algo me quedaba claro era que mi padre podía tener todo lo que el mismo deseara y eso incluía el saberlo todo, o eso era lo que yo pensaba.

El me observo con aquellos ojos que eran idénticos a los míos desde su cama en donde se encontraba reposando, estaba vestido al puro estilo de la antigua Mesopotamia yo aproveche para salir impulsada a toda la velocidad que tenia a mi corta  edad con el plan de brincar sobre su cama y caerle encima, mas al recordar lo que paso no podría evitar reírme de mi misma. *La dulce y pequeña niña que traía puesto un vestido estilo Ingles color blanco y en su cabellera dorada llevaba posando una flor blanca corría en dirección a la cama de su padre a torpes pasos para terminar tropezando con un objeto y caer de frente estrellando su cara contra el colchón y con su pequeña manita jalar la cobija de su padre al suelo con ella*

En ese preciso momento tenía tanta vergüenza del acontecimiento que mi padre había presenciado, pero solo logre escuchar su risa cosa que aumento un sonrojo en mi rostro.”Ya levántate Belit ¿A qué has venido?” Me pregunto mientras se sentaba en su cama, yo solamente salí de entre la cobija que había jalado y le mire, me reincorpore en seguida no dejaría que mi gran padre me viese así mas tiempo, el solo amplio su sonrisa al ver mi acto y me volvió a preguntar mientras cruzaba sus brazos de forma egocéntrica “¿Y bien que pasa pequeña?” Yo en ese momento recordé mi pregunta a lo cual me subí  a su cama con trabajos quedando a su costado, le mire fijamente como si el asunto fuese serio mientras eso provocaba que el ampliara su sonrisa y entonces lo dije “Papa….¿Que significa la Navidad?”.  En ese momento el solo me miro y pensé que estaba molesto pero fue grande mi sorpresa al ver como comenzaba a reírse a grandes carcajadas haciendo un gran escándalo como si lo que le preguntase no fuese nada serio.”Belit ¿Cómo se te ocurre preguntar tal cosa? Aun así te contestare antes de que tu pequeña mente sea truqueada por los insignificantes argumentos de seres inferiores. La famosa Navidad es la época en la cual los mocosos reciben regalos que en todo un año jamás les pudieron dar. A diferencia tuya tu puedes festejar la Navidad todos los días si lo deseas, es mas hija mía deberías ir a hacer una lista de lo que quieres en vez de andar preguntando esas cosas carentes de sentido, explota tu creatividad y reta a tu padre a conseguirte hasta lo imposible” Después de aquellas palabras me bajo de su cama y me empujo con delicadeza a la salida “Deberías pensar en que pedir corre”  Tras eso cerró la puerta de su cuarto y yo como toda niña buena obedecí a mi padre y me dirigí al vestíbulo de mi casa , era un lugar lujoso y costoso como todo lo que me rodeaba y no era que me molestara si no que en esos momentos no era lo más importante para mí, pues aun tenia duda sobre la respuesta que m padre me había dado y aun que aquella respuesta sonase convincente pues siempre en estas fechas me regalaban muchas cosas yo sentía que algo no cuadraba. Camine hasta quedar enfrente de una de tantas enormes ventanas que formaban ser parte de media pared prácticamente, pegue mis pequeñas manitas al cristal sintiendo al tacto un enrome frio recorrer mis manos y como no pues afuera la blancura  que caía del cielo en pequeñas bolitas y formas se esparcía tal cual una manta por todo el lugar cubriendo hasta lo inimaginable de blanco.

Me sentía inconforme tenía una rabieta o mejor dicho berrinche interno al grado de que tenía mi seño fruncido y mis mejillas infladas teniendo un leve tono carmín en estas, estaba molesta conmigo misma y con mis padres pues me decía  ¿Cómo es posible que no puedan darme una respuesta que me deje conforme?¿Que no para eso estaban? A pesar de mi mal genio y estar en medio de un berrinche podía escuchar la musiquita navideña que mi madre ponía y sus extrañas letras delirantes como las que ella me había dicho, a través de la ventana se veía reflejado la gran cantidad de adornos navideños que abundaban en mi hogar en especial ese gran árbol que odiaba porque siempre mi cabello se atoraba en él, y entonces escuche una voz familiar justo cuando estaba a punto de prenderle fuego a todo.”Pequeña sobrina mía. ¿Qué es lo que mortifica tu mente, al grado de mantenerte en ese estado?” De inmediato voltee a ver a aquella persona y como no, era mi tío y no estaba en esa clásica forma de cadena si no en su verdadera forma Humanoide, un hombre de la misma estatura de mi padre, enorme para mi en esa época, tenía unos hermosos ojos verdes que hacían un gran juego con esa larga cabellera lacia del mismo tono, llevaba puesto unas prendas similares a las que mi padre solía usar.

“¡Tío!”Grite con entusiasmo olvidando mi rabieta pues toda emoción negativa siempre desaparecía de mi al ver a mi tío y como no pues el era un segundo padre  para mi. Me observo y respondió con una caricia tierna a mi cabeza mientras yo me aferraba en un afectuoso abrazo con su pierna, es vergonzoso pero era pequeña no podía abrazarlo todo como ahora.”¿Entonces me dirás que te perturba pequeña?” El siempre  se preocupaba por mi y era la persona mas lista después de papa hasta ahora, yo le mire con duda pues no sabía si preguntarle a el era bueno ya que pues no quería decepcionarme de el con una mala respuesta, por lo cual termine cediendo a su insistente mirada y le pregunte.”Tío ¿Qué es la Navidad? Le he preguntado a mis padres y ninguno me ha dejado conforme, todo lo contrarió sus respuestas me decepcionan no me sacian” Entonces el me miro y me sonrió con ternura, mientras me separaba de si para hincarse y quedar a mi altura aun que aun estaba alto para mi, pero con una sonrisa tranquilizante el se atrevió a aclarar mi duda.

“Pequeña Belit, la Navidad tiene muchos conceptos dependiendo la religión he incluso cambia su nombre para adaptarse a la persona y sus creencias, es como un camaleón que los seres que viven en Gaia utilizan como un sostén.”Me dijo mientras yo me sentía mas atraída a su respuesta que ahora hacia que todo tuviera un poco de sentido a por que recibí respuestas diferentes.”Veraz, la Navidad en realidad no se llama Navidad” Eso me había dejado un poco confundía mas el al notarlo solo negó con la cabeza y continuo su explicación.”La Navidad en realidad se llama Nativitas que significa Nacimiento en el antiguo idioma latín, las culturas con el paso del tiempo deformaron su nombre y lo modificaron a Navidad” No pude evitar ladear la cabeza sorprendida mientras salía de mi boca otra pregunta.”¿Por que significa Nacimiento tío?¿Quien nace en esa época?”Le pregunte, el dudo un momento en responderme podía saberlo pero me respondió. “Es el nacimiento de la Esperanza de los seres que viven en Gaia basados en su Fe, en la fe de creer en algo mas fuerte que ellos de forma espiritual pequeña Belit” Mi curiosidad aumento un poco mas en esos momentos pues como toda niña quería saber mas.”¿Entonces por que regalan cosas? ¿Por qué mama dijo época de amor y paz?” Mi tío solo me sonrió”Los regalos es la forma en la cual muestran su afecto, intercambian objetos que la otra persona deseo y eso demuestra parte de sus emociones. Pero ya es tarde y deberías irte a dormir pues ahora a esta edad no comprenderás muchas de las palabras con las cuales podría explicarte lo que te acabo de decir, tal vez de grande algún día lo entiendas” Acto seguido había volteado a ver el gran reloj de péndulo que se encontraba en el lugar dándome cuenta, en esa época no entendía bien el reloj pero sabía que si estaban ambas puntas arriba y no había luz afuera era muy noche, sin protestar me despedí de mi tío con un dulce beso en su mejilla y me fui a mi recamara para descansar.


Una vez dentro de mi cama lista para dormir completamente acobijada me encontraba muy tranquila, y recuerdo bien la razón pues a pesar de tan extraña he enigmática respuestas que mi tío me daba a mi me dejaban satisfecha y muy ansiosa por entender en un futuro lo que el me había dicho, hoy en dia estoy parada junto a la ventana viendo nuevamente la nieve cubrir todo con su esplendido manto, y me doy cuenta de sus palabras dejando que una gran pero sincera sonrisa se dibuje en mis labios para poder escuchar nuevamente con la misma voz que jamás cambio sin importar los años y con el mismo tono cariñoso que yo solo podría recibir como su amada sobrina -“Belit ¿No crees que es muy tarde para estar despierta? Debes descansar, recuerda que  eres muy valiosa y debes estar bien de salud siempre”- En ese momento voltee a verle, estaba nuevamente en forma de cadena pero aun así no estaba triste pues sabía que siempre contaría con la compañía de mi tío.- Enkidu, gracias por tu regalo, yo también te tengo uno.- Le dije mientras caminaba hacia mi cama para agacharme a tomar una pequeña caja color olivo con un moño dorado, y dirigirme hacia el con mi característica sonrisa infantil que solo tres personas podían ver.-Seria bueno que tomaras tu verdadera forma para poder recibirlo tío ¿No crees?.- La cadena en ese momento se desvaneció dejando en su lugar la misma persona que en mi infancia me había explicado mi gran duda usando exactamente las mismas prendas, el soltó un suspiro y me sonrió para tomar la caja y abrirle para encontrarse con un porta retratos cuyo interior tenía una foto que significaba mucho para el. –Me fue difícil conseguirla, espero la aprecies tanto como aprecio tu regalo.- El solo me miro algo sorprendido para sonreírme nuevamente mientras sobre mi escritorio se encontraba una cajita pequeña que para mi contenía el regalo mas preciado que podía tener en esta época, pues ahora entendía las palabras de mi tio y aun que fuese una costumbre de gente insignificante para mi era una buena forma de demostrar mis emociones.
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Navidad… Un día lleno de paz y felicidad, fecha celebrada una vez cada año, celebrada por todos menos por Jack, no es que le desagradara esa celebración, aunque tampoco le agradaba del todo, para él era un día más como cualquier otro en el calendario. Y es que, cuando estuvo vivo no tuvo tiempo para celebrar pequeñeces como aquella, tenía cosas mayores por las que preocuparse, además de que su familia ni una cena hacían. Ahora en el presente que tenía más libertad de sí mismo, tampoco le preocupaba, menos aun cuando se la pasó mucho tiempo solo antes de llegar a la academia, y viendo todos esos adornos coloridos que decoraban el lugar, se sentía fuera de lugar, viendo a las personas más unidas y felices de lo normal, eso era algo que lo desconcertaba. En resumidas palabras, Jack no tenía ni la más mínima idea de cómo celebrar la navidad.

Varios alumnos habían salido de Legacy para encontrarse con sus respectivas familias y celebrar la fecha especial, pero él estaba con el grupo de aquellos que se quedarían en la academia, no era algo que lamentara ya que le agradaba bastante ese lugar a pesar de los pocos días que llevaba en él, además, tenía ese sentimiento de que si se quedaba sabría lo que sería sentir el “espíritu navideño”, y sus corazonadas no solían fallarle.

Abrigándose bien con ayuda de un abrigo, guantes y bufanda -pues desde que se levantó esa mañana sintió el frío calarle los huesos-, decidió salir del castillo a dar una pequeña vuelta y admirar aquella capa blanca y fría que lo había cubierto todo. No es que antes no hubiese visto la nieve, pero no la había visto en eso que llamaba “su nuevo hogar”, y la curiosidad de ver el nuevo paisaje era inevitable. Saliendo del castillo, con una agradable sonrisa en el rostro y un brillo especial en los ojos cual niño pequeño al recibir un regalo, se dirigió hasta los jardines, a simple vista se podía apreciar una “familia” de muñecos de nieve esparcidos por doquier, era un escenario agradable para cualquiera que pasara por ahí. Con sus ojos de un extraño tono de una combinación de morado-rosado, recorrió su alrededor para observar si había alguien cerca, y aunque no había nadie -algo que lo dejó extrañado a la vez que aliviado-, dio un pequeño suspiro regresando su mirada a las figuras blancas. Tomó una gran bocanada de aire, como si fuera a dar un grito mientras que al mismo tiempo recordaba aquel conjuro que lograba hacer que los objetos inanimados lograran moverse y parecer “vivos”.

Expulsó el aire que había capturado dando un pequeño chiflido, que comenzó siendo algo bajo, subiendo de volumen hasta ser algo alto, cerró los ojos en el proceso. –Falsum vitæ –pronunció casi en un susurro. Pudo sentir un ligero cosquilleo en la punta de los dedos de la mano, dándole a entender que la magia comenzaba a hacerse de las suyas. Cuando dejó  sus orbes a la vista, pudo ver como algunos muñecos comenzaban a moverse por sí solos, desentumeciéndose por haber estado inmóviles en un largo tiempo, y aunque no hablaran podía ver en esos pedazos de carbón que hacían de ojos y en su expresión, podía suponer que estaban sorprendidos.

Se sentía como un niño pequeño haciendo eso, aunque su infancia no fue como la de cualquier otro, ahora que no tenía “cadenas” disfrutaría de cualquier cosa. Con una sonrisa de satisfacción, notando como aquellos seres de nieve comenzaban a jugar entre ellos, decidió unírseles. Comenzaron a perseguirse entre ellos- ¿cómo los hombrecitos se movían de un lado a otro? Era un gran misterio-, y hasta los mismos muñecos llegaban a rodar por su cuenta para ir más rápidos, en esos momentos se sentía como un espíritu libre, riendo sin tener que preocuparse de nada ni de nadie. Pero lamentablemente el tiempo no era eterno, y aunque él podía quedarse todo el día haciendo eso, aún tenía sitios que ver, además de que tenía que terminar los deberes que los profesores dejaron.

Resignado, dio fin al hechizo, pudo observar como los muñecos regresaban a su posición original, parecía que nada de lo que había hecho había pasado. Siguió su camino por los jardines, sumido en sus propios pensamientos de que ya quería que la cena -su primera cena- llegara, alzó la vista hacia el cielo para poder deducir que sólo faltaban para que ese momento llegara. Siguiendo su camino, se encontró con un gran grupo de chicos y chicas que jugaban a lanzarse bolas de nieves entre ellos, su plan era pasar por sobre esa “guerra” sin que le dieran, pero fue algo imposible, cuando apenas había dado unos cuantos pasos una bola de nieve se estrelló de lleno en su cara, sentir ese golpe frío no fue muy agradable. Se limpió el rostro, y buscó con la mirada al culpable, era algo complicado teniendo en cuenta que estaba rodeado de gente. Sonrió con “maldad” y sin poder evitarlo, se unió a la fiesta, viéndose lanzar bolas de nieve a quien se cruzara en su camino, a veces esquivando algunas u otras más siendo atacado, el hecho de desconocer a toda esa gente no le quitaba la diversión por la que estaba pasando en esos instantes.

De esa forma, el tiempo se pasó volando y no fue hasta que uno de los chicos avisó que sólo faltaban minutos para que el banquete comenzara que todos dejaron de lanzarse bolas de nieve. Regresó al castillo charlando con un par de chicas con las que había participado más en esa guerra, y viendo a los demás estudiantes, se sorprendió que fueran tantos.

Se tuvo que despedir de esas jóvenes para irse a arreglar a su cuarto, tener la ropa mojada por la nieve no ayudaba en nada en alejar el frío de su cuerpo. Se vistió de ropas más elegantes, especiales para la ocasión, y se vio obligado a lanzarle un hechizo a su traje para que el frío no lo afectara. Una vez listo, fue hacia donde todo se iba a llevar a cabo.

El lugar ya estaba lleno de gente, todos se veían tan animados y el ambiente era tan cálido y agradable que era imposible no sentirse a gusto. Buscó con la mirada si veía a algunas de las personas que hace poco conoció, y aunque no a Minerva, a Irisviel o a Keiichi, se fue a hablar con alguno de los chicos con quienes había estado jugando minutos antes. No fue hasta más tarde que escuchó una voz conocida detrás de él llamarle, no tuvo que girarse para reconocerla, ya la había escuchado antes.

–Ke-nii-chi –saludó deletreando su nombre, con una gran sonrisa dibujada en su rostro, girándose para poder verlo. Recordaba que aún no superaba la sorpresa de encontrárselo ahí, en Legacy, desde antes de la academia ya eran amigos.
–¿Y esto cambia tú opinión de la navidad? –Cuestionó el castaño con una singular sonrisa.
–Hey, haces que suene como si odiara la navidad –se quejó con un gesto exagerado de preocupación.
–No creí que celebrarla fuera tan divertido, siento que me he perdido de esta felicidad desde hace mucho tiempo –por el rabillo del ojo le pareció ver a la joven Irisviel desde la distancia, le dedicó una sonrisa y un saludo con la mano ya que se veía ocupada charlando con alguien más.
–Oh, cierto, toma –la voz de su amigo hizo que regresara su atención a él, vio como este sacaba de algún lado una bolsita y se lo entregaba, notó que eran dulces– un regalo de navidad.

Había olvidado sus regalos, pensaba dárselos a las personas que había conocido hace poco pero con la diversión y el frío se le había olvidado, daba gracias a su magia que podía traer los regalos. Sostenía la bosilta de dulces con la zurda, se llevó la diestra detrás de la espalda y pronunció mentalmente las palabras mágicas, no demoró en sentir un peso en su mano derecha.

–Toma, espero que te gusten los chocolates porque no hay devoluciones, aunque deje un segundo regalo en tu cuarto –sonrió ladino, entregándole la pequeña bolsa de chocolates al castaño. Su verdadero regalo era un libro sobre la magia, bien sabía que le gustaba al contrario. Sin esperar una respuesta, se alejó de él para ir a repartir los demás chocolates a gente que ya conocía y que acababa de conocer. Días antes, cuando estaba planeando hacer eso, se había llegado a imaginar a sí mismo con la ropa roja y la barba blanca del mismo Santa Claus, y volverlo a recordar hizo que le sacara una risa, eso habría sido bastante gracioso, tal vez para la siguiente navidad lo hiciera, aunque tenía pensado hacer algo mejor.