Sanando viejas heridas (Ayana Shade)

Por alguna razón, el parque de cerezos ya se ha convertido en un lugar que Silene ya suele frecuentar bastante. En este, se ha encontrado con varias personas. Una irónica risita se escapa de sus labios al recordar como aquel extraño espadachín casi le corta la cabeza al confundirla con alguien más o como ella y otra chica tuvieron que lidiar con una extraña criatura y Ate de la Ruina, la odiosa dríade al servicio de Eris.

Pero, no todo ha sido malo. El conocer a Scáthach y volver a ver a Leon Belmont despues de siglos ha sido muy agradable. Ella recuerda vagamente haberle visto al ser Ileana, antigua dama de las rosas en el siglo XI, y refugiarle en medio de las guerras de las Cruzadas.

Dejando sus recuerdos de lado, la greca recorre los senderos del parque, buscando entre ellos a la señorita Ayana. La greca no es muy social, más ella siempre le ha agradado por lo amable que es cada vez que se encuentran. Que le haya citado en un lugar tan hermoso le agrada aún más. Las flores de cerezo simbolizan, para muchos, lo hermosa y frágil que es la vida. Muchas cosas han pasado en la suya. Prefiere no recordar, mas su mente suele jugarle malas pasadas. Mientras recuerda, acomoda la bufanda blanca que lleva al cuello. Como es habitual, lleva una blusa de seda, jeans y zapatos bajos. Como no hace tanto frio, lleva el abrigo en sus manos y la rosa dorada que es su armadura esta como adorno en sus cabellos.

- Y yo que crei que estaba todo superado... Creo que no... -

La dama de las rosas suspira mientras admira los cerezos en flor y camina con calma para reunirse con Ayana.

Había pasado tiempo desde la última vez que se paseó por aquel parque singular, sin duda era tan hermoso como la primera vez que vio el lugar, era como si el tiempo se detuviera y las flores, aunque efímeras, vivían por siempre en sus memorias.

Era evidente que la pelirrosa no le gustaba que las cosas fueran efímeras, al ser un ser que vivirá por mucho tiempo, encariñarse de las cosas más de lo normal significaría un dolor profundo, pero eso no quitaba que las flores fueran hermosas a pesar de todo.

─Según la hora, debería estar por aquí… ─Hablo para sí misma mientras miraba el caer de los pétalos, suspiró levemente mientras volteaba su mirada al cielo.

─¿Te traen recuerdos este sitio? ─Cuestiono el azabache familiar mientras hacía acto de presencia en su sombra.

─He conocido a muchas personas importantes en este sitio, personas que, al fin de cuentas, ya no están… Realmente odio que las cosas sean efímeras… pero eso hace que cada momento sea hermoso, ¿no crees?

Sonríe gentilmente para después voltear en dirección a las sombras, donde logro percibir el movimiento de algo, en un principio lo ignoro ya que tenía una cita con alguien para pasar el rato.

─Solo espero todo salga bien… ─Soltó un suspiro al saber que algo pasaría.

─Sabes que va a pasar, ¿Por qué negarlo? Además, la persona que esperas esta por aquí.

─¿He? ¿Enserio? ¡¿Dónde?! ─Esta se subió a los hombros de su familiar, intentando ver a Silene, la persona que había citado para conocer mejor en el parque─ ¡¡Oh!! ¡Ya la encontré! ¡Silene-chaaaan!

La pelirrosa movió enérgicamente su brazo mientras estaba arriba del azabache, lo cual ponía una cara de molestia ante la actitud infantil de su ama, lo cual colmo su paciencia he hizo que se bajara.

─Que molesta eres, enana… ─Gruño para después darle la espalda.

─Eres un aguafiestas y un amargado ─Saco su lengua mientras caía lentamente, como si un pétalo de flor se tratase, esto gracias a su manipulación temporal, lo cual le permitía moverse a la velocidad que ella deseaba.

Tras tocar el suelo, aquella joven de cabellos rosados se acercó a la dama de cabellos claros con tal de darle la bienvenida al parque y agradecerle el tiempo que le daba.

─¡Gracias por venir Señorita Silene! La ropa que tiene hoy se le ve bien~ ¡Y su rosa es hermosa! ¡Me encantaría tener uno así!

Se ponía de puntitas para apreciar la flor que decoraba los cabellos de la chica, sin percatarse de la cercanía que tenía con ella, sin duda Ayana tenía la mala costumbre de invadir el espacio personal de la gente.

La pelirrosa se sorprendo al ver como aquella rosa se trasnformaba en una especie de escudo, fuera de espantarla, le emocionaba ya que era algo nuevo por descubrir.

─¡¡Ohh!! No sabía que fuera un objeto con vida, ¿es debido a la magia? ¿o hay un ser en su interior?

Miraba con atención la armadura que después se transformó en una rosa nuevamente, escucho la explicación de la joven de cabellos claros para luego asentir.

─En ese caso sería como colt cuando sale de mi sombra… ¡Genial!

Sus ojos brillaban de la emoción mientras daba leves brincos, pareciendo aún más una pequeña niña que alguien de autoridad, después de todo era una profesora.

─¡Ah! Respecto a eso, nada en particular, solo quería conocerte mejor, te había visto por la academia y en algunos lugares, pero nunca tuve el placer de conocerte, así que… ¡Mucho gusto!

Su sonrisa reflejaba alegría e inocencia, era más que obvio que la había citado por alguna razón, pero quería dejarlo de lado y pasarla bien por el momento, después de todo, en el fondo sabía que aquella dama de armadura pasaba por momentos difíciles y tener una amistad la ayudaría a superarlo y bueno, quizás hasta purificaría sus memorias para que no sufriera más.

─Por cierto, mi familiar se llama Colt, es un amargado, así que, si dice algo grosero, dale un golpe.

─¿He? Que malvada eres, enana, solo por eso no dejare que comas chocolate.

─¡¿HEEE?! ¡E-Estaba bromeando! No me dejes sin chocolate…

─…En verdad actúas como una niña… ¿y se supone que eres profesora? ─Arqueo una ceja mientras miraba el puchero de su ama.

─Ah, como sea, ya después te lo quitare, tehe~ ─Voltea a mirar a Silene para después apuntar hacia una fuente─ ¿Te parecería ir allí? Es un lindo lugar para una charla y así nos conoceríamos mejor, claro, si tu gustas.

Escuchaba atentamente lo que decía sobre aquella armadura y su capacidad, desconocía por completo lo que hacía el cosmos, solo lo había leído en alguna ocasión en uno de los libros antiguos de su templo, pero estaba en un lenguaje ilegible y por lo tanto, no logro traducirlo adecuadamente.

Quería saber más del tema, así que se sentó en la orilla de la fuente y miró su propio reflejo en el agua.
Algunos pétalos flotaban sobre la cristalina agua y en el fondo se podía notar alguna que otra moneda brillante.

─Bueno, eso es verdad, hace tiempo que no podía siquiera conocer a los nuevos, muy apenas he tenido de venir aquí, ¿no te parece hermoso? Estos árboles florecen constantemente, como si el tiempo aquí se repitiera una y otra vez, o al menos así se siente…

Ríe levemente para ver a los ojos de la mujer de cabellos claros, quería preguntar sobre el cosmos y que era realmente.

─No quisiera presionarte con esto, pero me dio mucha curiosidad, ¿Qué es realmente el Cosmos? ¿y cómo se obtiene? Si me puedes explicar, te lo agradecería mucho~

Escucho atentamente sus palabras respecto a la energía que emitían los seres vivos, tal parece era similar al maná que ella emitía, sin embargo, era algo más complejo, ¿quizás algo relacionado a los dioses? ¿O aquella energía unía todo con el universo?

Era sorprendente, aquella información le era interesante, pero más le parecía sorprendente el enterarse de que su compañera era alguien realmente fuerte, la pelirrosa sabia el alcance que tenían las plantas y lo bien que se pueden usar para la magia, después de todo, era especialista en ello.

─Ya veo, debes ser similar a una deidad de la flora, ¿no? Capaz de comprender las plantas y crear nueva vida a voluntad, eso debe ser hermoso.

Sonríe tiernamente mientras miraba los ojos miel de la peliazul, eran hermosos como el florecer de una rosa, tan delicada mirada y a la vez tan llena de espinas, sin duda una flor que la describía perfectamente.

─Dado que me has contado de tu habilidad, te contare de la mía y a lo que me dedico realmente.

Colocó su mano en su pecho, donde tenía un reloj como collar, apenas dio un pequeño toque con su dedo índice, aquel objeto empezó a brillar tenuemente, se había transformado en una especie de báculo con engranajes y esferas con relojes de arena dentro de ellas, era sorprendente de ver, especialmente porque la vestimenta de la chica había cambiado también, obteniendo un vestido blanco y esponjoso, con un velo que cubría su rostro y larga cabellera, también se le podía notar algunos cuernos sobresalir de su cabeza y algunas escamas decorando su piel.

─Como me vez, soy una sacerdotisa, sirvo a Chronos, dios y representación del tiempo, mi deber es proteger esta línea de tiempo y el destino de ciertas personas, también debo capturar algunos seres que bien podrían alterar el curso del tiempo si dejo que hagan lo que quieran…

Era bastante sincera, Ayana no solía mentirle a nadie, ni siquiera a aquellos que quisieran matarla en el pasado, era un voto que tenía como sacerdotisa o quizás su propia personalidad ingenua e inocente hacia que hablara con la verdad, por muy cruda que pueda ser a veces.

─Fuera de lo que muchos crees, no tengo total control del tiempo, eso no me corresponde al menos que sea realmente necesario, pero mi don característico es el ver la memoria de la gente, para así sanar su dolor…

Había sido demasiado clara en sus palabras y era de esperar que aquella mujer sospechara de ello, la pelirrosa tomo las manos de la mujer y la miró fijamente a los ojos, o mejor dicho, no apartaba la mirada ni un instante.

─Si, hay una buena razón por la cual te traje aquí.

Los ojos de la pelirrosa brillaban suavemente, como si sus ojos emitieran una luz calmante con tal de evitar ser atacada repentinamente.

─Como dije antes, puedo ver las memorias de la gente y se lo mucho que han sufrido, y… se perfectamente por lo que has pasado, al menos las fracciones de tu memoria que han aparecido en estos instantes…

Pauso por un instante, precia escuchar algo a los alrededores, cosa que provocaba que temblara un poco, quizás por los nervios o el miedo que le causaba lo que ella solo podía percibir.

─No solo veo memorias, también veo entre planos, como dije antes, me encargo de capturar algunos seres que son invisibles al ojo humano, incluso los seres sobrenaturales se les dificulta distinguirlos, se llaman Ater y suelen concurrir en lugares donde existe mucho sufrimiento o en su defecto, a alguien.

Toma firmemente las manos de la peliazul mientras intentaba decirle lo que pasaría a continuación.

─La razón por la cual te traje es porque estas en peligro, los Ater saben cuándo alguien ha sufrido demasiado y no dudaran en usar eso a su favor, eres alguien poderosa, un cuerpo perfecto para ellos, te harán recordar momentos dolorosos para doblegar tu voluntad al grado de hacer que caigas en la locura o en el peor de los casos, tu muerte…

Los ojos de la pelirrosa se cristalizaban de solo mencionar lo último, en verdad no quería que alguien como ella terminara en las garras de un ser infame como un Ater.

─Puede que no sea nada, pero esos seres se alimentan dela energía negativa que emiten las emociones, cuando más sufre una persona, más poderosos son, y… son muy peligrosos, te llame aquí porque este lugar tiene un sello que eliminaría a cualquier Ater que se acerque a este punto, es el único lugar cercano a la academia donde puedo curar tus heridas… Si no lo hago, no solo tu estarás en peligro, si no a quienes te rodean…

Realmente se sorprendió que ella aceptara tan rápidamente en ser tratada, usualmente la gente tiende a negar que sufre o que simplemente la tratan de atacar por interponerse en su vida.

Sin duda aquel caballero de armadura dorada estaba dispuesta a todo por redimirse y estar en mejores condiciones con tal de proteger a la humanidad, algo noble, a decir verdad.

─Athena acertó en dejarte vivir, tienes un gran corazón que merece ser purificado y así, tener una oportunidad de ser feliz genuinamente.

Se acercó a la peliazul con sumo cuidado, a pesar de ver sumisión, siempre hay oportunidad de ser atacada, ya sea por aquella mujer o por otros seres.

─Pero para ello, debo hacer algo que quizás te incomode… S-Solo no lo tomes a mal…

Acaricio el delicado rostro de aquella mujer mientras acerca su rostro al de ella.

─Tendré que darte un beso… Es el único modo eficaz y rápido de purificar el alma de alguien… Espero no sea demasiado para ti, my lady…

Con cierta timidez en su persona, aquella pelirrosa acerco sus labios para rozar los contrarios, esto con tal de poder curarla de todo el dolor de su pasado que a día de hoy la atormentaba.
Apenas hizo contacto, una luz azulada rodeo a Silene para después tornarse oscuro, dicha luz paso a estar en la pelirrosa, lo cual provoco que unas flores azules sobresalieran en su piel.

─Aaah… son muchas flores… solo espero no me deje ciega de nuevo…

Tenía demasiadas flores en su cabeza, especialmente en el área de sus ojos, casi evitándole ver lo que pasaba, era un sacrificio que ella hacía por el bien de otros.

─B-Bien, ya está esto, aun recordaras tu pasado, pero no te causara el mismo dolor, ahora, lo que tienes que hacer a partir de hoy, es vivir este presente y tener un mejor futuro, ¿de acuerdo?

Sonrió dulcemente muy a su pesar de su actual condición, sus piernas temblaban, su piel se hacía cada vez más pálida y era más que evidente que soportaba el dolor, incluso su familiar hizo acto de presencia para sostenerla.

─Bien, debes descansar ahora, Ayana ─Comento el azabache mientras miraba a los alrededores─ Suerte que estamos en un lugar seguro, estos bastardos sin duda aprovecharían tu debilidad para tomar tu cuerpo…

era curioso la forma en cómo se dirigía a los de su especie, aunque era un ater diferente, era muy similar a esos seres.

Estaba agotada, quizás al borde de caer desmayada para así ser consumida por sus propias flores, pero cuando menos lo espero, una extraña energía se adentró en ella, sentía calidez y algo de calma.

Abrió sus ojos para notar que Silene estaba cerca, colocándole un hermoso collar en forma de rosa, ¿será acaso un objeto mágico de curación? Sea lo que fuera, le estaba ayudando a recuperar la conciencia y que la energía que había absorbido se purificaba.

El cuerpo de Ayana serbia de ese modo, un purificador, debía consumir la energía negativa de los seres o en su defecto, comérselos para así purificarlos, todo esto mediante un beso.
Cuando la curación había avanzado lo suficiente, la pelirrosa logro articular algunas palabras hacia Silene.

─G-Gracias… Necesitaba eso… al menos… mi cuerpo no se resentirá tanto…

Soltó un suspiro mientras que su familiar acariciaba su cabeza suavemente.

─Aun así tienes esas flores en la cabeza ─Comentó tras señalar las flores.

─Ah… las “no me olvides” no se quitarán, sabes que son una maldición.

─. . .  pensé que al menos con un artefacto distinto lograría romper eso…

─Ojala, pero así son las cosas, de momento me estoy recuperando y las flores se irán con el tiempo.

Cerca de ellos se podía sentir una presencia maligna, una criatura que los asechaba a la distancia, pero no podía pasar cerca de la fuente debido al sello que Ayana había mencionado.

─Esa cosa esta aquí… ─Gruño mientras protegía a su ama.