En compañía de River. (LIBRE -comoelsolcuandoamanece-)

Su cara reflejaba la disconformidad que sentía tras enterarse de que no conocería al dios del trueno, Thor. La única razón por la que seguía en el bando de Asgard era por esa infantil esperanza de llegar a conocer ese hombre de rubios cabellos. Aunque no tenía mucho interés en él, la mitología nórdica no era importante para ella, no veneraba dichos dioses. Fue mera curiosidad la que le motivó y por ello ahora se había metido en un aprieto tras alistarse en el lado que se podía considerar el de los "malos". Un suspiro se le escapó en lo que pateaba una pequeña roca con su pie derecho, ocasionando que ésta choque contra una de las lápidas que había en el cementerio. Quién descansaba bajo tierra era un misterio pues el nombre se había borrado hace ya mucho tiempo, sin contar que la luz del atardecer no era exactamente la mejor para investigar el grabado que había. Aún así comprendía que debía de alguna forma disculparse con el hombre, mujer o cosa y por tal razón juntó ambas manos frente a su rostro a la par que cerraba los ojos. No dijo nada, sólo pensó en una disculpa apropiada antes de romper su pose.
 
— Eso debe ser suficiente para usted. —

Pronunció finalmente, reanudando su caminar hacia ningún sitio en específico. No sabía a dónde ir, conocía apenas algunas pocas personas pero no lo suficiente como para ir a buscarlos y fastidiarlos con su compañía. Unas cuántas siluetas aparecieron en su mente, entre ellas se encontraba el pilar del agua, Tomioka Giyū. Si el destino no les hubiese separado nuevamente no había duda de que estaría pegada a él como una garrapata, necesitaba de un amigo para combatir contra la soledad pero en un cementerio lo único que podía conseguir era que un fantasma la atormente por toda la eternidad.

El viento movía su rojizo cabello el cual estaba sujeto en una coleta alta, adornado por un moño de tonos celestes, un color que de hecho estaba un poco saturado pero quedaba a juego con el extraño uniforme de cazadora de demonios que portaba. Uniforme que ya ni tenía sentido continuar usando, de hecho no es como si esas prendas la protegieran de algo, no estaban encantadas ni eran de un material en especial, era ropa común y corriente. Ropa que fácilmente podía desechar y colocarse algo distinto, pero no lo hacía. Seguro el repetir constantemente ese conjunto fue lo que ocasionó que varias personas tengan la errada idea de que en Asgard nadie se bañaba, una sutil sonrisa se formó al recordar cómo a veces molestaba a niños pequeños al decirles que en efecto, ser del lado verde era por verde de sucios. El haberse escapado por pocos segundos en sus recuerdos ocasionó que no se percatase de que ya no estaba completamente sola. Alguien o algo se acercaba. Sólo esperemos que no sea una muñeca maldita que se haya escapado.

La tranquilidad de un bosque habitado solamente por la naturaleza. ¿Podía pedir algo mas agradable? Desde hace unas horas se había escapado sin compañía al gran bosque con la misión personal de pasar un tiempo más tranquilo caminando por el bosque y sus alrededores. Hace unas pocas semanas se había unido a Asgard y aunque no había realizado mucho trabajo, su mente necesitaba descansar del ruido que hacían sus compañeros. ¿Tal vez todo su estrés era por estar del lado de los "malos"?, realmente no importaba, mientras estubiera en contra de su hermano menor todo estaría bien para él. Después de todo es fue la razón por la que se unió a Asgard.

No había rumbo fijo en su mente, tan solo deseaba caminar hasta sentir que su mente estuviera completamente tranquila. Terrenos escarpados, senderos con vista al abismo, caminos llenos de maleza, ese era terreno al que se enfrentaba el albino en su actual labor de nómada. El hijo del Dios del Sol no es alguien que se asuste por deficultades tan minusculas como esas, y si se diera el caso de que un verdadero inconveniente se presentara en su camino, el enfrentarlo elevaría su propio valor como chatria.

En una parte del extenso bosque se sentía una brisa mas fuerte de lo normal, era señal de que un baldío se encontraba cerca. Dicho viento movió violentamente su albina cabellera junto con la carmesí capa que siempre acompañaba su dorada armadura. Continuando con su extensa caminata, el albino avanzó por el sendero de donde venía el viento. La vista poco a poco iva cambiando a cada vez menos árboles, esto mostraba que justo como pensaba desde el principio, el bosque estaba llegando a su fin y frente a sus ojos, había un terreno baldió y con poca vegetación. La mirada al horizonte mostraba el eminente atardecer que oscurecería la tierra. Aunque para él no era problema alguno la oscuridad, prefería usar la noche para descansar y tener fuerzas para el próximo día.

Aprobechando lo que quedaba de luz, el albino miró detenidamente su alrededor y notó en una parte un cementerio. Era un lugar extremadamente raro eregir un cementerio si se tomaba en cuenta la larga caminata que había que hacer para llegar hasta el lugar. Aunque si se tenía en cuenta que su caminata era sin un rumbo fijo, podría darse el caso de que estubiera cerca de su dormitorio. Tanta era la curiosidad por el lugar que sin prestar mucha atención a lo demás que le rodeaba entró sin pensarlo demasiado al lugar.

━ Esto está en ruinas ━

Así mencionó mientras miraba el estado deteriorado de las lápidas del cementerio. No hacía falta ser muy observador para notar que ya nadie venía por sus propia voluntad a realizar ofrendas a este lugar. De haber tenido conocimiento de la situación, habría venido acompañado con algunas velas para rendir tributo a los muertos. Mientras caminaba por el polvoriento cementerio, notó que habìa otra presencia en el lugar. Conociendo muy bien que Asgard estaba lleno de personas raras, no se extrañarìa de que alguien se quedara perdido en este lugar.

Ya decidido comenzó a caminar hacia donde podía notar la silueta. Para su sorpresa se trataba de una chica. ¿Que hacía en tal lugar?, no era algo que normalmente le importara, pero dado el momento tenìa curiosidad. Ahora mismo solo deberìa presentarse.

━ Buenas noches jóven dama. ¿Que hace a estas horas en este lugar━

Le comentó en un tono algo bajo. No se debía alzar la voz en un lugar como este, o almenos eso se le habìa enseñado.

Su mirada se dirigió hacía el hombre mayor en cuanto altura y probablemente edad también, notando que lentamente la luz que antes le permitía distinguir con algo de claridad el entorno que le rodeaba, desaparecía. El sol se ocultaba y el estrellado cielo era quién adornaba en la altura, aunque pudo grabar en su memoria el extraño aspecto del desconocido joven que ahora le brindaba su compañía. Para la cazadora era una incógnita de dónde salió dicho, incluso llegó a creer que podía tratarse de algún muerto o algo, pues estaba en un cementerio. De hecho es raro que no esté viendo un sinfín de cosas paranormales.
  Su mano izquierda se posó encima del mango de su nichirin por mera precaución, no podía bajar la guardia pues enemigos había en todos lados, y no necesariamente deben ser de un bando contrario como ora buscar dañar a otros. Tendría cuidado de ese extraño albino hasta asegurarse de no correr peligro alguno. Tras aclarar su garganta, se digno a darle una respuesta.

— No hay respuesta que pueda sonar interesante. Simplemente terminé aquí e inexplicablemente creo que ya no puedo irme por ésta noche. ¿Y usted? ¿Qué le atrajo hasta un cementerio? ¿Visitando algún familiar ó acaso saliste de una tumba mientras yo no miraba? —

La última pregunta aunque había sido en broma, también era algo que debía descartar. Su tono de igual forma era suave, tranquilo. No había necesidad de alzar la voz aún cuando estaban a una distancia de al menos dos o tres metros, el silencio que reinaba por esos lares le ayudaba a que nada distraiga su agudo oído.

Dirigió su caminar en dirección hasta el acompañante, pero no sé detuvo una vez estuvo frente a él. Todo lo contrario, caminaba a su alrededor, analizando cada centinetro de ese extraño ser, buscando cualquier pista que le indique quién o qué es ya que más allá de que se viste terriblemente mal, no encontraba cuernos, alas, escamas ni partes animales. Parecía ser un humano, quizá de esos que eran bendecidos con el don de la magia.

— ¿Puedo conocer su nombre o tendré que darle un apodo? —

Hubo una breve pausa, segundos en los que pensaba si seguir hablando o esperar por una respuesta. Pero su paciencia por algún motivo no era mucha.

— ¿Y qué eres? Por el atuendo que portas debes ser algo peculiar... O quizá no sabes vestirte y por eso tu ropa es tan desagradable a la vista. —