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CAPÍTULO 42: El final de Sanguinem

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Mensaje por Invitado Mar Feb 26, 2019 7:23 pm

CAPÍTULO 42: EL FINAL DE SANGUINEM

ROL PRIVADO CON: Lacus Welt

CAPÍTULO 42: El final de Sanguinem Url?sa=i&source=images&cd=&cad=rja&uact=8&ved=2ahUKEwiG4b_Zt9rgAhWQzlkKHbpVBjQQjRx6BAgBEAU&url=https%3A%2F%2Fwww.deviantart

El mundo fue hundido en el caos cuando llegó a su fin. Guren Ichinose el pecador de pecadores, aquel que se atrevió a tocar el tabú y causó el castigo de Dios, ahora estaba de pie frente a las montañas de Kyoto. Debajo de aquellas enormes formaciones rocosas, una metrópolis. La tercera ciudad vampírica más grande del mundo, y el centro de control de los vampiros de toda Asia oriental. Bajo el gobierno de Krul Teppes, la ciudad había prosperado a niveles inimaginables, y en los últimos 20 años se había fortalecido al punto de parecer impenetrable. Pero hoy, aquí y ahora, Guren estaba al mando de un ejército completo de humanos a los que se les había otorgado poder del Kiju, además del escuadrón de élite El Demonio de la Luna, del cual él era comandante.

Detrás suyo, las tropas al mando de Kureto Hiiragi, general del Ejercito Demoniaco Imperial Japonés esperaban que se abriera la brecha para la invasión. La ciudad estaba sitiada. La reina había caído. Y ellos contaban con un infiltrado que había abierto las puertas de Sanguinem para que ellos la tomaran. Los guardias de la ciudad nunca sospecharían que Ferid Bathory, séptimo progenitor y segundo al mando de la ciudad, fuese su aliado. Nadie lo sabía. Ni siquiera Guren había revelado a sus superiores aquel que era su informante. Tampoco Ferid había revelado sus conexiones con los humanos. La captura de Guren solo había sido una excusa para que él y Krul Tepes se encontraran; la perfecta cortina de humo para ocultar a los verdaderos culpables. Y ahora, Sanguinem agonizaba bajo las penetrantes miradas de los humanos, alguna vez llamados por sus habitantes “ganado”.

Los ojos del namanari se habían tornado de un rojo escarlata que asemejaba el color de la sangre, centelleantes, desplegaban un brillo asfixiante y ansioso por matar, por asesinar… por destruir. Ya no había nada más que perder. Lo había apostado todo a este juego que parecía no tener sentido. Shinya había creído que lo hizo por estar poseído, pero no era así. Ahora él haría los planes de Mahiru los suyos propios, sin importar lo que tuviera que hacer, y así se elevaría por encima de todos. Ya faltaba poco para que el Serafín del Fin estuviese completo, entonces el mundo sería lo que él decidiera que iba a ser. Solo él, quien había destruido el mundo en el pasado, tenía derecho de elegir el futuro de la humanidad.

La primera explosión resonó unos kilómetros al este de la muralla. A esa le siguieron otras tantas, hasta que finalmente una de ellas estalló en frente de Guren y su escuadrón. El estruendo del impacto habría aturdido a cualquier humano común, pero el ya no era más un humano.

- Rebanalos a todos, Mahiru No-Yo…

Murmuró, frunciendo el ceño, antes de dar un alarido de avance a los soldados, que avanzaron sin chistar hacia la resistencia de vampiros que se atrincheraba entre los gruesos muros de Sanguinem. Guren avanzó, y a penas hubo tomado el mango de la espada, un aura demoniaca se filtró desde la hoja, envolviendo unos 20 metros a la redonda. Cualquiera con un espíritu débil sería inmediatamente noqueado por el peso de la maldita aura demoniaca. Pero los vampiros con los que lidiaban no eran débiles en absoluto. Eran los encargados de proteger la ciudad. Seguramente estarían bien entrenados para la batalla.
Un primer grupo se abalanzó sobre ellos. Guren blandió su espada en un movimiento horizontal que provocó una potente onda de choque. Seis vampiros fueron repelidos y cayeron, pero no estaban fuera de combate. Se pusieron de pie y se abalanzaron contra él. El brillo de la espada destajó los cuellos de dos de ellos, que se aproximaron demasiado pronto.

- Esa velocidad… no es humana. -Murmuró uno de los vampiros, que se detuvo al ver a sus compañeros desintegrándose por el poder demoníaco.- Él no es humano…

Guren sonrió, mientras caminaba con sobriedad y serenidad. Su rostro se trastornó con figuras irregulares que asemejaban un trival púrpura. Eran la marca demoniaca que sufrían los humanos que estaban poseídos por un demonio. Pero Guren no estaba poseído. Por sus venas corría la sangre demoniaca. Él no tenía un demonio. Él era el demonio.

- Muere.

Dijo en voz suficientemente audible como para suscitar en el vampiro un horrible escalofrío. Dio un paso atrás, pero era demasiado tarde. La espada de Guren se había clavado en la parte inferior de su tórax, atravesando todo su diafragma. El cuerpo del vampiro comenzó a consumirse, mientras contemplaba el rostro sonriente del pelinegro.

- Demasiado débiles. ¿Dónde está su líder?

Preguntó a los sobrevivientes. Estos temblaban despavoridos. Uno de ellos giró el cuerpo y gritó el nombre “Lacus”. Guren alzó la mirada en dirección a donde el vampiro había llamado. Allí arriba, en uno de los balcones, estaba una figura esbelta de cabellos violáceos y mirada vacía. Sus rasgos eran delicados, como los de un adulto joven, agraciado con los adornos del rango al que hacían honor. Seguramente él era el líder del escuadrón de defensa. Guren le miró desafiante.

- ¿Te quedas allí mientras ves a tus hombres morir? Ven aquí y peleemos de líder a líder, vampiro. Voy a mostrarte lo que el ganado es capaz de hacer.
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Mensaje por Lacus Welt Vie Mar 01, 2019 10:22 pm

—¡Ferid Bathory! los humanos invadieron Sanguinem, ¡Necesitas huir!

Así le comunica a su superior, con urgencia, sobre la invasión humana al territorio de su dominio. Esa emergencia en el alerta dado por Lacus fue desatada por la imposibilidad de combatir un poder jamás visto viniendo de la humanidad. El vampiro Welt recién había presenciado, con incredulidad en su expresión, al efecto destructivo de la evolución del ganado: las estructuras venían al suelo sucesivamente, los vampiros que resguardaban la ciudad iban siendo asesinados unos tras otros, y en determinadas veces, decenas de ellos eran fácilmente liquidados en efecto de un solo ataque. Al parecer, el inconcebible fin de la preciada metrópolis vampírica era ahora terminante, tras siglos de gloria.
La situación los dejara contra la pared, por lo que se apresuró a impedir que el Noble séptimo, la nueva autoridad suprema de Sanguinem desde que Krul fuera destronada, fuera capturado o asesinado por aquella multitud de soldados.

El muro por detrás de Ferid fue inmediatamente derrumbado por armas humanas justo en seguida de recibir el alerta del líder de las tropas, y en aquel momento el séptimo fundador abandonaba el lugar. A los vampiros no les restaba nada, la retirada masiva sería la alternativa decisiva, aunque una parcela de los inmortales continuaba el confronto.

Pronto la estructura al rededor fue completamente derribada. Ferid ya había dado su marcha; los únicos vampiros que se quedaran en la altura fueron Lacus, y más atrás, René.

Este último se quedó a intentar detener el avance humano en aquella zona, mientras Lacus retrocedió, en regreso hacia uno de los balcones en el límite del destrozado suporte secundario del requintado palacio, zona donde exteriormente se iniciara un confronto entre el restante guardián de vampiros y los humanos. En medio de toda la agitación generadas por la frustrante batalla, Lacus se limitaba a observar, con una mano apoyada en su cadera.

Desde arriba, podía ver a cómo un hombre de cabellos y uniformes negros, que lo identificaban como miembro del EDIJ, exterminaba de a poco a una débil resistencia de vampiros que restaba. La mirada de Lacus mostraba una serenidad juzgadora y de menosprecio, era patético ver a los vampiros siendo asesinados tan fácilmente por aquel hombre, aunque desde aquella distancia podía sentir perfectamente que el poder de Guren no era poca cosa, pero aparentaba estar solo.

No fue mucho tiempo hasta que uno de los inmortales llamó por su nombre, y con eso envió la atención de todos hacia él, pero sus ojos se concentraban solamente en el teniente, quien lo desafia.

—Ese és el líder, ¿Eh? ¿No es el sujeto contra quien vi a Ferid batallar? Aaah, Ferid-sama, ¿Por qué no lo mataste cuando pudiste?

Cuestionaba, sonriendo sutilmente y con su típica manera suave de hablar. Sabía que Ferid tenía poder de sobra para haber acabado con aquel tipillo en las batallas anteriores, mismo con tal poder demoníaco en alta. Esa era la llave de la intriga, pues Lacus tampoco se hacía idea de todas las artimañas de Ferid para que las cosas sucedieran justamente como estaban sucediendo, y todo bajo las propias intenciones del Bathory.

No estaba verdaderamente interesado en continuar viendo lo que el ganado era capaz de hacer, como mencionara Guren, sin embargo, en ni un momento perdió la confianza delante del namanari, que podía ser una notoria amenaza para esa camada inferior de vampiros comunes, pero no para él.

—Huh, son tan inútiles.

Afirmó en forma de burla sobre los demás vampiros, esta vez en voz alta para ser oído por todos. En ese instante, tomó el mando de su espada, arma de rango superior, y la desenvainó, mostrando estar decidido a tomar la delantera en la batalla. Seguido de eso, se subió de un salto hacia la reja que adornaba el balcón, quedándose de pie en el límite de la fina superficie.

—No tengo porqué luchar por la vida de ellos. Te daré tu paliza para devolverte a tu lugar de ganado, ¡Humano!

Sentenció sin borrar su sonrisa, haciendo más firme su voz en la última palabra, enfatizando la eterna enemistad entre ambas razas, y casi al mismo instante saltó de la reja, elevándose en los aires por instantes antes de pisar la superficie, sin perder de vista al enemigo, y en cuanto puso sus pies en el suelo, a unos 10 metros de distancia de Guren, elevó su espada verticalmente, generando una fina y veloz oleada de energía poco visible que se desplazó hacia Guren, más precisamente visando la mano con la cual el híbrido sostenía su arma, pues la intención de Lacus al efectuar aquella ofensiva era primeramente comprometer el manejo de espada de su enemigo. El poder del vampiro hacía revolotear incesantemente la vestimenta y cabellos de todos los demás allí presentes.
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Mensaje por Invitado Dom Mar 03, 2019 5:53 pm

Guren observó impasible al vampiro que ahora le confrontaba cara a cara, desde su posición. No parecía muy contento de ver a sus subordinados en semejante desventaja. Ciertamente no eran débiles, pero para alguien con la experiencia y poder acrecentado de Guren, esos vampiros rasos no eran más que el preámbulo del plato principal. Quizá ese manjar esperado era precisamente el vampiro de cabellos violáceos. Lo supo porque, en el interior de su cuerpo, la sangre demoníaca comenzó a revolotear, justo cuando el vampiro dijo que los recién derribados eran inútiles. Daba a entender que él era superior a ellos y, por tanto, podía ofrecer más tiempo de diversión.

- Ahh… un arma de noble. -Susurró el pelinegro, sonriendo para sí mismo. No era la primera vez que se enfrentara a un vampiro noble, aunque estaba seguro de que este individuo era de un rango inferior al de Ferid Bathory. Lo sabía por el uniforme que llevaba. Era similar al de Mikaela.

Rio a las vanagloriosas palabras del contrario, quien trepó al borde del balcón, diciendo cosas como que iba a ponerlo en su lugar, y que la vida de los otros vampiros no era de interés para defender. Guren sintió un poco de asco, por el evidente egoísmo esa raza para con los suyos propios, pero justo frente a ese charlatán estaba el ser humano más egoísta de todos. Su sonrisa se intensificó al darse cuenta de lo iluso que aún era ese vampiro en comparación con él. O quizá, su mente ya estaba demasiado corrompida por la soberbia.

Observó fijamente los movimientos que su rival realizó a continuación. El mango de su katana vibró con vida propia cuando el jovial vampiro elevó su mano y lanzó aquel imperceptible pero potente ataque. La espada casi se movió sola para interponerse a la imponente arremetida, y la devoró por completo, causando una llamarada del color violáceo característico de los demonios. Mahiru, quién una vez se hubiese convertido en vampiro, era quien preveía los ataques que el enemigo lanzaba. Guren chasqueó la lengua, un poco descontento. Hubiese querido probar de primera mano la potencia del golpe, pero luego suspiró. Ya habría tiempo para ello, cuando estuviesen luchando cara a cara.

- Muy interesante… un ataque frontal a un enemigo que desconoces… aunque creo que nos conocemos de algún lado. ¿Acaso eres de los perros falderos de Ferid? Pensé que el único era Crowley.

Dijo en tono sarcástico, mientras caminaba hacia su adversario.

- Escucha, vampiro. No estoy del mismo humor que estaba el otro día que nos encontramos. ¿Acaso no puedes notarlo? -

Evidentemente, la fusión de su lado demoníaco y su lado humano se había incrementado notablemente desde aquel encuentro en Shinjuku. Guren cada vez estaba más cerca de ser poseído en su totalidad, y por estos días, que acababan de despertar el serafín, estaba incluso más agresivo e irritante que de costumbre.

- No tengo tiempo para juegos. Vamos a ver que tan bien has entrenado tu esgrima.

Dicho esto, dirigió el flujo kiju hacia sus pies, para impulsarse en un salto largo y cortar la distancia entre los dos. Guren era un peleador de fuerza y potencia, y su especialidad era el combate cuerpo a cuerpo. Entre más cerca estuviese de su enemigo, más letales serían sus ataques. Mientras se acercaba a él, se sacó de la manga uno de sus talismanes explosivos, y en cuando pudo, intentó alargar la mano para pegarlo en el rostro u hombros del vampiro. Estaba resuelto a pelear con su poder demoníaco y su poder mágico combinados. Ambos serían necesarios para derrotar al individuo que tenía al frente, que parecía estar bastante molesto con el hecho de combatir con un humano.

Para cuando Guren le alcanzó, ya tenía lista su trampa de talismán, y la arrojó con la firme resolución e intención de que esta le diera en la cara al vampiro. Recitó unas cuantas palabras ininteligibles, y luego exclamó:

- ¡Explota!


Ignoraba que tan cerca de su objetivo estaba, pero las llamaradas no tardaron en surgir del talismán. Una gran nube de polvo y humo carbonizado se extendió por el lugar. Guren se quedó de pie en su lugar mientras el gas combustionado se disipaba, esperando ver los resultados de su ataque.
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Mensaje por Lacus Welt Miér Mar 13, 2019 2:41 am

Quien esperaba por ver su primer movimiento realizar al menos un efecto intimidatorio en su adversario, se tomó la sorpresa de visualizar lo que pareció ser la espada enemiga cobrar vida propia e invalidar completamente su ofensiva inicial.

—¿Qué rayos...?

Cómo imaginó, para que la ciudad entera estuviera adentrando a aquella caótica situación, no sería nada simple lidiar con esos humanos. La clase de poder demoníaco y monstruoso que se engendraron para lograr combatirlos seguía trayendo algo novedoso a cada vez. Sin embargo, era apenas el comienzo; y cabía destacar que en todos los confrontos anteriores contra los aliados de aquel hombre, Lacus no había hecho nada más que jugar y nunca demostrara su poder en totalidad, llevando a cabo misiones en que por órdenes superiores no debía matar a los humanos.

Las palabras que venían de Guren prácticamente competían contra las suyas en cuestión de arrogancia. Al parecer, aquella batalla sería tan verbal cuanto física, insultos formales y faltos de elegancia que evidenciaban una seductora y cruda enemistad.

—¿Eeeh? ¿Quién piensa hablar de Ferid-sama?

Sonriendo, respondió en forma de pregunta, también de manera sarcástica. Ferid Bathory era su superior, pero en el momento y ausencia del mismo, él era el dueño del combate. En la mente de Lacus, Ferid no debía recibir tanta mención del enemigo.

Los demás vampiros remanentes  habían dado marcha, con el fin de retrasar el avance de otros humanos, dejando a ambos solos en aquel escenario sobre el cual el Ichinose se acercaba continuamente a Lacus, habiéndole dejado claro que no estaba para juegos.

El vampiro solo lo observaba atento, serio y neutral, y así fue como de un instante a otro, su enemigo se impulsara hacia él con un solo salto. Lacus rápidamente esquivó, mas en seguida su contrincante logró firmarle en la cara alguna trampa. No necesitaba pensar en nada para saber que aquello no era bueno, por lo que actuó de inmediato.

Como escapatoria, de un salto el vampiro se elevó por los aires de entre todo aquel humo cubierto de polvo que oprimiera el ambiente tras la potente explosión. No obtuvo ni una mancha o herida. Había logrado quitar el talismán a tiempo sin dificultades, aunque le era sorprendente la dimensión de los resultados del explosivo pero ya había presenciado algo semejante en alguna batalla anterior.

—Ora, pensé que querías ir en serio. ~

Le habló desde la altura, mientras sus ropas y cabellos seguían agitándose por la energía de la explosión. Visualizaba al hombre en trajes negros, el cual para quien se lucía tan listo y directo, fuera muy ingenuo de creer que aquel ataque funcionaría contra él. La expresión sonriente y confiada del vampiro hacía notar que mismo sin conocer al enemigo, creía fielmente tener el poder suficiente para devolverlo a su lugar.

Mediante el salto, tomó la distancia suficiente para evitar los efectos dañinos de la explosión. Aterrizó de pie rápidamente a una buena distancia, para en seguida correr nuevamente en rumbo a donde se situaba el enemigo, en un trayecto linear y simple. Atacarlo de frente sería arriesgado y tenía en mente que debía evitar contacto con la espada del humano, entonces, desde el interior de la nube de polvo, volvió a encontrarlo.

Atravesó a Guren por un lado para detenerse detrás de él. Según sus cálculos, sería inmediato que el Ichinose se voltearía hacia atrás con el fin de no perderlo de vista, mas independiente de eso, le aplica una patada en la espalda con tal fuerza que es capaz de hacer al enemigo volar hasta impactar y hundirse contra la pared que se encuentra a 20m de distancia de ambos.
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Mensaje por Invitado Vie Mar 15, 2019 12:21 am

El vampiro que estaba enfrentando, sin duda, era bastante fuerte. No obstante, estaba completamente seguro de que no tanto como Ferid y Crowley, por lo que podía suponer que como mínimo le daría una batalla bastante nivelada. Aunque, conociéndose a sí mismo, no estaría si quiera intimidado aún si su enemigo fuese alguien más fuerte, porque, a decir verdad, Guren nunca había desatado su poder absoluto. De ser así, hacía mucho tiempo hubiese perdido la poca humanidad que aún le quedaba, esa que conservaba celosamente para convencerse a sí mismo de que no era el demonio horrible que todos podían pensar; esa parte de él que aún guardaba amor. Pero, dadas las circunstancias, esa parte de él estaba destinada a ser resguardada bajo la fachada de tipo duro e inmisericorde que estaba dispuesto a pasar por encima de todo y todos. Aún si el castigo era demasiado grande, estaba dispuesto a soportarlo, porque él era y siempre sería el pecador más grande de la humanidad.

Hizo caso omiso a la pregunta sobre Ferid, porque no venía al caso ni tenía relevancia en esta pelea. Lo único que importaba era tomar Sanguinem. El talismán explotó, pero Guren se quedó atento. Dirigió el flujo de kiju hacia su oído para afinar este sentido y percibir el más mínimo cambio. Los sonidos delataban a su oponente, hasta sentirlo unos metros sobre él, cuestionando su acción que hasta ahora había sido meramente evaluativa.  Sonrió divertido al escuchar al contrario decir aquello.

- No creerás que un simple talismán es todo lo que tengo, ¿o sí? Da igual...


Dijo, mientras se agachaba, aparentemente a recoger algo. Luego presintió el movimiento del vampiro, quien se apareció detrás suyo, tomándolo con la guardia baja por haberse tomado esos segundos en agacharse. No sería capaz de evitar esa patada, estaba seguro. Pero al menos sería capaz de interponer su brazo para evitar el daño a sus órganos vitales. Tan solo alcanzó a interponer su mano y luego recibió el golpe de lleno, que le empujó violentamente varios metros hasta estamparse en la muralla, que se resquebrajó por la potencia del golpe. Podía sentir su cuerpo maltrecho, y sus fibras musculares destrozadas. Sus huesos no estaban del todo intactos, pues tenía múltiples fisuras, pero poco le importó eso. En poco tiempo el poder demoníaco haría que sus heridas se sanaran del todo. Cayó al suelo y se sujetó de uno de los escombros, sujetándolo con firmeza. Luego alzó la vista y sonrió con una expresión que nada tenía que ver con el golpe que acababa de recibir.

- Dos... -fue lo único que murmuró, antes de que su rostro se llenara de las marcas demoníacas, lo que indicaba que la restauración estaba casi completa.

Un instante después, estaba de pie nuevamente.

- Impresionante, aunque debo decir que los golpes de Crowley son mucho más destructivos. Me temo que no das la talla, pequeño.

Dijo sin más, y luego arremetió nuevamente contra él, avanzando a una velocidad que rivalizaba bastante con la de los vampiros de rango medio. Su katana brillaba con el fulgor rojo de la sangre, y la agitó de forma extraña, como si de un cuchillo pequeño se tratara. Era un arma pesada, pero Guren la manejaba con la ligereza de una espada de esgrima. Aún así, no esperó a llegar cerca al vampiro para agitar la hoja verticalmente, lo que causó una onda de choque difícil de evadir, y que solo era un ataque con el propósito de estorbar y darle tiempo de acercarse mucho más. Tras aquello venía el verdadero ataque, nuevamente frentero. Guren no era de los que peleara evadiendo, su estilo era más bien en el cuerpo a cuerpo, donde su habilidad con la espada representaba una ventaja enorme. Incluso en su juventud había sido capaz de hacerle frente al dirigente de la Iglesia Hyakuya, un hombre que se hacía llamar Saito, y que era ridículamente poderoso. Por eso, pelear contra un vampiro como Lacus no provocaba en Guren otra cosa que no fuese sentido de superioridad. Su movimiento era fuerte y contundente, dirigido al cuello del adversario. Su mente anhelaba destajarlo y hacer rodar su cabeza. Los ojos le centelleaban como las llamas del infierno.
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Mensaje por Lacus Welt Jue Abr 04, 2019 11:12 pm

El vampiro líder de las tropas de Sanguinem se había detenido tras ejecutar su golpe certero contra el teniente humano, posando en pie y luciendo orgulloso en cuanto aguardaba que el humo se disipara y pudiera ver a Guren destruido. Sin embargo, no fue como su enemigo se presentó; pues regresó a él como ileso, causando en el vampiro el reemplazo de su expresión animada para una de desaprobación. Para ese entonces, le fue revelado por el propio teniente que ya había enfrentado incluso a Crowley además de a Ferid.

Entretanto, el adversario no le dejaba alternativa más con su próximo movimiento a proseguir con el confronto. Los ojos sobrenaturales del vampiro captaron su agilidad, y entonces la onda de choque generada contra él lo envolvió completo, agitando sus cabellos violáceos y sus trajes. Entrecerró los ojos ante esa incómoda ofensiva, sin bajar la guardia ni perder de vista al enemigo, notando sus intenciones de acercarse e invalidarlo directamente.

En un reflejo levantó súbitamente su espada, logrando bloquear el intento de Guren de decapitarlo. El impacto del filo de ambas espadas una en contra otra resonó por toda la zona, y el bloqueo mantuvo por ese instante a ambos frente a frente.

Fue precisamente durante esa corta y decisiva pausa que por fin tuvo un confronto visual digno de inflexibles enemigos con aquel. Los cabellos delanteros de Lacus continuaban siendo mecidos por la agitación de energía al rededor, y debajo de su fleco a hacerle cosquillas en el ceño y en seguida detenerse, sus ojos rojos visualizaron con seriedad las orbes demoníacas del Ichinose.

La expresión facial de Lacus fue cambiando al instante, se mostró sorprendido y ligeramente alarmado por ver de cerca la completa diferencia entre los ojos del teniente y los que él conocía por humanos. Entonces, forzó violentamente su espada contra la de Guren para alejarlo de sí y a la vez alejarse él también del punto en donde se inmovilizaran, saltando hacia atrás y aterrizando a cerca de 20m de distancia del teniente.

—Hey, miserable, déjate matar de una vez. Ferid Bathory se va a enorgullecer de mí si acabo contigo.

Le digirió esas sólidas palabras, sonriendo con total confianza, evidenciando que desconocía completamente la verdad oculta por tras de aquella invasión. No estaba ni cerca de captar la idea de que Ferid era el responsable por todo el presente caos y aliado a quien él enfrentaba ahora mismo. El primordial interés de Lacus era acabar con aquel hombre insolente, y posiblemente él también sería obligado a abandonar la ciudad en algunos minutos, por lo que deseaba ejecutarlo de una buena vez antes de volver a encontrarse con los demás vampiros de rango superior y los restantes sobrevivientes.

El filo de su espada se fue tiñendo de rojo en resultado de la absorción de sangre ordenada por Lacus, sus ataques a partir de ahora serían excesivamente más eficientes que los anteriores.
Sin vacilar, sostuvo más firme la espada y la alzó impetuosa y elegantemente, dibujando un semicírculo paralelo a su lado y generando entonces una veloz y gruesa ráfaga que proyectó una inicialmente rasa apertura en el suelo. La fuerza con que fuera generado el vector de energía provocaba que la consecuente grieta se engrosara y profundizara a medida que avanzaba con fluidez y precisión hacia su enemigo. En vuelta del destrozo siendo abierto en la superficie, pequeños pedazos de roca eran levantados a los alrededores por el poder generado desde la lámina noble del vampiro. El destino de ese ataque era causar una comprometedora herida y a la vez verter al humano contra el suelo o la pared detrás suyo, que también estaba destinada a acabar con una profunda y grave división de aproximadamente 3m de altura al recibir en lleno el poder de su espada.
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