El primer antihéroe aparece. (Con Jyugo.)

Dabi, se encontraba caminando por la gran metrópolis de Tokio, sin alguna novedad alguna, lo hacía para relajar y liberar su mente del estrés. Caminaba en callejones y a veces cruzaba calles con poca gente, ésta no podía evitar ver al pelinegro, su aspecto físico era extraño para los demás. El azabache, caminaba con las manos dentro de sus bolsillos, vestía como siempre, pantalones y botas negras, una camisa blanca que dejaba ver sus claviculas y aquella piel unida a la piel quemada de color púrpura con piercings. Su semblante era serio, sin expresión alguna.

Dabi, dobló una esquina, llegando casi al centro de dicha metrópolis, ahí en la cercanía empezó a escuchar las sirenas de la policía y las ambulancias, se hacían más y más fuerte mientras que se acercaba. Al estár ya a unos 10 metros de distancia, pudo ver a los policías apuntando con sus pistolas y rodeando un banco, bastante grande de hecho. Podía ver a gente llorando al rededor, parecía que el banco había sido tomado por algún ladrón. El azabache, se quedó observando para ver si algún "héroe" se presentaba, pero parecía ser que estaba equivocado, no había señales de ninguno. En su mente empezó a recorrer la idea de ir a ayudar y seguir el camino de su ídolo, suspiró fuerte y salió de aquél lugar dirigiéndose hacia el banco.

Dabi, atravesó la barrera de los policías, trataban de detenerlo, pero la voz temblorosa de éstos lo hizo sonreír; su apariencia los intimidaba. Ya al estár frente a la puerta de dicho inmobiliario, elevó uno de sus brazos apuntando a la puerta del banco, su mano empezó a brillar de un color azulado, luego soltó aquella gigantesca llamarada azul contra la puerta, atravesando ésta y haciendo una abertura. Empezó a caminar hacia la entrada y al estár frente a ésta pudo notar a la mayoría de rehenes temblando y llorando; entre ellos niños y ancianos, los cuales veían al azabache con terror. A lo lejos pudo visualizar al que parecía ser el ladrón, por lo que exclamó.

ㅡ Hey, ¿No te da vergüenza atacar a humanos de esa forma tan cobarde? ㅡ dijo viendo fijamente a el contrincante.

Como era de costumbre en sus rutinas diarias fuera de aquella carcel que lo mantuvo tanto tiempo encerrado necesitaba dinero para sobrevivir, y lo que mas hacia era robar bancos, ya era popular hasta en las noticias de tan seguido que lo intentaba y salía exitoso. A mitad del acto del robo al ser rodeado por policias y inocentes, tomo algunos como rehenes y otros los mato con sus grandes cuchillas al frente de los polícias.

— ¡Esto sucedera con todos si se acercan y no me dejan ir! —

Una cara de maniatico por completo se mostraba ante el público, todos estaban aterrorizados pues este chico era una clase rara de humano con aquellas grandes cuchillas en los brazos, estaba apunto de salirse con la suya como era casi siempre, hasta que por sorpresa llego un peli negro con aspecto un tanto intimidante.

— ¿Tú que quieres? ¡ALEJATE O LOS MATO! —

Apuntó directamente al cuello de uno de los rehenes para hacer un corte horizontal y cortarlos a todos de un solo movimiento, pero pensó que seria un movimiento tonto así que apuntó con ambas enormes cuchillas al cuello del chico al estar lo suficientemente cerca.

— ¿Y ahora que harás? —

Soltó aquella risita típica en el cuando estaba a punto de llegar al momento de la transformación sin control, sus ojos se tornaban rojos y sus ropas se terminaban de romper. Trataba con todas sus fuerzas de contenerse, pero no podía, quería salir de ahí victorioso, no quería que sucediera lo mismo que en todos los eventos de Año Nuevo de la prisión.

El azabache, se encontraba frente a frente con aquél joven el cual podía transformar sus manos en cuchillas gigantes, estas se encontraban amenazantes contra el antihéroe, una de cada lado de su cuello, las veía de reojo, sin preocupación de que no pudiese quitarselas de encima. Pudo escuchar lo que el contrario decía, sus ojos brillaban de un tono rojizo y al parecer estaba desesperado. Dabi podía oler el temor del contrincante, decidió responder brevemente.

ㅡ ¿Que qué haré? ¡Déjame darte una lección especial! ㅡ

Luego de exclamar lo último, elevó sus brazos hacia el frente con rapidez, luego los bajó; mientras que sus brazos descendían se encendieron en llamas, aquellas llamas azuladas que caracterizaban al peli-negro. Al tocar el suelo, una llamarada de 10 metros de altura y 5 de ancho fueron expulsadas en contra del ladrón, estas fueron de utilidad para apartarlo y romper su guardia.

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No esperó ni un segundo, empezó a correr hacia donde estaba el chico, al estár sin cubrirse, tomó el rostro con su mano derecha y expulsó otra llamarada de la misma magnitud. Sé quedó ahí parado, viendo al contrario fijamente, con un semblante de frialdad y crueldad, una leve sonrisa burlona se dibujó en su rostro y exclamó.

ㅡ ¿Piensas que esos pedazos de metal me detendrán? Estás demasiado equivocado. ㅡ