Marcando Territorio (Arturia, Ichimaru)

La cola del cometa se esparcía en el atardecer, rajadura carmesí que se encorvaba sobre la atmosfera terráquea como una herida sangrante en el rosáceo y purpureó cielo.

El estudiante, Ichimaru Otsushi, estaba de pie sobre el balcón de una habitación ajena a la suya. Era el perfecto lugar para observar el cielo y a las aves que venían con el amanecer, luego de su largo viaje de peregrinación. Una vista espectacular además de costosa, puesto que  sus desechos decoraban tanto suelo como paredes que se levantaban hasta a mucho más de diez y seis pies sobre el suelo. Nada que un poco de limpieza matutina no pudiera reparar. Cuando Ichimaru había venido a Legacy desde su provincia natal por primera vez, la vista desde el castillo le había parecido antinatural e impura, pero luego de un corto tiempo había comenzado acostumbrarse a sus ventajas panorámicas. Si el tiempo lo permitía, el mestizo de piel tostada se podría enamorar del lugar. Sin embargo, lo único que a Ichimaru le concernía ahora era la marca sacrílega sobre la boveda planetaria. La cual observaba con una suerte de premonición.

El mestizo no solía creer en el destino. Y aún poco creyente como era, Ichimaru nunca había visto un cometa tan brillante y de color tan terrible, el color de sangre y fuego, de la muerte del sol sobre la tierra y su renacimiento desde la penumbra. El Otsushi se preguntaba si tenía algo que ver con su llegada, después de todo el escudo de su casa era la personificación de la muerte y el fuego. Su aparición era una coincidencia horrorosa.


Such madness. El mestizo reposo sus brazos sobre el parapeto de madera, su humedad penetrando a través de la piel, y superficie barnizada fría entre los dedos. ¡Tonterías! ¿Marcas proféticas en el cielo?. Las historias de la abuela me están desgastando, tengo que concentrarme más en completar el Fūin: Michō (封印・見張, Sello: Vigía). Cuatro noches y media sin descanso había deshecho su razón, en conjunto con su fuerza y energia. El era el heredero de la técnica sagrada del Shisekiyōjin, entregada por el dragón de tinta a los miembros de la antigua dinastía de hechiceros del clan Kyūshū; entrenado desde pequeño en el complejo arte del sellado que dejaba en vergüenza a las de otras castas más reconocidas, como el linaje creador de la guerra del santo grial de los Makoto y Tohsaka. No debía de dejarse vencer por algo tan fútil como el cansancio, el honor de su linaje estaba sobre la cuerda floja mientras el joven Atlas se enajenaba en vana superstición.

Y aun así el cometa brillaba en pleno amanecer desde su llegada, mientras el vapor pálido y blanquecino de la fogosa caverna humana ascendía desde su boca. El mestizo finalmente ignorando su nostalgia, marca con un empapado dedo índice la superficie inferior de la barricada, escribiendo la formula shiki (識, consciente). Utilizando una tinta única perfeccionada por cada nueva generación familiar. Una vez colocada, Ichimaru genera una formula sobre un pergamino de papiro común sacado del bolsillo de su chaleco; encima del cual se mostró dibujado una vista aérea completa de la zona residencial, o al menos un área de un kilómetro cuadrado de la misma. Incluyendo el interior de las habitaciones, dando un simple vistazo estructural (número de habitaciones, puertas, ventanas y su proporción). Y además, sobre esto se podían observar diversos puntos en movimiento. Los cuales representaban fuentes de energia física y espiritual (fuentes de magia, calor y electricidad por mencionar) como puntos en un radar que se hacían más grandes mientras más poder guardaban. La técnica tenía su riesgo, puesto que necesitaba de un enorme tiempo de preparación y un costo terrible para la energía mágica del usuario. Además, se necesitaba un elevado grado de conocimiento sobre sellado, para poder filtrar la información contenida dentro del pergamino (como destruir el propio sellado).

Ichimaru había llegado al punto más crucial de su auto-impuesto encargo, utilizando su energía mágica desde un punto estratégico del mapa podría terminar la encriptación de las ocho formulas del Fūin: Michō. Estás ubicada en puntos estratégicos del area residencial del castillo, ocultas a plena vista para el ojo común. Hasta ahora ningún sello ni creador había sido detectado, parecía que esta zona no era tan vigilada por las autoridades de la academia. But I cannot take 'em lightly. One wrong step and I'd be damned for sure, this' a forbidden technique that takes energy away from people. It won't actually harm them though.

— Me arriesgare, puede que aún haya algún curioso capaz de detectar la energía de mi sello Michō; — exclamo Ichimaru reflexivamente — es hora de comenzar la parte más peligrosa de esta técnica ¡Kai!

Utilizando una cantidad generosa de su energia vital, Ichimaru envia una onda mágica a través de sello shiki (識, consciente) a cada sello en los puntos cardinales desde su posición (norte, sur, este y oeste). Iniciando una reacción en cadena en los cuatro restante (noreste, noroeste, sureste y suroeste), que poseían la técnica del Fūin: Kyūshū (封印・吸収, Sello: Absorción); como resultado, creando un campo mágico de adivinación que absorbe lentamente la energía de aquellos que entraban dentro del perímetro del sellado. Un numeroso grupo de personas se sentirían asaltados por una fuerte jaqueca en el momento de activación de la habilidad. El efecto negativo mencionado de la misma desaparecería en cuestión de minutos, disminuyendo lentamente para únicamente consumir una pequeñísima cantidad de energia, manteniendo la técnica vigía en funcionamiento perpetuamente (sin necesidad de la fuerza vital de su creador). La comunidad afectada por esta técnica consideraría únicamente una leve (pero permanente) sensación de hambre para el mediodía. Esta es la parte más delicada de la operación, ahora debo de volver a mi habitación y terminar la creación del santuario; de esa manera podre camuflar casi por completo la esencia del sellado. ¿Por qué me gusta tanto meterme en esta clase de embrollos?

La privilegiada posición en el balcón no era más un lugar amigable, Ichimaru había desvelado su posición para cualquiera sensible a la magia. Estaría en un aprieto de encontrarse con un rastreador. El mestizo no podía confiar en que todos los miembros de la academia estarían durmiendo a esta hora de la mañana, para no mencionar su profundo estado de agotamiento empeorado por la utilización de magia prohibida; para evitar terminar exhausto decidió tomar el camino largo atravesando la estancia cautelosamente — ¡KYAAAA! — siendo descubierto por la dueña de la habitación. Utilizando su energía remanente sale disparado hasta la salida principal, ocultando su rostro con un sobretodo rojo aterciopelado.



So near and yet so far. Una tremenda cantidad de adrenalina intoxico el cuerpo de Ichimaru, permitiendole desaparecer a través de un callejón de pared rocosa hasta parar a una distancia de tres cientos veinte y ocho pies de su hogar en Legacy; su cuerpo estaba totalmente exhausto para continuar y temía que pudiera ser descubierto en su travesura. Únicamente debía de encontrar la manera de llegar hasta su habitación. Estoy al borde un colapso, pero debo de admitir que aunque sea atrapado será divertido ver mi rostro cuando me pidan explicaciones. En ese caso, creo que aprovechare para descansar un poco sobre el suelo. Estoy tan deshecho que podría dormir en una cama de clavos….

El mestizo se entregó a su letargo para ser despertado en pleno mediodía. Enfrente de si una figura femenina imponente, de cabello rubio y una piel de porcelana. Ichimaru quedo paralizado ante su presencia. This is it?.

— ¿Eres un ángel? ¿Estoy muerto y en el cielo? — pregunto a la desconocida, formulando dos oraciónes por completo incoherentes. La persona que se encontraba enfrente de Ichimaru no era nadie más que la espadachína Arturia Pendragon.