Virus. ❙ Team Emerald.

En un principio, lo atribuyó al cansancio. Tal vez al estrés que causaba día a día su rutina y que empezó como una simple carga sobre sus hombros, evolucionando a un malestar persistente en los músculos y terminó en un dolor intenso por todo el cuerpo. Es más bien… un sentimiento extraño, como si todas sus entrañas se revolvieran y estuviese a punto de vomitar los intestinos.

— Gracias por aceptar venir, Mox. — Cher intentó mostrarse tan alegre, como siempre, no logrando más que un atisbo de sonrisa. Se veía apagada, incluso un poco pálida. — Significa mucho para mi que hayas decidido acompañarme.

Sobre todo porque aún era de día. Cherie supuso que no habría mayor problema, estaba parcialmente nublado y, además, le había entregado a Moxxie una sombrilla de ranita (que aceptó a regañadientes) antes de salir de su habitación.

Así que ahora estaban allí: Reunidos en un punto medio entre las afueras del castillo e inicios del bosque. Morgan estaba hablando, seguramente de alguna estupidez que simplemente no podía procesar. Las voces, incluso los sonidos se escuchaban lejanos, como un pequeño pitido que hacía eco en sus oídos.

Se sentía a punto de desfallecer.

— Moxxie. — Lo llamo, tomándolo del brazo para captar más su atención. De un momento a otro, su piel había perdido el color. — No me siento nada bie-

Tuvo que parar en seco. Fue más un impulso el que le hizo cubrir su boca con ambas manos justo antes de que tosiera, la sangre brotara de sus labios y terminase empapando a alguien más. Cherie observó la sangre derramada sobre sus manos, el color carmín contrastaba fuertemente con lo blanquecino de su piel.

Y en ese momento, la pesadilla comenzó.

Los pocos rayos de sol se extinguieron de repente, sumiendolos en una especie extraña de oscuridad. Lo más tenebroso vino después, cuando algunas de las gotas de sangre escurrieron de sus manos y terminaron cayendo al piso…

Matando toda la vegetación bajo sus pies. Una a una, flores, pasto, algunos árboles a los alrededores se marchitaron lentamente. Incluso un ciervo que se encontraba comiendo cerca del lugar se vio afectado, cayendo al suelo estrepitosamente después de soltar un chillido de dolor.

— ¿Qué demonios…? — El terror inundó sus ojos, contemplando como el animalito volvía a levantarse después de unos segundos. Pero su apariencia había cambiado drásticamente, con los ojos en blanco. Como si estuviera muerto en vida.

Cherie no tuvo tiempo de formular otra oración, pues el extraño animal había ido directamente hacia ellos con un gruñido. Apenas reaccionó para ponerse frente a Moxxie y…

Les pasó de largo, yendo directamente por la molesta bola de algodón, mejor conocido como Morgan.