2020: Otra odisea del espacio (Tatsuya)

La última guerra entre Asgard y Legacy había resultado en la victoria aplastante de Asgard, en que hasta el propio Siegrain se había sorprendido. El internado estaba cada vez más cerca de cumplir su objetivo, y mismo que la fuerza de sus subordinados era visiblemente suficiente y digna de enorgullecerlo, el líder no dejaba de esquematizar nuevas ideas para aumentar en poder. A final, la derrota de los legacianos tampoco quería decir que descansarían.

Ahora, aunque Lacus no había participado en la última guerra, su reconocida e incomparable habilidad con el manejo de espadas, sumado a su resistencia y fuerza física, hicieron al líder de Asgard verlo como el objeto ideal para ser el portador de una nueva arma que desarrollara después del último confronto, con el fin de obsequiarla a una de sus ''herramientas'', como llamaba a los asgardianos. Era una espada capaz de manejar poderes inexistentes en la Tierra, y con dichos ataques se tornaría una arma excelente y más destructiva que la espada de rango Noble de Lacus.

Lo único que faltaba era captar partículas extraterrestres, que debían ser almacenadas en diminutas cápsulas y posteriormente añadidas al mando de la espada. A partir de ese plan, nació en las últimas semanas la nueva misión que le fue otorgada al vampiro. Desde entonces estuvo siendo preparado para ello, adaptándose a los variados comandos de la nave espacial que manejaría y las condiciones que enfrentaría, entonces. Finalmente, llegó el día en que partiría en un viaje hacia el espacio. Usaría un teletransporador disponibilizado por Siegrain que trasportaría la nave a todos los puntos destinados, y así no necesitar perder billones de años viajando en el infinito.

La nave se asemejaba a un avión de pequeño porte. Siegrain también le disponibilizara un mapa de reconocimiento espacial conteniendo la localización de cada punto donde debían detenerse y las distancias correctamente calculadas para evitar cualquier accidente; a parte, el dispositivo era limitado y solo podía realizar 10 teletrasportes, por lo que el último estaba programado automáticamente para ejecutar un regreso a la Tierra.

Además, iría acompañado de otro asgardiano; aparentemente un servant de la maga Rin, a quien el vampiro esperaba fuera de la nave algunos minutos antes del horario previsto para el primer teletrasporte, al anochecer.

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—¿Tienes un motivo especial para haber aceptado venir a esta misión, o solo te interesa ver las estrellas más de cerca?—

Pregunta cuando el mencionado por fin llegara, como le era costumbre sacarle conversación a todos. Y con solo hablar de ver estrellas de cerca se inquietaba por dentro; no solo el Sol era la peor pesadilla de cualquier vampiro, sino cualquiera de esas malditas bolas gigantescas de fuego y radiación.

¿Qué habían significado las estrellas para mí? Tal vez sería una pregunta interesante de responder. Independientemente de la explicación vaga que recibí sobre su funcionamiento y que el sol era una de ellas; llegaba a mi mente el recuerdo de las noches tranquilas que pasaba contemplándolas con algún hermano de armas, pensando en cuál sería su significado o razón de ser. Definitivamente en aquellos tiempos antiguos lo veía como algo ajeno a nosotros e inalcanzable, pues hasta los mas prominentes sabios de entonces solían contemplarles con el mismo asombro que yo. Solo sabía que nos hacían sentir pequeños y pensar en los dioses y el gigantesco teatro que armaban en una cúpula de cristal para su deleite; a un número ,inconcebible en su grandeza, de leguas para nosotros.

No sabría decir si llega a darme nostalgia o provoca en mí esa lejana sensación de satisfacción, el saber que son ta impresionantes mecanismos salidos de la cabeza de un erudito ingeniero. En este mundo, en esta época, podía ver lo relativamente cerca que estaban aquellas brillantes esferas; a un número ,que podía ser concebido, de kilómetros de nosotros a mi alcance. Su prominencia me hacía sentir pequeño; pero, también grande en comparación con tan soberbios seres como los divinos ¿Acaso llegarían a concebir la vastedad que crearon, perturbada por quienes han tachado de sus inferiores?

En mi interior se destacaba un intenso y agridulce hervor de emociones que me hicieron cargar una sonrisa idiota mientras caminaba hacia la localización de aquel hermoso vehículo en el que viajaría. Mis pies se conmovían aletargados al caminar por la roja rendija que formaba el largo puente que conducía del paisaje campestre hasta la plataforma de la nave. El sosegado sentimiento se convirtió en un fuerte mariposeo que dominó con prontitud mis brazos al momento de caminar sobre la plataforma blanca y aparatosa que conducía hasta la nave ¡Me sentía a punto de estallar!

Apenas podía disimular mi febril estado cuando abrí la compuerta y esta se cerró a mi paso; escuche débiles ruidos chirriantes provenientes de las luces que parpadeaban en el pequeño corredor, y a continuación se abrió otra compuerta que me permitió el paso. Accedí al cuerpo de la nave con lentas y pesadas pisadas; recordé en ese momento la primera vez que subí a un gran barco para salir. La enorme estructura de madera se tambaleaba con las olas y nos permitía salir del confinamiento de cada isla, nos hacía sentir libres por el mundo, recuerdo las pisadas de las botas que tuve que usar contra la madera.

finalmente, se abrió la escotilla que me dio acceso a la cabina principal; entré de un salto. Una vez dentro, me apresuré a tomar asiento y voltee mi mirada hacia todos lados con asombro; viendo el millar de maquinas y luces  que rodeaban casi todo el espacio del lugar, y una enorme pantalla en el centro que proyectaba todo el exterior. entre mi contemplación, estuvo mi compañero; cuya piel pálida y cabello purpura me trajeron momentáneamente un recuerdo bastante cercano.

—Saludos. Te diré que me gustaría verles mas de cerca; pero, el sentimiento que me evoca es uno de intenso orgullo. Quiero decir ¿Sabrán los dioses que todo esto es posible? ¿Habrá otros mundos ahí afuera donde exista alguien como nosotros haciendo las mismas preguntas? Me da la sensación de escupir en la cara al enemigo con esta misión. Emocionado debo decir que me siento—. Dije al contrario con una sonrisa algo marcada y con el ceño ligeramente fruncido, incluyendo un tono titubeante en mi voz, producto de la enorme emoción, valga la redundancia.

Antes de esperar su respuesta, me coloqué el casco que enseguida se uniría al resto del enorme traje espacial para sellarlo. Aquella armadura blanca y negra tan aparatosa y voluminosa me hacía recordar a las armaduras antiguas ¿Ofrecería tal protección? Lo único que me encontraba ligeramente nervioso era lo que me dijo Siegrain sobre la radiación y el no existente aire en tal páramo que, a sus palabras, era lo mas inhóspito de la existencia misma.