Mazmorra: Capítulo 1

— ¿Me puede dejar en libertad? Aunque sea solo por un segundito... —, el peliazul, con su sonrisa bonachona, intentaba mantener la calma en su celda. Sus ojos brillaban con una chispa de esperanza, a pesar de estar atrapado en una camisa de fuerza especial que anulaba cada uno de sus poderes mágicos. En las profundidades de una oscura mazmorra, dentro de la prestigiosa Academia Legacy, los villanos eran recluidos como él, aunque ninguno se comparaba a su encanto singular, al menos en su imaginación.

La carcelera Silene, con su semblante serio y decidido, estaba rondando por las celdas. — Flan azul, por favor, deja de jugar a ese gacha y ayúdame a convencer a la carcelera, — se acercaba el final de su turno como gendarmebpara Silene. El malvado, en el fondo de su corazón, anhelaba un milagro que pudiera liberar al peliazul de su confinamiento. En un suspiro profundo, cerró los ojos y, como cada noche, Ayana, aunque ligeramente diferente en apariencia, se apareció en su mente. La conexión entre ellos seguía intacta, incluso en las circunstancias más adversas. Algo raro había en ella.

En los oscuros confines de las mazmorras, donde las sombras danzaban con la desesperación, Archer Emiya se encontraba encarcelado, su risa resonando como un eco de ironía en las paredes de piedra. —¿Tan ingenuo eres?— Frente a la negación de Silene, la carcelera implacable, Emiya se erguía con una dignidad que ni las cadenas ni la oscuridad podían eclipsar. Siegrain, otrora líder de Asgard, el hombre que alguna vez esperó ser liberado, ahora se encontraba sumido en la realidad amarga de ser uno de los peores criminales.

En su confinamiento, su mente se perdía en las preguntas sin respuesta. ¿Dónde estarían personas como Rin, Esdeath y Krul? La incertidumbre colmaba su ser mientras imaginaba sus destinos, presos en las garras de los legacianos, en algún rincón olvidado de la vastedad de la Academia.

Pero Archer Emiya no se dejaba vencer por la desesperanza. Con una gracia inmutable, sacó su harmónica, un tesoro entre las sombras, y dejó que sus dedos danzaran sobre las notas, tejiendo un delicado hilo de melodía en el aire viciado de la prisión. — Oye, Flan. ¿Sabes que esto me lo regaló Esdeath? Después de que Merak explotó en mil pedazos. Gracias, Esdeath por tu pequeño regalo. En dondequiera que estés, este instrumento musical, permanecerá conmigo, — Era un ser inmortal atrapado en una celda mágica, pero su música resonaba con una inmortalidad propia, desafiando las limitaciones impuestas por su encierro.

Mientras el dulce sonido de la harmónica llenaba su celda, Archer Emiya aguardaba el momento de la cena, encontrando consuelo en las notas que flotaban en la penumbra, un atisbo de libertad en medio de la opresión. Sin embargo, sentía que esta noche iba a ser especial.