Sangre marcada (Priv. Elizabeth)

"Un portal mágico...eso fue lo que me dijeron. A estas alturas ya no me quedaba opción más que ir a un lugar así que según algunos profesores de la academia estaba lleno de telarañas, aquella marca roja surgió en mi y comenzaba a succionar una energía que no había detectado antes en mí; no me mataba ni me debilitaba, solo me hacía sentir cansado ¿Qué era esto?

Acudí con varios conocidos que me indicaban que se trataba de un contrato o de una maldición que estaba utilizando mi reserva de maná, concepto que escuché por primera vez, y resultaría mejor rastrear su origen cuanto antes"

Todos estos fueron los pensamientos y las razones que llevaron al joven azabache a adentrarse en unas particulares ruinas al interior de una caverna que según las palabras de la academia, se trataba de un portal mágico hacia Alemania, destino al cual tenía que llegar lo antes posible como precaución de que se tratase de una maldición.

"Siempre estuve atento...no se en que momento fue que me pudieron poner esta cosa, por suerte no duele ni nada parecido hasta ahora"

—Bien, he llegado, será mejor que haga el viaje cuanto antes...

No pudo terminar de hablar consigo mismo en cuanto aquella marca comenzó a darle una sensación de que otro ser se encontraba cerca, una presencia que detectaba de manera especial con dicha marca...al encontrarse desinformado decidió sacar sus 2 espadas y mantenerse alerta.

—¡Hey! Ya sé que estás aquí, muéstrate, no sé que quieras de mi pero no será divertido sin saber los detalles

Hay ‘’personas’’ que les encanta la vida nocturna de los animales en el bosque, les gusta observar la conducta que llevan en la oscuridad, pero a veces se pueden descubrir otras cosas cuando se está internado en nuevo lugar, un nuevo universo que lugar más extraño Alemania. Que espectacular paisaje tenía todo lo que buscaba Lancer para dejar su marca en dicho sitio. Así le ocurrió jugar a las escondidas un juego para niños, moldeándolo a su gusto Sangre y violencia es el único significado que tiene su vida. Elizabeth Bathory ha hecho cosas horribles, pero no se arrepiente. Tortura y mata sin pudor. Su necesidad hacia la sangre se convirtió en un círculo vicioso del cual no puede salir. Para el horror y sorpresa de quienes ahora se encontraba tendidos sobre el suelo áspero, ahí...entre la oscuridad de la machadas pares, había un hombre el cual estaba siendo asesinado brutalmente por una figura humanoide, la cual parecía tener su mano dentro del pecho del moribundo sujeto. Tenía la boca llena de sangre. Sus colmillos se deslizaba gotas de sangre relamiéndose los labios un antiguo instinto se apoderó de ella. Pegó la boca a la herida de una de las tantas víctimas que no supieron como jugar. Comenzó a succionar y la sangre de la mujer bombeó a su interior hasta tomar cada gota de sangre dejándola completamente seca como papel blanco inservible.


—Que Master más nerviosito me toco, Justamente terminaba de tomar el té—


Se le aclaró la mente y ocupando como asiento aquellas personas ya hacia muertas no significaban nada para ella, no era más que Cerdos en el chiquero intensamente le brillaba los ojos un color nada más que hermoso un rojo carmesí se mantenía sonriendo sádicamente en su trono de cadáveres. Furiosa al escuchar oír la respiración agitada, parece que aun alguien se encontraba con vida y sus torpes intentos de fingir estar sin vida soltaban una carcajada crujía su cuello el latido ajeno enloquecido corazón de su última víctima. Le agarro del pelo fuertemente para que la mirase por última vez y su alarido me puso gustosa. No debería llamar la atención, pero disfrutaba con cada momento de la tortura. Sus ojos me miraban con un terror que hacía que relamiera mis afilados colmillos. Había sido demasiado fácil y rápido. La paciencia no era lo suyo el hacer esperar tanto. Prefería   ser como un felino con su comida, una vez sabe que no se le va a escapar, juegan un poco con ella.


—Que molesta odio que traten jugar conmigo no es muy divertido, aún más que finjan estar muerta—

Le susurraba en el oído, con una sonrisa encantadora en su rostro. La sed se impuso contra toda voluntad. Sus ojos se habían vuelto amarillos como dos rubíes, sus colmillos se habían alargado y le picaban. La garganta clamaba por probar un poco de ese líquido carmesí. Su instinto había despertado una vez más y ahora le dejaría hacer lo que mejor se le daba Satisfacción. Seguramente sería el sentimiento que a los humanos les embargaba después de un buen postre. Mientras hacía de la suyas descaradamente lamia la mejilla derecha de aquella mujer que se encontraba entre sus garras purpura ya muerta Elizabeth llevaba puesto una especie de mascara mirando directamente aquella figura masculina sin duda debía ser su Master sonriéndole se deshacía de su antifaz.






—¿Pero que veo?, no era lo que esperaba que poco inusual y la vida sí que da sorpresas no?—

—Vaya espectáculo de bienvenida eh ¿Cual es el objetivo de hacer todo esto? Aunque primero ¿Quien eres y qué tienes que ver con esto?

El joven había llegado a Alemania para presenciar un capítulo tan sangriento como el que clamaba la leyenda en la que tuvieron que contactar a una organización llamada la antorcha plateada, las calles estaban pintadas de rojo y a la distancia observaba a ¿Una niña pequeña? Que estaba sobre una especie de trono compuesto principalmente por cadáveres.

De igual forma el azabache comenzó a acercarse caminando y observándola fijamente mientras retiraba su antifaz...por lo cual decidió guardar ambos sables por el momento.

—Veo que tuviste un buen rato de diversión culpable, explícame ¿Cual es la justificación de este espectáculo? ¿Con que fin de hizo?