Amistad luego de un Combate

—Esta historia comienza un soleado día de verano, la cálida luz del sol arropaba levemente cada rincón del pueblo desde temprano, la fuerte brisa acariciaba las ramas y hojas de los grandes arboles de toda la ciudad, y las aves hacían suyo el cielo, decorando aquel azul celeste con su presencia. Y en los verdosos bosques, saliendo de un gremio escondido entre barreras mágicas y magia de ilusión, me encontraba yo, feliz y risueño por haber completado uno de los fuertes encargos de esta semana; eliminar un gremio de magos oscuros escondido entre los bosques.—

—De no haber sido por un molestoso mago de sombras que portaba cuchillos, hubiese sido más facil haber destruido el gremio y casi incendiar el bosque. ¿Eh? ¿Que eso no debía hacerlo? Pero si ni me llegue a calentar~... Y bueno, luego de eso, de regreso a magnolia, las heridas de esos cuchillos en mi espalda y mi torso permanecían, así que tuve que ir de inmediato al hospital antes de recoger la recompensa.—

Aaaah~... Si que me ha venido bien ese entrenamiento.~

—Los minutos pasaron como si de minutos tratasen, y llegue enseguida al Centro médico, allí enseguida me entraron a una sala de emergencias a tratar el sangrado y las heridas en la espalda que yo solo no pude haber vendado bien. Un par de horas pasaron, y justo cuando terminaron de poner como nuevo, revisé mi bolsillo y me di cuenta que no cargaba ni una moneda, por lo que enseguida se me vino la idea de escapar como un ninja y dejarle al gremio que me lo quite de la mision.—

—Pedi un turno para ir al baño, y justo cuando logré salir de la sala, enseguida fui corriendo hacia la salida del hospital a toda velocidad, pasando entre doctores y pacientes, camillas y enfermos rapidamente para escapar de un par de doctores que se dieron cuenta que me iba sin pagar. Y justo cuando doblé en el pasillo y lograba ver la salida, choqué contra una persona fuertemente y ambos caímos al suelo. Al momento de abrir los ojos y levantarme con algo de dolor en las heridas, casi cuando le iba a gritar, me di cuenta que era una chica, y recordando que el de la culpa era yo, decidí ayudarle aprovechando que habia perdido de vista a los doctores.—

¡Lo siento!... Etto, ¿necesitas ayuda?