Birds in the rooftop (priv. Carlain)

A Suigintou nadie la buscaba porque en ella era tan normal desaparecer por meses qué sus allegados no se tomaban la molestia de buscarla. Ese pensamiento le llevó a preguntarse si aún tenía allegados. Amigos, compañeros, colegas ¿Qué pasó con ellos? ¿Estarían vivos?

La verdad es que no le importaban.

Tal vez nunca le importó de verdad.

Y tal vez no había nada en este mundo para ella, empero, el un mundo estaba en pleno caos y las posibilidades de abastecer el enfermizo gusto de Suigintou por la violencia eran altas. Entonces la albina estaría durante el tiempo en que se mantenga la violencia. Claro si le era permitido y si no acababan con ella ¿aún tenía enemigos o estaban todos muertos?

Pero un extraño palpitar en su pecho la llevo a pensar en qué los demonios como ella nunca la sacan fácil, siempre están cumpliendo una orden, enviando almas para que el infierno se abastezca, corrompiendo y maldiciendo humanos. Siempre va a haber una deuda que pagar y ella aún no lo hacía.

No todo era enferma diversión para los demonios y la vanidad de Suigintou le había costado varios tratos.

Sus ojos se dirigieron a una vitrina en donde algunos televisores eran exhibidos, el rostro y voz de una mujer fueron trasmitidos. Era esa mujer del Internado en Corea, hablaba con fuerza y trasmitía el mensaje de revolución. La albina soltó una carcajada y se acomodó la capucha. Ahora su atención no estaba centrada en esos asuntos demoníacos, su atención iba al desastre ocurrido en la isla dorada y se lamentó no haber presenciado todo el devenir del mismo ¡qué show se había perdido! Pero al menos pudo enterarse, de la boca de algunos humanos, como Legacy casi desaparece.

Casi.

La maldita academia se rehusaba a desaparecer pero ahora, ahora las cosas estaban tensas. No podías saber si en algún momento una bomba iba a caer sobre tu cabeza ¡que mejor momento para volver! Suigintou sentía la adrenalina en la tensión y el miedo de los humanos, no podía esperar para empezar a mover sus hilos.

No podía escoger un bando porque ella era la traidora, la maldita y la arpía, podía beneficiar a uno o a los dos, perjudicar a uno o a los dos, todo dependía de su humor.

Dejó atrás el piso y desplegó sus alas, y ante la alerta mirada de algunos humanos se alzó por sobre ellos y los dejó atrás. Voló por un rato con la mente divagando entre el presente y el pasado y al final descendió en la terraza de un alto edificio qué le permitía observar a la ya no majestuosa Academia Legacy.

Quitó su capucha ¿Qué sentido tenía usarla? Si ella estaba muerta para Legacy y seguramente también lo estaba los que la conocían. El viento alborotó su cabello y a Suigintou le pareció que la noche estaba tranquila, no esperaba que pasara algo esa noche. Pero sus planes de pasar un rato de tranquilidad quedaron atrás porque escuchó la puerta de la terraza abrirse y pasos aproximarse.

¿Acaso la habían seguido? ¿La buscaban? Tal vez, pero a Suigintou no le importó y ni siquiera se giró para ver quién era el intruso.