Un pase de fútbol (Scaramouche)

El calor de la tarde se precipitó con rapidez. Ya no había clases que dar, así que Jellal dando chutes a la pelota de fútbol a sus pies, se dispuso a dar una breve caminata bajo el paisaje tropical de la Academia Legacy. El sol daba un matiz amarillento al cielo, lo que envolvía de nostalgia al corazón del peliazul.

Así pues, mientras proseguía con su paseo, pilló la figura de un joven con sombrero y ojos azules, con su vista estocada en el gran mar azul. Se veía triste o desgastado. ¿Será un alumno? Entonces, sin mucha trepidación, se dirigió hacia el chico y a unos cuantos metros de distancia chutó un pequeño pase.

— ¡Hola! ¿Todo bien? — el profesor era bastante torpe, pero al verse involucrado con tanta gente, ya aprendió a desarrollar sus habilidades comunicativas, por lo que se acercó naturalmente al joven. Temió una reacción negativa de él, por lo que intentó anticiparse.

— Hoy hay una cena entre alumnos. Parece que irá gente de un mundo llamado "Tevyat", — aseveró mientras de lecho sonoro yacía las incesantes olas del mar y el graznido de algunas gaviotas que les sobrevolaban.

Me encontraba cerca del mar después de mi llegada a la Academia Legacy, no habían razones para relacionarme con la gente, más bien lo que tenia planeado era pasar lo más desapercibido posible, no era muy fanático de hacer amigos o tener conocidos y mucho menos en lugares donde recién acababa de llegar.

Sin preocupaciones miraba hacia el mar, de pie ante la brisa de aire refrescante y un poco fría que llegaba hacia mi, sin embargo, una persona se acercó hacia mi pasándome un balón de fútbol a mis pies, lo vi pasar y lo deje irse, no tenia intenciones de hacer nada con eso apesar de la interacción que esa persona buscaba conmigo.

Me quede viendolo y escuchando sus palabras antes de decir algo, como si no tuviese ganas de hablarle, pero tenia que hacerlo, dijo algo que tenia que saber y no podía simplemente ignorarlo.

— Supongo que no tengo otra opción más que ir, ¿Verdad? — podía ver a quien estaba delante mio al prestarle más atención, un chico con un tipo de tatuaje cerca de su ojo, cabello azul y un traje blanco parecido a una túnica, simplemente una apariencia peculiar. Solte una leve risa sarcástica al terminar de decir mis palabras.

Volvi a ver esa pelota de fútbol que se quedo detras, ya no veía al mar, puse atención a esta persona que vino a avisarme de ese suceso al cual parece ser que mi presencia debe hacerse notar. Me acerque para verlo más fijamente y decirle algo más antes de proseguir esta charla.

— ¿Eres alguien importante en esta academia? — le preguntaba eso ya que tenia la intuición de que no cualquiera vendría a acercarse a hablarle a alguien como yo, a menos que sea alguien renegado y sin amigos, aunque no descartaba la idea de que esta persona sea así, podía que sea alguien encargado en avisar este tipo de cosas en la academia como acaba de hacer. Finalmente me quede viendolo de frente, con una expresión un tanto seria, al no conocerlo no iba a vacilar tanto con el.

El joven se plantaba al taciturno al no corresponder el pase. Su postura, el tono de voz y esos ojos indiferentes. Estaba tan claro como el cristal que este muchacho del sombrero no tenía la más mínima intención de establecer contacto con su profesor Jellal. Disparó con una pregunta sardónica. Por supuesto, no tenía por qué ir. Antes de siquiera articular unas palabras, el peliazul asintió y posteriormente se sentó frente sobre una roca quedando en paralelo con su acompañante.

— Así es. Soy Jellal Fernandes, profesor de magia elemental. Supongo que ya sabes: agua, fuego, viento... eres un ser mágico igual que yo, — se colocó ambas manos en sus mejillas. El profesor incrustó su mirada en el oleaje. Percibía las energías del contrario. No quería una batalla así que se quedó en una posición vulnerable.

— ¿Y usted, estimado, cómo se llama? — preguntó. Era un joven misterioso, demasiado enigmático. Esa aura de incertidumbre que le rodeaba significaba que algo estaba ocultando, ya sea bueno o malo. El peliazul quería rascar la superficie para conocerlo mejor. Tantear terreno era la mejor opción.

— "Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía", eso dice el versículo veintiuno del capítulo uno del Libro de Revelaciones, — seguía con la mirada seria, cómo si se tratara de un asunto de gravedad. — Es más conocido como Apocalipsis. Dime, ¿Crees en el fin del mundo? — parecía una pregunta espontánea. Sin embargo, quería saber qué era lo que opinaba este joven. Lo que diría Jellal a continuación dependería de la respuesta de este muchacho envuelto en halo de interrogantes.

Se encontraba un chico de pelo rojo a lo largo de la playa. Parecía que recién había salido de él. Era aún bastante joven, no parecía pasar de los 17 años. No se sabía de dónde era o qué facción era, ni él parecía saberlo. Pero al ver aquella pelota, su vista se nubló.

Su mundo había cambiado, como si por arte de magia su ropa se hubiera secado. Un fuego parecía rodearlo, un fuego desde el fondo de su corazón. Simplemente se acercó a aquella pelota y, sin pensarlo, tomó carrera, dando dos pequeños saltos antes de salir corriendo hacia aquella bocha de fútbol. Mientras en su cabeza resonaba "por eso ahora vamos a bailar, para cambiar esta suerte~" además de algunos estribillos de aquella mítica canción de Bersuit, el baile de la gambeta, "y porque soy, de la escuela del bocha", haciendo referencia a aquel mítico jugador llamado Bocchini, que incluso Maradona lo llamó Maestro.

Dentro de eso, este pateó la pelota con la parte del empeine tratando de golpear con los tres dedos, haciendo que aquella pelota saliera disparada como un misil, y que tras cierto tiempo en el aire, le diera chanfle, haciendo que aquel misil que había lanzado se dirigiera hacia el joven de cabello negro, que lograría impactar en la cara de aquel hombre y que justamente la pelota lograra elevarse en el cielo, llegando a lo que parecía ser un arco de fútbol, pegando en el palo de arriba y regresando a Elsword, parándola de pecho, seguido de hacer algunos toques con sus piernas y detener la pelota con su frente manteniendo el equilibrio.