Miedo a la oscuridad (Himiko)

Los faros iluminaban las calles en cuanto la noche recaía sobre la ciudad de Yokohama, las luces rojas de los vehículos dejaban una estela tan interesante y llamativa. Los barrios bajos apesar de ser un lugar oscuro, contaba con la iluminación suficiente para andar por ahí.
Sin embargo, era un hecho que el lugar con frecuencia era llamado peligroso. Probablemente por esa misma razón Izuku termino recorriendo ese lugar en primer lugar, de tantos sitios que pudo elegir para patrullar, escogió el que es apodado el más peligroso en cuanto a robos.  

Apesar de que salió a las calles de la ciudad tan tarde con la excusa de "Patrullar", caminaba totalmente preocupado y no por lo que debía hacer. Su mirada apuntaba hasta lo más bajo y un fuerte remordimiento le atormentaba la cabeza.

La ciudad de un momento a otro perdió el encanto que había llamado la atención de Izuku, el ruido de los autos ahora eran parte del estrés acumulado que se apoderaba cada vez más. Las conversaciones vecinas, reclamos en establecimientos se volvieron un pesar total para su cabeza, ¿Qué tanto lo tenía de esa manera?
En un intento de apaciguar su molestía, se metió al primer callejón que encontró, utilizando su Don para trepar por las paredes con ayuda de saltos muy similares a los de Gran Torino, llegando hasta la azotea y esperando conseguir algo más relajado.

Caminó hasta un esquinero y se sentó sin cuidado alguno, sus pies colgaban y enseguida retiró su máscara. Suspiró y dijo para si mismo. – Vamos, Deku... Fue solo una mala noche.– Depositó toda su atención en sus guantes, miraba sus manos como si dudara de quién se había convertido. Una ves más dudó de si mismo.  Se sentía terrorizado por alguna extraña razón, sentía temor por culpa de réplicas del pasado.

El tambalear de su cuerpo al caminar es el único contraste entre las sombras que puede encontrar; pese a la iluminación de neón que intenta mantener la vida -y la seguridad-, los barrios bajos continúan siendo un lugar de sombras y demonios.

Su lugar favorito, claro está. Después de todo, ella es un demonio.

Mientras camina de aquí a allá, sin un rumbo fijo, solo puede observar ladrones, drogadictos, y un sinfín de desperdicio de humanidad. En algún día normal, ella se habría unido a ese grupo, tal vez habría vuelto a su nuevo hogar, Asgard, repleta de dinero y sangre, pero hoy no se encuentra en ese humor.

No. Más bien, se pregunta acerca del terrible destino y decisiones que tomaron para llegar hasta allá; la vida, específicamente la sociedad, suele ser tan dura y cruel, tan agobiante, que arrebata los sueños y las esperanzas de los más desvalidos. Como ella, tal vez, ellos sufrieron un destino cruel.

Yokohama es hermosa, pero está repleto de basura. Como en todo, los cimientos están hechos de basura y sangre.

Sus manos toman el barandal de una escalera, dando un salto para subir a ella. Desde ahí, solo empieza a moverse por el edificio, trepando para llegar hasta la cima e ir de un techo al otro, ¿qué busca? En realidad, no lo sabe, tal vez solo un lugar tranquilo.

Desde arriba, las calles lucen mucho más vivas de lo que acostumbra a ver; la vida común, la de los héroes... ¿tomó una buena decisión...? ¿Fue acaso una tonta...? Tal vez solo uno de esos días en los que extrañaba demasiado a Jin, en lo que reflexionaba al respecto.

La brisa golpea su cara con fuerza entre salto y salto, su corazón no hace sino latir con fuerza y su mente le atormenta. La depresión suele ser una compañía muy cruel, incluso para una villana. Necesita relajarse, necesita olvidarse de todo.

Y es cuando una presencia conocida aparece.

No es difícil reconocerle, ni siquiera a la distancia que se encuentran –ella está en un edificio y él en otro– y es por ello que la rubia corre en su dirección, sintiendo ahora un poco de fe; la esperanza que le transmite aquella imagen es suficiente para que se arriesgue, tal vez aferrarse a él es lo único que le queda.

Pero la tristeza que Izuku transmite provoca que se detenga y, en lugar de arrojarse a los brazos ajenos en una forma de arriesgar su vida, carraspea para que el peliverde capte su presencia. No quiere asesinarle o, por lo menos, no desea jugar con él ahora.

—Hey, hey, ¿puedo sentarme?

Mirar la ciudad desde su posición otorgaba una "linda" vista, aún cuando el barrio seguía siendo el lugar más deplorable de Yokohama. Mover sus pies al colgar del edificio era apenas distracción suficiente para alejar esos malos pensamientos que le inundaban, aunque, no dejaba de estar alerta... O era lo que decía para no dejar de lado el motivo por el que fue. Seguía siendo un héroe, por lo que debía cumplir su labor y patrullar como es debido.
Por culpa de una andanada de viento, levantó polvo y papeles esparcidos por todo el suelo, de verdad el lugar no podía estar peor por culpa de sus habitantes, si ellos no se esfuerzan, ¿Quién lo hará?

Ver la luna solo le recordaba lo gélido y terrorífico que fue aquella misión para él y sus compañeros, si tan solo se hubiera comportado como un mejor líder. Ahora solo traía todo el fracaso de la misión en sus hombros.

Logró escuchar unas pisadas no muy lejos, sin darle la suficiente importancia al estar en la ciudad, hasta que la chica carraspeó detrás suyo. –¿Uh...?– Giró su rostro lentamente y su cuerpo de igual forma, intentando acomodar una de sus piernas de vuelta en el techo, esperando encontrarse con un rostro familiar. Pero justo antes de observar su rostro y poder reconocer el rostro de quién se trataba, escuchó esa voz que tanto lo persiguió en sus años como estudiante en UA. –¿¡HIMIKO!?– Tragó saliva y por el tremendo susto que se llevó al verle, perdió el equilibrio que mantenía al acomodarse. Ahora, no solo por su despiste, si no que también por el susto, estaba por caer a las calles y al ser un edificio de apenas dos pisos, tendría poco tiempo para maneobrear en el aire, caería al suelo y fácilmente podía hacer un herido con un brusco aterrizaje.