"Invierno teñido de carmesí."

Y ahí se encontraba la albina, parada frente a lo que parecía ser su destino. No se atrevía a cruzar la línea, no podría hacerlo. No temía, ni era cobarde al respecto, simplemente sentía una especie de nerviosismo combinado con la emoción del momento. ¿Qué es lo que acontecería ahí dentro? ¿Con quiénes se toparía? ¿Alguien la soportaría? Quién sabe. Más, tal vez sería reconocida, pues por cuenta propia se había hecho un nombre entre toda la maldad en la que se había ahogado completamente, casi como un pobre humano ahogándose en el amplio mar de la desgracia y la maldad. Así funcionaba todo para ella, o era un extremo o era el otro, o simplemente podrías ir en medio e ignorar las interminables guerras de su mundo cambiante. Respecto a ella, sólo tenía una meta que iba a cumplir sí o sí: La destrucción completa de la tierra, o, al menos, de la vida que en ella yace. En fin, que hemos terminando divagando en la extraña filosofía de la chica, ¿No es así? Pues vale, terminó dando un paso tras otro, caminando por lo que parecía ser la entrada al infierno. No realmente, llevaba en este mismo miles de años. Miró de reojo todo el sitio, le resultaba intrigante.

— Huh. . .así que aquí es donde se reúne el núcleo de la desesperación en busca de hacer añicos el mundo entero y los ideales de los demás. . .qué intrigante. —

Se detuvo en seco en medio de su caminata, pues ahora comenzaba a divagar en si era buena idea o no haber aceptado tal invitación. ¿Habría valido la pena dejar su trabajo por eso? Bueno, trabajo como tal no es. Sólo se dedica a matar gente. Miró su mano derecha, pues en esta misma había una diminuta gota de sangre. Tal vez no había hecho el trabajo bien, ¿qué iba a saber ella? No era de su interés, a fin de cuentas.

Días antes a Dabi se le informó que una nueva integrante ingresaría al internado y su trabajo era recibirla tal cómo lo hizo Lacus Welt cuando él acababa de ingresar. El azabache aceptó la tarea y se le fueron dadas unas hojas donde venía algo de información sobre la fémina; nombre, edad, poderes, etc.

El día llegó, Dabi se encontraba camino a la entrada de dicha institución, iba vestido con el outfit de siempre, una gabardina negra que le llegaba a los tobillos, una camisa blanca de manga corta que dejaba ver sus claviculas y parte de aquella piel púrpura que se unía a su piel normal, un pantalón negro algo holgado que era sujetado por un cinturón blanco un poco ancho, unas botas negras que sobrepasan sus tobillos hasta la mitad de sus pantorrillas.

Los pasos del antihéroe resonaban por los pasillos semi-iluminados del internado. Caminaba con la mirada al frente; con un semblante de pocos amigos. Sus manos se mantenían en sus bolsillos mientras caminaba hacia la puerta donde recibiría a la nueva integrante.

Ya al estár en la entrada, se fué al lugar poco iluminado, y se dispuso a esperar a la chica. Pasaron 10 minutos aproximadamente, Dabi se mantenía recostado en la pared con los ojos cerrados y sus manos en sus bolsillos, hasta que a lo lejos pudo escuchar pasos que provenían de fuera, poco a poco se tornaban más y más fuertes, al parecer era esa chica.

Cuando la chica entró, Dabi abrió uno de sus ojos y vió directamente a la fémina, luego de su bolsillo sacó un par de hojas que llevaba dobladas y dirigió su mirada a éstas y exclamó.

ㅡ Sylvie Wolfang... así que eres tú. ㅡ

Los brillantes ojos azules del azabache recorría de pies a cabeza a la chica.

ㅡ Al parecer Asgard ha estado reclutando gente muy interesante... ㅡ musitó y luego se separó de la pared para dar un par de pasos hacia adelante, mostrando un poco su físico.

ㅡ Yo seré el encargado de mostrarte el lugar... ㅡ dijo viéndola con aquél semblante serio que lo caracterizaba.

— Ya veo. . .entonces, después de todo sí que tienen una especie de sistema para ayudar a los nuevos. . .qué interesante. No esperaba menos de tal sitio. . . —

Murmuró, balbuceando una que otra cosa en voz baja para sí misma. Siendo que en realidad cuestionaba el comportamiento de aquel chico, se limitó a asentir con la cabeza, más en ningún momento se dedicó a sonreír o cambiar su expresión de vacío.

— Así es, mi nombre es Sylvie Wolfang. Supongo que te habrán proporcionado información sobre mi persona, ¿No? Entonces no hace falta que me presente. Más me gustaría saber un poco de usted para poder llamarle de una forma apropiada. —

Aunque sabía que no podría confiar en él por el momento, trató de crear por lo menos un vínculo informal, de modo que pudiese saber más de la clase de personas que ahí se encontraban. Más la curiosidad mató al gato, pero en este caso el gato mató la curiosidad.

Atento veía cada una de las acciones de la fémina, tenía un cabello raro, de color plateado como el metal, le llamaba bastante la atención. Pudo escuchar con atención las palabras que le dedicó y dió una sonrisa ladina, siendo ésta sarcástica.

ㅡ ¿Mí nombre? Llámame Dabi. ㅡ dijo a secas.

Se reincorporó y se puso recto, y con su mirada me indicó que lo siguiera. Dabi empezó a caminar por los pasillos de aquel lugar sin importarle si iba rápido o despacio. Poco después de que empezó a caminar, la chica lo alcanzó y caminaba a su lado, el azabache caminaba en silencio, vió de reojo a la fémina y musitó.

ㅡ Veo que tienes poderes interesantes... Legacy de por sí es débil y cada vez se unen mejores piezas a Asgard, es hermoso. ㅡ

Llegaron a un gran salón, lleno de armas, estatuas y pinturas. Aquélla habitación atesoraba los objetos más preciados de las batallas antiguas, se detuvo un momento para que la chica observara, y de reojo la volteó a ver de nuevo, ésta vez de una manera amenazante y exclamó.

ㅡ Si llegas a traicionarnos y abandonas el internado por unirte a los debiluchos, mi amigo y yo personalmente te haremos pedazos, no aceptaré la más mínima oposición hacia nuestra ideología, ya estás advertida. ㅡ luego de ello, esbozó una sonrisa juguetona y siguió caminando, ésta vez dirigiéndose a el campo de entrenamiento; era inmenso.

Al llegar, volteó a ver de reojo el gran campo.

ㅡ Éste es el campo de entrenamiento, aquí se hacen batallas entre compañeros para demostrar la superioridad de estos y su utilidad en el internado, yo por ejemplo, soy uno de los más fuertes de todo el lugar, después de Lacus Welt. ㅡ con una suave sonrisa recordaba aquella batalla que tuvieron en el antiguo Merak, fué de lo mejor. Prosiguió. ㅡ Bien, ¿Quieres demostrar qué tan fuerte eres? Quiero ver de lo que eres capaz, si no me sorprendes, date por muerta, no quiero estorbos. ㅡ dijo, sin más empezó a caminar hacia el centro del campo.

— ¿Y porqué me tomaría la molestia de entrar en un duelo apenas llegar? Si no te soy útil, me importa poco. El resultado de un combate tan absurdo como este prácticamente sería irrelevante. No digas estupideces, Dabi. —

Tomó un suspiro y se detuvo en media caminata, pues se rehusaba a combatir así como así. No tanto porque era "débil", si no porque veía absurdo pelear sin razón alguna y si no iba a conseguir nada a cambio, muchísimo menos. Se cruzó de brazos y apartó la mirada hacia su derecha.

— ¿Qué tan poco crees en mí como para pensar o si quiera imaginar que me cambiaría de bando para apoyar a la misma gente que me dio la espalda? Qué horrible. Ahora, si me disculpas, procederé a retirarme. No voy a perder mi tiempo de esta manera. —

Dicho esto, fruncio el ceño y se dio la media vuelta, comenzando a caminar en dirección desconocida, pues planeaba explorar un rato aquel sitio. Aunque prácticamente desconocía todo el sitio, no le tenía miedo a perderse, tal vez sería mas divertido que pelear sin sentido. Más, se detuvo pocos minutos después.

— Pero. . .si tienes algo que ofrecer a cambio de mi tiempo, tal vez acepte pelear contigo. Si no, olvidalo y me retiraré como si nada hubiese pasado. —