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Birth of the Copied City. {Libre}
~ +ACADEMIA LEGACY+ Foro de rol literario ~ :: Castillo Rokkenjima :: Subterráneo del Castillo :: Guardería de monstruos
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Birth of the Copied City. {Libre}
Bien. Tal vez ya era el momento de hacer unos avances.
Invitado- Invitado
Re: Birth of the Copied City. {Libre}
Casi dos semanas, 12 días con exactitud, habían pasado desde que Alma había abandonado Japón para mudarse a una isla remota, una supuesta academia. Sin saber mucho de ese supuesto colegio, había empacado, dejando Japón atrás. Aquel país situado en una enorme isla le parecía precioso, los dos años vividos allí fueron de mucha ayuda con su entrenamiento y su rareza se perdía entre cifras de personas. Aún así, aún sintiendose cómoda en un lugar, no le era posible sentir que pertenecía a ningún lado. Por esto culpaba completamente a su familia, pero reclamarles a ellos no haría más que traerle problemas. —Apenas les interesó que me mude a este academia—pensó en voz alta, un tanto frustrada, mientras pateaba una piedra. Poco sabía del Academia Legacy, pero la descripción que había recibido de ella, "un lugar diferente", era suficiente como para captar su interés.
Para convertir aquella Isla, aquel castillo, esa escuela con pasillos ajetreados y rostros diferentes, optó por volver a sus hábitos de siempre allí mismo. Aún no había ninguna clase a la cual asistir, prefirió no pensar en ello porque le molestaba la ansiedad que le generaba. Jamás en su vida había asistido a una clase académica, lo más cercano a ello fue tener un profesor privado en Alemania o asistir a seminarios de Aikido en Japón, la "escuela" era todo un misterio para ella y, por supuesto, no podía esperar ni un día más.
Los lugares nuevos y la soledad inicial vienen de la mano, pensaba mientras se alistaba para salir. Era de noche, no hacía mucho frío; se sentía una brisa lejana, como una vieja amiga que la invitaba a salir de tu habitación. Las caminatas solitarias, sobre todo nocturnas, y que casi siempre duraban horas o, incluso, hasta el alba, eran su mayor hábito. El castillo y sus enredados pasillos serían el punto de partida en el reconocimiento del lugar. Levantó delicadamente su falda para acomodar una liga ajustada en su muslo, allí colocó dos espadas wakizashi y las ajustó bien. No temía que algo o alguien fuese a atacarla allí, pero no soportaba salir sin sus armas blancas.
La primera media hora de aquella salida le resultó sumamente aburrida. No había mucha gente despierta a esa hora, no habían demasiadas personas que vayan a llamarle la atención por dar vueltas tan tarde, por lo tanto, no era demasiado difícil escabullirse. Era como jugar en dificultad normal, que poco entretenido. Una vez que comenzó a dar vueltas en círculos al rededor de las áreas comunes del enorme castillo, se propuso meterse por las áreas restringidas y los lugares más recónditos de este. Se quitó las botas y las guardó en su bolso, el frío del piso se filtraba a través de la fina tela de sus pantimedias. La luz era muy ténue y Alma no dejaba de estar atenta a sus super-sentidos: no tenía ganas de tener problemas, pero tampoco se iba a resguardar en su habitación como niña buena.
Al pasar por un pasillo, creyó ver un fantasma. Una silueta difusa se disolvió en las sombras, pero la joven estaba segura de haber visto, con la poca luz que había, un ser blanco desaparecer en la pared. "Fantasmas, la cosa es más divertida así, ¿eh, castillo Rokkenjima?" pensó, caminando despacio mientras tocaba la pared con los dedos. Se acercó cautelosamente al lugar donde había desaparecido la silueta; y, esperando encontrar una pared lisa, se alegró al encontrarla más irregular, un mecanismo silencioso como ratón, un pasadizo oculto. Tuvo que hacer un grandísimo esfuerzo por no saltar y chillar de euforia, al haberse calmado, entró. Aún habían más sorpresas: poco después se topó con un insospechado elevador de pinta demasiado moderna, tan refinado como los que habían en ciertos rascacielos japoneses, contrastaba totalmente con la construcción más anticuada del castillo. Bajar por un elevador era demasiado obvio y poco sigiloso, pero no le quedaba otra: no vió escaleras cerca. El aparato bajaba silenciosamente, no omitía ese murmullo usual de los elevadores, Alma se preguntó qué hacía allí un elevador de tecnología tan avanzada como para no omitir ni un poco de ruido. Se puso en guardia, esperando que alguien vaya a descubrirla cuando las puertas de la caja metálica se abriesen, pero cuando lo hicieron, no había nadie.
Alma no esperó ni un segundo para escabullirse fuera del elevador, puso al límite su destreza, inevitablemente sentía sus latidos como el aleteo de un pajarillo. Aquel lugar era espantosamente inmenso y absolutamente moderno. El toque futurista que tenía no se sentía como si realmente formase parte del edificio Rokkenjima, o de este universo siquiera. Tras caminar unos cuantos kilómetros en aquel monocromático espacio, empezando a sentir que ya formaba parte de una película de ciencia ficción que estaba soñando, vio a la silueta. Pensó en esconderse para observar mejor a esa figura alta, delgada y blanca, pero estaba estupefacta.
Estaba helada, sin parpadear, observando aquel ser y los cubos blancos que lo rodeaban a unos 10 metros delante de ella. Enmudeció tras sentir un escalofrío. Algo no se sentía del todo bien y quizás ella no debería saber de ese lugar; no sentía exactamente miedo, quería acercarce y sentía que no debía. Dio un pequeño paso atrás, aguantando la respiración.
Para convertir aquella Isla, aquel castillo, esa escuela con pasillos ajetreados y rostros diferentes, optó por volver a sus hábitos de siempre allí mismo. Aún no había ninguna clase a la cual asistir, prefirió no pensar en ello porque le molestaba la ansiedad que le generaba. Jamás en su vida había asistido a una clase académica, lo más cercano a ello fue tener un profesor privado en Alemania o asistir a seminarios de Aikido en Japón, la "escuela" era todo un misterio para ella y, por supuesto, no podía esperar ni un día más.
Los lugares nuevos y la soledad inicial vienen de la mano, pensaba mientras se alistaba para salir. Era de noche, no hacía mucho frío; se sentía una brisa lejana, como una vieja amiga que la invitaba a salir de tu habitación. Las caminatas solitarias, sobre todo nocturnas, y que casi siempre duraban horas o, incluso, hasta el alba, eran su mayor hábito. El castillo y sus enredados pasillos serían el punto de partida en el reconocimiento del lugar. Levantó delicadamente su falda para acomodar una liga ajustada en su muslo, allí colocó dos espadas wakizashi y las ajustó bien. No temía que algo o alguien fuese a atacarla allí, pero no soportaba salir sin sus armas blancas.
La primera media hora de aquella salida le resultó sumamente aburrida. No había mucha gente despierta a esa hora, no habían demasiadas personas que vayan a llamarle la atención por dar vueltas tan tarde, por lo tanto, no era demasiado difícil escabullirse. Era como jugar en dificultad normal, que poco entretenido. Una vez que comenzó a dar vueltas en círculos al rededor de las áreas comunes del enorme castillo, se propuso meterse por las áreas restringidas y los lugares más recónditos de este. Se quitó las botas y las guardó en su bolso, el frío del piso se filtraba a través de la fina tela de sus pantimedias. La luz era muy ténue y Alma no dejaba de estar atenta a sus super-sentidos: no tenía ganas de tener problemas, pero tampoco se iba a resguardar en su habitación como niña buena.
Al pasar por un pasillo, creyó ver un fantasma. Una silueta difusa se disolvió en las sombras, pero la joven estaba segura de haber visto, con la poca luz que había, un ser blanco desaparecer en la pared. "Fantasmas, la cosa es más divertida así, ¿eh, castillo Rokkenjima?" pensó, caminando despacio mientras tocaba la pared con los dedos. Se acercó cautelosamente al lugar donde había desaparecido la silueta; y, esperando encontrar una pared lisa, se alegró al encontrarla más irregular, un mecanismo silencioso como ratón, un pasadizo oculto. Tuvo que hacer un grandísimo esfuerzo por no saltar y chillar de euforia, al haberse calmado, entró. Aún habían más sorpresas: poco después se topó con un insospechado elevador de pinta demasiado moderna, tan refinado como los que habían en ciertos rascacielos japoneses, contrastaba totalmente con la construcción más anticuada del castillo. Bajar por un elevador era demasiado obvio y poco sigiloso, pero no le quedaba otra: no vió escaleras cerca. El aparato bajaba silenciosamente, no omitía ese murmullo usual de los elevadores, Alma se preguntó qué hacía allí un elevador de tecnología tan avanzada como para no omitir ni un poco de ruido. Se puso en guardia, esperando que alguien vaya a descubrirla cuando las puertas de la caja metálica se abriesen, pero cuando lo hicieron, no había nadie.
Alma no esperó ni un segundo para escabullirse fuera del elevador, puso al límite su destreza, inevitablemente sentía sus latidos como el aleteo de un pajarillo. Aquel lugar era espantosamente inmenso y absolutamente moderno. El toque futurista que tenía no se sentía como si realmente formase parte del edificio Rokkenjima, o de este universo siquiera. Tras caminar unos cuantos kilómetros en aquel monocromático espacio, empezando a sentir que ya formaba parte de una película de ciencia ficción que estaba soñando, vio a la silueta. Pensó en esconderse para observar mejor a esa figura alta, delgada y blanca, pero estaba estupefacta.
Estaba helada, sin parpadear, observando aquel ser y los cubos blancos que lo rodeaban a unos 10 metros delante de ella. Enmudeció tras sentir un escalofrío. Algo no se sentía del todo bien y quizás ella no debería saber de ese lugar; no sentía exactamente miedo, quería acercarce y sentía que no debía. Dio un pequeño paso atrás, aguantando la respiración.
Invitado- Invitado
Re: Birth of the Copied City. {Libre}
Sonrió. Era difícil no escuchar el suave sonido de la compuerta del elevador abrir y cerrar si era literalmente el único sonido que interrumpía el intenso ajetreo de aquellos hacendosos cubos acoplándose y dividiéndose, construyendo aquellas casas de silicio blanco, coronadas por ventanas turbias que daban a estancias que no existían, a la vil mentira de una habitación con espacio amplio.
Las casas incluso comenzaban a variar su tamaño. Había algunas con tejado alto. Otras de techumbre puntiaguda. Otras parecían grandes portones que daban sitio a nuevas secciones de aquella ciudad desprovista de todo color, siempre con algunos cubos fuera de lugar, incrustados en las paredes, las ventanas, e incluso como relieve ocasional del piso. Todo en un sobrecogedor espectáculo de silicio y compuestos robóticos.
Y en medio de todo, estaba él.
Componiendo su sinfonía de distopia creativa con aquella sonrisa embustera. Con aquellos cubos que salían disparados para generar nuevas murallas, nuevos marcos, nuevos afeizares. Aquel ajetreo eterno de hormigas poligonales que formaban lo que él denominaba su ciudad experimental.
Ciudad por la cual unos pasos curiosos fueron conducidos hasta su persona, en forma de sonido. Top, top. Top, top. Hasta que se detuvieron de súbito. Quizá había llegado al punto de contacto cero. Quizá el dueño de los sonidos se había quedado embelesado ante la escena. O quizá sólo se estaba preguntando por qué había un hombre flotante que jugaba con cubos tan abajo de la Academia.
- Al parecer la curiosidad ha traído a un gato directo al sacrificio. -
Sólo después de proferir esta frase, el hombre se dio vuelta, presentándose ante la muchacha. Los patrones térmicos indicaban que no distaba demasiado de una humana. Dios mío, por fin! Todo o eran esos molestos espíritus, o demonios como la profesora Rias. O peor, vampiros! Por fin algo más normal le encontraba voluntariamente.
- Perdida, señorita? Esto por lejos no es un sitio donde un estudiante debería inmiscuirse. Para eso están los patios del colegio, no lo cree? -
Dicho esto, el hombre sostuvo sus lentes mientras bajaba a ras de suelo hasta posar sus pies sobre éste de forma delicada y elegante. Y le ofreció una suave reverencia, meciendo sus manos hacia la izquierda, antes de observarle con sus ojos escarlata de máquina. Era una joven intrigante. Menuda, cabellos de oro, y unos ojos que le recordaban a... Ciertos "compañeros" de su mundo. Incluso traía su espada propia! Qué jocoso. Sólo faltaba la venda negra en los ojos.
Pero no, eso sería demasiado buscar al pasado. O al futuro. En este momento no importaba.
Hoy sería la primera oportunidad para demostrar que sus investigaciones iban para algo.
Las casas incluso comenzaban a variar su tamaño. Había algunas con tejado alto. Otras de techumbre puntiaguda. Otras parecían grandes portones que daban sitio a nuevas secciones de aquella ciudad desprovista de todo color, siempre con algunos cubos fuera de lugar, incrustados en las paredes, las ventanas, e incluso como relieve ocasional del piso. Todo en un sobrecogedor espectáculo de silicio y compuestos robóticos.
Y en medio de todo, estaba él.
Componiendo su sinfonía de distopia creativa con aquella sonrisa embustera. Con aquellos cubos que salían disparados para generar nuevas murallas, nuevos marcos, nuevos afeizares. Aquel ajetreo eterno de hormigas poligonales que formaban lo que él denominaba su ciudad experimental.
Ciudad por la cual unos pasos curiosos fueron conducidos hasta su persona, en forma de sonido. Top, top. Top, top. Hasta que se detuvieron de súbito. Quizá había llegado al punto de contacto cero. Quizá el dueño de los sonidos se había quedado embelesado ante la escena. O quizá sólo se estaba preguntando por qué había un hombre flotante que jugaba con cubos tan abajo de la Academia.
- Al parecer la curiosidad ha traído a un gato directo al sacrificio. -
Sólo después de proferir esta frase, el hombre se dio vuelta, presentándose ante la muchacha. Los patrones térmicos indicaban que no distaba demasiado de una humana. Dios mío, por fin! Todo o eran esos molestos espíritus, o demonios como la profesora Rias. O peor, vampiros! Por fin algo más normal le encontraba voluntariamente.
- Perdida, señorita? Esto por lejos no es un sitio donde un estudiante debería inmiscuirse. Para eso están los patios del colegio, no lo cree? -
Dicho esto, el hombre sostuvo sus lentes mientras bajaba a ras de suelo hasta posar sus pies sobre éste de forma delicada y elegante. Y le ofreció una suave reverencia, meciendo sus manos hacia la izquierda, antes de observarle con sus ojos escarlata de máquina. Era una joven intrigante. Menuda, cabellos de oro, y unos ojos que le recordaban a... Ciertos "compañeros" de su mundo. Incluso traía su espada propia! Qué jocoso. Sólo faltaba la venda negra en los ojos.
Pero no, eso sería demasiado buscar al pasado. O al futuro. En este momento no importaba.
Hoy sería la primera oportunidad para demostrar que sus investigaciones iban para algo.
Invitado- Invitado
Re: Birth of the Copied City. {Libre}
¿Cómo era posible sentir tal claustrofobia y agorafobia a la vez? En un lugar tan amplio y grande, ¿era posible sentir que no era suficiente el aire? La joven se preguntaba si aún estaba bajo tierra o si aquel elevador asquerosamente futurista la había llevado a otra dimensión. Otra posibilidad era que estaba soñando todo eso y que sería una interesante anécdota para escribir a la mañana siguiente. De todas las teorías posibles, la más difícil de creer era que todo eso estaba sucediendo realmente. Aquella figura blanca reveló sus características: era un hombre cuya ropa decoraba finamente un cuerpo delgado y bien formado, Alma se preguntó si realmente estaba muerta, pues ciertos rasgos del sujeto delante de ella le hacían parecer un ángel.
Parpadeó repetidamente y se mordió el labio inferior, estaba más que despierta y tenía tanta ansiedad que podría jurar que hasta sentía como su sangre fluía por sus venas siendo bombeada por un corazón inquieto. Los cubos formaban casas de distintas formas y alturas, decoraban un espacio que era casi una falta de respeto a la estética del castillo, la iluminación artificial no era cegadora, pero asfixiaba. Apretó los puños con tal fuerza que sus uñas se clavaban suavemente en la palma, aquel mínimo dolor era un cosquilleo, los sentidos aumentados no hacían más que empeorar cómo se sentía en ese momento. Sin dejar de ver al hombre a los ojos, dio dos pasos más hacia atrás.
—Entonces, ¿qué aula es esta? Me perdí la visita guiada— se burló entonando la voz con suma neutralidad.
No sentía miedo, algo en sus entrañas se revolvía pidiéndole que se escape de ese lugar, pero ella quería jugar con aquel individuo que, seguramente, también querría divertirse un poco. Se limitó a no atacar ni hacer ninguna señal de combate, no sabía qué era ese tipo en el Academia y, si es que fuera alguien importante, tampoco quería ser expulsada con tan sólo dos semanas viviendo allí (¡y sin siquiera haber empezado las clases!). Se mantuvo inmóvil y alerta ante el hombre que hace unos segundos estaba flotando al rededor de ciertas partículas similares a... ¿cubos? No quiso indagar mucho en qué clase de lugar era aquél o qué eran esos objetos voladores blancos, le interesaba aún más el sujeto en frente de ella.
—¿Quién eres? ¿Qué eres? ¿Por qué tienes una casa de muñecas gigante sin colores debajo de un castillo?— le bombardeó. Obviamente esperaba respuestas y no se imaginaba que el sujeto se iba a sentar a explicarle allí, sin embargo, nada se perdía con preguntar. —Oh, lo siento—comentó. —No cumplo con la norma "monocromática" de vestimenta por aquí, ¿cierto?—.
Parpadeó repetidamente y se mordió el labio inferior, estaba más que despierta y tenía tanta ansiedad que podría jurar que hasta sentía como su sangre fluía por sus venas siendo bombeada por un corazón inquieto. Los cubos formaban casas de distintas formas y alturas, decoraban un espacio que era casi una falta de respeto a la estética del castillo, la iluminación artificial no era cegadora, pero asfixiaba. Apretó los puños con tal fuerza que sus uñas se clavaban suavemente en la palma, aquel mínimo dolor era un cosquilleo, los sentidos aumentados no hacían más que empeorar cómo se sentía en ese momento. Sin dejar de ver al hombre a los ojos, dio dos pasos más hacia atrás.
—Entonces, ¿qué aula es esta? Me perdí la visita guiada— se burló entonando la voz con suma neutralidad.
No sentía miedo, algo en sus entrañas se revolvía pidiéndole que se escape de ese lugar, pero ella quería jugar con aquel individuo que, seguramente, también querría divertirse un poco. Se limitó a no atacar ni hacer ninguna señal de combate, no sabía qué era ese tipo en el Academia y, si es que fuera alguien importante, tampoco quería ser expulsada con tan sólo dos semanas viviendo allí (¡y sin siquiera haber empezado las clases!). Se mantuvo inmóvil y alerta ante el hombre que hace unos segundos estaba flotando al rededor de ciertas partículas similares a... ¿cubos? No quiso indagar mucho en qué clase de lugar era aquél o qué eran esos objetos voladores blancos, le interesaba aún más el sujeto en frente de ella.
—¿Quién eres? ¿Qué eres? ¿Por qué tienes una casa de muñecas gigante sin colores debajo de un castillo?— le bombardeó. Obviamente esperaba respuestas y no se imaginaba que el sujeto se iba a sentar a explicarle allí, sin embargo, nada se perdía con preguntar. —Oh, lo siento—comentó. —No cumplo con la norma "monocromática" de vestimenta por aquí, ¿cierto?—.
Invitado- Invitado
Re: Birth of the Copied City. {Libre}
El lenguaje. El vehículo de la interacción interpersonal. Algunos se esfuerzan por hacer un uso adecuado del mismo. Conducir como quién lleva una barca pequeña sobre un río tranquilo.
Otros simplemente van y navegan indiscriminadamente con un bote a motor sobre los rápidos y justo antes de una catarata. Esta joven era del segundo grupo, sin duda alguna.
- Es un salón experimental que será utilizado para estudios sociales. Eventualmente me pidieron a mí, que lo elaborara. -
Eventualmente, era una mentira del porte de la estancia de su ciudad inventada. Pero aquella muchacha no tenía por qué saberlo. Por muy deslenguada que fuese, él aún tenía la autoridad de un profesor. Ella eventualmente tendría que volver a preguntar al Director Gilgamesh sobre la autorización para que una sola persona construya un área subterránea del tamaño de la Academia misma. Y para cuando eso pase él ya habría tapiado la entrada de forma que ningún ser dé cuenta de que en algún momento hubo un elevador en ese sitio. Era una mentira, pero con la neutralidad de las facciones de Adam, no había forma de develarla en el corto plazo.
Y, hablando de juegos con las palabras... El lenguaje de la jovencita era bastante... Peculiar. Según su base de datos, esto era lo que los humanos y ciertas unidades YorRHa avanzadas denominaban como "Sarcasmo". El arte de ridiculizar al interlocutor mediante el uso de frases que taxativamente poseen una intención condescendiente pero que bajo la intención del emisor, se le otorgaba un tono de recriminación y burla jocosa. Un dolo del lenguaje en toda regla.
Estos eran los modos que las personas tenían para crear la discordia y la ira? Adam no podía estar más interesado en ello. Quizá poder "diseccionar" sus emociones y pensamientos, sería divertido.
- Lo que importa no es quién, o qué soy. Es lo que hago. No es acaso interesante el poder elaborar espacios tan amplios y estudiarlos? Más bien deberías preguntarte... Por qué lo estoy haciendo. O mejor dicho, por qué no lo estás haciendo tú.Que haces aquí siquiera? No me refiero a este espacio, sino que a la academia. Qué necesidad has sentido para subyugarte ante la tutela equidistante y uniforme de unos hombres aburridos en aulas de clase? -
Entonces, el hombre elevó una mano hacia la mujer blonda, bajando de su alto punto en el aire, con la palma extendida para ella, mientras que los cubos reptaban y flotaban en torno a su efigie.
Y comenzó. Aquello que para él era lo más divertido e interesante.
Un pensamiento iba a ser diseccionado este día.
- Por qué privarte de tu libertad de ese modo, señorita. Hay cientos de cosas que podrías hacer, en vez de recluirte y empequeñecerte entre estos fríos muros de piedra y silicio. -
Otros simplemente van y navegan indiscriminadamente con un bote a motor sobre los rápidos y justo antes de una catarata. Esta joven era del segundo grupo, sin duda alguna.
- Es un salón experimental que será utilizado para estudios sociales. Eventualmente me pidieron a mí, que lo elaborara. -
Eventualmente, era una mentira del porte de la estancia de su ciudad inventada. Pero aquella muchacha no tenía por qué saberlo. Por muy deslenguada que fuese, él aún tenía la autoridad de un profesor. Ella eventualmente tendría que volver a preguntar al Director Gilgamesh sobre la autorización para que una sola persona construya un área subterránea del tamaño de la Academia misma. Y para cuando eso pase él ya habría tapiado la entrada de forma que ningún ser dé cuenta de que en algún momento hubo un elevador en ese sitio. Era una mentira, pero con la neutralidad de las facciones de Adam, no había forma de develarla en el corto plazo.
Y, hablando de juegos con las palabras... El lenguaje de la jovencita era bastante... Peculiar. Según su base de datos, esto era lo que los humanos y ciertas unidades YorRHa avanzadas denominaban como "Sarcasmo". El arte de ridiculizar al interlocutor mediante el uso de frases que taxativamente poseen una intención condescendiente pero que bajo la intención del emisor, se le otorgaba un tono de recriminación y burla jocosa. Un dolo del lenguaje en toda regla.
Estos eran los modos que las personas tenían para crear la discordia y la ira? Adam no podía estar más interesado en ello. Quizá poder "diseccionar" sus emociones y pensamientos, sería divertido.
- Lo que importa no es quién, o qué soy. Es lo que hago. No es acaso interesante el poder elaborar espacios tan amplios y estudiarlos? Más bien deberías preguntarte... Por qué lo estoy haciendo. O mejor dicho, por qué no lo estás haciendo tú.Que haces aquí siquiera? No me refiero a este espacio, sino que a la academia. Qué necesidad has sentido para subyugarte ante la tutela equidistante y uniforme de unos hombres aburridos en aulas de clase? -
Entonces, el hombre elevó una mano hacia la mujer blonda, bajando de su alto punto en el aire, con la palma extendida para ella, mientras que los cubos reptaban y flotaban en torno a su efigie.
Y comenzó. Aquello que para él era lo más divertido e interesante.
Un pensamiento iba a ser diseccionado este día.
- Por qué privarte de tu libertad de ese modo, señorita. Hay cientos de cosas que podrías hacer, en vez de recluirte y empequeñecerte entre estos fríos muros de piedra y silicio. -
Invitado- Invitado
Re: Birth of the Copied City. {Libre}
Inclinaba la cabeza de lado a lado escuchando la voz calmada e inquietante de aquel hombre. Había algo de él que lo alejaban de esta realidad, que le hacían asemejarse a un ángel o un ser de ensueño. Quizás era la manera meticulosa por la cual elegía las palabras, como si hubiera estado esperando tener esta conversación hace mucho tiempo. "Estudios sociales" resonó en su cabeza como el eco de una campana tras el llamado a misa. "Entonces si es parte del personal del colegio" dedujo en silencio, aún prestando atención al señor que tenía frente ella.
Ante lo que le planteaba el peliblanco no pudo evitar soltar una leve risa. Adoptó una posición relajada, cruzando los brazos, y comenzó a dar pasos pequeños. Caminó elegantemente hacia las casas y ventanas ficticias que crecían a su derecha. De todos modos, en ningún momento bajaba la guardia. Cuando el hombre dejó de hablar, se detuvo, girándose hacia él. Llevó sus brazos hacia detrás de su espalda y juntó sus manos para jugar con sus dedos.
—¿Entonces eres de los que no le dan importancia a los nombres? Me alegra saber eso, porque soy mala recordándolos— comentó, aún en tono de burla, pero esta vez con una sonrisa inocentemente pícara.
—Yo no estoy haciendo una ciudad gigante porque no me interesa tener una ciudad gigante, aún menos una que carezca de personalidad— respondió, refiriéndose nuevamente a la falta de colores en aquel espacioso lugar, alzando la mirada hacia la ciudad en formación. —O si es que te refieres a por qué no estoy haciendo algo así de impresionante, entonces asumes qué hago y qué no hago—.
Hizo silencio por un par de segundos, miró nuevamente los cubos y luego al hombre.
—¡Oh! Entonces eres profesor de sociología, quizás psicología...— comentó en todo fingidamente alegre, sonriendo otra vez. —No siento que esté privando ninguna libertad al venir a este edificio anticuado, y no puedo empequeñecerme más si me comparas con tu gigantezca casa de muñecas.
Ante lo que le planteaba el peliblanco no pudo evitar soltar una leve risa. Adoptó una posición relajada, cruzando los brazos, y comenzó a dar pasos pequeños. Caminó elegantemente hacia las casas y ventanas ficticias que crecían a su derecha. De todos modos, en ningún momento bajaba la guardia. Cuando el hombre dejó de hablar, se detuvo, girándose hacia él. Llevó sus brazos hacia detrás de su espalda y juntó sus manos para jugar con sus dedos.
—¿Entonces eres de los que no le dan importancia a los nombres? Me alegra saber eso, porque soy mala recordándolos— comentó, aún en tono de burla, pero esta vez con una sonrisa inocentemente pícara.
—Yo no estoy haciendo una ciudad gigante porque no me interesa tener una ciudad gigante, aún menos una que carezca de personalidad— respondió, refiriéndose nuevamente a la falta de colores en aquel espacioso lugar, alzando la mirada hacia la ciudad en formación. —O si es que te refieres a por qué no estoy haciendo algo así de impresionante, entonces asumes qué hago y qué no hago—.
Hizo silencio por un par de segundos, miró nuevamente los cubos y luego al hombre.
—¡Oh! Entonces eres profesor de sociología, quizás psicología...— comentó en todo fingidamente alegre, sonriendo otra vez. —No siento que esté privando ninguna libertad al venir a este edificio anticuado, y no puedo empequeñecerme más si me comparas con tu gigantezca casa de muñecas.
- off:
- lamento lo pequeño <3 prometo escribir mas al siguiente
Invitado- Invitado
Re: Birth of the Copied City. {Libre}
... Definitivamente, algo no iba bien.
El droide entrecerró los ojos. Analizar sus respuestas era inútil. Tan secas. Tan directas. Tan llenas y a la vez desprovistas de información. Como alguien que no quiere compartir más información de la necesaria. Aunque quizá era un acierto el haberle negado a la mujer su nombre. Él podría averiguarlo desde la base de datos de estudiantes después, y en cualquier eventualidad, ella no tendría un nombre referencial para acusarle contra nadie. Desde la perspectiva de la estrategia, había sido un buen movimiento.
El resto del tiempo, la muchacha pasó a contestar sus preguntas de una forma insatisfactoriamente continuista.
- No asumo tus elecciones, aunque sí tus capacidades. Veo que no te percibes creando cosas de esta magnitud. Pero... Es realmente tu percepción correcta, o es sólo una limitante de tu capacidad máxima? O es la agresividad de tus palabras, la prueba de la negación de tu potencial? Ofensas e ironía siempre son la antesala de una segunda intención. Es la identificación... De quién oculta cosas. -
El hombre sonrió sencillamente. Con su serena voz de costumbre. Al parecer ella se sentía empequeñecida respecto al ambiente vasto y luminoso de la ciudad simulada. Él podía vaciarla en un instante, pero volver a crearla tomaría un tiempo. Y además, no era la idea el tener que restringir los límites de la comprensión que él poseía por la visita de una muchacha fortuita con una espada. No. Todos estos experimentos perseguían un bien mayor. Perseguían entendimiento. Conocimiento. Una simulación de cómo los humanos pensaban y actuaban. De su tendencia en establecer comunidades de apoyo mutuo.
La capacidad social del ser humano, en definitiva.
- Psicología? Sociología? Nada de eso. Sólo... Soy una persona curiosa. -
El droide entrecerró los ojos. Analizar sus respuestas era inútil. Tan secas. Tan directas. Tan llenas y a la vez desprovistas de información. Como alguien que no quiere compartir más información de la necesaria. Aunque quizá era un acierto el haberle negado a la mujer su nombre. Él podría averiguarlo desde la base de datos de estudiantes después, y en cualquier eventualidad, ella no tendría un nombre referencial para acusarle contra nadie. Desde la perspectiva de la estrategia, había sido un buen movimiento.
El resto del tiempo, la muchacha pasó a contestar sus preguntas de una forma insatisfactoriamente continuista.
- No asumo tus elecciones, aunque sí tus capacidades. Veo que no te percibes creando cosas de esta magnitud. Pero... Es realmente tu percepción correcta, o es sólo una limitante de tu capacidad máxima? O es la agresividad de tus palabras, la prueba de la negación de tu potencial? Ofensas e ironía siempre son la antesala de una segunda intención. Es la identificación... De quién oculta cosas. -
El hombre sonrió sencillamente. Con su serena voz de costumbre. Al parecer ella se sentía empequeñecida respecto al ambiente vasto y luminoso de la ciudad simulada. Él podía vaciarla en un instante, pero volver a crearla tomaría un tiempo. Y además, no era la idea el tener que restringir los límites de la comprensión que él poseía por la visita de una muchacha fortuita con una espada. No. Todos estos experimentos perseguían un bien mayor. Perseguían entendimiento. Conocimiento. Una simulación de cómo los humanos pensaban y actuaban. De su tendencia en establecer comunidades de apoyo mutuo.
La capacidad social del ser humano, en definitiva.
- Psicología? Sociología? Nada de eso. Sólo... Soy una persona curiosa. -
Última edición por Adam el Lun Jul 31, 2017 10:42 am, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: Birth of the Copied City. {Libre}
—¿...Eh?—
Poco a poco, a medida que el hombre hablaba, su sonrisa fingida se desvanecía de su rostro, siendo su expresión de falsa simpatía reemplazada por una mirada de confusión. La ansiedad escalaba palabra a palabra, como si un vaso a punto de rebalsar fuese llenado con un goteo, ligero pero constante. Ella tenía muchas preguntas acerca de aquel misterioso ser que había encontrado, de la nada, siguiendo su impulsiva curiosidad, pero él se negaba a responder. En cambio, la sometía a un interrogatorio capcioso, mantenía un tono de voz monótono y acertaba con ciertas conclusiones que se le clavaban cual agujas.
Alma no ocultaba su fastidio, aún siendo considerablemente fácil de leer. Sus super-sentidos ya estaban cegados por su nerviosismo, por lo que deseaba huir lo más pronto posible. Sin embargo, ella quería que todo eso fuese real, aunque dolieran las preguntas del peliblanco, que insistía con generarle una crisis de identidad. No dejaba de sentir que todo eso era una pesadilla, pero lo que menos deseaba era despertar a la semana siguiente y seguir siendo ella misma en un mundo normal. Mientras tanto, el hombre la presionaba con conclusiones que sonaban desinteresadas, ¿o acaso le entretenía desmembrar sus sentimientos?
Frunció el ceño y entrecerró los ojos desviando la mirada, como si estuviese a punto de hacer un berrinche.
—¿Y si aciertas qué?— murmuró, ahora en una nota más seria, no tan bromista como hace un momento. Luego fijó la mirada en unos inexpresivos ojos de escarlata. —Por más que intente cambiar mi percepción de mí misma, no serviría de nada. No puedo flotar o invocar cubos que creen una ciudad gigante porque eso va más allá de las capacidades humanas, ¡sobretodo lo de flotar! ¡Si quiero volar, tengo que comprar un vuelo, saltar de un avión con mochila paracaídas o comprarme un jet-pack! Es el límite de mis capacidades: lo humano.
Los seres humanos son inútiles si los comparas friamente con tus habilidades, ¿me entiendes? Hacen otras cosas, magníficas en un sentido diferente. Una sinfonía que explota la expresividad musical o una actuación teatral que llega al corazón. Pero eso no los hace fuertes ni poderosos. Débiles, incompetentes sentimentales, dependientes de dinero o de armas para darse valor alguno... Y tú estás comparándome a mi con toda esta tecnología de avanzada. Ni siquiera me gustan las computadoras, no las entiendo y... ¡ya he roto cuatro móviles!
Hizo silencio absoluto al instante tras de haber exclamado. Estaba perpleja ante su propia reacción infantil. Habiéndose arrepentido enseguida de haber revelado tanto se sintió molesta consigo misma. Estaba avergonzada por aquella demostración excesiva de frustración, sus mejillas se tintaron de un suave rojo y bajó la mirada. Con los dedos, acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja, la cual también estaba sonrosada.
Miró nuevamente la ciudad y luego al peliblanco. Allí no tenía libertad alguna, estaba en desventaja como para hacer las preguntas. Ese era el espacio del desconocido monocromático, su arena de batalla. Allí, Alma se encontraba a su merced.
—Eres injusto— comenzó a decir, cerrando los ojos y masajeándose la sien suavemente. —¡Todo el mundo oculta cosas! Tú sobretodo, y lo estás ocultando demasiado bien. Te he molestado cual niña comparando este lugar con una casa de muñecas aburrida, pero en todo este tiempo, ni un sólo músculo de tu cuerpo se ha tensado ni un poco,¡estás allí, inexpresivo! Estoy segura de que te olvidarás de mi visita y yo seguiré pensando en quién o qué eres, pero ocultas este lugar de los alumnos y tu nombre especialmente de mí. ¿Qué es tan importante que te reservas cualquier mínima reacción a mis incoherencias? ¿Qué es tan importante que te hace temer lo que una simple alumna humana pueda saber?
En ese entonces, sucedió algo que en muchos años no había ocurrido. Sentía ganas de llorar, sentía que debía llorar. En cierto modo, llorar le era imposible, aún si lo intentara, todo lo que lograba era que sus mejillas se tornaran rojas y que se hiciese un nudo en la garganta. No tenía fe en volver a ver ese expectacular espacio o a ese individuo, eso la decepcionaba un poco. Sus hombros dejaron de estar tan tensos.
—¿Sabes? Vi tu silueta atravesar una pared como un fantasma blanco, luego llegué y estabas flotando. No veía eso nunca de donde vengo, y a pesar de que haz desmenuzado mi forma de verme a mi misma de una forma insensible, me duele creer que lo más probable es que todo esto sea un sueño, producto de la gran cantidad de dulces que comí por la tarde— dijo, como si hiciera una rabieta, con un tono desesperanzado y levemente enojado. —Y que mañana y los años que estudie aquí pasaré por el pasillo intentando abrir una puerta secreta pero sólo será piedra quieta.
Hizo una pausa.
—Me llamo Alma, vas a negarme tu nombre, ¿verdad?— finalizó, entre irritada y desencantada.
Poco a poco, a medida que el hombre hablaba, su sonrisa fingida se desvanecía de su rostro, siendo su expresión de falsa simpatía reemplazada por una mirada de confusión. La ansiedad escalaba palabra a palabra, como si un vaso a punto de rebalsar fuese llenado con un goteo, ligero pero constante. Ella tenía muchas preguntas acerca de aquel misterioso ser que había encontrado, de la nada, siguiendo su impulsiva curiosidad, pero él se negaba a responder. En cambio, la sometía a un interrogatorio capcioso, mantenía un tono de voz monótono y acertaba con ciertas conclusiones que se le clavaban cual agujas.
Alma no ocultaba su fastidio, aún siendo considerablemente fácil de leer. Sus super-sentidos ya estaban cegados por su nerviosismo, por lo que deseaba huir lo más pronto posible. Sin embargo, ella quería que todo eso fuese real, aunque dolieran las preguntas del peliblanco, que insistía con generarle una crisis de identidad. No dejaba de sentir que todo eso era una pesadilla, pero lo que menos deseaba era despertar a la semana siguiente y seguir siendo ella misma en un mundo normal. Mientras tanto, el hombre la presionaba con conclusiones que sonaban desinteresadas, ¿o acaso le entretenía desmembrar sus sentimientos?
Frunció el ceño y entrecerró los ojos desviando la mirada, como si estuviese a punto de hacer un berrinche.
—¿Y si aciertas qué?— murmuró, ahora en una nota más seria, no tan bromista como hace un momento. Luego fijó la mirada en unos inexpresivos ojos de escarlata. —Por más que intente cambiar mi percepción de mí misma, no serviría de nada. No puedo flotar o invocar cubos que creen una ciudad gigante porque eso va más allá de las capacidades humanas, ¡sobretodo lo de flotar! ¡Si quiero volar, tengo que comprar un vuelo, saltar de un avión con mochila paracaídas o comprarme un jet-pack! Es el límite de mis capacidades: lo humano.
Los seres humanos son inútiles si los comparas friamente con tus habilidades, ¿me entiendes? Hacen otras cosas, magníficas en un sentido diferente. Una sinfonía que explota la expresividad musical o una actuación teatral que llega al corazón. Pero eso no los hace fuertes ni poderosos. Débiles, incompetentes sentimentales, dependientes de dinero o de armas para darse valor alguno... Y tú estás comparándome a mi con toda esta tecnología de avanzada. Ni siquiera me gustan las computadoras, no las entiendo y... ¡ya he roto cuatro móviles!
Hizo silencio absoluto al instante tras de haber exclamado. Estaba perpleja ante su propia reacción infantil. Habiéndose arrepentido enseguida de haber revelado tanto se sintió molesta consigo misma. Estaba avergonzada por aquella demostración excesiva de frustración, sus mejillas se tintaron de un suave rojo y bajó la mirada. Con los dedos, acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja, la cual también estaba sonrosada.
Miró nuevamente la ciudad y luego al peliblanco. Allí no tenía libertad alguna, estaba en desventaja como para hacer las preguntas. Ese era el espacio del desconocido monocromático, su arena de batalla. Allí, Alma se encontraba a su merced.
—Eres injusto— comenzó a decir, cerrando los ojos y masajeándose la sien suavemente. —¡Todo el mundo oculta cosas! Tú sobretodo, y lo estás ocultando demasiado bien. Te he molestado cual niña comparando este lugar con una casa de muñecas aburrida, pero en todo este tiempo, ni un sólo músculo de tu cuerpo se ha tensado ni un poco,¡estás allí, inexpresivo! Estoy segura de que te olvidarás de mi visita y yo seguiré pensando en quién o qué eres, pero ocultas este lugar de los alumnos y tu nombre especialmente de mí. ¿Qué es tan importante que te reservas cualquier mínima reacción a mis incoherencias? ¿Qué es tan importante que te hace temer lo que una simple alumna humana pueda saber?
En ese entonces, sucedió algo que en muchos años no había ocurrido. Sentía ganas de llorar, sentía que debía llorar. En cierto modo, llorar le era imposible, aún si lo intentara, todo lo que lograba era que sus mejillas se tornaran rojas y que se hiciese un nudo en la garganta. No tenía fe en volver a ver ese expectacular espacio o a ese individuo, eso la decepcionaba un poco. Sus hombros dejaron de estar tan tensos.
—¿Sabes? Vi tu silueta atravesar una pared como un fantasma blanco, luego llegué y estabas flotando. No veía eso nunca de donde vengo, y a pesar de que haz desmenuzado mi forma de verme a mi misma de una forma insensible, me duele creer que lo más probable es que todo esto sea un sueño, producto de la gran cantidad de dulces que comí por la tarde— dijo, como si hiciera una rabieta, con un tono desesperanzado y levemente enojado. —Y que mañana y los años que estudie aquí pasaré por el pasillo intentando abrir una puerta secreta pero sólo será piedra quieta.
Hizo una pausa.
—Me llamo Alma, vas a negarme tu nombre, ¿verdad?— finalizó, entre irritada y desencantada.
- bienvenidos a juegos mentales! (off):
- Buenas noches,
supongo que conseguí un poquito de inspiración o quizas me quedo demasiado largo porque sentia que estaba roleando un personaje con reacciones vacías.
Es lo más corto que pude hacerlo, pero mañana tengo un vuelo así que no podré responder tan pronto, quizás tenga mas tiempo el martes por la tarde, por lo que te dejo algo largo con una almita frustrada que habla mucho. See ya'.
-Eni
Invitado- Invitado
Re: Birth of the Copied City. {Libre}
Era perfecto.
Sencilla y completamente perfecto.
Esto es lo que él estaba buscando desde hace tanto y tanto tiempo.
Por supuesto! Imperfección, dudas! Nada de androides que marchan ciegos hasta su ruina. Nada de demonios que están abrumados en poder. Ni vampiros que saben bien de lo infalible de su inmortalidad. Humanos! Con llantos, con desesperación! Seres débiles y con consciencia de su debilidad! Seres que se cuestionan! Que titubean! Que son mucho más que un simple cascarón combativo!
Es esto por lo que Adam había estado esperando toda su vida! Un auténtico miembro de la raza humana! Un ser que sufre, que no es perfecto!
Este era el verdadero ser humano que estaba dispuesto a buscar!
- Sí. Los humanos son débiles, y patéticos. Pero aún así os reverenciamos como dioses. Como lo que nunca terminaremos por ser. Como seres extintos hace años y años. Cosas que conviven en el apartado de las leyendas! Pero son esto. Nada digno de ser adorado ni bendecido! Entonces, me pregunto... Por qué? -
El hombre cambió completamente su mirada. Ahora había fascinación. La mortaja enferma de un hombre tan cerca de su objetivo que hasta puede olerlo. Hasta podría escuchar aquellas voces en su cabeza, empujándolo. Motivándolo a seguir explotando y aprendiendo de los sentimientos de esta mujer.
Become as gods.
Become as gods.
Los humanos, son seres impresionantes, luego de todo.
Fueron los primeros entes pensantes. Ellos tienen la capacidad de idear, crear, mientras que los seres como Adam pueden aprender, pero sólo dentro de lo que está establecido. Su capacidad tiene un límite. Pero el humano no. Porque el humano puede utilizar su cerebro para alcanzar lo que para los robots está predefinido. Incluso superar sus capacidades, si se lo proponen. Pero han sido atados. Atados por sus propios conceptos. Maniatados por la política, por el dinero, por la necesidad de un capital, de la satisfacción de usarlo. Por el placer que les provoca sentirse más que el otro por poseer más capital y recursos.
- Quieres saber lo que oculto? Y ni siquiera comprendes el por qué. No hay miedo, ni sombra. Sólo que quizá algunas cosas cambien si lo descubres. Aunque no lo han hecho. Quizá debería probar... Hablando del Síndrome. Del proyecto Gestalt. O la organización Hamelin? Por qué Shinjuku no ha sido bombardeada hasta los cimientos? O es que pasó y no me he dado cuenta? Realmente hay cosas que no puedo comprender ni por mi propia cuenta. Y aún así... Sigo asombrado. Porque de cierta forma, ya ni siquiera sé de dónde provengo. -
El hombre ejerció una sonrisa, y los cubos comenzaron a rodar en torno a él. Acomodando sus gafas, el hombre observó a la mujer. Quizá se había excedido. Hablado más de la cuenta. A ella ni siquiera le interesaba lo que ocurrirá. Cielos, probablemente ni siquiera tiene idea de qué es lo que el droide habla! Eso sólo la iba a confundir más. Aunque seguramente eso sería para mejor.
- Adam. Tómalo como un regalo por tu colaboración, Alma. Es un nombre bonito, sin duda. -
Curioso que tenga precisamente ese nombre. "Alma". Como aquel órgano psicológico que según los datos, los humanos creían poseer y que les permitía la vida y la voluntad de mantener tal vida en pie. El sentido metafórico del avance humano. De la pasión, de los sentimientos y emociones. Era por no poseer esta "Alma", que las máquinas tenían que aprender todo secuencialmente? Era "Alma" la detentadora de la creatividad? De la imaginación?
Era algo que necesitaba ser descubierto. Por el bien de las máquinas.
Sencilla y completamente perfecto.
Esto es lo que él estaba buscando desde hace tanto y tanto tiempo.
Por supuesto! Imperfección, dudas! Nada de androides que marchan ciegos hasta su ruina. Nada de demonios que están abrumados en poder. Ni vampiros que saben bien de lo infalible de su inmortalidad. Humanos! Con llantos, con desesperación! Seres débiles y con consciencia de su debilidad! Seres que se cuestionan! Que titubean! Que son mucho más que un simple cascarón combativo!
Es esto por lo que Adam había estado esperando toda su vida! Un auténtico miembro de la raza humana! Un ser que sufre, que no es perfecto!
Este era el verdadero ser humano que estaba dispuesto a buscar!
- Sí. Los humanos son débiles, y patéticos. Pero aún así os reverenciamos como dioses. Como lo que nunca terminaremos por ser. Como seres extintos hace años y años. Cosas que conviven en el apartado de las leyendas! Pero son esto. Nada digno de ser adorado ni bendecido! Entonces, me pregunto... Por qué? -
El hombre cambió completamente su mirada. Ahora había fascinación. La mortaja enferma de un hombre tan cerca de su objetivo que hasta puede olerlo. Hasta podría escuchar aquellas voces en su cabeza, empujándolo. Motivándolo a seguir explotando y aprendiendo de los sentimientos de esta mujer.
Become as gods.
Become as gods.
Los humanos, son seres impresionantes, luego de todo.
Fueron los primeros entes pensantes. Ellos tienen la capacidad de idear, crear, mientras que los seres como Adam pueden aprender, pero sólo dentro de lo que está establecido. Su capacidad tiene un límite. Pero el humano no. Porque el humano puede utilizar su cerebro para alcanzar lo que para los robots está predefinido. Incluso superar sus capacidades, si se lo proponen. Pero han sido atados. Atados por sus propios conceptos. Maniatados por la política, por el dinero, por la necesidad de un capital, de la satisfacción de usarlo. Por el placer que les provoca sentirse más que el otro por poseer más capital y recursos.
- Quieres saber lo que oculto? Y ni siquiera comprendes el por qué. No hay miedo, ni sombra. Sólo que quizá algunas cosas cambien si lo descubres. Aunque no lo han hecho. Quizá debería probar... Hablando del Síndrome. Del proyecto Gestalt. O la organización Hamelin? Por qué Shinjuku no ha sido bombardeada hasta los cimientos? O es que pasó y no me he dado cuenta? Realmente hay cosas que no puedo comprender ni por mi propia cuenta. Y aún así... Sigo asombrado. Porque de cierta forma, ya ni siquiera sé de dónde provengo. -
El hombre ejerció una sonrisa, y los cubos comenzaron a rodar en torno a él. Acomodando sus gafas, el hombre observó a la mujer. Quizá se había excedido. Hablado más de la cuenta. A ella ni siquiera le interesaba lo que ocurrirá. Cielos, probablemente ni siquiera tiene idea de qué es lo que el droide habla! Eso sólo la iba a confundir más. Aunque seguramente eso sería para mejor.
- Adam. Tómalo como un regalo por tu colaboración, Alma. Es un nombre bonito, sin duda. -
Curioso que tenga precisamente ese nombre. "Alma". Como aquel órgano psicológico que según los datos, los humanos creían poseer y que les permitía la vida y la voluntad de mantener tal vida en pie. El sentido metafórico del avance humano. De la pasión, de los sentimientos y emociones. Era por no poseer esta "Alma", que las máquinas tenían que aprender todo secuencialmente? Era "Alma" la detentadora de la creatividad? De la imaginación?
Era algo que necesitaba ser descubierto. Por el bien de las máquinas.
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Re: Birth of the Copied City. {Libre}
Como si aún no estuviese lo suficientemente perpleja ante la bizarra situación general, el monocromático individuo continuaría a demostrar un cambio en su humor de manera impredecible. La joven no comprendía qué parte de lo que había dicho o hecho podría haber generado tal estado anímico ajeno. Le costaba dejar de observarlo, de ver como sus facciones se tensaban y relajaban, cómo ponía empeño en dar el énfasis justo y necesario a cada palabra perteneciente a su monólogo.
Era todo aquello demasiado raro. A Alma le encantaba su hallazgo, por supuesto, pero no podía evitar extrañarse.
El hombre frente a ella no estaba simplemente interesado en descuartizar su imagen de sí misma, de desmembrar su filosofía de vida o de generarle una crisis existencial. No podía significar sólamente eso en absoluto. Estaba claro que su discurso elocuente y sus preguntas bien empleadas eran simplemente el medio para obtener información. La incógnita era, en ese caso, la razón de por qué quería ver esos resultados. Mientras Alma fijaba sus orbes azul pálido en unos entusiasmados rojo escarlata, se preguntába por qué él estaba tan interesado en los humanos al punto de compararlos tontamente con figuras divinas.
—¿Dónde en el universo la humanidad es vista de ese modo?— preguntó, riendo ante un comentario que le parecía extravagante. —Como dioses...— repitió, haciendo una pausa.
Pensó, por un momento, buscando responder a su propia pregunta. Podía no ser una persona dotada de una magnífica inteligencia pero, aún siendo así, desde hace muchos años le había interesado la historia en general. Revisó cautelosamente en su memoria, tratando de comprender quién era el grupo que adoraba a la humanidad entera como si fuesen dioses.
—Los humanos han buscado comparar otros humanos con deidades. Los monarcas de distintas antiguas civilizaciones eran creídos dioses en la tierra por los mismos humanos. Los faraones egipcios, por ejemplo— comentaba, entretenida, aún manteniendo una nota seria. —Sin embargo, hablas de civilizaciones enteras que pusieran en un puesto tan alto a la humanidad entera, entonces, ¿de quiénes estamos hablando?
Sentía la fascinación crecer en ella a medida que él hablaba y ella, a su vez, intentaba responderse las incógnitas que se planteaban tras cada frase ambigua de la voz ajena. Le costaba, en cierto modo, no salir corriendo de allí a pesar de que una corazonada palpitase negativamente sobre la cueva blanca en la que se encontraba. Sin darse cuenta en absoluto de la manía, jugaba con sus dedos de manera inquieta. Intentaba prestar atención a los planteamientos que le proponía el desconocido, sin embargo, dentro de su entusiasmo él balbuseaba frases llenas de contenido que, estando todas juntas, perdían el significado completamente. Anonadada ante tantas cosas llenas de sentido que a la vez no lo tenían, le frustraba la ambigüedad presente en la comunicación del sujeto.
—Tanto tú como yo dudamos de mi comprensión sobre tus temas de charla... Pero aún así no dejo de querer saber de qué se trata— le dijo con el tono de un niño obstinado. A esas alturas, se hallaba muy encaprichada con descifrar el rompecabezas de la identidad de quien tenía frente a ella.
Tras el misterio que emanaba ese lugar se sentía un aire triste, una añoranza melancólica. Como el deseo que todo ser humano tiene, en algún momento de su vida, de volar y atravesar las nubes; como si aquel inmenso lugar sólo tuviera la oportunidad de soñar con ser, sin llegar a ser realmente. El límite de la capacidad que cruelmente permite imaginar sin tener la oportunidad de concretar. Quizás habían cosas que si se deseaban con el ímpetu suficiente, podrían llegar a volverse realidad, pero en el espacio blanco cual nieve, Alma sentía que todo lo que soñaba, que todo lo que conocía podía ser una mera ilusión. Aquel sujeto que se le presentó como "Adam", la cual podía ser tanto una verdad como una mentira, daba una sutil sensación de ser alguien que anhelaba muchísimo de todo lo que lo rodeaba, pero cuanto más se acercaba a su solución, más alejado estaba de sí mismo. ¿Es que había, desde un principio, una cercanía a sí mismo?
Mientras los cubos blancos flotaban junto al peliblanco, cual hadas danzando con gracias alrededor de su círculo encantado, Alma ya no comprendía de dónde provenía él tampoco. En cierto modo, eso le hacía perder el miedo.
Comenzó a caminar, despacio y con un paso elegante, pasando al lado del hombre. Habiendo abanzado unos cuantos metros, se topó con una de las puertas falsas que había allí. Parecía formar parte del esqueleto de una maqueta compleja, un material ausente de cualquier color intentando representar la entrada a un edificio.
—Podríamos intentar explicar... ¿Por qué tu laboratorio de investigaciones luce como una ciudad?— preguntó, sin mirarle, tocando gentilmente la construcción compuesta con un material indescriptible.
Se alejó, nuevamente, de la puerta representativa que acababa de palpar y continuó caminando por la magnífica ciudad en formación. Avanzó relajada entre los muros de esa ciudad, observando todo como si fuese un bellísimo museo de arte clásico, aún sin que aquel lugar posea arte en absoluto.
—¿Sabes que todavía creo que estoy soñando todo esto, Adam?— comentó luego, levantando apenas la voz debido a que se encontraba a unos diez metros de él. —¿O es así como te encuentras con Dios?
Tras una fugaz idea, se volteó agraciadamente cual bailarina; su espada tintineó apenas dentro de su funda, y su falda bailó acompañando su movimiento repentino. Quedó mirando hacia Adam nuevamente, curvando las comisuras de sus labios en una sonrisa sincera. —¿Eres Dios?— le preguntó, divertida.
Invitado- Invitado
Re: Birth of the Copied City. {Libre}
- No me creerías si te lo dijera. -
Claro. Como si fuese fácil digerir que viene de diez mil años en el futuro. Bueno, eso sería para cuando su mente se haya quebrado por fin. No era tan simple como ir y soltar una aseveración tan difícilmente comprobable sin preparar la consciencia ajena primero. Prepararla a punto de dejarla tan susceptible que creyese cualquier cosa que le digan, honestamente.
De todas maneras, esta muchacha era sorprendente. Tras la careta de los monosílabos, había un mundo rico y florido, de preguntas y respuestas, de emociones, de debilidades. De potencial en desperdiciar.
Aunque se estaba ahogando en un vaso de agua. Luego de todo, si los humanos adoraban a los dioses porque no los podían alcanzar y no tenían una idea clara de ellos, el mundo de Adam adoraba a los humanos porque no los podían alcanzar y sólo había rastros e indicios de su existencia. Para ser un dios, debes ser superfluo, abandonar tu vida debes. Si los humanos eran comparados a los dioses, es porque obviamente era un mundo donde los humanos no simplemente no existían, sino que ciertamente habían existido y algo los borró.
No era un pensamiento muy difícil de adquirir, pero había que saber un poco hacia dónde mirar.
Pero en un mundo donde cosas como demonios, ángeles y vampiros conviven con los seres humanos, sí es un poco más complicado pensar que el mundo del que proviene Adam es una distopía dirigida por las máquinas.
- Quieres saber de qué hablo? Bueno. Partamos por la Base. Según Accord... Según Accord... Ehhh... 2003. Hace catorce años. No ocurrió nada en Shinjuku? Algo que hayas oído por muy bizarro que parezca. Más directamente, sobre un gigante blanco. -
Los cubos fueron alejándose lentamente, volviendo a sus puestos de trabajo. Algunos tenían que arreglar las imperfecciones de las calles, traducidas en sectores completamente cúbicos, engarzados en las calles y los edificios, perturbando la perfección del copiado en cada casa. O simplemente levantando más y más edificios, estudiando y comprendiendo arquitectura humana. Como si pretendiesen ir más allá de un conocimiento tan sencillo.
El conocimiento que la copia de la humanidad pretende. El conocimiento del ser legítimo. Cómo dejar de procesar y empezar a pensar. Porque a pesar de que bajo sus venas sintéticas corriese sangre, no era sangre, era un sustituto inorgánico. Por mucho que fuese una aproximación al cuerpo humano de un 99.9%, su cuerpo seguía sin ser humano. Era el más perfecto de las simulaciones humanas nunca antes engendradas por las máquinas, al punto de que incluso fue desarrollado en un útero improvisado, junto a su hermano, nacido de sus datos y carne. Incluso su nombre era una imitación. "Adam", la primera máquina con pleno funcionamiento humano. Como el primer humano vivo. Su hermano, "Eve", por representar el ímpetu y la pasión femenina, nacido desde el tejido de datos de Adam. Y sin embargo, no eran en absoluto miembros de los Homo Sapiens Sapiens. Adam era real pero no era Auténtico. Pinocho queriendo ser un niño de verdad.
Pero no hay hadas madrinas en este cuento. Sólo un androide hermoso, una muchacha cubierta de miedo, y un cuento dentro de otro, sobre un dragón derribado por misiles.
Alma avanzó, pasando del hombre. Y acarició una de las puertas de la ciudad. Era de un material perfectamente liso, suave. Pero el pomo no giraba. Era un bloque de silicio y grafito moldeado como una puerta. Pero jamás una puerta. Una imitación. Como todo lo que había alrededor. El símbolo de una idea que pretende ser alcanzada, sin lograrlo. Era una ciudad bella de blanco impoluto, pero no era una pieza de arte. No puedes atar un bloque de cemento a una cuerda en el techo, colocar un vidrio a un lado y decir que es arte. Es un experimento. O incluso un desorden. Pero jamás arte.
- Quién sabe. Ustedes dicen que ven una luz al final de un túnel antes de ver a Dios. Sin duda lo verás al despertar. -
El hombre entonces la vio alejarse. La vio irse, y le dio una reverencia en soledad. No le iba a seguir. Si iba a alejarse, estaba bien. Luego de todo, no era divertido si le sacas toda la información a tu víctima de una jornada. Por algo las curaciones a las enfermedades más grandes eran denominadas "terapias" de prolongación en el tiempo. Y la humanidad estaba enferma de gravedad.
- Porque, sin duda, los dioses sois ustedes. -
Una enfermedad llamada libertad.
Claro. Como si fuese fácil digerir que viene de diez mil años en el futuro. Bueno, eso sería para cuando su mente se haya quebrado por fin. No era tan simple como ir y soltar una aseveración tan difícilmente comprobable sin preparar la consciencia ajena primero. Prepararla a punto de dejarla tan susceptible que creyese cualquier cosa que le digan, honestamente.
De todas maneras, esta muchacha era sorprendente. Tras la careta de los monosílabos, había un mundo rico y florido, de preguntas y respuestas, de emociones, de debilidades. De potencial en desperdiciar.
Aunque se estaba ahogando en un vaso de agua. Luego de todo, si los humanos adoraban a los dioses porque no los podían alcanzar y no tenían una idea clara de ellos, el mundo de Adam adoraba a los humanos porque no los podían alcanzar y sólo había rastros e indicios de su existencia. Para ser un dios, debes ser superfluo, abandonar tu vida debes. Si los humanos eran comparados a los dioses, es porque obviamente era un mundo donde los humanos no simplemente no existían, sino que ciertamente habían existido y algo los borró.
No era un pensamiento muy difícil de adquirir, pero había que saber un poco hacia dónde mirar.
Pero en un mundo donde cosas como demonios, ángeles y vampiros conviven con los seres humanos, sí es un poco más complicado pensar que el mundo del que proviene Adam es una distopía dirigida por las máquinas.
- Quieres saber de qué hablo? Bueno. Partamos por la Base. Según Accord... Según Accord... Ehhh... 2003. Hace catorce años. No ocurrió nada en Shinjuku? Algo que hayas oído por muy bizarro que parezca. Más directamente, sobre un gigante blanco. -
Los cubos fueron alejándose lentamente, volviendo a sus puestos de trabajo. Algunos tenían que arreglar las imperfecciones de las calles, traducidas en sectores completamente cúbicos, engarzados en las calles y los edificios, perturbando la perfección del copiado en cada casa. O simplemente levantando más y más edificios, estudiando y comprendiendo arquitectura humana. Como si pretendiesen ir más allá de un conocimiento tan sencillo.
El conocimiento que la copia de la humanidad pretende. El conocimiento del ser legítimo. Cómo dejar de procesar y empezar a pensar. Porque a pesar de que bajo sus venas sintéticas corriese sangre, no era sangre, era un sustituto inorgánico. Por mucho que fuese una aproximación al cuerpo humano de un 99.9%, su cuerpo seguía sin ser humano. Era el más perfecto de las simulaciones humanas nunca antes engendradas por las máquinas, al punto de que incluso fue desarrollado en un útero improvisado, junto a su hermano, nacido de sus datos y carne. Incluso su nombre era una imitación. "Adam", la primera máquina con pleno funcionamiento humano. Como el primer humano vivo. Su hermano, "Eve", por representar el ímpetu y la pasión femenina, nacido desde el tejido de datos de Adam. Y sin embargo, no eran en absoluto miembros de los Homo Sapiens Sapiens. Adam era real pero no era Auténtico. Pinocho queriendo ser un niño de verdad.
Pero no hay hadas madrinas en este cuento. Sólo un androide hermoso, una muchacha cubierta de miedo, y un cuento dentro de otro, sobre un dragón derribado por misiles.
Alma avanzó, pasando del hombre. Y acarició una de las puertas de la ciudad. Era de un material perfectamente liso, suave. Pero el pomo no giraba. Era un bloque de silicio y grafito moldeado como una puerta. Pero jamás una puerta. Una imitación. Como todo lo que había alrededor. El símbolo de una idea que pretende ser alcanzada, sin lograrlo. Era una ciudad bella de blanco impoluto, pero no era una pieza de arte. No puedes atar un bloque de cemento a una cuerda en el techo, colocar un vidrio a un lado y decir que es arte. Es un experimento. O incluso un desorden. Pero jamás arte.
- Quién sabe. Ustedes dicen que ven una luz al final de un túnel antes de ver a Dios. Sin duda lo verás al despertar. -
El hombre entonces la vio alejarse. La vio irse, y le dio una reverencia en soledad. No le iba a seguir. Si iba a alejarse, estaba bien. Luego de todo, no era divertido si le sacas toda la información a tu víctima de una jornada. Por algo las curaciones a las enfermedades más grandes eran denominadas "terapias" de prolongación en el tiempo. Y la humanidad estaba enferma de gravedad.
- Porque, sin duda, los dioses sois ustedes. -
Una enfermedad llamada libertad.
Invitado- Invitado
Re: Birth of the Copied City. {Libre}
En efecto, no le importaba demasiado qué sería tan sorprendente como para que fuese difícil de creer. De hecho, lo que menos importancia tenía era creer la historia del individuo, sólo deseaba conocerla. Siempre había tenido interés en conocer el origen de las cosas, las causas y los efectos de todas las ocurrencias a su alrededor. Adam parecía alguien tan lejano, tan complejo, estudiarlo a él se sentía como indagar en la historia del mundo. Existían tantas versiones de los hechos, todas ellas tratando de dar una imagen de cómo habían sucedido; y, sin embargo, ninguna llegaba a ser "el hecho", sólo un relato basado en este.
A su manera imprudente de entrometerse en todo lo que captase su interés, a Alma ya no le preocupaba que tan frave fuese la falta por interesarse más en él, en oír lo que tenía por contar: por más increíble que fuera.
—En 2003...— repitió para sí misma, presionando su pulgar contra su labio inferior, algo confundida.
Ella, ciertamente, no llevaba tanto tiempo en Japón como para haber presenciado los sucesos que le habían sido mencionados. Sin embargo, siendo una aficionada al estudio de la historia, en una de sus lecturas en foros sobre la historia moderna de japón, un usuario comentó sobre una batalla entre máquinas durante la madrugada, a mediados del 2003. Sin embargo, no pudo encontrar información más clara sobre lo que había leído y poco después, el comentario fue eliminado del historial del tema; Alma consideró aquello una intervención de un troll y decidió no darle importancia.
Alma aún miraba, fascinada, la manera en la cual los cubos viajaban por el aire. Había algo relajante en el sonido que éstos hacían mientras construían casas conceptuales. Se preguntaba cuál era su fuente de energía para volar, cómo era que se unificaban tan prolijamente para conformar estructuras, cuál era su origen... Pero, aún con tantas incógnitas sobre todo lo que se encontraba a su alrededor, preguntarle a Adam traería respuestas ambiguas, acertijos, o cuestionamientos sobre su capacidad de comprensión. Siendo así, se limitaba a observar, maravillada, los entes blancos.
—No quiero despertar— le replicó, desde la distancia. —Me gusta estar aquí, pero siento que será la única vez que visite tu escondite— le repondió, con una simple sonrisa provisoria.
Esperaba que caminase junto a ella, recorriendo la inmensa ciudad ficticia, pero él permanecía estático, como una pintura. "¿No vienes?" quería pedirle, encaprichada. Aún cuando era la joven quien se había alejado en un principio, tenía la sensación de que el individuo inalcanzable era él. Se trataba de un sentimiento común entre los humanos: el deseo por lo inasequible. Su visita era única, era un sueño difuso e irrepetible, pero ella anhelaba que no lo fuera. Conocerle parecía imposible y, sin embargo, estaba dispuesta a saber qué era Adam para Legacy y de dónde provenía, sin importar lo que investigarle implicara.
—No somos dioses— dijo, entre una cantarina risita. —Yo, por lo menos, no podría ser un Dios en absoluto. Es más, apenas sé qué soy, sin referirme mucho a la pregunta filosófica— comentó, como si bromeara sobre su inseguridad.
Alma, seducida por la curiosidad, siguió caminando.
—No sé que seas, Adam, pero este espacio tuyo es maravilloso a su manera— continuó, en tono alegre, a medida que se alejaba. —Me da miedo, pero es precioso— hizo una pausa. —Te envidio; ¿recuerdas que mencioné que los seres humanos son capaces de crear cosas impresionantes? En cierto modo, tengo el sentimiento de que estás más cerca de lo humano que yo, que sólo se defenderme—.
Invitado- Invitado
Re: Birth of the Copied City. {Libre}
Esperó. Esperó y esperó. Demasiado tiempo. Se supone que todo el mundo debería conocer lo que ocurrió en 2003. El gran gigante en Shinjuku, devorándolo todo. Un dragón danzando para darle muerte. Con un príncipe maldito montándolo. El dragón que derrotaría al gigante pero sería derribado por misiles. Los misiles que crearían una reacción en cadena que convertiría a la humanidad en seres de sal sedientos de muerte. La plaga que llevaría a algunos humanos a llevar a niños a luchar contra los seres de sal. Que abandonarían su humanidad como tal. Que se abrirían a una nueva existencia mientras creaban vehículos para regresar a la anterior. Que estos vehículos iban a tomar consciencia propia y rechazarlos. Y eliminarlos en un acto de amor egoísta. Que esos vehículos eventualmente morirían, y la tierra sólo sería poblada por máquinas dejadas hace miles de años. Máquinas que tendrían que enfrentar a alienígenas y a sus propias máquinas.
Me estás diciendo que no ocurrió nada de eso? Que ni siquiera han mencionado al Muro de Jericó? El hombre bufó decepcionado.
- Oh. Lo siento. Creo... que sí me he equivocado. No es esta línea temporal. Seguro que no. -
Al no ser esta su línea temporal, eso sólo indicaba una cosa. Había perdido el rumbo del espacio-tiempo. Probablemente no podría volver a su época, a su año 12000 DC. Todos los cubos cayeron de golpe y dejaron de hacer sus labores, como si congeniaran con el misterioso hombre en su desazón. Qué importaba Legacy? Qué importaba Merak? Había una razón por la cual él estaba aquí, y era para aprender de los auténticos humanos. Pero al parecer estos no lo eran en este recoveco del tiempo. Porque él no estaba en la línea temporal que le correspondía.
Había equivocado el paso, y estos no eran los humanos a los que debía examinar y diseccionar.
- Si quieres, te lo otorgo. Pareces fascinada con él. Te sobrecoge. Te aterra. Acá podrás explorar tus más bajos instintos, contemplando mi monumento a la superficialidad del mundo. Yo ya no lo voy a necesitar. -
Y continuó farullando. Dí lo que quieras, Alma. Pero las máquinas siempre os verán como dioses. Porque vosotros sois nuestros creadores, de quienes se saben como los seres autónomos. O los creadores de las directrices que quisieron asimilar. O los dueños de las vidas que quisieron tener. O los manipuladores de las emociones que quisieron sentir. Ustedes, tan distantes y tan privados, tan inalcanzables, son dioses para la estirpe de las máquinas.
No puedes rechazar el ser visto como un dios. Porque los dioses no se nacen. Se crean por la convicción de miles, de millones. No eres tú quien decide ser dios. El colectivo es el que te denomina dios. El tiempo te convierte en dios. La costumbre general te hace dios. Pero para qué hablamos de dioses? Era cierto. Los humanos no eran dioses. Estos humanos no eran dioses. Los humanos de este mundo no eran dioses ni mucho menos interesantes.
Entonces era mejor irse de este sitio, que no sería de provecho para sus propósitos.
Y con irse, Adam se refería a abandonar esta realidad por completo.
- Eso es porque tú te has limitado a ello. Tú eres poderosa, porque fuiste capaz de crear algo: Las cadenas mentales que tú misma te impusiste. Tú fuiste la que limitó sus capacidades, y para eso expandió otras capacidades, como la habilidad política de establecer reglas, que no te saquen de tu zona de confort. -
Pero es lo último que diría a Alma como consejo. Adam había perdido completamente el interés. Aquella realidad no aquella de la que provenía, por lo que esta no era la humanidad a la que las máquinas adoraban. Alma tenía razón: Estos humanos no eran sus dioses. Sólo eran un experimento fallido y sucio. Incompleto. Vacío como su ciudad copiada.
- Véis? Son ustedes vuestros propios dioses. Porque luego de todo, tales dioses no necesariamente son benignos. -
Vacío como sus intenciones de quedarse un día más en esta realidad que no le correspondía.
Me estás diciendo que no ocurrió nada de eso? Que ni siquiera han mencionado al Muro de Jericó? El hombre bufó decepcionado.
- Oh. Lo siento. Creo... que sí me he equivocado. No es esta línea temporal. Seguro que no. -
Al no ser esta su línea temporal, eso sólo indicaba una cosa. Había perdido el rumbo del espacio-tiempo. Probablemente no podría volver a su época, a su año 12000 DC. Todos los cubos cayeron de golpe y dejaron de hacer sus labores, como si congeniaran con el misterioso hombre en su desazón. Qué importaba Legacy? Qué importaba Merak? Había una razón por la cual él estaba aquí, y era para aprender de los auténticos humanos. Pero al parecer estos no lo eran en este recoveco del tiempo. Porque él no estaba en la línea temporal que le correspondía.
Había equivocado el paso, y estos no eran los humanos a los que debía examinar y diseccionar.
- Si quieres, te lo otorgo. Pareces fascinada con él. Te sobrecoge. Te aterra. Acá podrás explorar tus más bajos instintos, contemplando mi monumento a la superficialidad del mundo. Yo ya no lo voy a necesitar. -
Y continuó farullando. Dí lo que quieras, Alma. Pero las máquinas siempre os verán como dioses. Porque vosotros sois nuestros creadores, de quienes se saben como los seres autónomos. O los creadores de las directrices que quisieron asimilar. O los dueños de las vidas que quisieron tener. O los manipuladores de las emociones que quisieron sentir. Ustedes, tan distantes y tan privados, tan inalcanzables, son dioses para la estirpe de las máquinas.
No puedes rechazar el ser visto como un dios. Porque los dioses no se nacen. Se crean por la convicción de miles, de millones. No eres tú quien decide ser dios. El colectivo es el que te denomina dios. El tiempo te convierte en dios. La costumbre general te hace dios. Pero para qué hablamos de dioses? Era cierto. Los humanos no eran dioses. Estos humanos no eran dioses. Los humanos de este mundo no eran dioses ni mucho menos interesantes.
Entonces era mejor irse de este sitio, que no sería de provecho para sus propósitos.
Y con irse, Adam se refería a abandonar esta realidad por completo.
- Eso es porque tú te has limitado a ello. Tú eres poderosa, porque fuiste capaz de crear algo: Las cadenas mentales que tú misma te impusiste. Tú fuiste la que limitó sus capacidades, y para eso expandió otras capacidades, como la habilidad política de establecer reglas, que no te saquen de tu zona de confort. -
Pero es lo último que diría a Alma como consejo. Adam había perdido completamente el interés. Aquella realidad no aquella de la que provenía, por lo que esta no era la humanidad a la que las máquinas adoraban. Alma tenía razón: Estos humanos no eran sus dioses. Sólo eran un experimento fallido y sucio. Incompleto. Vacío como su ciudad copiada.
- Véis? Son ustedes vuestros propios dioses. Porque luego de todo, tales dioses no necesariamente son benignos. -
Vacío como sus intenciones de quedarse un día más en esta realidad que no le correspondía.
Última edición por Adam el Jue Ago 17, 2017 12:53 am, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: Birth of the Copied City. {Libre}
Había caminado hasta el fin de esa ciudad recreada; había tocado fondo y no quedaba más que regresar.
Se volteó hacia el hombre tras ella. Caminó como si diese pequeños y agraciados saltos hasta que la ajena voz pesada captó su atención. Se detuvo donde estaba, mirándole. Adam parecía frustrado, preocupado. Se preguntó si algo que había hecho o dicho le había molestado. Sin embargo, más allá de que se había metido en su guarida sin permiso, Alma no recordaba haber sido demasiado insolente con él; de todos modos, no le sorprendería haberlo sido sin caer en la cuenta.
En silencio, continuó acercándose a él nuevamente. Sus pasos ya no tomaban un vuelo aniñado desde el suelo, sino que se mantenían en tierra firme. Una vez más, la ansiedad la unía a la tierra y le impedía comportarse de la manera infantil que siempre le hacía feliz. ¿Por qué parecía tan molesto?
—¡No tiene sentido estar acá sola!— le replicó exclamando, al instante en que entendió que, si volvía allí, sería un lugar solitario y oscuro, frío como el tono de voz del peliblanco pronunciando cada palabra.
En definitiva, sería aburrido volver a ese lugar de ensueño sin tener un ser, casi extraído de una pintura, con quien hablar. El espacio, poco a poco, perdería su magia: los cubos dejarían de danzar en el aire, sus pisadas emitirían un eco solitario, el miedo que sentía se volvería vacío.
Si todo eso había sido real pero jamás podía volver a hablar con Adam, prefería que se tratase de un mal sueño.
—¿Cual es el chiste de venir... si tú no vas a estar aquí?— preguntó, molesta.
No quiso mirarle, no pudo mirarle. Él era el fantasma de sus sueños, el hombre que hablaba de realidades alternas, que le hacía cuestionarse su propia forma de vida y, a la vez, le daba esperanzas. Alguien tan emocional como Alma no podría decirle algo como eso a una persona, mirándole, sin lagrimear un poco o manteniendo un tono de voz que no se quiebre, rendido ante la angustia. Mientras siguió su paso hacia la dirección de donde había venido, pasó de él y una parte de su ilusión fue arrancada con dureza.
Tal como le había dicho momentos antes, le repitió, como si hiciese un berrinche:
—¡Eres injusto, Adam!—
Se mordió el labio inferior, mirarle dolía. Trató de memorizar cada detalle de aquel personaje, de grabarlo en su alma o en su mente, cualquiera de los dos estaría bien. Lo dibujaría muchas veces, imaginaría conversaciones irreales, cualquier cosa que le ayude a pasar de la desilusión de no verlo jamás. ¿A quién podría contarle de él? Sería una carga en su pecho, alguien que extrañaría mientras él no sería capaz de recordarla.
Tan solo bastaron unos segundos de observación para que sus ojos se sintieran húmedos, por lo que tuvo que huir antes de ridiculizarse aún más. Echó a correr con todas sus fuerzas. Tuvo que forzarse a sí misma a no mirar atrás. Al llegar al ascensor, entró y operó absolutamente todos los botones del artefacto esperando que alguno, eventualmente, la llevase hasta el piso de arriba. Luego, cayó rendida contra la pared metálica.
"It wasn't an easy goodbye"
- off:
Alma sale del tema.
Invitado- Invitado
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