The First Folio [ Libre! ]

Digamos que no hay muchas formas de hacer algo dinámico con este formato. Así que voy a pedir prestado muchas cosas de tí.

Necesitaré que hagas un ejercicio de abstracción. Imaginar algunas cosas y visualizar otras.
Te ayudaré con describir.
Y tal vez termine poniendo una imagen referencial al final.

Digamos que estás caminando por esta zona, en la periferia de Yokohama. No hay muchas personas, pese a ser un sitio comercial.
Todas las tiendas abiertas por una calle estrecha de asfalto y cemento.
Entre tiendas de cortinas de metal, entre almacenes, tiendas de ropa, una tienda ocasional de merchandising de anime y la típica "konbini" que nunca cierra, hay un pequeño callejón a mitad de camino.
Ahí, entre la farmacia y el gimnasio físico en un edificio insultantemente estrecho.

En ese callejón hay varios bloques de reciclaje de basura, un par de puertas con luces de neón que sugieren un café y un bar de poca monta, y entre ellos y una casa de empeños con luces mortecinas y escaparates de madera, hay una puerta del mismo material.

Bien lustrosa, bien barnizada.
Con un ventanal cuadrado en la parte superior, empotrada de forma cómica, irreal entre los muros grises de concreto que por alguna  voltereta del destino no han sido pintarrajeados con aerosol.

El único lema pegado en el ventanal sobrio y de vidrio polarizado blanco. Fuera del dibujo de una cara de perro con un sombrerito de caza en el centro.
Un pomo de bronce. Como cualquier puerta de oficina noventera. Algo perfectamente normal excepto por el hecho de que es una puerta totalmente fuera de lugar en un callejón olvidado de un distrito comercial de un Japón caído al tercermundismo.

Quizás puedas golpear la puerta.
No te recomiendo que presiones el timbre. Te va a recibir un lindo pero feral grito de jugadora de Valorant frustrada.
Y te va a costar entrar, porque la dueña o no está o está durmiendo o está rankeando en un juego en internet. Y si está haciendo lo último, tiene muy mal humor.

Pero estás frente a la puerta por algo.
Sea porque necesitas encontrar a tu mascota. O investigar tu arbol genealógico.
O contactar a un mafioso que habla raro, maneja cuchillas y a veces trabaja como vedette.
O el paradero del Medallón de Mara y su inmenso poder.

Sea cual sea el motivo, estás ahí frente a la puerta, y logras entrar.
Adentro, el cuarto pequeño que te recibe es como lo esperarías, y a la vez no. Tiene un aire a película Noir. El ventanal con cortinas de aluminio a una calle iluminada que no existe. Un perchero con trajes y capotes marrones colgados. Escritorio. Repisas con libros. Archivadores de metal. Una lámpara de mesa con pantalla curva. Una radio de pie y un teléfono de disco giratorio.
Y en uno de los muros, un enorme mural con un mapa de Tokyo clavado. Uno de cierto sitio muy específico de Australia, y un plano general de una Isla con un castillo en su interior. Clavados en esos mapas y diagramas topográficos con chinchetas y algunos unidos por cuerdas que indican relaciones, algunas fotos y pines personalizados. Hechiceros, cazadores de dragones, sacerdotizas. Héroes del pasado, idols. Parcas, Fenixes, Tiburones, Sectarias de lo Externo. Monarcas de las sombras. Héroes dorados. Habitantes de un mundo lejano más allá de las estrellas.  

Y a su vez, elementos no tan Noir. Televisores, el inmenso terrario sobre los archivadores. Un traje espacial. Un sombrero de vaquero. Una especie de silla eléctrica con un sombrero de aluminio. Inventos raros que aparentan ser funcionales pero que cuya funcionalidad es dudosa. Cosas como un telégrafo. O un mini decodificador de Enigma. Latas de bebida energética ordenadas dentro de un basurero. Un computador de escritorio que tiene tantos programas de búsqueda de datos como juegos instalados. Ampolletas con forma de estrellas colgando del techo. Una aspiradora inteligente limpiando  el piso constantemente.


Y sentada  en el sitial del escritorio, una chica rubia sacando la lengua mientras concentra su mirada en su Nintendo Switch. Y la puedes ver. Me puedes ver.
Con todas las ganas de lanzar el aparato por encima de la cabeza de quién está entrando a la oficina de Investigaciones Watson.

— OTRA VEZ ME MATARON- MNNNGGGGRRRRREEE-. Oh. ¡OH!! Un cliente, un cliente. Ejem. Usted no vio nada, hehehe. ¡En fin! Investigaciones Privadas Watson. Algo le trajo acá y claramente no es el lugar turbio que rodea la oficina. Digame qué necesita que investigue. O quizás quiere que repare algún equipo tecnológico, lo cual también puedo hacer.

En fin. Te pedí que hicieras el ejercicio mental y acá estamos. Quizás siga narrando en primera persona. O paso a tercera porque se entiende más así. No es una presentación convencional de personaje, ¿verdad? Una linda rubia con camiseta blanca, corbata roja y falda tableada a cuadros marrón. Un prendedor de monóculo de oro en su cabello. Un estetoscopio colgado del cuello. Agujas guardadas en una canillera en el muslo derecho. Ojos azules y profundos, con una aureola violeta como me los dio mamá. Tendré la energía que esperas, investigaré lo que buscas... Pero no preguntes de donde vengo. Eso no importa por ahora.

Lo que importa es que tengo una nueva aventura en una realidad que captó mi atención. Tomando el lugar prefijado del grupo oprimido por una organización hegemónica. Una de las muchas posibilidades de cierta detective que también es algo más. Que se fue y volvió, que viene y va, que busca la próxima aventura que sacie su búsqueda de adrenalina y locura.

Quizás pensando ocasionalmente en lo que dejó atrás y lo que echa de menos.