Antigua biblioteca (Saryna, Astolfo, Marcus)

Era un día bastante fresco en una de las Islas aledañas a Rokkenjima; las nubes cirrus pintaban trazos sobre aquel cielo azul, dejando totalmente sorprendido al joven Marcus, que se encontraba estudiando a profundidad en el castillo. El chico eternian, de cabello castaño y una tez algo clara, miraba por primera vez aquel paisaje, pensando en los grandes senderos y bosques de su tierra natal, aunque nada comparado con el mar sereno y las montañas verdosas de la isla. –Bien, seguramente la biblioteca deba estar por…aquí – decía Marcus en voz alta mientras señalaba hacia el noroeste « ¿O tal vez hacia el sureste? ». Acto seguido, y tras haber corroborado con un mapa, caminaba justo en la dirección que señalaba.

Pasó aproximadamente una media hora caminando, hasta que por fin había llegado a la mencionada biblioteca, la más antigua de Legacy « ¡Vaya!, es más grande de lo que pensé », Marcus miraba aquellos acabados grecorromanos que parecían intactos a pesar de unos trescientos años de antigüedad «Es una lástima que esté abandonada. Bien, tal vez podría ver que hay dentro». En ese instante, mientras pensaba si entrar o no, escuchaba pasos cercanos abriéndose por el sendero por donde había caminado durante media hora «Claramente no estoy solo». Acto seguido y subió aquellas escaleras, aproximadamente veinte escalones bastante grandes; justo arriba de la gran puerta, se encontraba el escudo de la academia, que antes estuvo bañado en el gris plata, y ahora solo estaba opacado.

Marcus parecía estar tranquilo, después de todo la situación estaba bajo control, todo se encontraba en calma; pero lo que no esperaría por parte de aquella edificación, era su sistema de seguridad, por lo que pudo observar como unos mecanismos parecían intentar abrir la puerta desde adentro «Así que después de todo hay personas dentro de este edificio» pensó con cierta confianza. En ese momento, al lado de la puerta, sale un ladrillo como si fuese una especie de botón que debiera apretarse; sabía que si lo apretaba podía salir herido, pero tal vez si era más ágil y utilizaba la teletransportación una vez tocado aquel peldaño de piedra maciza, podía escapar de alguna trampa, y fue en ese entonces cuando la tocó sin saber lo que le esperaría.

«No ocurrió nada», Marcus, quien había empujado aquella piedra colocándola de vuelta a su lugar, se sintió un poco aliviado, hasta que escuchó como los mecanismos prepararon unas flechas que estaban a punto de salir disparadas justo a los lados del chico « ¡Rayos!, debí habérmelo imaginado », se dijo para sus adentros, y con velocidad agitó su mano como si agitase una bomba contra el suelo y logró teletransportarse unos metros atrás, casi al filo del primer escalón, y justo antes que las flechas quedaran clavadas en su cuerpo. –¡Fiuf!, eso estuvo cerca.