Reunidas otra vez por los lazos que nos unen. (Meredy)

Yacía tirada sobre el colchón de la cama, una jornada agotadora hicieron que las piernas de Juvia lo resintieran, puesto que, había estado haciendo muchos entrenamientos y ejercicios. No había mucho que hacer en la Academia y su condición física iba decayendo.

Hizo una mueca de dolor, tocándose los muslos y pantorrillas que le palpitaban. Quizá se exigió demasiado. Cambiaba de postura a cada momento, tratando de encontrar alguna que aliviara su malestar. — Fue mala idea hacer tanto ejercicio… — menciona mientras en los pasillos se escuchaban las voces de algunas personas, entre ellas la de Jellal. Sin prestar demasiada atención a aquellos murmuros se levantó quedando sentada en la cama y masajeando sus piernas, el tacto hacía que el dolor se disipara, al menos por unos segundos, hasta que, escuchó una voz en particular que la hizo olvidarse de su incomodidad.

— Esa voz… se me hace tan familiar… — hizo una breve pausa ante el desconcierto que esa voz había provocado. — ¿Quién será? — se levantó tambaleante y fue hasta la puerta. La abrió despacito y vio de quien se trataba. « Ese cabello… esa voz… ¡ES MEREDY! » pensó.

La joven se estaba despidiendo de Jellal y otros estudiantes. Poco después éstos desaparecieron entre los pasillos, dejándola sola. Abrió la puerta y salió corriendo como si sus piernas se hubiesen curado por completo, pasando desapercibida la agonía que le estaban causando hace unos segundos. — ¡MEREDYYY! — se abalanzó sobre la pelirosada, para abrazarla. Se sentía muy feliz de verla otra vez.

— Juvia no puede creer que estés aquí. Aaah~ qué emoción. ¿Cuándo llegaste? — preguntó sin dejar de estrujarla entre sus brazos.

Era la misma Meredy de siempre, alegre, amable y entusiasta. El semblante de la pelirrosa mostraba la misma emoción que el de ella, a punto de llorar de felicidad. Se apartó de los brazos de la maga sin borrar la sonrisa de su rostro.

— Juvia está feliz, nunca imaginó que la encontraría aquí. Debes ser difícil rondar los pasillos sin conocer, la Academia es bastante grande, es fácil perderse para alguien recién llegado. — exclamó, como si conociera todos los sitios, la verdad es que a pesar de su larga estadía, aún le era complicado no perderse en ese extenso castillo.

— Juvia puede ser tu guía, será emocionante mostrarte los alrededores del castillo, después podríamos almorzar juntas. — añadió con un brillo en sus ojos, apoderándose del brazo de su amiga y así caminar juntas por los pasillos.

— El pasillo es grandísimo, ya que aquí están las habitaciones de TOOODOS los alumnos y profesores de Legacy. Oh ¿Ya te mostraron tu habitación? Luego podríamos ir allá y decorarla. Después hacer una pijamada en mi habitación o en la tuya, como prefieras. — comenta mientras seguían caminando hasta salir de esos pasillos y girar hacia uno de los lados. — Y aquí es la sala de estar, es un lugar relajante donde puedes pasar el rato conversando, leyendo o tomando el té, como diría Jellal. — soltó una risita y siguieron adelante hasta llegar a las escaleras, las cuales bajaron.

— Por allá está la cocina. — señaló con el dedo índice. — ¿Quieres ver el jardín? es muy bonito, a Juvia le gusta recolectar flores, hay por montones. — aceleró el paso y se llevó casi arrastrando a la pelirrosa. Quizá no era la mejor guía, pero no podía contener su emoción. El dúo se apresuró a ir en marcha hacia los jardines.

Llegaron en pocos minutos, el jardín en verdad era enorme y radiante. Los árboles, arbustos y un sinfín de flores lo adornaban todo a su paso. El suelo decorado con un camino de loseta muy elegante, por el cual anduvieron a pasos calmados.

— ¿Verdad qué es bello? es el lugar favorito de Juvia… — pronunció sonriente, se detuvo frente a un arbusto de rosas rojas mientras tocaba con delicadeza los pétalos y dirigía la mirada hacia Meredy.

No era tan mala guía después de todo, la chica de cabello rosa estaba fascinada por cada sitio que visitaban, recorrieron casi toda la Academia, cada pasillo. Durante el andar la contraria hizo mención sobre qué habitación le tocaba, a lo que Juvia no supo responder, esa respuesta la daban los superiores.

— Mmm deberías preguntarle a Jellal más tarde o algún otro profesor. Aunque a Juvia no le molestaría compartir habitación contigo. Imagina todas las pijamadas que haríamos.— mencionó con voz suave y una sonrisita se marcó en su rostro.

Juvia hablaba y hablaba maravillas del jardín, hasta la más mínima cosa sobre cada rincón. Por otro lado, Meredy parecía pensativa, quién sabe en qué, lo que si era evidente es que no le estaba prestando mucha atención a su palabrería del jardín, hasta que mencionó lo del picnic.

— Es una buena idea, podríamos comprar algo de comida y pasar el resto del día aquí y hablar de todo lo que ha pasado con nosotras. Juvia tiene mucho que contarle, pero… sobre Jellal y Erza, Juvia no está al tanto. La verdad es que ellos son reservados con ese tipo de cosas, es mejor no intervenir, conociendo el carácter de Erza probablemente se enojaría.— su voz se volvió más seria, estaba segura de que si intentaban hacer algo aquella pelirroja se enfadaría, mejor no arriesgarse.

Se recargó sobre una pequeña fuente, en la que todos los días cientos de pájaros venían a beber agua para recobrar energías. En ese momento uno aterrizó y se echó al agua a darse un pequeño baño. Salió de la fuente con un brinco, se paró sobre el empedrado, sacudió sus plumas y emprendió nuevamente el vuelo, desapareciendo ante los ojos de la maga de agua que había estado observando cada movimiento de ésta preciosa ave. Volvió a la realidad percatándose de las palabras de Meredy.

— ¿Uh? Jeje tú también eres muy bella, Meredy. ¿Qué sucede? Juvia te nota muy pensativa desde que llegamos al jardín. ¿Estás bien? — preguntó un poco desconcertada por el súbito cambio en su amiga. — ¿Hay algo que te incomode? Puedes confiar en Juvia. — comento con total sinceridad en cada palabra, puesto a que ella era una amiga muy preciada.

No pensaba insistir, si decía que no le ocurría nada, le creería, ambas se tenían mucha confianza, Juvia sabía que de ser algo grave, la chica se lo diría sin problema.

— Bien, no dudes en hablar con Juvia si lo necesitas. —

Se agachó junto a la pelirrosa a apreciar las aves y pequeñas ardillas que bajaban de los árboles en busca de comida. Jugueteaban y corrían unas tras otras, era divertido ver a esos animalitos merodear por el jardín, le daban vida a ese silencioso jardín.

— Tú también eres la primera amiga que se ha vuelto tan cercana a Juvia. A Juvia le alegra mucho que estés aquí. — por instinto se lanzó a abrazar a la contraria.

— ¿De qué quieres hablar? — se sentó bajó la sombra de un árbol haciéndole un espacio a la chica, invitándola a que se sentara a su lado. Supuso que hablarían mucho, por lo que se puso cómoda y recargó su espalda en el tronco de aquel árbol.