" Mi grupo de Amigos "

Era una tarde soleada, el pelirosa había sido reclutado un domingo para formar parte de una prestigiosa academia " Legasy ", aun no entendía bien el como es que sucedió todo aquello pero estaba infinitamente agradecido de formar parte de ellos. Apenas se le fue avisado el día siguiente tendría que asistir a clases, la noche fue sumanente corta a suparecer, la emoción recorria todo su cuerpo que el dormir fue algo que no pudo lograr.

Con energías a mil vio los rayos del sol cruzar el vitral de su ventana anunciando así el inicio del día, salio de la cama rapidamente a ducharse, debía estar totalmente listo para su primer día como estudiante promedio de la academia. Bien peinado, con perfume y mochila a la espalda dslio de su casa para dirigirse a las instalaciones donde iba a estudiar. Llego antes de lo programado, habian muchos jovenes en los parques de la academia que negar el sentirse ligeramente abrumado por la situación sería mentir, peor eso no lo detuvo, solo siguió su camino hacia el salon de clases que se le había asignado. Cuando alzo la mirada despues de andar buscando el salon pudo llegar a tiempo, tomo asiento y comenzó la clase.

Pasó lunes, no pudo hablar con nadie, se sentía intimidado por tantas personas, solo regresó a casa con la esperanza de que el dia siguiente lograr una conversacion mas amena con algun otro sujeto, el dia lunes había terminado, pasó a el martes y tenía la misma situación, no lograba integrarse con ninguno de los grupos, la semana culminó y el seguía en el rincón solo. No se sentía a la altura y mucho menos podía atreverse a acercarse a alguno de sus compañeros, no sabia como iban a reaccionar e incomodar era lo que menos quería. Ese día, viernes por la tarde no fue directo a casa, tomó un atajo y se quedo frente a un pequeño mirador, debajo de un arbol soltó su mochila al suelo y despues el se dejó caer.

____ Bueno, sigues solo Ayato ...

Se decia a si mismo mientras limpiaba unas pequeñas lagrimas que iban formandose en sus ojos, se sentia tonto, llorar no arreglaria nada asi que solo permanecio así, con el rostro al cielo y los ojos cerrados, pensando si tal vez habia algo mal en el y por eso no se acercaban. Jamas imaginaria que su mala racha estaría por terminar ese día gracias a la presencia que dos sujetos que pasarian a ser parte de sus primeros amigos en su estancia.

La miko estuvo casi todo el día en clases, pero para su suerte las dos últimas eran libres. De esa forma podría ir a tomar un descanso a las canchas exteriores mientras veía a los alumnos pasar o divertirse entre ellos. Llegando al lugar se sentó en una banca que estaba debajo de un árbol muy grande, podía sentir como el aire acariciando su rostro y como el mismo golpeaba las hojas del árbol entre sí. A lo lejos habían varios grupos de chicos charlando entre ellos, no sentía ganas por levantarse y acercarse a entablar alguna platica estaba cómoda en su sitio, además, disfrutaba el panorama desde ese punto.

Tal vez algunos creerán que es una chica solitaria sin ganas de llevar una amistad o alguna relación pero en realidad si tenía amigos y sobre el tema de una relación no le llamaba ni un poco la atención. Después de haber pasado horas en ese lugar el sol ya comenzaba a ocultarse, con un poco de pereza se levanto y se estiro un poco para así irse a su habitación a seguir descanso y esperar el siguiente día. Mantuvo su mirada todo el rato en el camino, aunque también estaba perdida en sus pensamientos, de un momento a otro recordó a uno de sus sensei diciendo que había llegado un nuevo estudiante a la academia, eso había ocurrido hace una semana y aún no había tenido el privilegio de conocerlo, aunque tenía la sensación de que aquel sujeto estaba muy cerca.

— Hmp. . . Me pregunto, dónde estará. . . ¡¡Auch!! Oiga fíjese donde camina. . .

Alzo la mirada algo molesta para ver a la persona con la que había chocado, para su sorpresa había sido uno de sus compañeros. Sus comisuras se elevaron dedicándole una sonrisa al contrario y lanzarse a darle un abrazo.

— ¡Rengoku-kun! Que sorpresa, tenía tiempo que no te veía

La azabache se separo de su compañero para verlo aun con mucha emoción. — Rengoku-kun, estas libre? si es así podemos ir a un pequeño mirador que queda fuera de la academia. Aprovechemos ahora, antes que el sol se oculte por completo y así hablamos de como nos ha tratado la vida ¡VAMOOOS! — Jalo a su compañero del brazo antes de que el mismo dijera alguna palabra

Caminaron varios minutos en un camino lleno de varios árboles, el pequeño mirador no era gran cosa, pero los atardeceres que se lograban apreciar en ese lugar si lo eran y todos los rasguños que había recibido de las ramas secas iban a valer la pena o al menos siempre las valían. —Al otro lado de estos arbustos encontraremos el mirador — Con ayuda de su amigo pudo hacer a un lado los arbustos que estaban a su paso — ¡Te lo dije! ¡Mira, mira! — Dijo muy emocionada, parecía esas niñas pequeñas muy felices con un paleta en mano, saco un poco de energía y subió corriendo, encontrándose con alguien en la cima

Ya había pasado un tiempo desde que llegó a Legacy, al principio le había costado un poco de trabajo adaptarse a un ambiente completamente nuevo, rodeado de gente que no conocía en lo absoluto y que en su mayoría poseían habilidades increíbles; quizá en un futuro le pisa a alguien convertirse en su Tsuguku, pero eso era un tema aparte.

Ese día Rengoku despertó tarde para llegar a clases, pues se había quedado completamente dormido la noche anterior mientras intentaba estudiar, seguramente estaría metido en graves problemas cuando llegue a clases a esta hora, literalmente faltaba media hora para que empiece la siguiente clase.

— ¡Voy a llegar, estoy seguro que llegare!

Exclamo el bicolor con gran determinación, pues no estaba dispuesto a rendirse con tal de llegar a clase, al menos eso creyó, pues al estar tan concentrado en su propio mundo no vio cuando se cruzo en el camino de una chica, cuando sintió un leve golpe en su pecho finalmente reacciono y su mente regreso a la realidad.

— ¡Lo siento mucho, tenia algo de...!

Este no dudo ni un poco en disculparse, pues realmente había sudo su propia culpa por no prestar atención por donde caminaba; su expresión preocupada cambio a una de sorpresa al ver que se había encontrado con Kikyo, una compañera de clase con la que había tenido el placer de hablar un par de veces. El rubio esbozo una sonrisa amplia al haber sido reconocido por la azabache, al menos recordaba su nombre a pesar de las limitadas veces que habían cruzado palabras.

— El gusto es todo mío Kikyo-san, siento que paso tiempo desde la ultima vez que hablamos


Estaba por rechazar su oferta, sin embargo miro el reloj en su muñeca, no había manera de que pudiera llegar a tiempo a clase ahora, suspiro con algo de decepción por ese hecho, pues realmente había creído que podría lograrlo. Aunque no era momento de bajar la cabeza, al menos se había encontrado con una cara conocida, podría decirle al profesor que simplemente tuvo algo mas importante por hacer y después podría repetir el examen.

— Por supuesto Kikyo-san ¡Sera divertido!

De todos modos no podía negarse al ser prácticamente arrastrado por su compañera, realmente tenia mucha fuerza, le recordaba mucho a una chica que conoció una vez; estuvo caminando junto a la azabache por unos largos minutos, había optado por charlar un poco con ella de cosas banales como lo que habían hecho en clases cada uno y algunos comentarios acerca de las instalaciones de Legacy, nada que resaltar realmente.

— Oh vaya ¡Entonces manos a la obra!

Con mucho gusto ayudo a la chica a apartar los arbustos que había obstaculizando su camino y fue cuando al terminar de apartarlos pudo contemplar ese famoso mirador, era algo grande y le sorprendía que unos arbustos pudieran cubrirlo con mucha facilidad, eso era completamente sorprendente.

— No perdamos tiempo y vamos, seguramente hay una excelente vista


No podía evitar reír al ver la emoción en la azabache, sentimiento que fue rápidamente contagiado en el bicolor, se sentía como niño descubriendo el mapa de un tesoro ahora.

El de cabellos rosadoa permanecía sentado ahí, inerte, ni una sola expresión, solo buscaba relajarse esa tarde, encontrar algún tipo de respuesta frente a el por que era " rechazado " de tal manera, pero mientras mas pensaba solo se ganaba mas dudas y muy pocas respuestas, estaba seguro que resignarse a estar solo sería lo mejor, prefería estar en las sombras a que lo reconocieran como el chico que molesta para ganarse la aprobacion de los demas.

Era tal su baja energía que hasta podría dormir en ese mismo lugar, no estaba prohibido asi que no le vio el problema de intentarlo, a final de cuentas hacia un día muy bonito, los ligeros rayos de sol que cruzaban las ramas cruzadas de la copa del arbol le daban en el rostro causando una temperatura perfecta. Ya se disponía a caer en los brazos de morfeo, cuando unas extrañas voces cruzaron su canal auditivo obligandole a abrir los ojos para ver de quien se trataba. Al notar que solo eran dos jovenes caminando para pasar el rato ignoró a sus contrarios pues sabía que el querer hablar con ellos no sería posible. Sean amigos o pareja el no estaba para interrumpir, podria hasta jurar que ni siquiera se dieron cuenta de su presencia. Seguia metido en su melancolía.

La azabache se sentía algo sorprendida al encontrarse a alguien en aquel lugar, se suponía que estaba algo resguardado y era casi imposible que alguien llegara hasta ahí. Se acerco con cautela, no lo conocía pero ya sea amigo o enemigo quería conocerlo. Fue acercando su mano diestra para tocar el hombro del chico y hacer acto de presencia. Lo más seguro era que ni se había percatado de ellos y estaba sumamente hundido en sus pensamientos. No dudo mucho y lo saludo con una gran sonrisa de oreja a oreja.

— ¡Hola! Disculpa, pero. . .¿eres de por aquí? o ¿te perdiste?. . .¿necesitas ayuda? ¿estás bien?

No quería incomodarlo con tantas preguntas, pero estas dos últimas las dijo al ver la mirada del joven un poco cristalina, tal vez ya había llorado o iba a llorar. No le pareció que era alguien malo, sino, todo lo contrario. Quería descubrir que escondía esa mirada decaída, quién era esa sujeto, quería ayudarlo. . .

— Mi nombre es Kikyo y ese que se viene acercando es mi amigo Rengoku-kun, ambos estudiamos en la academia Legacy, puedes confiar en nosotros y contarnos que te sucede, desde ahora podemos ser amigos, si quieres y si es así debes saber que los amigos no se ocultan nada — La miko le guiño un ojo mientras le daba leves palmadas en el hombro— . . ¡Hey! ¡Rengoku-kun! Ven rápido

Alzo una de sus manos y la agito un poco. Se recostó en el barandal que había y suspiro — Es bonito, no? El sol se va y volverá mañana. Un nuevo comienzo, un nuevo día. . . ¡Oh, mira! Te presento a mi amigo Rengoku-kun — Le dio un suave golpe con el codo al susodicho — Bueno, no perdamos este espectáculo que solo se puede ver una vez al día.

Descanso sus brazos en el pasamano recargando su mentón en los mismos — ¿Qué piensas de la academia, Ayato? De seguro debes tener algunos amigos ya — Rompió el silencio que se había comenzado a originar, le incomodaba eso, su mayor miedo era quedarse sola.

Al llegar se llevo la gran sorpresa de encontrar a una persona en aquel lugar, sin embargo no le presto importancia ya que supuso que ese lugar era muy conocido y quizá aquella persona había venido por la misma razón que ellos vinieron.
Mientas la azabache se acercaba hacia aquel misterioso chico, Rengoku por su lado decidió explorar aquel lugar, era bastante grande y bonito y el era alguien muy curioso, por lo que se aparto de la chica para recorrer el lugar y contemplar lo que había ahí; sin embargo su exploración no llego demasiado lejos, cuando escucho a su acompañante oír su nombre y este por inercia volteo hacia ella.

— ¿Que? ¡Oh! ¡Voy, ya voy!

inmediatamente se acerco hacia ellos, el rostro de ese chico no le pareció conocido en lo absoluto y supuso que quizá el era el novato del que había oído hablar días atrás.

— Hola, hola. Efectivamente yo soy Kyoujirou Rengoku, es un placer conocerte

Se presento luego de que su amiga terminara de hablar, siempre era bueno conocer a gente nueva y realmente ese chico había despertado su curiosidad, esperaba que ninguno de los dos lo estuviera poniendo incomodo o algo parecido.

— ¡Esto es maravilloso, sublime!



Expreso sin ocultar su emoción al ver tan increíble espectáculo, Rengoku jamás fue del tipo de persona que podía quedarse completamente callado y realmente no le importaba ser el único que hablaba y expresaba en voz alta su emoción.