Confrontación en las afueras

La ciudad y el mundo actual no es algo que le agrade del todo, la humanidad de esta era es para el rey de los héroes, una mera existencia sin propósito alguno. Sin embargo, explora de vez en cuando en busca de algún tesoro que sea digno de ser poseído por quién se nombra como el dueño de todos los tesoros del mundo.  

Dispuesto a inspeccionar nuevamente la cuidad de Yokohama, se postró sobre las azoteas de los edificios del lugar, su vista de arquero era sin igual por lo que buscar algo que llame su atención sería completamente sencillo. De brazos cruzados y con un solo objetivo en mente, se percató de algo, una presencia... Distinta, no era una persona y mucho menos un Servant.

Detrás de él es donde se dio cuenta de alguien, y sin mostrarle su rostro, preguntó. –Debes tener agallas para siquiera pensar que puedes observar mi magnificencia.– Únicamente portaba una ropa bastante casual, para explorar no era necesario traer consigo su armadura. Las personas comunes no eran dignas de ver su esplendor.

El viento golpeaba su dorado cabello, lo tenía justo hacia abajo en su totalidad, un peinado que solo acostumbra a usar cuando no porta su armadura. El edificio era apenas de unos 10 pisos, podía ver con claridad cada joyería a su al rededor e incluso podía escucharse el ruido de los autos a esa altura. Tanto escándalo era molesto para sus oídos.

Escuchó las palabras de la persona detrás suyo, ¿Qué tanto esperaba recibir del rey de los héroes? No es alguien que acostumbre dar su nombre o siquiera permuta que observen su belleza sin igual. Dejarlo admirar su grandeza por la espalda ya era demasiados privilegios para un simple mestizo. –Aún si tienes la dicha de observarme, ¿Te atreves a exigirme algo?– En un principio sonó tranquilo, confiado. Pero al terminar su diálogo se mostró molesto, nadie es digno de darle una orden.
Encima, se atrevió a interrumpir su búsqueda, estaba totalmente concentrado en encontrar uno de sus tantos tesoros perdidos en los deseos de los débiles humanos actuales.

Siempre fue conciente de sus actos, sabe perfectamente que su actitud lo llevará a una confrontación tarde o temprano. Sin embargo, no le aterra en lo absoluto gracias a que confía en sus habilidades, pensar en que alguien puede darle problemas es completamente estúpido e inaudito.

El ambiente tenso comenzaba a hacerse presente, y más la pesadez de tener que aguantar a un simple plebeyo a sus espaldas, ¡No lo permitiría! Ya era suficiente que lo observara de espaldas, ahora estaba alistándose para una batalla como si gusta merecedor de presenciar su poder en todo su esplendor. Acabaría con esto rápido y si era posible, en silencio.

– Desearás no haberte topado conmigo...– Al girarse para verlo por fin al rostro, notó que no era un humano. –Que sorpresa, así que no eres humano.– Las obras humanas actuales eran lo único que le causaban impresión, lo único que admiraba y aceptaba de esta época.
Era una buena oportunidad de demostrar su superioridad ante esas obras humanas.

Sonrió complacido al mismo tiempo que un par de puertas dimensionales aparecieron a sus laterales, únicamente eran dos así que sería un ataque sencillo. Su Gate of Babylon hizo lo suyo y de las puertas brotaron dos espadas, un brillo sin igual por el oro puro con el que se fabricaron.
Con una velocidad casi imperceptible, salieron disparados hacia el enemigo, fáciles de evitar, después de todo solo quería distraerlo. – ¡Vamos, demuestra que tan grande son las obras humanas! – Sin duda estaba emocionado, era algo que quería demostrar. Así que para prevenirse de algún ataque y como permanecía a la ofensiva, su Gate of Babylon se activó de nuevo apareciendo otras cinco puertas dimensionales encima de las otras dos, únicamente apuntando.