Goddess of War, can you respond my calling? (Invocación de Scathach)

Extraños sentimientos recorrían por completo el cuerpo  y alma de Satori, quien se preguntaba una y otra vez que tipo de cosas estaba haciendo en la superficie. Frente a ella se encontraba aquella piedra que realmente daba esa impresión de estar extremadamente cargada con odio, tristeza, desapego a la vida y ese tipo de cosas. Su tercer ojo pasaba rastreando todo el lugar, intentando  ver si realmente podía encontrar algún espíritu cerca. Realmente podía escuchar voces susurrándole, voces que se alejaban, tal y como lo hacían todas las criaturas del Inframundo. Pero bueno, no podía esperar mucho del alma de los cobardes.

 -¡Satori-sama, este lugar es muy bonito!-mencionó Orin, aquella Kasha que siempre estaba con ella, velando porque Okuu no se metiera en problemas. Junto con la yatagarasu le habían rogado a su dueña que las llevara a aquel suceso tan importante, el de invocar a un servant, solo para ayudar a Dipper en su camino. A pesar de lo que parecía, tanto ella como Okuu se habían encariñado bastante con el tipo, y más porque eran una de las pocas personas que realmente habían hecho sonreír a Satori...y no de placer al leer algunos recuerdos. Una sonrisa de dicha real, que pocas veces ellas habían visto. En cuanto a Okuu, se encontraba encima de la piedra, lo cual estaba estrictamente prohibido. -¡Mira Orin, puedo ver todo desde aquí! ¡Sube, sube!-mencionó la Yatagarasu, incitándole a su amiga que subiera. Orin se negó rotundamente, lista para regañar a la cuerva.-¡Baja de ahí! Si alguien nos ve, quizás nos metamos en problemas...-

Mientras ellas discutían, Satori solo las miraba con su expresión neutral, para luego dar un profundo suspiro, mientras comenzaba escribir un círculo mágico en el suelo. Ambas, kasha y yatagarasu, dejaron su discusión para después, para mirar lo que hacía su ama. Habían guardado silencio un momento, mientras ella terminaba. El círculo era grande, tanto que ellas tres podrías recostarse de la forma que ocupara más espacio posible y aún así sobraría una gran porción. La sangre con al que había escrito el dichoso conjuro era de uno de los cadáveres que Orin había traído, aunque ella no estaba muy conforme con ello. Quizás porque su carreta sería más liviana...o porque ya no estaría tan caliente para cuando ella...No, de seguro el "rigor morthis" ya había hecho efecto.

 -Está listo.-Mencionó, llamando nuevamente la atención de ambas mascotas. Orin se acercó a ella y le pasó el catalizador: una astilla del "Puente de los Saltos", camino que protegía a cierta diosa guerrera. Satori miró a la nekotama y le hizo una reverencia a modo de gracias, cerrando ambos ojos, y dirigiéndose hacía adelante, donde estaba el círculo mágico. Colocó la astilla en un altar improvisado hecho de hojas y unas pocas rocas, lista para comenzar el ritual. Okuu dio un pequeño salto para aterrizar al lado de Orin, vigilando que no hubiera nada extraño por los alrededores.- ¡No hay moros en la costa! -emuló un saludo militar y Satori comenzó a recitar.

-"Permite que la plata y el acero sean la esencia. Permite que la piedra y el archiduque de los contratos sean la fundación. Permite que el purpura sea el color al que pague tributo. Permite que se levante un muro contra el viento que esta por caer. Permite que las cinco puertas cardinales se cierren. Permite que el camino dividido en tres que llega al Reino desde la corona rote. "- el ambiente comenzó a llenarse de un viento extraño, que parecía arremolinarse en el círculo de invocación, con gran fuerza.

-"Permite que sea declarado ahora. Responde, si estas dispuesto a obedecer a esta voluntad y a esta verdad."-

Una luz espectral comenzó a ser emitida, estaba comenzando.

-"Ríndete ante el llamado del Santo Grial."-

 El "motor" primordial. El trono de los héroes estaba siendo azotado, los pocos espíritus que quedaban comenzaban a gritar y entrar en pánico. Algo venía. Orin y Okuu, por un momento, se abrazaron a si mismas, como si tuvieran miedo de algo. Que ese algo
le hiciera daño. Pero Satori seguía firme, a pesar de que su mano comenzara a arderle. Arderle en una forma peculiar...

-Un juramento será realizado aquí. Yo obtendré todas las virtudes del cielo; Yo tendré los dominios de todos los males del Infierno.- si es que no los tenían aún.

El círculo comenzó a emanar una luz más fuerte, el viento se volvió más turbulento. Los espíritus rogaban que se detuviera, que parara, pero ella no les hizo caso. La perturbación les molestaba, pero no les hizo caso. Los cobardes aún debían pagar por su cobardía, y para eso estaba ella, para poder darle un control más al mundo. Un poco más de justicia...

-"¡Desde el Séptimo Cielo, atendido por las grandes palabras de poder...-los gritos se hicieron más fuertes, las peticiones mucho más desesperadas. El círculo mágico comenzó a brillar mucho más fuerte, y un pequeño pero alto pilar de luz se comenzó a formar en el centró de este, atravesando algunas nubes allá en lo alto. Sólo una palabras y...-Emerge del anillo de control, protector del balance sagrado!"-

Y como si el tiempo se detuviera, todo se calmó. La luz desapareció, los gritos cesaron y los vientos se calmaron. ¿Acaso había ocurrido un error? No, estaba bien, muy bien.-¿F-falló...?-preguntó Orin, aún abrazando a Okuu. Satori seguía mirando hacía adelante, inmóvil. Pero al momento que quiso levantarse, el pilar de luz se engrosó cubriendo todo el espacio del círculo, con la suficiente fuerza que provocó un temblor pequeño.- ¡N-nyaa! ¡E-eso no puede ser bueno...!- Pero lo era, y mucho.

Pronto el pilar se "apagó", dejando una nube de polvo alrededor, cubriendo por completo a quien sería el nuevo "familiar" de Satori. No podía saber quien era aún, no podía verla y sus poderes no funcionaban...pero una dicha tremenda comenzó a llenarla, como si algo muy cercano a ella hubiera aparecido. ¿Será qué...? No, no podía pensar de una manera tan infantil. Okuu miraba asombrada todo, Orin solo estaba amedrentada por todo lo que pasó y...Satori estaba mirando fijamente en la dirección del círculo, esperando que cualquiera que estuviera allí, se presentara tarde o temprano.

Proteger algo por siempre; cuidar un puerta sin importar qué. Una misión; una vida cumpliéndola. ¿Qué era vivir sin tener una muerte? ¿Y qué era morir sin nunca haber vivido? Scathach tenía un único anhelo, pero nunca pudo tenerlo. Y ahora que el mundo se caía en pedazos, la posibilidad de obtenerlo era cada vez más vaga. Al final lo había aceptado, su destino no era otro mas que desaparecer con el lugar que toda su vida había protegido. Dedicó sangre y sudor para impedir una invasión masiva. Acabó con seres inimaginables, mas nunca fue derrotada, y la muerte nunca llegó a ella. Era, como tal, alguien que jamás iba a descansar...

Y sin embargo, cual última esperanza, se le concedió la oportunidad de ir más allá. Un "chance" de, ya no pelear por sí misma, sino por alguien más. El santo grial, el concededor máximo de deseos, le dejó ser un espíritu heroico, incluso sin haber probado el descanso eterno. La céltica aceptó gustosa, y así, se integró a la clase Lancer. Y ahora, podía sentir como alguien o algo la llamaba... A ella, de entre todos los héroes que existían, pero ¿quién?  La única persona que podría ser capaz de llamarle era su alumno "favorito", mas eso era imposible ¿no? Aún así, el corazón le latía con una emoción desbordante; iba a pelear para conseguir un deseo, iba a brindar su poder y fuerza a alguien más, y tal vez, solo tal vez, esa persona pudiera darle el final que tanto había deseado...

El pacto se selló; el ambiente se volvió incluso más "magico" de lo que ya estaba. Por fin, y después de tanto tiempo, Scathach había salido de su único hogar, si es que así se le podía decir. Entonces, con un simple movimiento de mano, la mujer esparció el polvo de su campo visual. Cómo era de esperar, ella demostraba seriedad, así como la facilidad de imponer su presencia ante los demás. No obstante, al ver su máster, mostró una sonrisa de aceptación. Estaba complacida con quién tuvo el valor de invocarla. — Servant clase Lancer. Scathach, es un gusto conocerte, Máster... — ¿Y qué más pudo haber dicho? La persona delante de ella era sorprendente. Por lo general, el simple hecho de mirar a alguien le daba la suficiente información para saber si tenía talento nato, o era un inútil, pero ella, su máster, incluso con esa apariencia, dejó bien en claro qué capacidades tenía. Por no mencionar que invocarla ya era complicado. Agachó la cabeza, como señal de aceptación, y esperó.

Lo único que por alguna razón no le cuadraba del todo eran las circunstancias de su invocación. Hasta ese momento, no percibía un objetivo en particular, ni mucho menos algo que le diera el ánimo de pelear. Suspiró y se colocó a lado de la jovencita. Tal vez no fuera lo correcto, pero necesitaba información por parte de su máster. — Master ¿esas criaturas vienen contigo? Además ¿dónde estamos? Necesito que me explique porqué y para qué realizó esto, así como sus objetivos. — Tras su comentario, rápidamente dirigió la mirada hacia ambos seres. No le importaba en lo absoluto acabar con esos dos de una vez, y es más ya estaba preparando su lanza para darles un final. Lo único que necesitaba era la respuesta definitiva.

El humo finalmente reveló la figura al esparcirse. Era una mujer sin duda hermosa, mucho más que la misma Satori. Comenzó a inspeccionarla de arriba abajo, con sus tres ojos que se movían verticalmente a medida de que se acercaba lentamente.  Muchos recuerdos ajenos llegaron a su mente en ese instante, desde lo profundo del corazón de la lancera. Incluso antes de que ella digiera su nombre, Satori lo sabía. "Scathach", la soberana de la tierra de las sombras, aquella que guió a incontables guerreros durante el llamado "ciclo de Ulster". Satori parpadeo un par de veces intentando procesar la información que llegó de golpe, siendo interrumpida por las palabras de la céltica, y un poco sorprendida por la reverencia.

-S-satori Komeiji, actual...no, ex-regente del Inframundo.-Quiso equiparar las cosas. Presentándose de una forma más amplia.- No es necesario que me llames "Master", realmente me hace sentir un poco incomoda..."Satori" está bien.- dijo eso último un poco avergonzada, acariciando con su mano izquierda su tercer ojo. Aunque realmente lo que más le avergonzaba era leer los recuerdos de alguien tan...imponente. Era obvio quien era más notable, la pequeña youkai no tenía la posición adecuada para mirar a los ojos a aquel "Espíritu Divino"...aún siendo una clase de espíritu mucho más avanzado que la propia Scathach.

En cuanto a Orin y Okuu, ambas se quedaron abrazadas mientras veían la escena. Estaban temblando, como si la propia Satori se hubiera enojado con ellas, pero a una escala menor. La sola presencia de la servant era suficiente para que se les pusiera la piel de gallina...aunque Okuu ya sea un ave. Y como es natural, al momento en el que ambas fueron apuntadas por la lanza de Scathach, se asustaron lo suficiente como para ira esconderse detrás de la propia Satori, esperando que no les hiciera daño alguno.- ¡Somos inocentes, no hemos hecho nada malo, nada malo! ¡Lo juro!-Satori se limitó a suspirar y acariciarles las cabeza, sonriendo dulcemente para calmarlas.- No se preocupen, es solo...una nueva amiga que tendremos de aquí en adelante.-se notaba un poco lo desagradable que era el sentir el miedo de los demás, pero le reconfortaba el hecho de que confiaban lo suficiente en ella para sentirse a salvo a su lado.

Y para no dejar a Scathach con la duda, se dirigió a ella con la mirada, pero esta vez de una forma más neutral.-Mi objetivo...-cerró los ojos un momento.- es el vengar a los ancestros a los que le fallé, a las persona que confiaban en mi y yo no pude hacer nada...pero más específicamente...quitarle un lugar importante a la humanidad. Su "tierra".- la propia Satori no sabía que pensar sobre ello. En el pasado nunca había pensado en algo tan efectivo y relativamente violento. Los humanos, favoritos de los dioses, era algo que ella no podía combatir con simples estrategia y fuerza, se necesitaban palabras para mover masas, y con ello podía haber tomado el control de la superficie hace mucho. De no ser de que no solo eran humanos, sino que también otras especies de youkais las que le pedían aquel "exilio", podía haber simplemente ido y sometido a todo el mundo. Pero a ella no le gustaba eso, hacerlo por la fuerza sabía que solo le traería el mismo sufrimiento que trataba de evitar. Un rechazo total, siempre teniéndole miedo. La verdad, es que muy en el fondo, Satori solo quería ser amada. Ser popular, que la gente disfrute estar con ella, poder compartir emociones, risas, llantos con otros seres...como nunca antes pudo llegar a estar. Podía notarse un poco como sus ojos parecían a punto de humedecerse, pero de inmediato volvió a su expresión neutral.

-Veo que no sientes ningún deseo de lucha.- anunció, cerrando su ojo izquierdo y haciendo que su tercer ojo tomara el lugar.- Lo comprendo, yo tampoco tengo muchas ganas de usar la violencia, sin embargo, es lo esencial para este objetivo.- hizo una pequeña reverencia, a lo que sus mascotas imitaron.- Por favor, préstanos tu fuerza...y así...-dudo un momento en decir aquello, pero eso último se lo tenía que decir a la cara, al menos así lo sentía.- podré buscar la forma de darte la muerte que tanto buscas.- el poder de los Satori, el poder de leer el corazón de los seres vivos y muertos por igual, conocer sus deseos y aspiraciones. El arma de doble filo que consideraba más una maldición, que un poder como tal.

Miles de sensaciones pudieron haber invadido el cuerpo y mente de Scathach, pero ése no era el asunto a tratar. La verdad era otra, una que no iba a contar, ni siquiera con su máster. ¿Porqué alguien con ese poder necesitaba la compañía de dos pequeños seres? No los juzgaba, a ninguna de las 3, mas habían cosas que debía comprender antes de siquiera decir una palabra. Y sin embargo, durante todo el tiempo en el que estuvo callada,  lo único que hacía era analizar a la señorita que tenía enfrente. Satori... Satori... Satori... Una ex-regente del inframundo ¿qué? ¿Porqué? Una contradicción que la misma céltica no podía comprender ahora estaba delante de sus ojos.

No obstante el silencio reinó por su parte, y así como Gae Bolg apareció, se desvaneció sin más. ¿Pensaba atacar a los humanos? ¿Arrebatarles algo preciado para ellos? Temió, y sí, su corazón se estremeció al verla con tanta seriedad. No era lástima, sino dudas lo que se presentó en lo más profundo de su ser. Incluso si ella era tan poderosa como su misma presencia daba a entender, no era suficiente; la tenacidad humana era un peligro, y ella lo sabía, pues su mismo aprendiz se lo había demostrado. Dirigió la mirada hacia la derecha, y siguió analizando aquellas palabras tan decisivas.

Y entonces la escuchó decir algo tan... tan... Scathach no lo podía permitir, no sin antes aclarar todo de una vez. Si iba a aceptar de forma completa a Satori como su única y legítima máster, no se podía dar el lujo de dejar cabos sueltos. Dio un paso hacia adelante, y extendió la diestra hacia la derecha, donde simplemente dejó que el aire tras para sus dedos. —  Satori ¿acaso lees los designios y pensamientos del corazón? Acepto que la lealtad entre las dos es fundamental, pero no te ganarás la mía recurriendo a ello. Como única petición, he de pedirte que no lo hagas... A no ser que tu vida corra peligro.   — Tomó un respiro, pero no era todo lo que iba a decir. Podía aceptar que ella se levantara contra lo mismo que había intentado defender toda su vida. Una raza, que ahora parecía ignorar sus esfuerzos. Al final ¿qué era ella para los demás? ¿Un instrumento, un arma, un monstruo...? Cerró los ojos, así como la diestra. Luego hizo una leve y casi imperceptible reverencia. Como integrante de una de las 3 clases de caballero, Scathach ya había aceptado a Satori como su máster. La iba a ayudar hasta donde sus fuerzas pudieran, y su voluntad le permitiera llegar. Si sangre se iba a derramar,  y vidas serian cobradas, al menos haría que Satori estuviera a gusto.

— El día de hoy, ante la presencia de tus compañeras, y tomando mi palabra como servant, te protegeré de todo mal. Acepto tu deseo, así como tú aceptas el mío. Te agradezco por tomarlo en cuenta. — Y le extendió la mano. Señal de compañerismo desde siglos atrás que ahora ella usaba. Y sin decir más, dio media vuelta y cerró los ojos. Esa tranquilidad tan hermosa que ahora podía sentir era tanta que disfrutarla era como un regalo divino. Por segundos, Scathach pudo sentir lo que era no tener cadena alguna del destino. Tal parecía que lo único que tenía que hacer ahora era protegerla. Volteó la mirada por sobre el hombro, y se quedó observándola. Estaba segura que no existió coincidencia alguna al ser invocada por Satori...

Satori estaba analizando los pensamientos de su nueva servant, como lo hacía con todas las personas que tenía delante. Era como si pequeñas voces le dijeran lo que pasaba, y una pocas imágenes pasaban en ese instante frente a sus ojos, guardándolas en su memoria. Era un ejercicio algo complejo, pero estaba tan acostumbrada a hacerlo que era casi mecánico. Se había acostumbrado tanto a leer los corazones de los demás, que había olvidado lo que decía el suyo. Una maniobra que de hecho, le permitía seguir viviendo en el subsuelo, aislada de todo. ¿Resultará aquí arriba, dónde la luz del sol golpea con todo su esplendor y fuerza?

Tantas preguntas y sus respuestas, era lo pasaba por la mente de la céltica. ¿No estaría ya invadiendo mucho su privacidad? Podía notar que Scathach no era como los espíritus que estaban aquí desde antes, era algo mucho más...real. Una presencia fuerte, una determinación implacable, algo digno de la soberana de la tierra de las sombras. ¿Quizás debería verla más como un igual? Sí, no estaba a un nivel muy diferente al suyo, y de seguro su poderes en pelea serían mucho más útiles que los suyos. Mientras Satori no gustaba de pelear directamente, la mayoría de subordinados eran sus guardianes, afrontando ellos cada pelea. Scathach no sería la excepción, pero trataría de darle un trato muy parecido al de una mascota suya.

Y bueno, naturalmente, la reacción de cualquier persona a la que le hayan leído el corazón sin su permiso. El tercer ojo desvió la mirada de Scathach y se quedó mirando el piso, como si estuviera "arrepentido". De todas formas, Satori esbozó una leve sonrisa, una cálida y reconfortante, como si estuviera aliviada.- Lamento si es que te he incomodado, trataré de hacerlo la menor cantidad posible.- sus dos mascotas miraron a Scathach algo confudidas, y luego a su ama, para luego incorporarse. Se notaba que eran más altas de Satori, casi de la altura de la lancera. Rin era un poco más baja y Utsuho le ganaba por centímetros. Ambas se le acercaron, y Rin inició la conversación.- E..um..¡Es un gusto conocerla, Scathach!- dijo la kasha, sonriendo mientras algunos espíritus malvados flotaban a su alrededor, los cuales igual parecieron saludar. Utsuho le dio un pequeño golpe en el brazo a la servant, de una manera amistosa, y solo se limitó a sonreír de oreja a oreja (a pesar de que las tapaba el pelo), apoyando ambas manos en la nuca. Satori cruzó los brazos delante de su pecho y miró la escena, un tanto conmovida. En lo más profundo de su corazón, quería ser como ellas dos, sin miedo del mundo, sin miedo de que las rechacen, porque estaban la una a la otra...

 -Un deseo algo...raro. ¿Por qué pedirías eso, en primer lugar?- preguntó, nuevamente con su expresión neutral y somnolienta. No había alcanzado a explorar todos los detalles debido al corto periodo de contacto, así que necesitaba esa aclaración. Ella tampoco quería dejar cabos sueltos, como Scathach.  Cuentas claras conservan amistades, ¿no?

Tal como lo había sospechado, no existió coincidencia alguna en su invocación. Sin embargo, existían ciertas cosas que todavía no era capaz de entender... Si no había una guerra por el santo grial, pues estaba claro que las circunstancias de su llamamiento eran distintas ¿porqué ella? Cualquier otro servants hubiera funcionado igual de bien, pero no... Satori la había escogido, le había llamado, y ahora incluso tenía la decencia de lamentar sus acciones. No, cualquier persona que tuviera las agallas para ser su máster no debería ser así... Scathach se quedó en silencio mientras todo tomaba lugar. En efecto se sentía cómoda con el trío de seres que estaban delante de sus ojos. De haber podido hasta mostraba una sonrisa alegre, mas todavía no tenía ese grado de gratitud como para sonreír de esa forma.

Por otro lado estaban sus compañeras... Ambas tan enigmáticas y distintas de cualquier cosa que hubiera visto en su vida. Y sí, no era capaz de imaginar cómo era posible que fueran tan agradables como compañía. Por lo general, ella solo debía mostrar su lanza demoniaca para hacerlos correr; no así con ellas dos, aunque en un inicio pareció posible. Una quiso hacer charla mientras que la otra, tomando confianza en exceso, le golpeó suavemente el brazo... Esta vez sí que estaba sorprendida.  Pero nada que una mirada firme no pudiera detener ¿cierto? Y entonces, como si fuera un mal sueño, los ojos de la lancera se tornaron de un ánimo completamente muertos. El motivo de su deseo... Oh qué buena pregunta.

Lo podía recordar, en su corazón y en su mente, pero hacía tanto tiempo que no hablaba de eso que apenas era capaz de articular una palabra. Y es que, siempre había estado atada a un destino.... Había perdido varias personas, y su única misión real era impedir la fuga de seres malignos. Tal vez... el motivo era tan tonto como un "quiero dormir" o algo como "me cansé de pelear", mas no estaba segura. Si ella misma no podía decir la razón real de su deseo ¿quién más iba a poder hacerlo?

— En una manera sencilla de decirlo ¿a quién no le gustaría ver finalizada su vida y travesía? Llevo bastante tiempo viva, Satori. He visto a mis alumnos morir, y siendo que hasta este día no he podido degustar el frío abrazo de la muerte, creo que la razón principal de mi anhelo es ése: Por fin poder descansar — Y era cierto. Siempre peleando; siempre matando. Para ella, la única forma de terminar con ese ciclo vicioso era la misma muerte, aunque las esperanzas murieron con Chulainn... Y aun así, no mostró remordimiento alguno. Posteriormente dio unos pasos hacia la derecha y soltando un suspiro, volvió a cerrar los ojos. Al menos ya no iba a pelear porque sí y eso le bastaba.