El Templo de la Luna (Junko)

El viento soplaba lentamente, haciendo flamear con lentitud los mechones de Jellal. Había escuchado en clases que la profesora Junko tenía poderes milagrosos para aclarar la mente, y que se le veía frecuentemente en el Templo de la Luna, en las afueras de Yokohama tras las arboledas de los frescos pinos.— Bendiciones. — Musitó Fernandes tras lavarse las manos en una tinaja en la entrada del templo. Luego dio un solo aplauso, y cerró los ojos en señal de respeto. No sabía mucho lo que significaba ni tampoco el trasfondo de las tradiciones sinojaponesas. Solo lo hacía por remedo.

Avanzó por los peldaños observando la estructura. No sabía muy bien por qué se había erigido este bellísimo sitio, pero ver los imponentes pilares rojos, las lozas con motivos, y las ventanas circulares con marcos de madera fina, le sobrecogió de tal forma que solo pudo pensar que en este lugar se veneraba a alguien de gran poder. Pensó aquella vez que fue con Fairy Tail a las aguas termales. Los orientales eran personas sabias a su manera, y eso le llamaba mucho la atención.

Entonces, escuchó un tambor que estaba siendo golpeado. El sonido no era fuerte, pero sí retumbaba por toda la sala principal. Jellal se acercó lentamente, pero no había nadie. Arqueó la ceja y se rascó la barbilla. ¿Dónde estaba Junko? El joven vio hacia todos lados, pero no había señal de nadie, como si estuviera solo. Mas de pronto, notó una presencia detrás, lo que lo hizo girarse.