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Distensión. {Libre}
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Distensión. {Libre}
Caballos.
Un largo establo lleno de caballos. El hombre podría contar con facilidad una veintena, una treintena. Quién sabe? Esto se sentía un poco como en casa. Porque muy contrario a lo que se podía creer del siglo 23, en la Ciudadela de los Touken Danshi se respiraba un aire muy... Tradicional.
Unas murallas de piedra que rodean a un precioso castillo oriental, con tejas de barro al rescoldo. Multiples habitaciones, donde los Touken Danshi descansan, solos o en grupo. Los comedores dan paso a las enormes y bien provistas cocinas, donde los hombres espada hacen su vida cotidiana y regular. En los patios, hermosos jardines encierran a una bella laguna cuyo río baja a los campos de cosecha, bellos y organizados predios para la cosecha y cultivo de frutas y verduras. Corrales de animales, bodegas para almacenamiento de herramientas o alimentos de grano. Una ciudadela que en realidad era un pequeño feudo auto-sustentable. Y, al lado de un enorme y hermoso árbol de cerezo, había una gran instalación para la crianza de caballos de guerra.
Mutsunokami adoraba cuidar y velar por la salud de los caballos de combate. Trataba de hacer sus vidas más llevaderas, más alegres. Darles heno cada vez que le tocaba. Porque entre todas las divisiones él sólo era uno de muchos que encontraba diversión o calma interior en el sonido del relincho de los caballos, en el galope por diversión o el aroma a almizcle que producían los mismos.
- Hah! Habías visto algo tan original como una espada cuidando de caballos alguna vez? Quédate aquí... Eso, bien. No sé si os han dado comida, pero un poco de más no estaría mal, eh, eh? -
Con una sonrisa extensa y una risa clara, el hombre caminó entre los habitáculos para los caballos, buscando comida y los utensilios de tratamiento. Eventualmente encontraría unos fardos inmensos de heno, los cuales él comenzaría a mover con la parsimonia de un granjero entendido y de experiencia. Siquiera recordando que esos no eran caballos que él conociera, ese no era el establo de la ciudadela, y él aún era un perfecto extraño en aquel lugar, aún sin acoplar completamente al ambiente.
Un largo establo lleno de caballos. El hombre podría contar con facilidad una veintena, una treintena. Quién sabe? Esto se sentía un poco como en casa. Porque muy contrario a lo que se podía creer del siglo 23, en la Ciudadela de los Touken Danshi se respiraba un aire muy... Tradicional.
Unas murallas de piedra que rodean a un precioso castillo oriental, con tejas de barro al rescoldo. Multiples habitaciones, donde los Touken Danshi descansan, solos o en grupo. Los comedores dan paso a las enormes y bien provistas cocinas, donde los hombres espada hacen su vida cotidiana y regular. En los patios, hermosos jardines encierran a una bella laguna cuyo río baja a los campos de cosecha, bellos y organizados predios para la cosecha y cultivo de frutas y verduras. Corrales de animales, bodegas para almacenamiento de herramientas o alimentos de grano. Una ciudadela que en realidad era un pequeño feudo auto-sustentable. Y, al lado de un enorme y hermoso árbol de cerezo, había una gran instalación para la crianza de caballos de guerra.
Mutsunokami adoraba cuidar y velar por la salud de los caballos de combate. Trataba de hacer sus vidas más llevaderas, más alegres. Darles heno cada vez que le tocaba. Porque entre todas las divisiones él sólo era uno de muchos que encontraba diversión o calma interior en el sonido del relincho de los caballos, en el galope por diversión o el aroma a almizcle que producían los mismos.
- Hah! Habías visto algo tan original como una espada cuidando de caballos alguna vez? Quédate aquí... Eso, bien. No sé si os han dado comida, pero un poco de más no estaría mal, eh, eh? -
Con una sonrisa extensa y una risa clara, el hombre caminó entre los habitáculos para los caballos, buscando comida y los utensilios de tratamiento. Eventualmente encontraría unos fardos inmensos de heno, los cuales él comenzaría a mover con la parsimonia de un granjero entendido y de experiencia. Siquiera recordando que esos no eran caballos que él conociera, ese no era el establo de la ciudadela, y él aún era un perfecto extraño en aquel lugar, aún sin acoplar completamente al ambiente.
Invitado- Invitado
Re: Distensión. {Libre}
Estupendo día para distraerse del yugo diario. Charlotte se levantó fregándose los orbes y de inmediato a rumbo ducha, bostezó haciendo una morisqueta. Al tiempo que se lavaba esos cabellos con color del trigo, pensaba en miles de cosas: las tareas, sus deberes de Legacy como guerrera, la protección de sus amigos, y un tifón de ideas que en cierta parte la angustiaban, no la dejaban respirar de forma tranquila. Lo mejor sería dar un paseo, sí, en compañía de un animal, porque bien rezado es que estos hermanos menores energías daban a los humanos, y aunque ella era no del todo humana, le era imposible no dejarse cautivar.
Una vez despierta, vestida con un chaleco y una falda larga, se dirigió rápidamente a los establos en donde allí estaría su nuevo invento. Cruzó por el bosque, y realmente el aroma de los árboles le hacía refrescarse. - Por fin, algo de tranquilidad, - suspiró mientras se masajeaba la sien. El estrés de su vida era sin duda aplastante.
El pasado oscuro de Charlotte todavía la perseguía, se arrimaba a sus espaldas y no la dejaba dormir por ningún motivo. Muchas cosas habían en su cabeza. Estos remolinos mentales, y la carga que se le imponía la mataban por dentro lentamente. Entonces, nota a un hombre a la distancia, ella aminora la velocidad de sus pasos mas sigue andando. - Buenos días - saluda tímidamente mientras se lleva una mano al centro de su pecho. Le acaricia el lomo a un jamelgo, y de un momento a otro lo monta, tomándole de las riendas.
- No todos los que ve son caballos ¿Sabe? - le sonrió sin apartarle la vista. Cabalgó hasta entre medio de dos grandes árboles, y miró hacia el cielo. Iba a ser un día más o menos caluroso, pero la noche sí que vendría a ser helada. La joven francesa siempre ha estado en contacto con las montañas, el bosque y los lagos. Sentía que la naturaleza nos brindaba la paz que en estos días solo la brindan las máquinas. Y una máquina no puede estar en paz nunca.
Una vez despierta, vestida con un chaleco y una falda larga, se dirigió rápidamente a los establos en donde allí estaría su nuevo invento. Cruzó por el bosque, y realmente el aroma de los árboles le hacía refrescarse. - Por fin, algo de tranquilidad, - suspiró mientras se masajeaba la sien. El estrés de su vida era sin duda aplastante.
El pasado oscuro de Charlotte todavía la perseguía, se arrimaba a sus espaldas y no la dejaba dormir por ningún motivo. Muchas cosas habían en su cabeza. Estos remolinos mentales, y la carga que se le imponía la mataban por dentro lentamente. Entonces, nota a un hombre a la distancia, ella aminora la velocidad de sus pasos mas sigue andando. - Buenos días - saluda tímidamente mientras se lleva una mano al centro de su pecho. Le acaricia el lomo a un jamelgo, y de un momento a otro lo monta, tomándole de las riendas.
- No todos los que ve son caballos ¿Sabe? - le sonrió sin apartarle la vista. Cabalgó hasta entre medio de dos grandes árboles, y miró hacia el cielo. Iba a ser un día más o menos caluroso, pero la noche sí que vendría a ser helada. La joven francesa siempre ha estado en contacto con las montañas, el bosque y los lagos. Sentía que la naturaleza nos brindaba la paz que en estos días solo la brindan las máquinas. Y una máquina no puede estar en paz nunca.
Charlotte Dunois
Re: Distensión. {Libre}
- Oh, oh! B-Buenos días, sí. Ohayo gozai... Dah, hola. Sólo hola. -
El hombre recibió a la muchacha con una sonrisa. Reconocimiento visual? Ojos violeta, cabello rubio tomado en una cola. Un sweater blanco con bordes rojos, y una falda aseñorada. A diferencia de las chicas que había conocido en los tres días anteriores, Emilia y su dulce elegancia, Medaka y su fiera exhuberancia, y Mizore y su gélida ingenuidad, esta mujer despedía algo distinto. Era un traje muy tapado como para un mediodía. Sin duda, muy austero, aunque sin perder su belleza.
Una persona madura, inalcanzable.
Mutsunokami entonces, decidió que ella tenía el aura de una hermana mayor. Por ello, decidió llamarla bajo el nombre de Ane-san.
El hombre palmeó la grupa de uno de los caballos, mientras dejaba en el suelo el fardo que cargaba. Con una horquilla que había encontrado, el hombre arrastraba el fardo, buscando darle de comer a los animales del lugar. En eso estaba hasta que Ane-san entró. Entró, saludó, y se fue del establo, cabalgando al caballo más derruido, deshecho y maltratado que había. Curiosa elección, cualquiera preferiría cualquier cosa antes que a aquel equino desahuciado. Debe de tenerle mucha confianza.
Mientras tanto, Mutsunokami se encogió de hombros. La muchacha ni siquiera se había percatado de que probablemente nunca había visto un tipo como él en su vida, que ni siquiera se amedrentó por no saber si era un Merak o no. Quién sabe lo que le rondaba por la mente. Pero lo que era el joven, "quiza imitarla no estaría mal".
Tomó uno de los caballos, uno de pelaje negro como la noche, con una mancha estelar en el puente de la frente, y lo cabalgó. Le tomó un poco hacer que se acostumbrara a él, luego de todo, era la primera interacción. Pero como guerrero de antaño, le era esencial el saber cuidar y tratar a los equinos. Por lo que no tardó en dominarlo y jinetear suavemente para sacar al animal del establo y acercarse a la muchacha.
- Ane-san, parece muy acostumbrada a esto. Y eso que hay mitos que dicen que una mujer no debería subir a un caballo. Hehehe, me pareces interesante. Aunque a esta altura todos los que conozco lo son. -
El hombre enmudeció. El viento arreciaba. Sí, haría frío esta noche, sin duda. Pero lo más extraño era aquella anormal formación en el cielo. Una formación de nubes grises que estaba formando una especie de aro en su interior. Y si los cálculos no le fallaban... Eso sin duda eran problemas. Una clase de problemas interdimensionales que él conocía a la perfección.
El hombre recibió a la muchacha con una sonrisa. Reconocimiento visual? Ojos violeta, cabello rubio tomado en una cola. Un sweater blanco con bordes rojos, y una falda aseñorada. A diferencia de las chicas que había conocido en los tres días anteriores, Emilia y su dulce elegancia, Medaka y su fiera exhuberancia, y Mizore y su gélida ingenuidad, esta mujer despedía algo distinto. Era un traje muy tapado como para un mediodía. Sin duda, muy austero, aunque sin perder su belleza.
Una persona madura, inalcanzable.
Mutsunokami entonces, decidió que ella tenía el aura de una hermana mayor. Por ello, decidió llamarla bajo el nombre de Ane-san.
El hombre palmeó la grupa de uno de los caballos, mientras dejaba en el suelo el fardo que cargaba. Con una horquilla que había encontrado, el hombre arrastraba el fardo, buscando darle de comer a los animales del lugar. En eso estaba hasta que Ane-san entró. Entró, saludó, y se fue del establo, cabalgando al caballo más derruido, deshecho y maltratado que había. Curiosa elección, cualquiera preferiría cualquier cosa antes que a aquel equino desahuciado. Debe de tenerle mucha confianza.
Mientras tanto, Mutsunokami se encogió de hombros. La muchacha ni siquiera se había percatado de que probablemente nunca había visto un tipo como él en su vida, que ni siquiera se amedrentó por no saber si era un Merak o no. Quién sabe lo que le rondaba por la mente. Pero lo que era el joven, "quiza imitarla no estaría mal".
Tomó uno de los caballos, uno de pelaje negro como la noche, con una mancha estelar en el puente de la frente, y lo cabalgó. Le tomó un poco hacer que se acostumbrara a él, luego de todo, era la primera interacción. Pero como guerrero de antaño, le era esencial el saber cuidar y tratar a los equinos. Por lo que no tardó en dominarlo y jinetear suavemente para sacar al animal del establo y acercarse a la muchacha.
- Ane-san, parece muy acostumbrada a esto. Y eso que hay mitos que dicen que una mujer no debería subir a un caballo. Hehehe, me pareces interesante. Aunque a esta altura todos los que conozco lo son. -
El hombre enmudeció. El viento arreciaba. Sí, haría frío esta noche, sin duda. Pero lo más extraño era aquella anormal formación en el cielo. Una formación de nubes grises que estaba formando una especie de aro en su interior. Y si los cálculos no le fallaban... Eso sin duda eran problemas. Una clase de problemas interdimensionales que él conocía a la perfección.
Invitado- Invitado
Re: Distensión. {Libre}
La extraña morisqueta que hizo la rubicunda al escuchar su nuevo apodo, fue, indudablemente, algo digno de captar en cámaras. Arqueó la ceja y se mordió el índice, y su mirada se giró hacia arriba como pesquisando qué era lo que quería decir el contrario. ¡Un código que no podía leer! Indescifrable. Sacado del chip de un videojuego. Negó con la cabeza y se ordenó los cabellos tras la oreja. - ¿Hay alguna muchacha que tenga ese nombre en la Academia? - suspiró, y se sintió levemente ofendida, pero qué va, si el hombre no la conocía, empero el tiempo fluye y sopresas vienen.
Charlotte quitó la aparente piel suave y aterciopelada del jamelgo, para resultar ser un robot con la misma forma. No era un equino. Era una máquina y podía sentir. Sí, y no era una arma. Las máquinas sienten, y la rubia descubrió que ella podría ser feliz incluso en su condición no-humana o humana. Extraña dicotomía. - ¿Y si a una chica robot le das un robot cuenta el dicho? - preguntó de forma retórica y con algo de picardía en su tono de voz, ahora sin ese acento francés tan marcado en sus últimas sílabas.
El soplido gélido impactó de lleno la cabellera de oro de esta humilde joven. Ese frío indicaba a que el tiempo iba a dárselas de insurrecto una vez más. La extraña nube que se pincelaba en el firmamento robó la atención de ella, tan así que permaneció con la "piel" del equino en su mano, con el aliento arrebatado por observación esa formación de estratos.
- No había visto nunca algo así en mi vida... - volvió a colocarle el pellejo sintético a la cabeza del caballo. ¿Qué era lo que hacía ese anillo nuboso? Sus ojos violetas estaban fijos en ese fenómeno climático. Entonces, y de la nada, tembló. Solo un poco, pero tembló. Un caballo a lo lejos comenzó a relinchar. - De seguro quiere agua... - comentó Dunois como haciendo la vista gorda a los signos que se presentaban. No entendía nada. Era caos purísimo.
Charlotte quitó la aparente piel suave y aterciopelada del jamelgo, para resultar ser un robot con la misma forma. No era un equino. Era una máquina y podía sentir. Sí, y no era una arma. Las máquinas sienten, y la rubia descubrió que ella podría ser feliz incluso en su condición no-humana o humana. Extraña dicotomía. - ¿Y si a una chica robot le das un robot cuenta el dicho? - preguntó de forma retórica y con algo de picardía en su tono de voz, ahora sin ese acento francés tan marcado en sus últimas sílabas.
El soplido gélido impactó de lleno la cabellera de oro de esta humilde joven. Ese frío indicaba a que el tiempo iba a dárselas de insurrecto una vez más. La extraña nube que se pincelaba en el firmamento robó la atención de ella, tan así que permaneció con la "piel" del equino en su mano, con el aliento arrebatado por observación esa formación de estratos.
- No había visto nunca algo así en mi vida... - volvió a colocarle el pellejo sintético a la cabeza del caballo. ¿Qué era lo que hacía ese anillo nuboso? Sus ojos violetas estaban fijos en ese fenómeno climático. Entonces, y de la nada, tembló. Solo un poco, pero tembló. Un caballo a lo lejos comenzó a relinchar. - De seguro quiere agua... - comentó Dunois como haciendo la vista gorda a los signos que se presentaban. No entendía nada. Era caos purísimo.
Charlotte Dunois
Re: Distensión. {Libre}
El hombre observó aquella curiosa expresión de la mujer, más no supo darle una explicación cierta. Quizá estuviese remilgando sobre el apodo... Aunque "Ane-san" no era precisamente un apodo. Ane-san era la contracción de Anego-san, donde Anego era un honorífico de respeto para las hermanas mayores, o para cualquier mujer a la que una persona se hubiese subordinado. Básicamente era el "Aniki" para las mujeres, y dadas las vestimentas de la joven, era que el ronin había terminado por darle tal nombre, al hallarla digna de la posición de la hermana.
Es como las cosas debían de hacerse.
Pero lo que debía -figurativamente hablando- acaparar su atención, fue ver aquel equino destrozado y a mal traer convertirse en algo más: Resultó ser un autómata zoomorfo, una máquina capaz de imitar el comportamiento y la utilidad del más bravo rocín. Una pieza de ingeniería capaz de dejar a la espada en un estado de asombro perfecto.
Y lo que era mejor: Ella misma parecía haberse aludido como un robot.
Lo que quizá no sabía es que a Mutsunokami le fascinaba la ingeniería mecánica. Desde los robots de combate hasta cosas simples como un hervidor eléctrico o un ventilador. Todo le encantaba. Determinar los mecanismos, maravillarse ante su funcionamiento, asombrarse sobre los algoritmos de acción que permitían que aquellas cosas hechas de acero rígido y material polimerado diesen un producto o un movimiento en consecuencia. Eran los aires del futuro que tanto le gustaban a Sakamoto Ryouma, y como portador de su voluntad, Mutsunokami no iba a ser menos.
- O-Ohh... Esto es genial! Es sólo este? No hay, digo, cientos de estos? Modelos de producción en masa? Sería genial visitar el sitio de donde salió! -
El hombre exclamó de forma enérgica... Más que nada para evadir la respuesta sobre el dicho de las mujeres y la equitación. Ciertamente lo más acertado era no empezar una relación de amistad con ese tipo de connotaciones. A pesar de que al parecer la muchacha no había captado bien el origen mismo del dicho. Y sinceramente, estaba mejor así.
Por cierto, había dicho chica robot?
Bueno, no había tiempo de pensar en detalles. Aquellas nubes comenzaban a formar círculos de color naranja en el aire. Eso ciertamente eran distorsiones de tiempo, portales donde rápidamente algo caería. Él los conocía bien, había pasado su vida luchando contra un tipo específico de seres que salían de aquellos sitios, y es lo que había venido a hacer a aquella época.
- Ne, Ane-san. De casualidad sabes pelear? Pooorque parece que va a tocar. -
Mutsunokami saltó de su caballo con agilidad, empuñando su katana.
Y entonces, un rayo rojo cayó al frente, cerca de un árbol. Tres, en total. Y de la humareda de polvo, salieron tres seres, envueltos en una especie de miasma negro, cubiertos por una falda, y unos sombreros de paja, utilizando katanas que despiden truenos voraces.
Uchigatanas. Miembros de la Brigada de Reformismo Histórico. Los retrógradas, para acortar.
Pero probablemente no era momento para explicar qué o de dónde son. Habían aparecido en el peor sitio posible. O al menos para ellos.
Mutsunokami llevó mano derecha a la saya, izquierda al cinto de su pistola. No les daría cuartel. Menos cuando su primer movimiento fue un disparo rápido contra uno de los tres, que ya venían en carga rabiosa contra los muchachos y sus animales. Un disparo, limpio bajo el cuello. Pero el Uchigatana no cedería sólo con un disparo. Se lanzó en salto contra Mutsunokami, y él pudo apreciar su fiereza, sus intenciones de matar. Ellos entendían que con su muerte, esta época sería devorada por un mal sin precedentes. Algo que nadie tendría idea siquiera de cómo contrarrestar.
Pero atreverse a tratar de asesinar a alguien que podía devolverles el golpe -justo como ahora, dando un corte horizontal seco a una de las Uchigatanas, evadiendo su golpe y derribándola al instante- no sólo era ingenuo.
Era algo muy corto de miras.
Es como las cosas debían de hacerse.
Pero lo que debía -figurativamente hablando- acaparar su atención, fue ver aquel equino destrozado y a mal traer convertirse en algo más: Resultó ser un autómata zoomorfo, una máquina capaz de imitar el comportamiento y la utilidad del más bravo rocín. Una pieza de ingeniería capaz de dejar a la espada en un estado de asombro perfecto.
Y lo que era mejor: Ella misma parecía haberse aludido como un robot.
Lo que quizá no sabía es que a Mutsunokami le fascinaba la ingeniería mecánica. Desde los robots de combate hasta cosas simples como un hervidor eléctrico o un ventilador. Todo le encantaba. Determinar los mecanismos, maravillarse ante su funcionamiento, asombrarse sobre los algoritmos de acción que permitían que aquellas cosas hechas de acero rígido y material polimerado diesen un producto o un movimiento en consecuencia. Eran los aires del futuro que tanto le gustaban a Sakamoto Ryouma, y como portador de su voluntad, Mutsunokami no iba a ser menos.
- O-Ohh... Esto es genial! Es sólo este? No hay, digo, cientos de estos? Modelos de producción en masa? Sería genial visitar el sitio de donde salió! -
El hombre exclamó de forma enérgica... Más que nada para evadir la respuesta sobre el dicho de las mujeres y la equitación. Ciertamente lo más acertado era no empezar una relación de amistad con ese tipo de connotaciones. A pesar de que al parecer la muchacha no había captado bien el origen mismo del dicho. Y sinceramente, estaba mejor así.
Por cierto, había dicho chica robot?
Bueno, no había tiempo de pensar en detalles. Aquellas nubes comenzaban a formar círculos de color naranja en el aire. Eso ciertamente eran distorsiones de tiempo, portales donde rápidamente algo caería. Él los conocía bien, había pasado su vida luchando contra un tipo específico de seres que salían de aquellos sitios, y es lo que había venido a hacer a aquella época.
- Ne, Ane-san. De casualidad sabes pelear? Pooorque parece que va a tocar. -
Mutsunokami saltó de su caballo con agilidad, empuñando su katana.
Y entonces, un rayo rojo cayó al frente, cerca de un árbol. Tres, en total. Y de la humareda de polvo, salieron tres seres, envueltos en una especie de miasma negro, cubiertos por una falda, y unos sombreros de paja, utilizando katanas que despiden truenos voraces.
- Spoiler:
Uchigatanas. Miembros de la Brigada de Reformismo Histórico. Los retrógradas, para acortar.
Pero probablemente no era momento para explicar qué o de dónde son. Habían aparecido en el peor sitio posible. O al menos para ellos.
Mutsunokami llevó mano derecha a la saya, izquierda al cinto de su pistola. No les daría cuartel. Menos cuando su primer movimiento fue un disparo rápido contra uno de los tres, que ya venían en carga rabiosa contra los muchachos y sus animales. Un disparo, limpio bajo el cuello. Pero el Uchigatana no cedería sólo con un disparo. Se lanzó en salto contra Mutsunokami, y él pudo apreciar su fiereza, sus intenciones de matar. Ellos entendían que con su muerte, esta época sería devorada por un mal sin precedentes. Algo que nadie tendría idea siquiera de cómo contrarrestar.
Pero atreverse a tratar de asesinar a alguien que podía devolverles el golpe -justo como ahora, dando un corte horizontal seco a una de las Uchigatanas, evadiendo su golpe y derribándola al instante- no sólo era ingenuo.
Era algo muy corto de miras.
Invitado- Invitado
Re: Distensión. {Libre}
OFF: Disculpa Fer pero entre más biblia más me demoro. ;-; xDu
Se esperaba una reacción adversa en el contrario. A Charlotte ya no le importaba mucho ser discriminada por sus pares, aunque en Legacy era recibida de buena forma. Los robots estaban por debajo de los humanos. ¡Je! Seres sin alma ¿No? Son solo inteligencias artificiales y que sus sentimientos son solo información dentro de un hardware. ¿No era algo así con los humanos? Paradójico es. Mas la reacción del contrario fue sorpresivamente positiva, para más empero, fue festiva incluso, pese a que lucía un traje tradicional que le daba cierto aire al Japón feudal, o alternativamente expreso, como el "Cipango". Sí, le caería bien.
Soltó una pequeña risita de sus labios rosas. - La verdad es que yo lo construí en el laboratorio de ingeniería. La parte difícil fue instalarle un software, aunque el comportamiento de los caballos no es tan complejo como el de los humanos - respondió y esta vez con los brazos cruzados delante de su pecho. Sí, podía ser humilde, pero en momentos de gloriarse, podía estar dando cátedra lo suficiente sobre sus dotes y también sobre la famillia Dunois, un grupo de capital privado con capital en Francia que hacía máquinas de combate, electrodomésticos y otros insumos.
Pero a todas luces indicaba que no era el tiempo para conversaciones ordinarias. Un aciago color naranja se arremolinaba en lo que parecía ser una especie de vórtice. Charlotte frunció el ceño y mordió su labio inferior. Esto no era normal. De hecho, esto lucía bastante mal. Relámpagos carmesíes. La rubia se sobresaltó, y peor cuando vio a tres seres de actitud hostil. Ante la pregunta retórica del jinete, la francesa solo asintió con la cabeza, y se puso en posición de combate.
En un abrir y cerrar de ojos, sus brazos y piernas se "extendieron". Estaba en un traje de combate y tenía una armadura que dejaba su ombligo al descubierto. Un modelo curioso, pero qué más daba ahora. Uno de esos extraños soldados se le abalanzó, a lo que Charlotte con todo el traje retrocedió. Era un poco lenta, pero muy resistente. Con un rápido movimiento logró tomarle de la pierna cual muñeco de trapo y lo arrojó contra el otro logrando que los dos chocaran. - Soy cinturón negro en karate y aikido - le guiñó el ojo y levantó el dedo pulgar a su compañero. Podría confiar en ella, pues Charlotte estaba para ser ese soporte.
Charlotte Dunois
Re: Distensión. {Libre}
Quién iba a saber que una persona aparte de los miembros de los Touken Danshi podían combatir de uno a uno con los Reformistas. Era simplemente irreal. Y encima, a las Uchigatanas, que no son precisamente los agentes mas débiles que tenía la organización temporal. Ella podía estar a la altura de las Naginatas, las Yari, o mayor aún, las Ootachi, los miembros de élite de los retrógradas.
Ella y su impresionante armadura de artillería pesada que enamoraría al propio Ryouma y haría que tratara de desposar a Ane-san sin miramientos. Era realmente un equipo fabuloso aquel. Piernas reforzadas para permitir grandes saltos y defensa contra el desequilibrio en tierra. Alas de propulsión para facilitar el lento y pesado movimiento del exoesqueleto. Pecho y hombreras especiales para proteger los puntos vitales, y un muy obvio punto débil en el abdomen, para entregarle la falsa certeza al oponente que la máquina debe ser atacada por el frente, ya que ésta claramente era una máquina especializada en el combate de melee, le conviene recibir todos los ataques de frente. Y por eso, que el terso y suave vientre de la muchacha debía estar expuesto. Era una forma económica de atraer el fuego enemigo donde a ella le convenía que llegara.
Era un modelo de artillería manual de expansión de la potencialidad física bastante bien pensado.
Aunque a Mutsunokami se le hacía difícil ver algún motivo por el cual una muchacha tuviese que defender su entrepierna con una considerable extensión metálica que sólo le quedaría cómoda a un hombre.
Sea como fuere, el armatoste había lanzado a uno de los reformistas como si fuese un mero muñeco de trapo, justo contra aquel que había terminado de morir por los constantes cortes de su espada. El reformista caído se hizo volutas demateria negra llevada por el viento, mientras el otro trataba de incorporarse. Mutsunokami, montado en el caballo, guardó su arma de confianza antes de cargar contra el tercero de ellos, arrastrando al segundo bajo las pesadas y poderosas coces del equino mecánico.
- CAE DE UNA VEEEZ!!! -
Con la fuerza añadida del caballo, el hombre pudo deflectar la espada enemiga con tal fuerza que la voló de las manos de su adversario, tirándolo al suelo. Luego fue cosa de dar vuelta el caballo, desenfundar la Smith & Wesson...
Y clavarle el resto de los tiros al reformista en todo el cuerpo.
Y así los tres desaparecieron en volutas negras en el aire. Lo cual era extraño... Los reformistas no solían ser tan poco precavidos. En el sentido de desplegar tan pocas tropas en un sitio tan aleatorio. Con tres no bastaba para eliminarlo solo, con cinco ya podíamos plantear una dificultad seria. Pero se supone que ellos conocen la historia, deberían estar conscientes de que Ane-san estaría aquí. Mínimo debieron haber traído a un Ootachi si querían hacer frente a la monstruosa maquinaria de la muchacha... A menos que el conseguir una victoria no haya sido el objetivo real. Los estaban estudiando? Analizar a los estudiantes, comprobar las variables de sus potencias y con eso idear estrategias para contrarrestarlos. O es que simplemente estaban causando ruido en el tiempo para poder invocarlos a [ Ellos? ] Eso sería un problema mucho mayor...
- ... Nada mal. Lástima que no haya llegado a ver si esa joyita era más que dar golpes. Hm... No veo que vayan a aparecer más, el cielo se está abriendo. -
En efecto, los nubarrones del cielo se estaban disipando gradualmente, hasta un despejar recio.
Lo que no se despejaría tan fácil iba a ser explicar de dónde salían los reformistas...
Ella y su impresionante armadura de artillería pesada que enamoraría al propio Ryouma y haría que tratara de desposar a Ane-san sin miramientos. Era realmente un equipo fabuloso aquel. Piernas reforzadas para permitir grandes saltos y defensa contra el desequilibrio en tierra. Alas de propulsión para facilitar el lento y pesado movimiento del exoesqueleto. Pecho y hombreras especiales para proteger los puntos vitales, y un muy obvio punto débil en el abdomen, para entregarle la falsa certeza al oponente que la máquina debe ser atacada por el frente, ya que ésta claramente era una máquina especializada en el combate de melee, le conviene recibir todos los ataques de frente. Y por eso, que el terso y suave vientre de la muchacha debía estar expuesto. Era una forma económica de atraer el fuego enemigo donde a ella le convenía que llegara.
Era un modelo de artillería manual de expansión de la potencialidad física bastante bien pensado.
Aunque a Mutsunokami se le hacía difícil ver algún motivo por el cual una muchacha tuviese que defender su entrepierna con una considerable extensión metálica que sólo le quedaría cómoda a un hombre.
Sea como fuere, el armatoste había lanzado a uno de los reformistas como si fuese un mero muñeco de trapo, justo contra aquel que había terminado de morir por los constantes cortes de su espada. El reformista caído se hizo volutas demateria negra llevada por el viento, mientras el otro trataba de incorporarse. Mutsunokami, montado en el caballo, guardó su arma de confianza antes de cargar contra el tercero de ellos, arrastrando al segundo bajo las pesadas y poderosas coces del equino mecánico.
- CAE DE UNA VEEEZ!!! -
Con la fuerza añadida del caballo, el hombre pudo deflectar la espada enemiga con tal fuerza que la voló de las manos de su adversario, tirándolo al suelo. Luego fue cosa de dar vuelta el caballo, desenfundar la Smith & Wesson...
Y clavarle el resto de los tiros al reformista en todo el cuerpo.
Y así los tres desaparecieron en volutas negras en el aire. Lo cual era extraño... Los reformistas no solían ser tan poco precavidos. En el sentido de desplegar tan pocas tropas en un sitio tan aleatorio. Con tres no bastaba para eliminarlo solo, con cinco ya podíamos plantear una dificultad seria. Pero se supone que ellos conocen la historia, deberían estar conscientes de que Ane-san estaría aquí. Mínimo debieron haber traído a un Ootachi si querían hacer frente a la monstruosa maquinaria de la muchacha... A menos que el conseguir una victoria no haya sido el objetivo real. Los estaban estudiando? Analizar a los estudiantes, comprobar las variables de sus potencias y con eso idear estrategias para contrarrestarlos. O es que simplemente estaban causando ruido en el tiempo para poder invocarlos a [ Ellos? ] Eso sería un problema mucho mayor...
- ... Nada mal. Lástima que no haya llegado a ver si esa joyita era más que dar golpes. Hm... No veo que vayan a aparecer más, el cielo se está abriendo. -
En efecto, los nubarrones del cielo se estaban disipando gradualmente, hasta un despejar recio.
Lo que no se despejaría tan fácil iba a ser explicar de dónde salían los reformistas...
Invitado- Invitado
Re: Distensión. {Libre}
El misterioso hombre aunque de andar exagerado y gracioso, no se traía con cuentos al momento de batallar contra estos enemigos. Nunca había visto algo así. Al ser vencidos desaparecían en voluta, y ya. No obstante, algo debía estar detrás de estos soldaditos. Parecían ser bastante inteligentes, y además, aparecieron de un portal en el cielo. No era tan difícil de vencerlos, según la rubicunda, mas lo realmente extraño es que tenía la sensación de que estaba siendo testeada. Estaba muy claro que era mala idea mostrar todas las cartas bajo la manga, aunque sinceramente pocas tenía. En estos casos, lo mejor para dar una desagradable sorpresa a los enemigos era entrenar y mejorar cada día. Aprender cosas nuevas y estudiarlos.
Sacó una pistola y lo rellenó de balas. Charlotte levantó las cejas en señal de sorpresa. Había evitado su ataque de una forma magistral y luego lo acribilló. Ya no había más enemigos. Solo un suspiró largo la rubia, y al tiempo en que el castaño mencionó su traje, el rubor se le asomó a ambas mejillas y escondió su rostro. No todos los días se recibía un cumplido, menos la joven Dunois. - Merci, pero soy mejor aguantando golpes - aterrizó su mirada y balanceaba su cabeza. Lo más curioso es que nunca había visto a esos guerreros. ¿Será que persiguen a este hombre? O quizás era alguien de Merak que invocaba a estas pérfidas tropas. El misterio se hacia cada vez más grande.
Entonces y repentinamente, Charlotte infló sus mejillas y gruñó, - Oye no me has dicho tu nombre. Debes presentarte, - llevó su dedo índice a sus labios y se le quedó mirando como esperando una señal, y ojalá positiva. - Tampoco me has dicho quiénes eran esos tipos tan feos - llevó la palma de su mano a su quijada y miró hacia el cielo. Desde allí vinieron a través de un vórtice.
¿Será que alguien maligno y poderoso los estaba enviando a través del tiempo? Porque podrían perfectamente enviar robots, mas la vestimenta del contrario y sus enemigos la llevaba al período feudal, antes de la reunificación del Japón. De algo le han sido útiles las clases de historia, pues la cultura y los protocolos nipones a cualquier occidental como ella se le hacían extravagantes.
Sacó una pistola y lo rellenó de balas. Charlotte levantó las cejas en señal de sorpresa. Había evitado su ataque de una forma magistral y luego lo acribilló. Ya no había más enemigos. Solo un suspiró largo la rubia, y al tiempo en que el castaño mencionó su traje, el rubor se le asomó a ambas mejillas y escondió su rostro. No todos los días se recibía un cumplido, menos la joven Dunois. - Merci, pero soy mejor aguantando golpes - aterrizó su mirada y balanceaba su cabeza. Lo más curioso es que nunca había visto a esos guerreros. ¿Será que persiguen a este hombre? O quizás era alguien de Merak que invocaba a estas pérfidas tropas. El misterio se hacia cada vez más grande.
Entonces y repentinamente, Charlotte infló sus mejillas y gruñó, - Oye no me has dicho tu nombre. Debes presentarte, - llevó su dedo índice a sus labios y se le quedó mirando como esperando una señal, y ojalá positiva. - Tampoco me has dicho quiénes eran esos tipos tan feos - llevó la palma de su mano a su quijada y miró hacia el cielo. Desde allí vinieron a través de un vórtice.
¿Será que alguien maligno y poderoso los estaba enviando a través del tiempo? Porque podrían perfectamente enviar robots, mas la vestimenta del contrario y sus enemigos la llevaba al período feudal, antes de la reunificación del Japón. De algo le han sido útiles las clases de historia, pues la cultura y los protocolos nipones a cualquier occidental como ella se le hacían extravagantes.
Charlotte Dunois
Re: Distensión. {Libre}
- Lo de ser mejor aguantando golpes me lo creo. Ane-san, cuanta fuerza debe emplear uno para manejar esa cosa?
Se ve como que pesara una tonelada si no menos... -
Con puños llevados a la cintura, el hombre encaró a la muchacha de aire maduro. Estaba impresionado. Emocionado de cierta manera. Aquello iba mucho más allá de las impresionantes máquinas de viento y vapor que los extranjeros de occidente habían traído para el comercio a una nación con sus tradiciones arraigadas pero tecnológicamente atrasados. Mutsunokami apreciaba con un amor profeso todo aquello. Las máquinas, gran interés del ronin, le atraían como moscas a la miel, y la indumentaria robotizada de la mujer blonda no era precisamente una excepción.
A pesar de que ello no dejaba a un lado el hecho de que el comportamiento de los reformistas era más raro que de costumbre, la verdad. Estaban preparando el terreno? Adaptándose?
Era que quizá sería necesario pedir a más de los suyos para hacerles frente?
Quizá no.
Konnosuke lo había señalado.
Esta vez, sería más acertado confiar en los nativos. Pero ellos podrían hacer frente a los Reformistas? Eran espadachines habilidosos, pese a que su origen y sus capacidades finales aún eran desconocidos. Y, luego de todo, no eran los únicos metidos en este asunto de moldear la historia.
Sin embargo, la muchacha quería una explicación, y era preciso facilitarla.
- Brigada de la reforma histórica. A veces simplemente los llamamos reformistas, o retrógradas. Seres desconocidos cuya habilidad les permite transitar libremente entre las eras, y alterarlas a su antojo. Su objetivo en este momento es alterar la guerra entre Legacy y Merak, modificando la historia con ello. Yo, estoy aquí para tratar de prevenirlo.-
Enfundando su revólver y envainando su espada, el hombre bajó del caballo, y tomándole de las riendas con delicadeza, caminó hacia la joven, ofreciéndole la mano, como si tuviese con ella la confianza de un amigo de hace años. Como si no acabaran de conocerse hace unos minutos. Como si hubiesen compartido un viaje o una morada por un tiempo prolongado.
- Mi nombre es Mutsunokami. Mutsunokami Yoshiyuki. Un gusto, ane-san! -
Se ve como que pesara una tonelada si no menos... -
Con puños llevados a la cintura, el hombre encaró a la muchacha de aire maduro. Estaba impresionado. Emocionado de cierta manera. Aquello iba mucho más allá de las impresionantes máquinas de viento y vapor que los extranjeros de occidente habían traído para el comercio a una nación con sus tradiciones arraigadas pero tecnológicamente atrasados. Mutsunokami apreciaba con un amor profeso todo aquello. Las máquinas, gran interés del ronin, le atraían como moscas a la miel, y la indumentaria robotizada de la mujer blonda no era precisamente una excepción.
A pesar de que ello no dejaba a un lado el hecho de que el comportamiento de los reformistas era más raro que de costumbre, la verdad. Estaban preparando el terreno? Adaptándose?
Era que quizá sería necesario pedir a más de los suyos para hacerles frente?
Quizá no.
Konnosuke lo había señalado.
Esta vez, sería más acertado confiar en los nativos. Pero ellos podrían hacer frente a los Reformistas? Eran espadachines habilidosos, pese a que su origen y sus capacidades finales aún eran desconocidos. Y, luego de todo, no eran los únicos metidos en este asunto de moldear la historia.
Sin embargo, la muchacha quería una explicación, y era preciso facilitarla.
- Brigada de la reforma histórica. A veces simplemente los llamamos reformistas, o retrógradas. Seres desconocidos cuya habilidad les permite transitar libremente entre las eras, y alterarlas a su antojo. Su objetivo en este momento es alterar la guerra entre Legacy y Merak, modificando la historia con ello. Yo, estoy aquí para tratar de prevenirlo.-
Enfundando su revólver y envainando su espada, el hombre bajó del caballo, y tomándole de las riendas con delicadeza, caminó hacia la joven, ofreciéndole la mano, como si tuviese con ella la confianza de un amigo de hace años. Como si no acabaran de conocerse hace unos minutos. Como si hubiesen compartido un viaje o una morada por un tiempo prolongado.
- Mi nombre es Mutsunokami. Mutsunokami Yoshiyuki. Un gusto, ane-san! -
Invitado- Invitado
Re: Distensión. {Libre}
Eso era verdad. Charlotte era buena aguántandolos por los diversos sistemas que componían ese traje. Solo se necesitaba la fuerza común de un humano varón que pesa ochenta kilos, pero los implantes cibernéticos de ella. Se mordió los labios con una sonrisa, pues el contrario parecía como de verdad fascinado por la máquina que ella poseía, y para Charlotte era tan normal. Básicamente era su segunda piel - Pues, cualquiera con algo de fuerza puede pilotarla, pero puede ser extenuante si uno está más de una semana acá transpirando y reciclando fluidos - se sonrojó por lo que había dicho. La máquina tomaba distintos humores del cuerpo y los reconvertía en agua libre de bacterias o enzimas para asegurar que todo estuviera bien.
Los sujetos tan misteriosos fueron denominados como "reformistas". Curioso nombre, pensó mientras hacía que su mirada se perdiese entre el bosque, como tratando de analizar bien esta anomalía y por qué querrían intervenir en esta guerra. De seguro para usar a las academias contra algo, o bien podrían ayudar a ambos bandos para asegurar destrucción mutua - Esto me recuerda al enfrentamiento entre las superpotencias antes del muro. ¡Pero está bien! Yo... yo no soy muy especial. Me llamo Charlotte - se desenguantó de la extremidad robótica para saludarlo con la mano como correspondía.
La rubicunda se sonrojó por lo demás. Siempre esta clase de situaciones le causaban una especie de nerviosismo extraño de explicar. No era muy buena hablando con hombres. Además el contrario de alegre personalidad era bastante amigable, y Dunois se sentía segura con esta clase de personas. Pecaba de ingenuidad en ese aspecto, pero poco había que hacer cuando la nobleza era reina en el corazón de esta francesa.
No dijo nada más. Se produjo un silencio algo incómodo- Éste... usted, y... ¿Qué hace acá usted en Japón de esta edad moderna? - tartamudeó y se ordenó los cabellos tras la oreja.
¡Ay pero qué idiota fue! No tenía que demostrar inseguridad en un momento que requería enterza como éste.
Nunca iba a poder ser una buena líder para sus amigos. Refunfuñó para sí misma, y no se daba cuenta que realizaba morisquetas extrañas.
Charlotte, este no es tu día. ¿o sí?
Los sujetos tan misteriosos fueron denominados como "reformistas". Curioso nombre, pensó mientras hacía que su mirada se perdiese entre el bosque, como tratando de analizar bien esta anomalía y por qué querrían intervenir en esta guerra. De seguro para usar a las academias contra algo, o bien podrían ayudar a ambos bandos para asegurar destrucción mutua - Esto me recuerda al enfrentamiento entre las superpotencias antes del muro. ¡Pero está bien! Yo... yo no soy muy especial. Me llamo Charlotte - se desenguantó de la extremidad robótica para saludarlo con la mano como correspondía.
La rubicunda se sonrojó por lo demás. Siempre esta clase de situaciones le causaban una especie de nerviosismo extraño de explicar. No era muy buena hablando con hombres. Además el contrario de alegre personalidad era bastante amigable, y Dunois se sentía segura con esta clase de personas. Pecaba de ingenuidad en ese aspecto, pero poco había que hacer cuando la nobleza era reina en el corazón de esta francesa.
No dijo nada más. Se produjo un silencio algo incómodo- Éste... usted, y... ¿Qué hace acá usted en Japón de esta edad moderna? - tartamudeó y se ordenó los cabellos tras la oreja.
¡Ay pero qué idiota fue! No tenía que demostrar inseguridad en un momento que requería enterza como éste.
Nunca iba a poder ser una buena líder para sus amigos. Refunfuñó para sí misma, y no se daba cuenta que realizaba morisquetas extrañas.
Charlotte, este no es tu día. ¿o sí?
Charlotte Dunois
Re: Distensión. {Libre}
Hasta parecían hechos para combatir uno al lado del otro.
Ella podía deshacerse de hordas enteras de enemigos y resistir golpes. Él y su agilidad podían despachar enemigos uno a uno y de forma específica, bien a distancia con su arma, o desde cerca con mandobles certeros de su katana. Era posible que ambos pudiesen librar largas contiendas y derrotar a innumerables enemigos... Siempre y cuando él no fuese distraido por la enormidad de aquellos dos firmes y generosos... Cañones de metralla, o la suave textura y delgadez de su firme... Punzón ariete anti-armadura. Ni la agilidad ardiente de esas largas y apoteósicas... Qué eran esas? Módulos de vuelo? Ella podía volar de verdad?
Así de increíble?
Sí, su cuerpo era increíble. Venido de otro mundo. Esculpido por la propia Venus fecunda.
... Sólo que en realidad se refería al cuerpo mecánico, esculpido por Vulcano de la fiereza.
- Entonces, tu cuerpo está potenciado de forma biomecánica... O es lo que arujin diría- No, espera. A qué te refieres con... Fluídos? -
Mutsunokami arqueó una ceja. No era un pícaro ni un hombre realmente obsceno, pero su juventud de espíritu le llevaban a imaginar una serie de cosas. Cosas que alguna vez hubiese visto en algún shunga emaki de la colección de los Sakamoto. "Fluídos". Sí, perfectamente podía quedarse en la inocencia, podía ser una transfusión de sangre, o aquella máquina tenía una especie de fuente de alimentación ecológica mediante desechos... Si es que pueden intuir a lo que se refiere.
Pero su mente desplazaba todas esas ideas, más cuerdas, por "precisamente eso". Y su cara ya estaba pasando a una de las sonrisas más idiotas conocidas en el antiguo Edo de no ser porque recordó que este debería ser uno de esos escenarios donde Konnosuke o alguno de los hermanos Kuninaga le estaría golpeando con un abanico de papel.
Así que la sonrisa se detuvo más o menos cuando ella le reveló su nombre: Charlotte. No sonaba japonés, eso era evidente. Era una persona de más allá del mar. Su cabello rubio era una de tantas evidencias. Era un nombre precioso, con cierta alcurnia. El nombre que le pondrías a un daimyo si fuese occidental.
- Un muro? He oído sobre eso, pero no tengo mucha información. Creo que por algo no llegué ahí... -
El hombre clavó su mano en su mentón, pensativo. Era correcto decirle a esta muchacha aún, que él era un guerrero de una era distante, o mejor dicho, de dos eras? Sí, era una imagen del pasado, la espada del revolucionario Sakamoto Ryouma, pero a su vez su consciencia había despertado en un futuro donde los Reformistas lograron devolver a Japón a una era Feudal y con ello, la era digital mundial había vuelto a un victorianismo arcaico. Traería consecuencias el que alguien supiese esto?...
Bueno, ella estaba nerviosa. Como si se hubiese comido los bocadillos del shogun y lo ocultaba para no ser ejecutada. Quizá se lo creyese un poco.
- Vine a cazar a los reformistas, comandado por mi señor. Él... Viene del 2205. -
Ella podía deshacerse de hordas enteras de enemigos y resistir golpes. Él y su agilidad podían despachar enemigos uno a uno y de forma específica, bien a distancia con su arma, o desde cerca con mandobles certeros de su katana. Era posible que ambos pudiesen librar largas contiendas y derrotar a innumerables enemigos... Siempre y cuando él no fuese distraido por la enormidad de aquellos dos firmes y generosos... Cañones de metralla, o la suave textura y delgadez de su firme... Punzón ariete anti-armadura. Ni la agilidad ardiente de esas largas y apoteósicas... Qué eran esas? Módulos de vuelo? Ella podía volar de verdad?
Así de increíble?
Sí, su cuerpo era increíble. Venido de otro mundo. Esculpido por la propia Venus fecunda.
... Sólo que en realidad se refería al cuerpo mecánico, esculpido por Vulcano de la fiereza.
- Entonces, tu cuerpo está potenciado de forma biomecánica... O es lo que arujin diría- No, espera. A qué te refieres con... Fluídos? -
Mutsunokami arqueó una ceja. No era un pícaro ni un hombre realmente obsceno, pero su juventud de espíritu le llevaban a imaginar una serie de cosas. Cosas que alguna vez hubiese visto en algún shunga emaki de la colección de los Sakamoto. "Fluídos". Sí, perfectamente podía quedarse en la inocencia, podía ser una transfusión de sangre, o aquella máquina tenía una especie de fuente de alimentación ecológica mediante desechos... Si es que pueden intuir a lo que se refiere.
Pero su mente desplazaba todas esas ideas, más cuerdas, por "precisamente eso". Y su cara ya estaba pasando a una de las sonrisas más idiotas conocidas en el antiguo Edo de no ser porque recordó que este debería ser uno de esos escenarios donde Konnosuke o alguno de los hermanos Kuninaga le estaría golpeando con un abanico de papel.
Así que la sonrisa se detuvo más o menos cuando ella le reveló su nombre: Charlotte. No sonaba japonés, eso era evidente. Era una persona de más allá del mar. Su cabello rubio era una de tantas evidencias. Era un nombre precioso, con cierta alcurnia. El nombre que le pondrías a un daimyo si fuese occidental.
- Un muro? He oído sobre eso, pero no tengo mucha información. Creo que por algo no llegué ahí... -
El hombre clavó su mano en su mentón, pensativo. Era correcto decirle a esta muchacha aún, que él era un guerrero de una era distante, o mejor dicho, de dos eras? Sí, era una imagen del pasado, la espada del revolucionario Sakamoto Ryouma, pero a su vez su consciencia había despertado en un futuro donde los Reformistas lograron devolver a Japón a una era Feudal y con ello, la era digital mundial había vuelto a un victorianismo arcaico. Traería consecuencias el que alguien supiese esto?...
Bueno, ella estaba nerviosa. Como si se hubiese comido los bocadillos del shogun y lo ocultaba para no ser ejecutada. Quizá se lo creyese un poco.
- Vine a cazar a los reformistas, comandado por mi señor. Él... Viene del 2205. -
Invitado- Invitado
Re: Distensión. {Libre}
Rascó la mejilla mientras se le quedaba mirando con la cabeza algo ladeada. Se preguntó que estaría pensando él. De seguro que le parecía que la rubia estuviera en medio de una chatarra andante, y que su femineidad era tan escasa como la de un domingo de barbacoa. Tampoco es que estuviera en la Academia Legacy para impresionar a alguien, solo venía a cumplir con su deber y este era defender a sus amigos y a todos los seres humanos del mundo de forma incondicional y sincera.
De nuevo le asaltó con esa pregunta algo privada. El pudor hizo electicidad en sus vasos capilares, los cuales dieron aviso de que Charlotte contestaría algo inusual. - Saliva, sudor, sangre, flema y otros fluidos corporales más. Se purifican y se convierten en agua potable. Algo así... - replicó al unísono del castaño que se mostraba bastante interesado en Charlotte. Quizás nunca había visto una armadura tan sofisticada como la de ella. Los diseños franceses eran suaves y simples, a diferencia de los alemanes que eran pesados y con mucho más armamanto. La Familia Dunois era ejemplo mundial de ingeniería mecánica.
Lo impresionante es que este caballero nipón tenía a su señor y venía de dos siglos más adelante. Había estudiado física y lo curioso del tiempo es que no siempre es igual en todos lados, y la mayor parte de las veces las paradojas temporales son resueltas con líneas alternativas de tiempo. Se sopló el flequillo que le caía en su cara y se lo ordenó detrás de su oreja. Sonrió algo confiada y colocó ambas manos en su cintura.
- No tengo nada que hacer, salvo ver una película de terror esta noche. ¿Adónde vamos? - quitó sus brazos de las articulaciones mecánicas, y poco a poco comenzó a tronarse los nudillos, y luego a flexionar su cuello. La joven Dunois está preparada incluso si le tiras un ejército encima. Considérese un plus contra grupos de enemigos.
De nuevo le asaltó con esa pregunta algo privada. El pudor hizo electicidad en sus vasos capilares, los cuales dieron aviso de que Charlotte contestaría algo inusual. - Saliva, sudor, sangre, flema y otros fluidos corporales más. Se purifican y se convierten en agua potable. Algo así... - replicó al unísono del castaño que se mostraba bastante interesado en Charlotte. Quizás nunca había visto una armadura tan sofisticada como la de ella. Los diseños franceses eran suaves y simples, a diferencia de los alemanes que eran pesados y con mucho más armamanto. La Familia Dunois era ejemplo mundial de ingeniería mecánica.
Lo impresionante es que este caballero nipón tenía a su señor y venía de dos siglos más adelante. Había estudiado física y lo curioso del tiempo es que no siempre es igual en todos lados, y la mayor parte de las veces las paradojas temporales son resueltas con líneas alternativas de tiempo. Se sopló el flequillo que le caía en su cara y se lo ordenó detrás de su oreja. Sonrió algo confiada y colocó ambas manos en su cintura.
- No tengo nada que hacer, salvo ver una película de terror esta noche. ¿Adónde vamos? - quitó sus brazos de las articulaciones mecánicas, y poco a poco comenzó a tronarse los nudillos, y luego a flexionar su cuello. La joven Dunois está preparada incluso si le tiras un ejército encima. Considérese un plus contra grupos de enemigos.
Charlotte Dunois
Re: Distensión. {Libre}
La sonrisa más idiota que su rostro podía formular cambió a una carcajada complicada. Era obvio. Evidente. Muy eventual. Evidente que no iban a ser "esos" fluídos. Él lo sabía. Y sin embargo, su mente de adulto joven aún lo sugirió. Quizá porque nunca se había empleado de "ese modo". Cómo iba a hacerlo? Hace unos años la única vaina en la que encajaba a diario, era literalmente su saya de cuero. Hace unos años ni siquiera tenía pensamiento propio!...
En fin. Era momento de controlar la bomba hormonal.
- Oh. Bueno... Me pregunto cómo conviertes en agua una cantidad tan diversa de fluidos. Tiene una destiladora integrada? No se quiebra? Bueno, es que hasta donde sé, las destiladoras aún son de vidrio y eso... -
Mutsunokami de este modo trató de desviar la conversación. Definitivamente no era momento para pensar o reaccionar como un adolescente promedio haría. Llevar la conversación por una corriente un poco más seria era lo adecuado. Pero de verdad la máquina obtenía su potencia de todos esos fluídos? Ciertamente estaba fuera de la imaginación del joven. Aparte de eso, la muchacha parecía muy conforme con el hecho de que él venía del futuro, pese a llevar ropas que indicaban estrictamente lo contrario. Quizá simplemente no había reparado en eso. En el hecho de que él provenía del pasado y el futuro a la vez.
Y entonces, cambio de tema. Claro, ya era suficiente con haber cuidado a los caballos en el establo, y al parecer no vendrían más de los Retrógradas. No había mucho qué hacer, salvo devolver a los rocines mecánicos donde deben estar. Y luego... Qué? No la iba a dejar ir, eso estaba claro, tenía aún muchas preguntas sobre aquella muchacha y la máquina misteriosa. Preguntas que debían ser satisfechas debidamente.
Y cómo? Bueno, algo se le tendría que ocurrir.
- Bueno... No he almorzado aún, pero es tarde y prefiero esperar a la hora de la cena. Algo dijiste sobre una película de terror? Es eso posible? Bueno, que recuerde, aún las pantallas seguían a blanco y negro. Quizá ver hasta donde ha llegado el cine hoy por hoy, sería interesante. No crees? -
Sonrió en inocente valentía. A decir verdad, él prefería evitar los asuntos del terror, no era muy bueno en eso, o así se creía. Pero, si con ello pudiese constatar los avances en la tecnología audiovisual...
Quizá valdría la pena.
En fin. Era momento de controlar la bomba hormonal.
- Oh. Bueno... Me pregunto cómo conviertes en agua una cantidad tan diversa de fluidos. Tiene una destiladora integrada? No se quiebra? Bueno, es que hasta donde sé, las destiladoras aún son de vidrio y eso... -
Mutsunokami de este modo trató de desviar la conversación. Definitivamente no era momento para pensar o reaccionar como un adolescente promedio haría. Llevar la conversación por una corriente un poco más seria era lo adecuado. Pero de verdad la máquina obtenía su potencia de todos esos fluídos? Ciertamente estaba fuera de la imaginación del joven. Aparte de eso, la muchacha parecía muy conforme con el hecho de que él venía del futuro, pese a llevar ropas que indicaban estrictamente lo contrario. Quizá simplemente no había reparado en eso. En el hecho de que él provenía del pasado y el futuro a la vez.
Y entonces, cambio de tema. Claro, ya era suficiente con haber cuidado a los caballos en el establo, y al parecer no vendrían más de los Retrógradas. No había mucho qué hacer, salvo devolver a los rocines mecánicos donde deben estar. Y luego... Qué? No la iba a dejar ir, eso estaba claro, tenía aún muchas preguntas sobre aquella muchacha y la máquina misteriosa. Preguntas que debían ser satisfechas debidamente.
Y cómo? Bueno, algo se le tendría que ocurrir.
- Bueno... No he almorzado aún, pero es tarde y prefiero esperar a la hora de la cena. Algo dijiste sobre una película de terror? Es eso posible? Bueno, que recuerde, aún las pantallas seguían a blanco y negro. Quizá ver hasta donde ha llegado el cine hoy por hoy, sería interesante. No crees? -
Sonrió en inocente valentía. A decir verdad, él prefería evitar los asuntos del terror, no era muy bueno en eso, o así se creía. Pero, si con ello pudiese constatar los avances en la tecnología audiovisual...
Quizá valdría la pena.
Invitado- Invitado
Re: Distensión. {Libre}
Carraspeó la garganta, extendió una mano, y con una voz un poco más estructurada comenzó su soliloquio de cosas técnicas y otros detalles innecesarios, pero que de cierta forma le encantaba explayar. Sí, porque en realidad era torpe y le gustaba hablar estas cosas a veces. - Los fluidos se absorben por varios filtros microscópicos de moléculas complejas del carbono, luego entra en contacto con metales oligodinámicos, los cuales al mismo tiempo refrigeran el motor conectado a los álabes. Con unos imanes se quitan las partículas nocivas, y finalmente se pasa por otro filtro para darle el pH y salinidad correctos. - Terminó y se puso la manos a la cintura, como ufanándose un poco de sus conocimientos.
No siempre era buena, pero lamentablemente en su otra academia y también en la universidad tuvo que aprender de estas cosas que para la mayoría de los cristianos esto era chino, y el tradicional. En cierto sentido, era una de las cosas que enorgullecía a la rubia, aunque también la marcaban porque algunas antiguas compañeras decían que era poco femenina. Esas cosas calaban hondo, y la hacían sentir como alguien insuficiente.
Charlotte reduce su traje con su atuendo normal. Era como si ese gran armatoste se lo hubiera echado en el bolsillo o lo hubiera transformado en un átomo. No quería perder la oportunidad de tener una comunicación más cercana con el castaño. Parecía confiable. -También podemos ver Kamen Rider o Ryukendo. ¡No se ría, pero muchas figuras ficticias aportan mucho a mis valores! De seguro debe conocer obras japoneses después de la Segunda Guerra, ¡Allí inicia una verdadera industria!- frunció el ceño y lo miró con suma seriedad, quizá con un gesto algo infantil.
La ficción que veía para ella era tan real como el sol que brilla todas las mañanas. Se aferraba a sus series, a sus anime y sobre todo a las telenovelas que veía por la tele. Eran su pilar en momentos de aflicción.
No siempre era buena, pero lamentablemente en su otra academia y también en la universidad tuvo que aprender de estas cosas que para la mayoría de los cristianos esto era chino, y el tradicional. En cierto sentido, era una de las cosas que enorgullecía a la rubia, aunque también la marcaban porque algunas antiguas compañeras decían que era poco femenina. Esas cosas calaban hondo, y la hacían sentir como alguien insuficiente.
Charlotte reduce su traje con su atuendo normal. Era como si ese gran armatoste se lo hubiera echado en el bolsillo o lo hubiera transformado en un átomo. No quería perder la oportunidad de tener una comunicación más cercana con el castaño. Parecía confiable. -También podemos ver Kamen Rider o Ryukendo. ¡No se ría, pero muchas figuras ficticias aportan mucho a mis valores! De seguro debe conocer obras japoneses después de la Segunda Guerra, ¡Allí inicia una verdadera industria!- frunció el ceño y lo miró con suma seriedad, quizá con un gesto algo infantil.
La ficción que veía para ella era tan real como el sol que brilla todas las mañanas. Se aferraba a sus series, a sus anime y sobre todo a las telenovelas que veía por la tele. Eran su pilar en momentos de aflicción.
Charlotte Dunois
Re: Distensión. {Libre}
Mientras Charlotte profería su ininteligible soliloquio, el samurai trató de captar las pomposas y grandilocuentes palabras que se sucedían una tras otra. Poco más que el vacío captó. Eran palabras técnicas y pomposas que rara vez se escuchaban en la ciudadela donde él pasaba sus días. Estaba seguro de que existían. De que tenían algún significado lógico. Pero sin el conocimiento base, escapaban a su comprensión. Y por ende, todo lo que Charlotte decía, perdía su significado.
- Los fluidos se filtran y luego se tratan para convertirse en agua pura. Vale. Entiendo. -
Con una sonrisa algo forzada, el hombre comprendió que a veces, era mejor hacerse pasar por idiota. Quizá cuanto se extendería ella si confesaba abiertamente que apenas había entendido el proceso. Sólo captó que "El sudor pasa por aquí, se vuelve esto, toca esto, se vuelve esto otro, gana esto, se vuelve agua". Por ahora no necesitaba las especificaciones ni los detalles, algo le indicaba que bien podrían ser demasiados. Quizá sería mejor dejarle en claro a la rubia que él "había entendido". Aunque fuese sólo la base del todo.
Al menos había quedado en claro que ella era inteligente, una cerebrito que probablemente prefería quedarse en el estudio antes de que salir a alguna fiesta. Pasarse la vida estudiando... En sus tiempos, las mujeres tenían que ser buenas esposas, matronas, cocineras, amas de casa. Eso o se entregaban al camino del shinobi. Pero eventualmente, en esta era, la mujer era mucho más relevante que eso, y su verdadero potencial estaba en aras de ser demostrado.
Y esta muchacha era testimonio vivo de tal potencial.
Aunque tampoco demasiado...
- Eh? Kamen Rider? Ryukendo?... Vale, no diré que no conozco esos nombres, pero honestamente te hacía más de Mazinger, Gundam, cuando mucho Macross... Pero bueno, supongo que sí, la industria cinematográfica avanzó mucho luego de la segunda. Y pensar que nosotros apenas alcanzamos a ver los primeros cronofotogramas, traídos desde el otro lado del mar... Era fascinante ver aquellas figuras cambiar al girar el cilindro... -
El hombre espetó, con sus precarios pero existentes conocimientos del mundo en el que le habían insertado. Pese a que había prestado poca atención a las charlas con sus compañeros de la Touken Danshi, él sabía o tenía noción de cultura general actual. No era, honestamente, demasiado avanzada, pero era algo que con la francesa, le estaba siendo de utilidad.
O él esperaba que lo fuese.
- Los fluidos se filtran y luego se tratan para convertirse en agua pura. Vale. Entiendo. -
Con una sonrisa algo forzada, el hombre comprendió que a veces, era mejor hacerse pasar por idiota. Quizá cuanto se extendería ella si confesaba abiertamente que apenas había entendido el proceso. Sólo captó que "El sudor pasa por aquí, se vuelve esto, toca esto, se vuelve esto otro, gana esto, se vuelve agua". Por ahora no necesitaba las especificaciones ni los detalles, algo le indicaba que bien podrían ser demasiados. Quizá sería mejor dejarle en claro a la rubia que él "había entendido". Aunque fuese sólo la base del todo.
Al menos había quedado en claro que ella era inteligente, una cerebrito que probablemente prefería quedarse en el estudio antes de que salir a alguna fiesta. Pasarse la vida estudiando... En sus tiempos, las mujeres tenían que ser buenas esposas, matronas, cocineras, amas de casa. Eso o se entregaban al camino del shinobi. Pero eventualmente, en esta era, la mujer era mucho más relevante que eso, y su verdadero potencial estaba en aras de ser demostrado.
Y esta muchacha era testimonio vivo de tal potencial.
Aunque tampoco demasiado...
- Eh? Kamen Rider? Ryukendo?... Vale, no diré que no conozco esos nombres, pero honestamente te hacía más de Mazinger, Gundam, cuando mucho Macross... Pero bueno, supongo que sí, la industria cinematográfica avanzó mucho luego de la segunda. Y pensar que nosotros apenas alcanzamos a ver los primeros cronofotogramas, traídos desde el otro lado del mar... Era fascinante ver aquellas figuras cambiar al girar el cilindro... -
El hombre espetó, con sus precarios pero existentes conocimientos del mundo en el que le habían insertado. Pese a que había prestado poca atención a las charlas con sus compañeros de la Touken Danshi, él sabía o tenía noción de cultura general actual. No era, honestamente, demasiado avanzada, pero era algo que con la francesa, le estaba siendo de utilidad.
O él esperaba que lo fuese.
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