En las escaleras de la Academia (Libre + Irisviel)

Era una noche de luna llena. Jellal había venerado hace unas horas a los caídos en el combate contra la antigua Academia Svartgard. Tantos murieron, y tantos de ellos eran sus amigos. Se quedó plantado justo frente a su habitación, pero no tenía ganas de entrar; y es que francamente sentía como si parte de su alma se hubiera quedado junto a él en ese cementerio. ¿Dónde estarían ellos ahora? ¿En el paraíso? Sí, eso mismo. En un campo de oro en donde no existe el dolor.

El peliazul hizo un gesto con su boca de tristeza, y una lágrima traslúcida, iluminada por la luna recorrió su mejilla. Se secó con la muñeca, dio media vuelta y comenzó a bajar por las escaleras. Tep, tep, tep. Su paso era lento, como si ya no pudiera sacar la energia para poder seguir adelante. La melancolía de perder a un amigo, y saber muy bien que no se le verá jamás, es algo que cala hondo en el alma. Sabemos que ya no aparecerá. Sabemos que ya las cosas no serán las mismas.

Se sentó en las escaleras, y sacó de su bolsillo una caja musical, y comenzó a tocar. Una melodía motivadora, y con ganas. Bien, sabía que esta cajita musical le pertenecía a uno de los caídos en combate. Le acarició con su pulgar, y luego cerró el aparato. Su mente navegaba por un mar de melancolía. ¿Por qué se tuvieron que morir? No eran malas personas... no lo merecían. Negó con la cabeza, y luego la inclinó hacia adelante.

Hace unos días aquella joven de media estatura, pelo largo plateado recién había llegado a ese lugar a vivir unos meses de forma indefinida en lo que buscaba un lugar en donde se podía adaptar, en lo que encontraba ese momento tenía que seguir su vida y seguir avanzando en las metas de su vida, le habían dicho de un instituto peculiar que también estaba abierto durante las noches, a lo que la joven pensó que podía incluirse en clases sin importar el horario ya que el lugar estaba disponible en varias tandas del día.

Llego a ese lugar inmenso, no sabía a quién hablarle, no era que había muchas personas pero daba inspiración de que se encontraban quizás en receso de clases y no estaba lleno de alumnos como se lo había imaginado hace unos días antes, aun así eso no le detuvo, se dirigió al lugar, entrando en una puerta de un gran tamaño pero con poco peso, era una estructura increíble, todos los detalles eran como de la era medieval, pero con toques barrocos, era justamente increíble, cosa que la joven se había dedicado a apreciar cada detalle de la estructura en lo que caminaba tratando de encontrar un lugar en donde le puedan dar la información que ella había ido a buscar.

Dentro de su caminata se encontró con una gran escalera, donde allí, se encontraba un joven con el pelo de color azul, estaba muy sumado en sus pensamientos, pero ella no tenía idea de donde tenía que dirigirse a lo que debía buscar, a lo que tímidamente se acercó al joven y toser muy levemente tratando de no asustarle al interrumpir lo que estaba pensando…

- Disculpe joven, soy nueva por este lugar, me gustaría saber si hay una especie de dirección o departamento de admisión donde pueda dirigirme y me den las informaciones de lugar para poder ingresar a este magnífico lugar?- Tras decir aquella larga pregunta se avergüenza un poco y desvía la mirada ligeramente al suelo para rápidamente decir – Nuevamente disculpe por la interrupción. – Dice en un tono más bajo, con algo de vergüenza aún.

Algo lo sacudió de sus pensamientos. Una voz diáfana y claramente percibible. Rápidamente, el peliazul se secó las lágrimas con la manga del polerón, y volteó la cara, asintiendo la cabeza. Lo primero que vio fue a una muchacha albina de ojos carmesíes que bajaba por la escalera y pedía ayuda de cómo matricularse en la Academia. El joven Fernandes se reincorporó y quedó al lado. — Buenas noches, soy Jellal, y claro, puedes venir conmigo a dirección para que hablemos, — señaló extendiéndole la mano a la señorita. Alguien nuevo venía a la academia de la mariposa dorada.

Se encaminó lentamente hacia la puerta que conducía a otro pasillo lleno de cuadros, muebles y candelabros. Se dio la media vuelta, y abrió la puerta para que ella pasara primero. — ¿De dónde eres?  — le preguntó mientras respiró profundamente. El aspecto de la chica le llamó inmediatamente la atención. Un cabello largo y sedoso, blanco como la nieve; y también esos profundos orbes bermellones. Se preguntó si era humana o de alguna otra especie.

Los ventanales del pasillo eran amplios, y desde allí se podìa ver la gigantesca urbe de Yokohama, una ciudad congestionada y luminosa por las noches. El oleaje también se podía oír, aunque no mucho. La academia era tan grande que solo parecían estar ellos y nadie más. — Últimamente hemos tenido invasores que rondan por la Academia. Son espías del Internado Merak, y supongo que sabes que sus intenciones de esclavizar a los humanos no es buena... — se lo comentó viéndola a los ojos, luego giró y siguió caminando por el pasillo. Subió por las escaleras, y tocó la puerta de la Dirección por si había alguien.

Al parecer no había nadie. Se cruzó de brazos y se sentó en un sillón de cuero rojo que estaba por allí cerca. Se quedó observando el suelo. Quizás no debería darle la impresión de que está triste. — ¿Quieres ir por un café después? Hay cosas ricas en la cafetería, — le sonrió. La cara del peliazul siempre estaba seria, pero no podría estar así frente a alguien nuevo.

Dentro de su ignorancia del lugar, el encontrar aquel joven sentado en las escaleras fue su salvación, honestamente no había visto a nadie en todo el rato que tiene en la academia, ya había llegado a pensar que el sitio ya no estaba en condiciones de recibir personas para inscribirse o que estaban en vacaciones permanente, pero el joven peli azul se había puesto de pie para guiarla en su simple pregunta, tras presentarse, la joven hace una media reverencia en forma de respeto y agradecimiento por ayudarla en su misión -Muchas gracias joven Jellal, Mi nombre es Irisviel Asakura, un gusto – Comenta un poco confundida su nombre pero aun le hace ver una sonrisa – Suerte que lo vi, había abandonado la idea de seguir buscando en este lugar… esta algo vacío.- Dice la joven mirando al chico.

Siguio caminando detrás del joven, siguiendo admirando la hermosa estructura del lugar, aquellos cuadros tan hermosos con tantos detalles y grandes puertas con candelabros iluminando el pasillo, daba un aspecto misterioso pero para ella era perfecto, es como si el lugar la llamase a explorarlo, nota tras unos segundos que el joven se detiene en una puerta dándole paso para entrar y escucha rápidamente su pregunta, algo timida responde directamente -Vengo desde Viek, Rusia, pero nunca había escuchado este lugar, supongo que usted es de aquí, se ve muy interesante- Comenta la joven con claro interés de saber del lugar.

Siguio detrás del joven dejándole que guiara a donde quería llegar, a ver si había alguna información de como ingresar al lugar, si era por la estructura tenia un 10, era hermosa e imponente no había visto un lugar parecido desde su infancia, escucho al joven sobre lo de la invasión del instituto y quedo algo confundida y con mucha timidez pregunto por aquel tema – Disculpa, no logre entender bien… un instituto que esclaviza a los humanos, no logro entender que persiguen, pero soy completamente nueva en el lugar, por lo cual creo que no tengo nada que ver con esas personas – Comenta con una leve sonrisa en su rostro.

El joven había tocado la puerta de la dirección, el lugar donde le darían la información necesaria que estaba buscando, pero nadie atendía, una pena, porque realmente estaba muy interesada en entrar al lugar, pero luego escucha la invitación del joven y sonríe de forma ligera – Claro, me gustaría, tengo un poco de hambre y así, quien sabe y regresan para poder obtener la información que busco- Dice la joven de forma suave y con voz tranquila, era muy amable de su parte ayudarla en lo que estaba buscando sin tener la obligación de hacerlo, por lo cual quería complacerlo de alguna forma para compensar lo que estaba haciendo.

— Yo vengo de otro mundo. Se llama "Earthland". Llegué a la Tierra a través de un portal dimensional, — mencionó. La chica al menos era de este mundo, y poco parecía importarle la guerra que estaba aconteciendo entre la Academia Legacy y el malvado Internado Merak. Lucía tímida a pesar de su aspecto, y esos ojos rojos tan marcados. Se levantó del sillón, y luego se tronó sus propios hombros.

— Vamos a la cafetería mejor... — empezó a caminar con las manos en los bolsillos de su polerón. Si ella tenía hambre, lo mejor era que fueran allí ahora mismo. — Y... ¿Qué música te gusta? — le preguntó mientras bajaba las escaleras, para luego cruzar el camino de concreto a través de un jardín. Aunque era de noche, había mucha iluminación, la cual hacía ver claramente la forma de las flores y otros árboles. Entonces, y en el camino que conectaba la puerta trasera de la academia con la cafetería, el peliazul sacó su celular y una música comenzó a escucharse.

Ya una vez que se había encontrado con el joven peli azul se había calmado, ya que por lo que tiene semblante de que conoce de la academia y que en cierta parte podría orientarla o al menos indiciarle a donde ir, pero como ya una vez se intentó se encontraba cerrado el lugar de donde necesitaba la información, dejando que el la guiara a la cafetería, realmente tenía mucha hambre ya que todo el proceso la había mantenido el tiempo y la mente ocupada no había pensado en comer, sabiendo que la joven tiene grandes problemas de salud y no puede descuidarse en esos aspectos.

Llegando a la cafetería la joven se sienta frente al chico que le estaba acompañando a su nueva aventura en el instituto nuevo, a pesar de que no le conocía, ya tenía un poco de confianza con el lo que hace hacerla sentir tranquila, para luego escuchar su pregunta y sonreír dándole una respuesta a eso – Pues sí, me gusta la música, me encanta la música clásica, el piano, el saxofón, uff.. el jazz me transporta a otro lugar – Comenta mientras sus ojos se le notaba un leve brillo por eso, realmente le encantaba la música y más si es tocar piano, es su disfrute en todo el día, crear notas y hacer melodías.

-Y  a usted, que tipo de música le agrada? Así también mientras conversamos llegan las personas que estoy esperando para poder entrar a este lugar... es muy hermoso – Comenta la joven mientras su mirada se distrae mirando los alrededores de la cafetería, era un lugar asombroso y espectacular, le encantaba lo que estaba viendo en realidad.

Tras quedarse asombrada mirando todo el alrededor de la cafetería, seguía ligeramente el estilo de aquella grandiosa academia, no podía negar que ya aunque no estaba inscrita, Moria de ganas de estarlo, no podía imaginarse estar en otro lugar, aunque se topo con pocas personas en lo que llevaba allí, habían sido demasiado agradables, incluyendo el joven de pelo color azul, el se había encargado de mostrarle los alrededores, aunque al inicio de su encuentro se veía cabizbajo y algo triste, cosa que lo oculto inmediatamente solo por mostrarse alegre y amable y poder ayudarme en lo que estaba solicitándole.

Tras un rato mas largo, ya sentados en la cafetería, había un agradable aroma a pan recién hecho y le daba muchas ganas de probarlo y mas si estaba calientito, antes de ponerse de pie hacia el mostrador de la cafetería, noto a un joven acercarse y sentarse en aquel lugar, mirando como esperaban que lo atendieran sin embargo tenia una pinta tranquila, aunque la vestimenta decía que estaba listo para hacer cualquier tipo de eventualidad.

Como sea, le estaba aún dando aquel aroma a pan recién hecho, no pudo aguantarlo más y se dirigió hacia el mostrador de aquella cafetería – Disculpa joven Jellal, quiero un poco de pan y ese aroma está matándome de lo rico que huele – Se levanta de la silla para ir con un paso suave hacia el lugar, y colocarse a su lado quedándose de pie y tratar de observar a las personas que estaban trabajando esperando su turno -Buenas, disculpe, ¿cómo esta joven? – Dice con una leve sonrisa en los labios mientras se inclinaba mas hacia el mostrador tratando de mirar hacia adentro a ver si alguien le atendía.

La albina parecía entusiasmada al ver el interior de la Academia. No era para menos, pues Jellal también quedó estupefacto al ver cómo algo de proporciones colosales podría erigirse en esa isla. El peliazul solo correspondió con una sonrisa al tiempo en que ella decía su música favorita. El lugar no era algo ordinario, habían propiedades mágicas en cada mueble o muralla dentro del recinto.

— Oh, ya veo — palmó la mesa dos veces y de ella empezó a salir una música tranquila de piano con un saxofón suave. La melodía evocaba tranquilidad. Al joven Fernandes se le venía a la mente un atardecer en la playa, probablemente una de las cosas o lugares que más lo calmaban. — ¡Mesero! ¡Pan por favor! — y de inmediato apareció un mayordomo con una canasta de pan. Pudo distinguir perfectamente el aroma a ajo de uno, y es que le encantaba el pan de ajo. Quizá sea raro para algunos, pero a vececs Jellal era algo excéntrico.

Momento. Ese muchacho que entró era nuevo. No lo había visto nunca. El hombre de la marca frunció el ceño y dirigió su mirada hacia él. Estaba sentado y con los brazos cruzados. Parecía tener una actitud taciturna y quizá un poco hostil. La de ojos carmesíes se le aproximó, y Jellal la siguió. Justo en ese instante un hombre de cabello y ojos rojos hace una reverencia ante ellos, y con mucho respeto pregunta:

Mayordomo: Buenas noches, señoritos, ¿Qué pedirán para cenar?

— Quiero pollo frito, papas fritas, arroz con curry, ensalada de lechuga y palta, unas albóndigas de pulpo y también helado ¿Qué pedirán ustedes? — preguntó incluyendo al muchacho que nunca había visto. Sí, intentaría incluirlo aunque Jellal era ciertamente malo con sus habilidades sociales. Lo haría porque la unidad hace la fuerza, y es lo que estar en Legacy le ha enseñado muy bien.

Su calma llegaría a su fin, la soledad y las ganas de permanecer en silencio se verían interrumpidas por la voz de una mujer que se aproximó a él, por lo que voltearía a verle de reojo al escuchar que esta le hablaba. Sus ojos no llegaron a ver el rostro ajeno, se detuvo con solo ver las prendas que usaba, dado a que recordaba a esa pareja, era la novia o amiga del chico con traje raro, o eso era lo que pensaba. Su mirar volvió a la barra, evitando la ajena. Mientras que solo daba un suspiro un poco molesto. –Buenas… Estoy… Hambriento.- Solo dijo mientras que escuchaba pasos que se aproximaban a él, nuevamente una voz desconocida hablaría y ahora sería el chico que parecía novio de la albina. Al escuchar que pedía de comer, simplemente ignoraría la pregunta para luego levantarse de su lugar. –Se me acaba de ir el apetito, gracias.- Dijo sin más mientras que daría un par de pasos, pasando por en medio de ambos hacia una de las mesas que estuviesen vacías, solo para sentarse ahí, sin salir del comedor, cruzando los brazos por delante de él y apoyando los codos sobre la mesa, entrelazando los dedos y recargando la cabeza en ambas manos dejando salir un suspiro un tanto molesto. –Tsk, si solo fuese una persona, no tendría problemas… Pero si vienen de muchos simplemente no sé qué hacer.- Dijo para sí, solo él había escuchado lo que dijo dado a que lo dijo en un tono bajo. En sí, aún tenía hambre pero su forma de ser, testarudo y un poco orgulloso no lo dejaría volver a pedir de comer, por lo que simplemente estaba sentado en silencio oliendo con sumo placer los alimentos que se cocinaban en ese lugar.

Luego de acercase aquel mostrador de la cafetería, notar que aquel joven no hizo nada por estar a su lado se veía un poco arisco, como que no quería estar en aquel lugar, por lo que trato de mantenerse un poco al margen de él, para así mirar nuevamente al interior de la cafetería a ver si alguien llegaba, pero luego de un ratito muy leve se acerca el joven que la estaba acompañando a aquella transacción en la academia y nota que llama un mesero en voz alta.

Pasan unos minutos y viene una persona vestida de traje a atender al joven jellal, la sorprendió un poco ya que no sabia que en ese lugar se manejaban las cosas por medio de mayordomos y meseros, pensó que era un lugar donde se hacen las cosas mas a mano que a que otra persona la haga por él, luego de que el joven llega, escucha aquella orden que estaba haciendo, sorprendiéndose un poco y ríe levemente -Si que tienes un gran apetito, te comerás todo eso? – Comenta para luego tomar un pan de la canasta que él había traído cuando el joven de pelo azul lo había llamado por primera vez.

Pues me gustaría ordenar un poco de pasta a la carbonara con camarones y unas ruedas de pan tostado con mantequilla de ajo y de tomar me gustaría un poco de soda– Aprieta aquel pan que tenia en las manos dándole una leve mordida, disfrutando aquella sensación que ella estaba buscando al antojarse de ello – El pan tostado puede ser de este, esta delicioso – Sonríe de forma amplia mientras le observa esperando que el joven desconocido hiciera su pedido.