Forjando una nueva amistad

Mutsunokami era el nombre del joven que había encontrado perdido en los callejones de los barrios de la ciudad, había sido un hombre de modales bastante refinados, pude notar que además  poseía una basta cultura, contrario a mí que no conocía nada del lugar de donde el provenía, pero su energía parecía dictar un aura de guerrero, pero no negativa, así que inferí podía ser un aliado para la academia. Eso me llevó a decidir llevarlo a la academia para que pudiera obtener una habitación para resguardarse esa noche y quizás las venideras, mientras él quisiera pasarlas en estas tierras.

--¿Sabes? no debes preocuparte por el recibimiento en la academia, las reglas no son estrictas, así que serás bienvenido y las personas son bastante sociables, así que seguro también tendrás muchos amigos, además hemos llegado-. señale con mi dedo índice  la entrada de la academia. --Bien ahora sígueme, antes de ir a los dormitorios, conocerás un lugar básico, la cocina y creo que debes estar hambriento así que si me permites cenaremos, hoy tuve un día bastante pesado y no he comido así que muero de hambre ¿Qué dices?-.

Mientras esperaba la respuesta, no quitaba la mirada, del pequeño acompañante de Mutsunokami, para estas alturas había olvidado su nombre, quería acarciarlo un poco, pero no sabía cómo decirles que no recordaba el nombre que hacía unos minutos atrás me habían dicho, con bastante vergüenza decidí hacerlo, tomando un poco de aire mientras caminábamos a la cocina. --Sé que es una descortesía de mi parte, pero podrías recordarme el nombre de tu mascota- Diría con un marcado sonrojo en mis mejillas, tras la pregunta.-- Perfecto hemos llegado, esta es la cocina, dime ¿Qué te gustaría cenar? soy algo así como tu anfitriona así que puedes por esta ocasión, pedir lo que sea, que estés dispuesto a esperar para probar- Diría con bastante emoción pues la cocina era una de mis pasiones y hacer amistades otra, además este encuentro me había hecho disipar un poco las cargas que había acumulado desde mi llegada a Legacy.

Era verdaderamente extraño. Él no acostumbraba a vivir como allegado, pese a que actualmente su vida era similar a la de un soldado, en la ciudadela de su maestro, él vivía como una persona normal, compartía con sus colegas y peleaba con sus superiores. Aunque más con cierto hombre de traje similar al suyo y cabello negro como la noche y largo como la cascada.

Era la primera noche en la que se dejaba amparar, y por aquel castillo, y por aquella mujer de aura de ángel. Aquella que no dudó en darle un techo y quizá un centro de operaciones, ahí en aquella era donde por primera vez, actuaba a solas. Desde luego, sin dejar de lado a Konnosuke... Pero era la primera vez que ejercía como efectivo de la Toudan en solitario.

- ... Hehehe, la verdad, tampoco es que busque un recibimiento enorme, me basta con que tú me hayas ayudado y todo eso... La verdad, si necesito hacerme de personas, pero prefiero que vengan de uno en uno. No soy bueno con las multitudes. Aunque de que me muero de hambre... Lo hago. Y Konnosuke también, no? Te parece la idea, Konnosuke? -

El hombre levantó una mano por encima de la cabeza, acto al cual el zorrito que les acompañaba en silencio, dio un salto amigable. Al parecer Emilia nos dirigiría a la cocina del establecimiento. Nada era mejor que una buena cena antes de dormir, pese a que, eventualmente, el hombre debería de inmediato a recorrer el lugar. Pero en primer lugar, él no estaba tan dispuesto, en segundo, ya era muy de tarde, y en tercero, la joven de blanco quizá despertaría sospechas que él no estaba dispuesto a alimentar en ese momento.

Luego de todo, ella le estaba ofreciendo comida, y eso era ya bastante.

- Oooh... Bueno, no soy quién debería pedir, digo, eres quién ordenará por nosotros... Pero para comenzar... Mazemen Ramen? Sé que quizá me excedo, pero no suelo visitar la capital,  y sus sabores sí despiertan un poco mi curiosidad. Algo... Innovador, si quieres decirle así. -

Con empacho, el hombre comentó. Quizá sonaba muy estereotípico, pero pocas cosas eran mejores para una cena que el caldo espeso de un ramen caliente y preparado con dedicación. Aunque por ahora estaba dando por sentado que le servirían bien los cocineros.

... No quien iba a ser su cocinero.

Mi nuevo amigo parecía ser alguien de personalidad compleja, denotaba matices de humildad, pero al mismo tiempo tenía un carácter firme, aunque no parecía ser del todo la persona más sociable, también mostró ser alguien abierto a nuevas experiencias.

Mientras atendía a cada una de las palabras de Mutsunokami, me di percaté que era un hombre muy confiado, bien podría ser yo una mujer de corazón maligno,  y él sin mayor oposición confío en cada palabra, gesto, acción y propuesta hecha por mí. Eso me dejó pensando en que debía advertirle sobre su conducta, podría ser peligrosa.

Justo estaba por decir que no fuera tan confiado, cuando el pequeño Konnosuke salió, era demasiado tierno, así que me acerqué un poco hasta llegar al  zorro, aunque yo no era muy alta, aún así tuve que inclinarme para poder darle unas suaves caricias al zorro que acompañaba a Mutsunokami.

--Eres demasiado suave pequeñín- diría mientras, volvía a enderezar mi posicion, y dirigir de nuevo mi atención a Mutsunokami, el cual por fin había decidido el menú, dado que no era originaria de Japón aún había algunas recetas que no dominaba, sin embargo tenía nociones de como elaborar ese platillo...o al menos es lo que creía. --Mmm así que Mazemen Ramen, de acuerdo, sugiero tomes asiento, mientras busco los ingredientes y comienzo a preparar-.

Así caminé apresurada al refrigerador y a la despensa, saqué el ramen, limón, tomates, escarola,katsuobushi...entre otros  ingredientes, puse la sartén al fuego, en la estufa, con un chorro de aceite de oliva para sazonar el tomate, el proceso no sería tan lento, mientras lo hacía, serví dos vasos de limonada y entregué uno a Mutsunokami, para hacer llevadera su espera.

--Sabes, no soy experta en cocina japonesa, pero espero que te agrade el platillo, igual lamento si esta demorando, por lo pronto te ofrezco algo de beber, mientras cuéntame ¿Qué tal estuvo tu viaje? ¿Viviste alguna aventura memorable?- cuestioné mientras volvía a la estufa a revisar el avance del mazamen.

El hombre no vaciló en seguir a su compañera. Si tenía un defecto, quizá era que era fácil ganarse su confianza. Era de desconfiar, sí, como todo guerrero. Pero la ruta a seguir para liberarle de sus dudas y sospechas era peligrosamente corta. Aunque igual, una persona tan cálida y amable como Emilia, que había abierto su casa sin siquiera pensarlo, a un completo desconocido... O urdía su trampa demasiado bien, o simplemente era un ángel encarnado.

Y a juzgar por el hecho de que Konnosuke no estaba en alerta, todo parecía estar bien.

Luego de todo, si alguien trataba de engañarle, Konnosuke lo advertiría. El mismo que parecía entregarse como si nada, revolcándose hacia los lados con tal de recibir las caricias de la albina. Si él se estaba abriendo con tanta facilidad, es que probablemente no representaba un peligro. Así que estaba bien por él.

- No suele abrirse así con las personas perversas. Eso me confirma que eres de fiar, Emilia-han. Y eso me alivia un montón. -

Tal como él lo supuso, ella no era muy docta en cocina local. En realidad no importaba, él lo había planteado más como un reto que como un acto de lujo vanal. Quería saber si ella podía hacerlo bien. Por qué? Porque una mujer que sabe cocinar, hará a un hombre feliz. O eso es lo que se dice en su tierra. Y no es que precisamente esté tratando de ligarse a una chica como ella. Pero ella parecía tan servicial y atenta... Que había que intentarlo, ciertamente.

Ella entonces, se emplazó en la cocina. Mutsunokami quedó esperando en torno a una mesa, y Konnosuke se había subido a un banco contiguo al del hombre. Y mientras cocinaba, le seguía preguntando cosas. Sobre sus viajes, qué le había traído, cual era su devenir. Esa forma de ser tan radiante, le daba también dotes de ser buena anfitriona. No dejaba aburrirse a su interlocutor, y eso era bastante positivo para el ambiente.

- Ahhhh, fue interesante. La última vez estuve visitando Honnouji. Ya sabes, el templo donde se supone que Nobunaga Oda vio su final. Fue un recorrido divertido. Y la comida también era buena. -

Para ella, su voz se elevó. El fulgor de la alegría ebullía en cada palabra. Emilia le estimulaba bastante, y no por el sólo hecho de que fuese una linda chica, cocinando para alguien como él. No, había algo más, un ambiente cercano e íntimo, que le hacía sentirse en el hogar.

No en la ciudadela de su señor.

En la residencia de los Sakamoto, colgado frente al gran salón, donde su gran amo y amigo le mantenía con cariño, cuando la guerra no acallaba sus risas.

Tras dedicarle algunas caricias a Konnosuke la semi elfa miro a Mutsunokami para expresarle lo maravillada que estaba con su peluda mascota, de igual manera antes que ella pudiera hablar, él le explicó la cualidad de Konnosuke, sobre poder percibir el mal en las personas. Sin duda eso calmó por completo a la semi elfa, pues era igual a Pack, su guardián también se había ido en paz al verlos, ahora era seguro que estaban entre amigos.

--Ya veo, me alegra saber que ustedes pueden confiar en mí, no esta demás reiterar, que no busco dañarlos, por el contrario, quiero hacer lo que se que este en mis manos para ayudarles.-

Volví a la barra a mover lo que había dejado cociendo y sazonando lo deje por unos minutos más, mientras volví a abrir el refrigerador, para ver si había postres, un día antes había dejado un pay de queso con zarzamoras, verifique y quedaban justo dos tres rebanadas, incluso el pequeño Konnosuke podría probar si así deseaba.

Tras varios minutos la semi elfa sirvió dos platos que acomodo sobre la mesa, llevo los cubiertos, un par de vasos y limonada, puso la mesa para dos, mientras lo hacía, no dejo de atender a las palabras del viajero.

--No-Nobu ¿Nobu qué? no reconozco ese nombre, pareces un hombre muy sabio, yo desconozco mucho de estas tierras, espero no sea una molestia pedirle me explique más sobre el tema. Pero sobretodo espero sea de tu agrado la cena, pues no soy tan conocedora del tipo de platillo que me has pedido, sin embargo, lo hice con mucho amor, el ingrediente principal- .

Emilia estaba notoriamente nerviosa, su cara parecía un tomate en ese momento, y es que no podía entender mucho de lo que Mutsunokami hablaba, no conocía los héroes que el mencionó, la comida que pidió, apenas pudo hacerla, sus manos temblaron al servir el mazemen en el plato, tras hacerlo se sentó, esperando a su invitado. Mantuvo la mirada abajo y musitó con la voz temblorosa.

--Bu-Buen provecho-.Tomó sus cubiertos y espero a que él diera el primer bocado.