La muerte no será el final (Libre con Erza Knightwalker)

-La noche no era rival, el tiempo no se detenía. El corazón de hielo había vuelto a latir, un accidente en el bosque provoco una desgracia. Los espiritud’s oscuros enterrados y atrapados en la selva de otro lado de “LA ISLA ROKKENJIMA” habían tomado forma física concreta.

Eran seres extraordinarios para quien los descubría cuerpos hechos con lodo, agua y ramas. Y algunos que provenían de lo más profundo de la tierra creando sus cuerpos, con huesos, rocas, diamantes, magma y demás productos ocultos en las profundidades de la tierra.

La madre naturaleza estaba enojada, sus entrañas había sido saqueadas y usadas pero no por buenos fines. Las lluvias habían empezado fuertes y ventosas. Los vientos tan fuertes que azotaban y movían a los árboles, generando más destrucción en Rokkenjima.
La joven mujer de cabelleras moradas había puesto manos en el asunto, utilizando su magia gélida creo monstruos de hielo para atacar a los Demonios que atormentaban la isla, pero aun así… Tanta fue la maldad… Que sus propios monstruos se volvieron en su contra, el tiempo faltaba y las personas que pudiesen ayudar también…





El bosque está sufriendo por culpa de ese error, debo de arreglarlo para que la paz vuelva a Rokkenjima. Mi mochila está cargada con todo lo que puedo necesitar en el camino. Los barcos ya no se acercan a la isla, la única vía para llegar es por aire, el paracaidismo desde un avión nunca me ha parecido seguro, pero… Hay que arriesgarse en algún momento.

He tenido que usar ropa distinta a la mía, una capa larga azul marino con los bordes dorados, con la mariposa dorada dibujada, en la parte de la frente en la capucha. Un short negro, una camisa manga ¾ blanca con negro. Unas pantimedias negras. Ligeros con bolsillos hechos para guardar o guindar balas y/o cuchillos y aun arma de mano.

La mochila contenía:




Ya lista esperaba a los guerreros que se sumarian a la aventura en el aeropuerto del cual saldría un único vuelo que sobrevolaría Rokkenjima, para que nosotros saltemos y planeemos nuestro aterrizaje en ese ahora peligroso lugar.- Es hora de la aventura… La muerte no es el final…

Aburrimiento, lo único que podría rondar por algunas calles de la ciudad, pueblo o donde sea que se encontrase. Ninguna noticia que fuera de su agrado absoluto, pues no tenía mucho que había despertado de su sueño de tres horas después de una larga jornada, peculiar, solamente dormía una hora a causa de sus constantes insomnios gracias a su arduo entrenamiento. En uno de sus tantos paseos se encontró con un cartel, bastante llamativo, con prescripciones específicas, por lo que hizo que esbozara una sonrisa de medio labio al momento de arrancar el volante y doblarlo por la mitad unas dos veces. ¿Prepararse para una aventura? Vaya sorpresa, nunca se imaginó que sus plegarias de romper con su rutina serían escuchadas por alguien. Fue así que la joven pelirroja de orbes castaños oscuros se dispuso a tomarle la palabra a cualquiera que haya sido el autor de dicha invitación; pese a que la chica no era mucho de sentir empatía por otros, quiso probar algo diferente en su estadía en aquel lugar.

La cita era en el aeropuerto, nada nuevo, pues se trataba de una aventura y qué mejor que fuera en las lejanías. Antes de haber salido de su hogar, se vistió con lo más cómodo que pudo encontrar y dudó por unos momento llevar una lanza "peculiar", al final de cuentas decidió por no llevarla, quería hacer algo diferente, nada parecido a lo que en realidad era; entonces, con una mochila en su espalda, la cual llevaba los souvenir esenciales para un viaje extenso, unos galones de agua, lo suficientes para hidratarse y, si es que había más, para compartir con quien estuviese en necesidad, barras de granola, latas con alimentos diversos, en especial algunas que contenían duraznos en almíbar. La mochila también contenía, por lo menos, 19 vendajes de tres tamaños, diversas pomadas: 3 para quemaduras, 2 para alergias y 5 para protección a los rayos del Sol. Traía consigo, por lo menos, 3 botiquines de primeros auxilios bien equipados. En su pierna llevaba un cinto que traía adornada una navaja de doble filo y algunos dardos tranquilizantes (en caso de haber animales salvajes), entre muchas más cosas que un viajero debería llevar.

Vestida con unas botas que llegaban hasta por debajo de sus rodillas unos 2 cm., una blusa de tirantes delgados que apenas cubrían sus hombros, la cual tenía un escote estilo "V", unos shorts que solo llegaban a la mitad de su muslo color verde claros; fue así como llegó al punto de reunión, donde la primera persona a la que vio fue a una chica de cabellos violetas, suponía que era quien había citado a los demás, ya que era la primera en llegar. Levantó su diestra, algo así como haciendo un ademán de saludo a la chica.

-Me parece que alguien había citado a varios guerreros por aquí, o ¿me equivoco?- Decía en un tono algo bromista para después extender la misma diestra que había hecho el ademán, con la intención de poder estrechar la contraria con gusto- Es un placer, mi nombre es Erza, Erza Knightwalker.-

Sus orbes, abiertos de par en par, eran conducto perfecto para decir su respuesta. Una sonrisa en su rostro se mostraba ante la cuestión de aquella que la había estructurado, por lo que no dudó en asentir con su cabeza unas dos o tres veces y levantar el puño, después de retirarla cuando la contraria la estrechó, a la altura de su cabeza y bajarlo para quedar completamente en descanso.

-Acepto el reto. Es peculiar encontrarse con oportunidades así, no importa si otros no llegaron, se lo pierden. Y tranquila...- Dijo al son que miraba por unos momento en dirección al techo del lugar donde se encontraban. -... Las alturas no son algo de temer, a menos que estés al borde de la muerte-.

Acomodó su larga cabellera sujeta detrás de sí, para tener una mejor movilidad. Aunque había algo que rondaba en su cabeza, "Legacy", según recordaba era una academia, pero ella estaba más familiarizada con el Internado Merak, al fin y al cabo sería estudiante de ahí en algún momento. Aunque por esta ocasión, la etiqueta de a donde se pertenecía no era de gran importancia, el punto era que una misión podría recuperar la paz en aquella isla.

-Supongo que, al ser dos, nos quedaremos más de lo que dice el anuncio, ¿no es así? El trabajo será un poco más pesado, por lo que trato de analizar.- Decía bajando lentamente la mirada castaña oscuro, hasta clavarla en la ajena azulada.