Una llegada repentina

- Uhmm... ¿En dónde... Estoy...? -

Dijo para sí mismo el joven lleno de asombro, luego de dedicar una mirada alrededor suyo. Lo que acababa de ocurrir había sido tan inesperado que casi suelta la consola portátil que llevaba en manos, una nintendo 3DS con algún juego de pokémon abierto.

« Yo estaba jugando tranquilamente y de pronto sólo... Aparecí aquí? Es la peor trama que se haya escrito... »

Pensó para sí el chico, guardando el juego de video en su bolsillo. Dedicó una mirada al lugar nuevamente, observó el relajante ambiente de lo que parecía ser un pequeño parque y soltó un suspiro, para luego esbozar una sonrisa

- Bueno, si hay una panadería cerca esto no será tiempo perdido -

Y tras poner entre sus labios un pocky, esa deliciosa galleta cubierta de chocolate que tanto agradaba a su paladar, proveniente de uno de sus bolsillos, comenzó a caminar sin rumbo alguno por la placita, con la esperanza de hallar a alguien a quién preguntar por la panadería más cercana. A pesar de haber llegado ahí sin explicación aparente, el joven ángel no se preocupó en lo absoluto. Caminaba con una suave sonrisa iluminando su rostro, contento de poder tomar aire fresco y sin preocuparse un segundo por lo que estaba ocurriendo. Lo único importante en ese momento era hallar una panadería para poder atascarse de bizcochos. ¿Qué podría ser más importante que eso? ¡Nada en lo absoluto! Sobretodo después de haber pasado dos días en vela sin soltar la consola ni un instante. Obviamente lo más razonable era conseguir algo de comer

« Seguro que Dios se encargará del resto. Después de todo... ¿Él me trajo aquí, no? »

Al parecer, la mañana había surgido sin ningún problema. El sol brillaba en lo alto del cielo azul, con jirones de nubes que no amenazaban con terminar con el calor solar. Ryuko había decidido salir un rato a la placita, no le sentaría mal un poco de aire después de una larga una aburrida mañana, ¿verdad?.

« Además, necesitaba descansar de esa montaña de libros...», pensó la joven, luego, dio un suspiro. Justo cuando iba caminando, apareció un joven. Ryuko parpadeó solo una vez, ¿como era posible que apareciera así como así? Luego sintió una oleada de poder...El poder de Dios, y sintió una oleada de rabia, pero se mantuvo al margen y no se fue a darle puñetazos. En vez de eso, camino tranquilamente hacía el joven, pero, al mismo tiempo se mantuvo a un poco de distancia, no quería peleas.

—Vaya. —dijo la joven enmascarada, con una sorprendente voz neutra y tan fría como el hielo mismo—. Así que, parece que Dios quiere que os quedéis aquí, ¿eh? Pues, bienvenido, supongo.

Sus manos estaban en los bolsillos de su ajustado pantalón negro. Y la cuenca negra izquierda que contenía un orbe rojo, que al parecer era su ojo, se contrajo. La parte derecha de su "cara" (puesto que estaba enmascarada) estaba tapada por un curioso mechón de pelo azabache.

El ángel con apariencia de joven de preparatoria volteó hacia la chica en cuanto escuchó su voz. Jamás en su vida había visto una apariencia tan... Siniestra. Sin embargo, poco se molestó en preguntarse a sí mismo por la misteriosa apariencia de la enmascada que se encontraba frente a él. Más bien le dedicó una cálida sonrisa en respuesta a lo que ella había dicho

- Muchísimas gracias -

Mencionó él a modo de respuesta, y con un aire de entusiasmo preguntó inmediatamente

- De casualidad sabes dónde puedo encontrar una panadería por aquí cerca? Estoy que me muero de hambre

- Y río suavemente, como quien conversa con un amigo de hace años, tomando otra galleta de su bolsillo apenas terminó la anterior, la cual sujetó entre sus labios sin dejar de mirar a la joven con amabilidad

Ryuko no mostró ninguna expresión cálida ante la risa del joven. En vez de eso, ladeó la cabeza, y asintió de manera cruda y nada amigable. Además, tampoco se rió del chiste o lo que fuera:

—...Sí, está saliendo de los terrenos de Legacy —contestó—. Pero, eso no será necesario, tengo un pan justo aquí.

De la nada, ya tenía una hogaza de pan, y se la tiró al otro joven.

—Me tomé la libertad de llevarme un poco de pan del desayuno, no está aplastado, y aún conserva su sabor.

La joven, siguió ahí parada, imponente y recelosa. Y su mirada se clavó en él, como si el joven no fuera más que una figura de vaho desapareciendo

—¿Quién eres por cierto? —preguntó.

El joven ángel atrapó la hogaza de pan y la tomó entre sus dos manos con una suave sonrisa. La acercó a su oído y apretó suavemente para escuchar el suave crujir de esta, y una vez se cercioró de la calidad de la barra de pan le dió una mordida. Sus blancas mejillas entonces se tiñeron suavemente de un color rojizo y él acercó el pan a su boca nuevamente, dándole de inmediato otra mordida.

- Está bueno! -

Mencionó él y en gesto de agradecimiento realizó una reverencia. Su sonrisa reflejaba el buen humor que traía en ese momento, y más el cómo parecía que disfrutaba cada bocado a pesar de la velocidad sobrehumana a la que comía. Una vez hubo terminado, lo cual no le tomó más de veinte segundos, sacó una servilleta de su pantalón de mezclilla y limpió sus labios. Entonces, con toda amabilidad, mencionó suavemente

Puedes llamarme Kuri, y soy siervo del Dios viviente, creador de los cielos y la tierra, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob

Ryuko, asintió, igual de fría como la vez que le habló por primera voz al joven. Sus manos seguían en sus bolsillos de aquel pantalón ajustado, aunque no se veía amigable, se le veía alguien en quién se podía confiar plenamente.

—Bien, Judai. —dijo—. Yo soy Ryuko. Ryuko Hakai. Una vez conocida como la Mensajera de la Muerte.

Mencionó todo eso, sin miedo, y tampoco parecía avergonzada. Más bien, seguía con la frente y la barbilla bien altas, como sí no se avergonzara siquiera de decir tales cosas delante de un ciervo de Dios.

—Creo que deberías instalarte en Legacy...Sí te parece. —dijo la joven enmascarada—. Si vas a quedarte aquí por un tiempo, al menos, necesitaras un lugar donde descansar, ¿no lo crees?

Los cabellos del ángel se erizaron de repente. El chico no lo demostraba con el rostro, pero por dentro estaba completamente sorprendido, e incluso aterrado. ¿Quién era esta, que encima de un aspecto tan siniestro como su título autoproclamado, conocía el nombre del ángel del señor? Encima el tono frío con que hablaba era cuanto menos motivo para sentirse temeroso. Sin embargo, su actitud era por el contrario bastante amable y daban la impresión de que no tenía malas intenciones. Así que el chico continuó correspondiendo al gesto con amabilidad y preguntó

- Podrías por favor explicarme qué es exactamente este lugar? Es la primera vez que escucho de algo llamado "Legacy" fuera de un videojuego -

Y río nuevamente, llevando su mano a su nuca y sobando suavemente. Luego puso entre sus labios un tercer pocky, que sacó de su bolsillo

Ryuko, señaló con un dedo índice hacía más allá de donde estaban. Se podía ver algo más parecido a un castillo, y luego dijo:

—La Academia Legacy, es un lugar donde alberga criaturas de todo tipos, hasta ángeles —explicó—. Estamos en contra de Merak, parecen que nos quieren derrotar, no sé bien por qué, pero aún así, los detesto. La Academia Legacy es una escuela, aunque yo la siento más como un hogar...Un hogar mucho mejor que a otro que he tenido —Su mirada se ensombreció—, como sea, Judai, creo que nos alegrara tenerte aquí, nos gustaría alguien fuerte para poder lograr que Merak no cumpla con su objetivo.

Su fría pero intensa y abrasadora mirada rojiza se centró en él, como la garra de un águila cuando entierra las garras en una jugosa presa.

—No sientas miedo por mí. —dijo—. No voy a hacerte daño. Aunque entiendo perfectamente tus temores, Judai. Estoy acostumbrada. Estoy segura de que serás un buen aliado de Legacy, pero... Sí llegas a traicionarnos, te aseguró que verás mi cara y lo lamentaras para siempre.

Su voz se había vuelto seca, y aún más siniestra que de costumbre, y giró sobre sus tobillos, pero no sin antes dirigir una mirada fría al joven ángel.

—Ven, la Academia Legacy te gustará, además, albergan mucho pan —añadió, para animarlo a seguirla.

Empezó a andar, sin esperar respuesta, y no se molestó en ver si Judai la seguía o no. Su agujereado abrigo se estremecía con el viento, mientras echaba a andar grandes zancadas. Su pelo también se alborotaba por el cálido y suave viento. Pero cada vez que pasaba por la luz, una sombra la privaba de la luz, como si fuera un mal que se debía dejar encerrado en su jaula, pero, eso no importo a Ryuko, quién seguía con su andar firme.

« Así que papá me mandó a la escuela... Suficiente tuve ya con dos mil años entre los demás ángeles, sabes? »

El joven ángel soltó un suave suspiro. No le molestaba en lo absoluto seguir órdenes, y mucho menos de Dios. De hecho, le gustaba servir en todo lo posible y ayudar a los demás. Pero el hecho de ser arrebatado de su hogar sin previo consentimiento y justo mientras jugaba videojuegos era algo que no le parecía justo en lo absoluto. Al final, al escuchar a la chica de oscuro aspecto invitarle a apoyar para resolver un conflicto, se sintió algo halagado y también contento de poder ayudar en algo importante.

- E-entiendo -

Mencionó un poco nervioso cuando ella empezó a hablar de traición y esas cosas. Cada la chica le parecía más intrigante, pero con cada palabra que decía más le parecía que ella era una buena persona, que simplemente algo en su vida debe haberle dado un carácter tan frío, pero que en el fondo era alguien amable y de buenos sentimientos como todas las criaturas que Dios había creado.

Una vez ella le dijo que le siguiera, y sobre todas las cosas al escuchar que habría más pan, el joven acomodó su roja chaqueta de cuero de la que resaltaba su camiseta negra en el interior. Se quitó los audífonos que llevaba puestos en ese momento, los guardó en el bolsillo de su chaqueta y comenzó a seguir a la chica con toda confianza, sin poder evitar tararear algún tema de pokémon en el camino