Puente Gélido [Libre]

Lugar: Viejo puente.
Hora: 2:11 pm
Temporada: Invierno
Personajes: Luzia Blumstein (Traje actual)

“Así que… Solo me queda un día” fue el pensamiento que cruzó la mente de la joven ángel quien reposaba en la reusada cama de un hotel. Sus largos cabellos reposaban desordenados sobre la cama mientras su mirada se enfocaba en el techo. El día anterior se había limitado en apuntarse y dormir tras un largo vuelo desde su hogar. Su mirada esquivó la blanquecina plancha sobre ella y se dirigió al cristal congelado al otro lado de la habitación.

Para alguien que solo había salido selectas veces de su tierra madre para conocer diplomáticamente las cenizas del viejo continente que lucía el polvo de su pasado barbárico como una medalla de honor, la poca visión de neón que obtuvo la noche anterior fue, como mínimo, un gran cambio de ambiente.

Recordaba la antigua estética que se le había mostrado de tiempos previos al nuevo milenio, sí, eso era. Sitios misteriosamente desarrollados, con brillo artificial pero atrayente, con colores pasteles y letras iluminadas que en su tiempo no reconocía. ¿Era un ataque de nostalgia? No, no eran sus tiempos pero incluso en aquel omento podía cerrar sus lagos azulinos y recordarlos lívidamente. ¿Qué era lo que resultaba tan atrayente?

―Tal vez tenían aún esperanza de un futuro mejor… ―se respondió a sí misma, obligándose a levantarse, escapar del artificial abrazo de las sabanas que no la conocían.

Decidió que descubriría como se veía la ciudad desvestida de su capa de neón, quizás limpiada de su maquillaje futurista. Miró al suelo, su uniforme estaba allí, justo donde lo había dejado. Estaba bien. No sabía lo que haría ni deseaba llamar la atención antes de iniciar su inscripción en la academia.

Un oscuro vestido adornado con largas medias gruesas que actuaban cual pantalón y una larga chaqueta blanca por encima de todo. Aunque algo simplista, así era como prefería verse. Tragó saliva antes de salir de su habitación, asegurándose de tener la tarjeta y dinero en su bolsillo.

―Que tenga un buen día.

Las puertas frontales se abrieron. El cielo, alguna vez celestino, se cubría de nubes para protegerse del invierno. El astro dólar no era más que una mera luz pasiva ante los vientos gélidos que cristalizaban la humedad de las calles. A cada paso, una pequeña nube salía de sus labios, no era extraño para ella. Aunque no tenía muchos deseos de perderse se obligó a dar un paso más en cada ocasión.

¿En qué momento salió de la ciudad? Ello era indiferente, sabía perfectamente como volver, o al menos, eso era lo que se decía, recorriendo mentalmente el camino de regreso esperando no haber cometido algún error.

Cuando esos pensamientos nublaban su mente la visión de un templo llamó su atención. No era grande y estaba casi deshabitado de no ser por un anciano que la observó analizarlo. Parpadeó un par de veces ante la señal de acercarse por parte del contrario. Aunque cautelosa, asegurándose de tener su brazalete, obedeció.

―Si… Definitivamente no eres de por aquí ―confirmó él.

―No―

―Tranquila, no es nada raro. Mira― posteriormente señaló tras de sí, era un pequeño puesto de madera. Las inscripciones ponían lo más cercano que conocía a “Paletas” aunque su entendimiento del escrito aún no era el mejor. ―Es para el templo.―

―Pensé que vendían cosas más… “Esotéricas” en los templos― el señor solo levantó los hombros

―Somos solo un sitio pasajero, no tenemos fieles. Además, a los niños les gustan―

―Bueno… ¿Cuánto es?― su única respuesta fue la señalización de la caja de donaciones. Asumió que debía donar para llevarse una, hizo lo propio, un billete de denominación media cayó entre los barrotes de la misma y se llevó dos al bolsillo.

“Tsk… Y había olvidado cambiar mi dinero” Con ese pensamiento se despidió con la mano mientras se retiraba. Abrió una, todas estaban cubiertas, al parecer con el propósito de ocultar el sabor. Se llevó la esfera azul a su boca y una pequeña mueca se formó. No le gustaba del todo.

“Creo que es de mora” pensó para sí. En su camino encontró el puente de un río que tal vez había estado rodeando hasta el momento. Era una estructura de lo más pintoresca. Estructuras de madera, bien pudiendo considerarse casas, se amontonaban unas sobre otras cual presa de castores, formando en sus techos aquel puente.

Justo junto a este pudo ver como una, semejante a otras, había sido demacrada. Agujeros profundos poblaban la madera de un desnivel donde bien podría caber una persona. Todo buen humor que pudo haber tenido se suavizó al pensar que eran marcas de disparos, muy antiguos e insignificantes para conservar siquiera valor histórico.

Bajó su mirada al río de agua gélida, cuya corriente superaba toda extensión de hielo, la arrastraba al fondo y la llevaba por su caudal. Sin deseo real comenzó a morder aquello que sostenía la paleta que ahora habitaba su boca, reconociendo que estaba hecha de cartón, pero eso no importaba. Bien podía imaginarse lo que podría haber sentido la persona que buscaba refugio en ese desnivel, el sentir el impactante viento de los proyectiles chocar contra su piel, estar apostando su vida en esa terrible trinchera.

―No debería haber salido ileso…― murmuró llevando su zurda para cubrir su costado.

En un bosque cerca del rio, se podía apreciar la figura de una joven chica de larga cabellera rosada, quien, entre brinquitos y tarareos, se la pasaba paseando por el lugar, parecía estar metida en su mundo ya que hablaba para sí misma, o eso verían otras personas.

Aquella chica comenzó a abrir su boca para así expulsar una pequeña nube de aire caliente mientras intentaba cruzar el rio.

─¡Raaarw! ¡Soy un dragón! ─ Comentó juguetonamente mientras saltaba a una roca.

─…Eres una dragona, no sé por qué lo dices de ese modo ─Respondió gélido una voz masculina.

─Lo hacen los humanos, ¡Es divertido! ─Suelta una suave risa mientras se equilibra en una roca más grande.

─Por cierto, ¿Por qué saltas entre las rocas? ¿no era más fácil cruzar por un puente o algo? ─Cuestiono el lobuno ser tras formar su figura en la sombra de la chica.

─Estoy aburrida, hemos paseado por todo el bosque, buscando un ente oscuro, pero no hay rastro alguno por el área…

La pelirrosa da un salto hacia una roca más baja, sin embargo esta resbala y cae a la helada agua.

─¡¡AAAAHH!! ¡¡Esta friaaaa!!

─¿Y qué esperabas? Si estamos en pleno invierno, a ver si decides cruzar como persona nor-

Repentinamente el lobuno ser se interrumpe tras percibir la presencia de un ser celestial, era extraño encontrarse con alguno por aquellas tierras, pero no imposible.
Dado a su clara debilidad ante esas criaturas, este simplemente se oculta en la sombra de su ama, preparándose para cualquier movimiento.

─¿he? ¿Colt? ¿Qué ocurre? ¿Por qué te ocul-

Finalmente esta se percató de la presencia de aquella mujer cuyo rostro no reconocía, ¿será alguna viajera? ¿Turista? No sabía con exactitud quien era, pero desprendía una energía ciertamente familiar.

─Ahora entiendo… debe ser un ser de glugluglu ─La corriente estaba empezando a arrastrarla, al grado que se había hundido en el agua por unos momentos.

“No hagas escándalo, o podría verte y a saber que hará” Comentó gélido mientras observaba a la chica.

─Sería más fácil si me ayudaras a salir… ─Musito molesta para luego estornudar suavemente, nada fuera de lo común, si no fuera que cada estornudo era acompañado por una muy llamativa flama.

Entre espejismos y tangentes un grito lejano atrajo la irada celestina de la novicia servidora celestial. Camuflados tras el extenso puente dos figuras aparentaban permanecer, unirse en una relación jovial. Aun cuando las palabras no llegaban a sus oídos, aun cuando no era capaz de diferenciar correctamente sus rostros, su curiosidad la atrajo al tiempo que el empalagoso sabor paseaba por su boca.

Sus pasos, lentos, meditados, se vieron detenidos al notar un movimiento veloz en la distancia. Los ojos de un arquero, acostumbrados a penetrar contra la castigadora luz del sol y atinar a su distante objetivo, momentáneamente dejaron de ver la estela colorida sobre el agua. Sus ojos se abrieron ante la impresión.

“¿Se ahogó?” la velocidad de esas palabras para cruzar su mente superó muchas veces el tiempo que le hubiese tomado gesticularlas. Sus pasos, antiguamente tranquilos, mostraron signos rastreros por el camino, señal de esprintar a un sitio en específico. Sin haberlo pensado a había avanzado cinco metros, un movimiento envidiable pero ¿Hubiese sido suficiente? ¿Debería intentar teletransportarse?

Una explosión de color. Eso la detuvo de inmediato al tiempo que un rostro joven apenas se elevaba de las aguas movedizas. Si, sabía que era difícil ser arrastrado por ese río en invierno. Sus manos se aferraron a la gélida cadena que la separaba de las inestables construcciones de madera mientras su corazón hacía eco en sus oídos.

¿Era por el repentino cambio de energía? ¿La temperatura? ¿Mera falta de práctica? Fuese cual fuese el caso el vapor salía incesantemente de su boca, consumiendo el oxígeno y creando una pequeña nube. Desgraciadamente había actuado sin pensar una vez más, aunque puede justificarse consigo misma.

¿Qué hacer ahora? No era tan caritativa como para ofrecer su ayuda indolentemente tras una demostración así, a su vez, las temperaturas bajaban atravesando el número cero y dirigiéndose a los negativos. “Simplemente preguntarle si está bien será una mera formalidad… ¿Y no había dos?”

Un ser cuyas alas aún no eran descubiertas, muy inmaduro para ser plenamente considerado un digno servidor de uno de los ejércitos más poderosos de la historia, un ángel que aún no era capaz de percibir presencias veía muy por sobre si el hecho de detectar un aura diabólica en la joven de fogosos estornudos o la sombra que se proyectaba por detrás de ella. Sin descuidar su seguridad debía hacer lo mínimo.

Su cabeza pasó por debajo de las cadenas y su pierna por encima, sus pies formaron un nuevo y cuidadoso camino por los tablones de la pintoresca construcción que postulaba ser una casa abandonada cuyos pilares aún no habían sido roídos por las corrientes gélidas.
Maltratadas manos que dolían ante la baja temperatura, escondiéndose por debajo de su prenda blanquecina, buscando una fuente de calor en el fondo de su vestimenta. Con desanimo mordió su paleta, triturándola hasta que poco más que el pequeño receptáculo de cartón quedó, acariciando con su suavidad los dientes propios, amenazando con desprender un pedazo.

―¡¿Está todo bien por allá?!― gritó intentando mantener un tono profesional y poco sorprendido. Sus piernas colgaron de los tablones en espera de una respuesta, asegurándose de que su plataforma fuese suficientemente estable para soportar su peso.

“Sea quien sea, se mueve bastante rápido” Comentó el lobuno ser mientras se manifestaba en la sombra de la chica, debía protegerla en caso de que aquel ser intentara algo, si bien fuese un ser divino, no todos suelen ser bondadosos.

Un recuerdo repentino apareció en la mente de la dragona, cuando vivía en su inusual isla, había un extraño ángel cuya mentalidad había sido corrompida por el deseo enfermizo del dolor y sufrimiento, siendo ella una de sus víctimas, o, mejor dicho, su trofeo más preciado.
Siendo la falta de escamas una muestra de su tacto con aquel alado y despiadado ser.

No sabía con exactitud si el ser divino que estaba en el área seria de la misma categoría, después de todo, una de las mayores razones de que estuvieran en el plano terrenal es que esos seres hayan cometido un acto imperdonable, un pecado mortal que tiñe sus blanquecinas alas de negro.

Solo esperaba que aquel individuo no fuera a atacarle en un momento tan vulnerable, intento subirse a unas de las rocas sin éxito, el movimiento del agua y claramente la humedad en la superficie solida le era complicado siquiera hacer el esfuerzo de subir, sin embargo, dejo de hacer movimientos cuando pudo apreciar una voz femenina, cuestionando el bienestar de la sacerdotisa.

─¿A-Ah? ¡E-Estoy bien! ¡No me lastime, solo no logro salir del agua! Y me resbalo…

Afirmó tímidamente de su situación, si aquella voz femenina proviene del ángel, quizás deba tener sumo cuidado ante los movimientos de su contraria.
Pero debía hacer algo rápido, o pescaría un resfriado que le duraría días y perdería valioso tiempo en la captura del ente.
La pelirrosa miró a su alrededor para fijarse en aquel puente donde yacía una joven de piel pálida y cabello castaño oscuro como el amargo café, ¿Sera acaso aquella un ángel? Su belleza y energía le indicaba de cierto modo que sí.

Debía actuar de inmediato y la única manera que se le ocurrió fue mandar a su familiar al puente para que este, con una cuerda de materia oscura la sacara del agua.
Era un movimiento arriesgado, si el ángel atacaba a su familiar, podría herirlo gravemente, además de ir perdiendo la calidad de ingredientes que tenía consigo al estar tanto tiempo en agua gélida.
No había otra opción, elevo su mano hacia el puente, emitiendo una energía oscura para después ordenar a su familiar impulsarse de un salto hacia la estructura flotante.

─¡Vamos Colt! ¡Salta al puente! ¡Une mi sombra con tu ser y jálame!

Su orden fue clara y el azabache ser toma la forma de un cachorro para no poner mucho peso sobre ella, para así correr por su cuerpo e impulsarse con un salto desde su mano hacia el puente.
Tomando ventaja de la ausencia de luz, los movimientos de su familiar eran más exactos y eficaces, logrando su objetivo.

Aquel ser estaba frente a frente de la chica extraña, olfateando con atención para afirmar que aquella chica era sin duda alguna el ángel.
Agacho sus orejas mientras enseñaba sus pequeños colmillos para así aumentar su tamaño corporal, pasando de ser un cachorro a un enorme Amarok, curiosamente, pese a su nueva forma, no alteraba de ningún modo el puente, después de todo, era un ser cuya masa corporal controlaba a placer, volviéndolo tan liviano como una sombra.
Giró su cuerpo a un costado, manteniendo la mirada fija en aquella desconocida, de pronto, el sonido del agua se pudo apreciar en aquel momento, la pelirrosa empezaba a salir del rio trepando por una cuerda oscura.

─Ahh…y-ya casi… ufff… necesito hacer más ejercicio… y no comer tantos pasteles…

─¿Podrías dejar de quejarte y subir de una buena vez?

Alterado por la posible amenaza, aquel lobo se mueve bruscamente con tal de sacar a la chica del rio de un solo jalón, sin embargo, lo hizo demasiado fuerte, provocando que la sacerdotisa saliera volando por los aires.

─¡¡AAAH!! ¡¡E-Espera!! ¡No puedo volar aun!

Gritó mientras la gravedad hacia su trabajo, trayéndola a ella al suelo, o mejor dicho, sobre aquella castaña en el puente.

“Oh genial, aterrizo sobre el ángel…” pensó para sí mismo mientras gruñía.

“Al final tendré que ir por ella” le obligó su conciencia. Uno de sus pies se puso por delante del otro. Realmente, en tierras de reyes y dioses en guerra contra la naturaleza ¿Realmente podía ser culpable de juzgar mal una situación? Sus ojos se fijaron en la roca justo frente a ella ¿Cómo pensaba alcanzarla? Las ideas se amontonaban en su mente cuando el creativo grito de invocación llegó a sus oídos.

“¿Un cachorro?” pensó antes de que ente cambiase de forma para mostrar sus colmillos. Una amenaza que fue devuelta con una mirada afilada y precisa. Tomó en consideración que la orden lanzada fue salvar a la chica, evitando su deseo de convertir sus flechas en un nuevo pelaje para a bestia.

¿Tenía intención de atacarlo a él o a su ama? En absoluto. ¿Qué era un demonio sino un ángel que perdió su camino, apoyando el pecado más cercano a la luz divina? ¿No acaso profesaba el perdón para los arrepentidos? En un mundo, en la creación del lienzo celestial que comenzaba a pudrirse y oxidarse, se veía capaz de aceptar incluso a los seres más viles que abogasen por la prosperidad del mundo corrupto por la magia.

No obstante, al ver a la maestra de aquel ser escalando torpemente la cuerda la amenaza disminuyó o tal vez tan solo la seriedad de la misma. “Dicen que las mascotas obtienen atributos de sus amos” razonó observando la escena poco impresionada, al menos, hasta que la fuerza del oscuro canino atrajo a su ama, no contra él, sino contra ella.

―¿Eh?― apenas pudo reaccionar ¿Y si era un ataque? ¿Y si no lo era? Las posibilidades comenzaban a agobiarla, pensó en esquivarlo pero no quería abandonar a la chica en el suelo, su conciencia no se lo permitiría.

La paleta escapó de sus labios cuando el peso de la chica impactó con su pecho en su intento por atajarla. Su anatomía no solo fue sepultada bajo el peso de la empapada chica, cuyas gélidas gotas hacían estremecer su cuerpo y entintaban de humedad sus vestimentas, sino el polvo del puente que decoró su cabellera de media noche con el polvo cenizo.

―Uuuuhhhhg…― se quejó, sus brazos sostenían los de la contraria pese a estar por encima de ella, fue lo único que sus dudosos reflejos le permitieron ejecutar, aún temerosa de la gran bestia.

―¿Es…tas bien?― preguntó con la voz del poco aire que quedó en sus pulmones que se negaba a regresar a causa de la efigie que se erigía sobre su caja torácica.

Tras un par de segundos, con tan poca brusquedad como la situación se lo permitió, movió su cuerpo fuera de la masa ajena, arrodillada en el suelo observó a ambos dos, tanto a la joven cuya tés aún era poblada por el agua de río y en enorme animal.

¿Qué pensaba hacer? ¿Aproximarse, huir o atacar? Las tres, opciones respetables ante su situación, de no ser por su falta al no ayudarla al principio, que la obligó a quitarse su chaqueta blanca, que aunque empolvada, seguía seca, más de lo que podía decir del resto de su ropa que comenzaba a capturar la temperatura exterior.

―En fin… Perdona por no ayudarte antes. Abrígate con eso, la neumonía es un mal muy real en estas fechas―

Mantuvo su compostura tanto como pudo, pero incapaz de observar a otros sitio que la bestia que la había amenazado anteriormente. Aun cuando estuviese recobrando el aire no estaba en sus planes convertirse en una presa.

Había impactado sobre la desconocida tras un movimiento arriesgado por parte de su familiar, no debió aterrizar sobre ella, pero así fue el resultado por la desesperación de su compañero.
Aquella pelirrosada apenas y podía escuchar la voz de su contraria, lo cual sería lógico al caer sobre ella y quitarle el aire.

─L-Lo lamento…

Fue su contestación, estaba apenada por el acto y el hecho de que quizás la allá lastimado en el impacto, olvidando por completo la posible amenaza.
La contraria la había apartado con delicadeza, quizás para recuperar aire y claro, mantener la distancia entre ambas, notó como respiraba levemente para recuperar el aliento, aunque se asustó un poco ante el movimiento repentino del ángel al darle su chaqueta para cubrirla.
Ella miro con detalle la prenda y empezó a cuestionarse si aquella chica era una amenaza o no, pero, si lo fuera, ¿Por qué se molestaría en abrigarla? Cualquiera con intención de dañarla simplemente la atacaría y ya.

─M-Muchas gracias, eres muy gentil…

Lentamente elevó la mirada con tal de ver los ojos de su contraria, esto teniendo una doble función: ver la apariencia de su salvadora y conseguir información básica mediante sus recuerdos.
Pudo indagar en las memorias resientes de la chica angelical para averiguar que pronto estaría en su academia, ¿Esto es una coincidencia o Chronos la coloco ahí para conocerla? Le daba cierta curiosidad las circunstancias en que aquel ángel estuviera en Legacy y más del por qué estaría en el plano terrenal. Por mucho que tuviera la capacidad de indagar en las memorias ajenas, prefería averiguarlo del modo tradicional.

─Tu… eres un ángel, ¿cierto? Y como te preocupas por mi bienestar dudo que tengas la intención de atacarme… por lo que no eres una enemiga, asi que… Colt, no la ataques.

El lobuno ser solo gruñía levemente mientras fue acercándose a su ama.

─¿Estas segura que no piensa atacarte?

─Sí, estoy segura, no tiene intención de hacernos daño, solo tenía miedo, eso es todo.

─¿Miedo? …Bueno, a como están las cosas no me extraña.

El gran lobo tomo asiento mientras colocaba su hocico en el rostro de la dragona, lamiéndolo gentilmente.

─E-Estoy bien, enserio, no tienes por qué actuar así…

─Eres una jovencita muy torpe, ya perdi la cuenta de cuantos lios te has metido.

─N-No en frente de ella… ¡Oh! Perdona, mis modales…

Esta se coloca frente a frente a su contraria para mirarla fijamente, sus ojos bicolores, su piel pálida y  su larga cabellera daba a entender que no era una persona normal.

─Mi nombre es Ayana Shade, soy una sacerdotisa y maestra en la academia legacy, es un placer conocerla, y… le agradezco que me atraparas cuando Colt me lanzo de ese modo…

Al mencionar lo último, aquella pelirrosada miraba de reojo a su compañero canino, quien solamente respondió con un resoplo.

─B-Bueno, lamento causarte problemas por mis actos, espero compensarlo de algún modo.