Una dura elección (Krul, Jellal)

Había pasado días, semanas incluso meses desde el último avistamiento de  un extraño que deambulaba por los tejados de la Academia; sus razones por lo cual los realizaba eran desconocidas ante el público pues nunca les dio importancia a los alumnos que pisaban aquellos terrenos en los que mantuvo guardia por órdenes de su antigua maestra, no le interesaba en lo más mínimo entablar una relación con ellos... Rin lo era todo para aquel albino,su "salvación" que de la noche a la mañana no dejó rastro alguno.
No fue capaz de mantener su propia palabra ante aquella pelinegra, cometiendo una grave falta ante en su misión de crear un lugar seguro y evitar el derrame de sangre de inocentes; pues terminó por eliminar a los que se entrometieron en su camino en la búsqueda de una persona a la cual se le encomendó atrapar u algo asi le comentó un excéntrico mago, Jellal.

El anterior mencionado se encargó de mantener un contrato temporal con el moreno solo por su afán de finalmente llevarse a esa gente ante la justicia, pues hasta el momento no habia alguien mas que quisiera llevar a cabo una tarea "complicada" o siquiera tardada pues para llegar hasta la chica se tenía que obtener información de fuente tras fuente de sus últimas apariciones, y la ejecución de alguno que otro colega suyo que cubría sus rastros.
Todo para que al final se vieran cara a cara  en uno de los peores sitios a las altas horas de la noche, lejos de la protección de las murallas de su hogar. Tras un largo tiempo de varios choques de sua espada contra Krul, Emiya se percató de las desventajas del terreno no les eran favorables  ya que el mínimo error podría terminar con su vida o la de Fernandes quien el acompañaba , pongamos la situación de esta manera:

• Combate cuerpo a cuerpo: Movimiento en falso que podría causar una terrible e inevitable caída hacia la muerte.
  

• Habilidades de Arquería: A su favor por la larga distancia, pero no garantiza una eliminación segura u inmediata.
  Además de dejar solo al contrario VS ella y sus trucos sucios, pues tras analizar la situación pudo determinar que sus habilidades iban más allá de un simple humano o siquiera mago.  
  

• Unlimited Blade Works, su última arma... Pero aún no era momento.
  

— Bien, enana.  ¿Qué te parece si dejamos de jugar? Creo que es la hora en que las mocosas como tú deben dormir. — Masculló molesto tras el quiebre de la hoja de Kanshou, una de sus espadas favoritas. Se puede notar la expresión molesta del arquero, pues lleva rato lidiando con las burlas de la pelirosada.
Se alejó de ésta de forma momentánea pues una herida brutal puede crear otro problema; su regeneración es lenta debido al poco  maná que toma del peliazulado, que al parecer mantenía su aliento.

— Tsk... Si no puedes hacer más, ¡no me estorbes! No quiero estar salvando tú trasero. —

OFF: Se supone que ahora Krul extorsionará a Archer con algo, de modo que él quede como su servant y se velva en contra de Jellal. ¿No? D: ¿Con qué lo amenazará? Hum.

La roca de los suicidios era un lugar ominosamente místico. Se había enfrentado allí a Erik y también a Lacus. Pareciera que ese terrible lugar no presenciaría otra batalla, pero no podía estar lejos de la realidad. Krul, la vampiresa emperatriz, se encontraba deambulando por allí, y Jellal quería llevarla a la justicia su contrato temporal con Archer le ayudaría a atrapar a esa pequeña vampira.

La noche era fría un viento soplaba en los roqueríos. Abajo se podían escuchar las olas del mar. Eso, y claro... cientos de rocas puntiagudas en donde los que se aburrían de la vida se lanzaban para terminar con su sufrimiento. Una luna amarillenta cubiera por nubes negras y alargadas era la reina de la noche. Algunos destellos de los choques daban brillos sobre el acantilado. No podía esperar mucho tiempo, así que Jellal debería terminar esta batalla.

— Meteor! — exclamó mientras su cuerpo se cubrió de un blanco brillante, dio una vuelta en "U" y atrapó a la reina Krul por las espaldas, sujetándola firmemente de su cintura. Sí, parecía como que fuese su peluche, pero ahora iba la pelirrosa estaba a punto de ser destronada.

— No vas a tener mi sangre nunca, Krul. Ahora ríndete y prometo reducir tu condena a la justicia, — susurró Jellal, mientras la apresaba entre sus brazos. Los dos estaban casi al borde del abismo. El acantilado tenía una altura promedio de 100 metros. Se escuchaban incluso cómo las olas del mar impactaban y rompían con las filosas piedras.

Tenían a la reina de los vampiros bajo control, o al menos eso era lo que el joven mago pensaba. Archer debía darle el golpe de gracia. Era ahora o nunca.