El dios y la vampiresa (Yato y Krul)

Érase un templo abandonado, en un bosque de mala reputación. La noche estaba tan oscura que ni las estrellas se podían ver con claridad. Las únicas luces eran las de la ciudad de Yokohama, y los poderes que ambos sacaban en el campo de batalla. El estruendo de los ataques del mago era tal que incluso hacía mover las hojas de los árboles circundantes a ambos luchadores.

"Slash".

La energía ebullía de cada centímetro cuadrado del cuerpo de Jellal. Está dando todo su poder contra un enemigo declarado de Merak. Sí, un dios, y el peliazul no iba a ser compasivo con él. Entonces, y apoyado de su pierna derecha, el hombre la marca da un gran salto. Su cuerpo entero se cubre de un encandilante blanco, y avanza a una velocidad sorprendente contra el dios. — Meteor! — gritó, y le dio doce golpes en la cabeza dentro de dos segundos.

"Paaaff".

Le dio una patada en el abdomen, y retrocedió activando su escudo de agua. Estaba decidido a dejar inconsciente a su contrincante, y parecía que no faltaba mucho para ello. — ¡Flechas celestiales! — y el golpe de gracia: de la mano del joven salieron cinco rayos que iban directo hacia él.

Nunca pensó toparse con un enemigo tan pacífico de Merak. ¿Acaso esto no se dividía en héroes y villanos? Tal vez esto de los bandos era mucho más complejo de lo que parecía. Al menos, el peliazul siempre luchaba por el bien mayor de este mundo y el de los humanos. De pronto, el arma del contrario cambió de tamaño. ¡Mierda! Él ni siquiera estaba el máximo de su poder, así que Jellal terminó de cortar por lo sano. Tomó una posición de defensa al ver que la espada que tenía  había incrementado su poder. — Black hole! — gritó, y se teletransportó justo al lado de su contricante. Le dio una patada bien tosca a sus brazos, de modo que suelte su arma mágica.

¡Bien! Ahora el golpe, para dejarlo inconsciente. Le agarra la cabeza, y le da un rodillazo en el abdomen que lo que deja tirado en el piso. Extiende su mano al rostro de Yato. — Te llevaré a la Academia Legacy para lavar tu cerebro de esa corrupción que tienes, — comentó con una voz seca y cruda. La palma de su mano comenzó a brillar de un fuerte color rojo. Ahora lo iba a noquear. Sabía tratar  muy bien con esta clase de espectros.

Sería interesante ver qué es lo que tiene en la cabeza alguien de Merak.

Y de pronto... todo se fue a negro...

Un gran dolor sentía en su cabeza. Abrió los ojos, y era esa pequeña vampiresa de gran poder. Sí, la reconocía muy bien. De cabellos rosados y unos intensos orbes carmesíes de sangre. Doña Krul Tepes, con un aspecto infantil, pero de terribles habilidades. Esa siniestra pieza de Merak le había dado una certera patada en el cráneo al peliazul.

Se llevó la mano a sus cabellos azules. De allí se sentía cómo el líquido vital le brotaba por su herida. Esto era muy peligroso. Yato podría levantarse de la nada y esto se convertiría en un dos contra uno. Jellal se quedó en cuclillas, viendo cómo las gotas de su sangre caían una por una. Se levantó y quedó en una posición de defensa bastante elusiva. No podía secuestrar al dios... al menos no por ahora. Al parecer los de Merak también tenían un extraño compañerismo entre ellos. Quizás los había juzgado precipitadamente de ser una banda de matones y villanos. Quizás eran algo más que eso.

— No sabía que la hermana de Luciela era tan fuerte, — rió el mago, — Preparé algo especial contra ti, recuérdalo, — el joven dio un salto hacia atrás y se retiró del lugar. Se veía que ya no podía ganar esta batalla. Lo más sensato sería escapar.

"Si sigue con eso a la próxima no la contara"
Pensó la pelirosa después de ver como se había ido el peliazul.

Con un suspiro de cierto desgano, volteo a ver al joven al cual, salvo su cuello, viéndolo de forma firme, sí que estaba lastimado, a su punto de vista lucia débil, o bien lo agarraron de sorpresa y termino vulnerable tal como está.
La mirada del peli azul-oscuro eran como los ojos de un gato le traían cierta nostalgia, le recordaban a Mika, alguien a quien cuido mucho tiempo y tenía cierto aprecio, por lo cual su mirada se suavizo. Así respondiendo a su pregunta.




- Tranquilo, si no te di el golpe de gracia, no estarías consciente o bien ya hubieras muerto - sonrió levemente mostrando un poco sus colmillos, el olor de sangre involuntariamente había activado un poco sus instintos, aun así, los podía controlar fácilmente. - Al igual que tu soy de Merak, una de mis obligaciones es ayudar a algún compañero siendo atacado por alguien de Legacy,  como no quería problema alguno ya cumplí con mi deber, Adiós.

Empezó a caminar a una dirección diferente, regresando mejor dicho al Internado, probablemente encontraría más casos como la del muchacho, no le gustaría tomarse la molestia de ir a recatar a más en verdad.