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El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
~ +ACADEMIA LEGACY+ Foro de rol literario ~ :: Lejos de Yokohama :: Sede Legaciana de Tokio (Ex-Svartgard)
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El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
Tokio. Cinco horas después de lo sucedido en Yokohama.
La Academia Svartgard era un lugar mucho más grande que la Academia Legacy. Todos los estudiantes miraban atentos a cómo los legacianos ingresaron al recinto.
En una sala de cuadros blancos y negros, y una gran alfombra roja que se extendía de punta a punta. En las paredes se encendieron cuatro pantallas, en las que estaban los otros muchachos. Okarín, el rey de esta fiesta, se encontraba en una gran silla. Al extremo opuesto: Syl y Maria. ¿Qué pasaría? Nadie lo sabría.
Objetivos:
1) Quien atrape la mariposa azul o dorada, podrá encantar a cualquier personaje del evento con estos hechizos excepto este mismo tema:
2) En 20 turnos más aparecerá un pastel mágico. Syl debe darle un pastelazo a Okarín (y viceversa) para que Legacy (o Svartgard) tenga el 50% de la victoria asegurada.
3) Astolfo y Maria deben ayudarlos y también vigilar las cuatro pantallas (los otros cuatro temas).
4) NO HAY TURNO FIJO.
Desafíos para los usuarios:
Syl — Rolear comedia en algún momento del rol.
Maria — Generar contenido dentro del rol.
Astolfo — Rolear drama en algún momento del rol.
La Academia Svartgard era un lugar mucho más grande que la Academia Legacy. Todos los estudiantes miraban atentos a cómo los legacianos ingresaron al recinto.
En una sala de cuadros blancos y negros, y una gran alfombra roja que se extendía de punta a punta. En las paredes se encendieron cuatro pantallas, en las que estaban los otros muchachos. Okarín, el rey de esta fiesta, se encontraba en una gran silla. Al extremo opuesto: Syl y Maria. ¿Qué pasaría? Nadie lo sabría.
Objetivos:
1) Quien atrape la mariposa azul o dorada, podrá encantar a cualquier personaje del evento con estos hechizos excepto este mismo tema:
a) Reducción de tamaño.
b) Cambio de personalidad.
c) No puede mover los brazos.
d) Transformación genderbend.
e) Hacerlo 100000 veces más fuerte.
f) Teletransportarlo a otro tema.
g) Darle una capa invulnerable a ataques físicos.
h) Hacer dos copias del personaje.
2) En 20 turnos más aparecerá un pastel mágico. Syl debe darle un pastelazo a Okarín (y viceversa) para que Legacy (o Svartgard) tenga el 50% de la victoria asegurada.
3) Astolfo y Maria deben ayudarlos y también vigilar las cuatro pantallas (los otros cuatro temas).
4) NO HAY TURNO FIJO.
Desafíos para los usuarios:
Syl — Rolear comedia en algún momento del rol.
Maria — Generar contenido dentro del rol.
Astolfo — Rolear drama en algún momento del rol.
Narrador fantasma
Re: El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
Un juego ¿Eso era lo que aquellos seres representaban ante Bernkastel? No la conocía tan bien como para decir si realmente era así de cruel o no, pero estaba por averiguarlo de otra manera, o al menos hacerse una idea. Hacia algo de frio, o al menos aquel ángel sentía que se congelaba, sus dedos ya estaban algo entumecidos y sus labios se sentían gélidos, casi como si estuviesen compuestos por hielo. Aunque hace unas cuantas horas sus ropajes no distaban de ser los que usualmente utilizaba, ahora se veía vestido con ropa invernal, casi como si una tempestad se avecinase, un gran abrigo lo cubría, un abrigo de pieles, varias, todas diferentes entre sí y de diferentes colores por lo demás, dándole un aspecto más bien raro, sobre todo considerando el contraste que se producía por los pantalones blancos que estaba utilizando y la bufanda roja que daba abrigo a su cuello, Bernkastel le había coronado como rey entre sus peones, y con los atuendos que estaba utilizando… sí, distaba bastante de cualquier tipo de rey existente. Porque no era un rey. Jamás sería un rey.
Ahora que lo pienso ¿Qué tal habría sido un verdadero reinado por parte de Okarín? Uf, algo en realidad que nadie debiese querer, que nadie debiese imaginar siquiera, era mucho el riesgo, él mismo sabía lo que pasaría. Sonrió. Ahora se hallaba en la academia Svartgard, la academia de las empresas Svartgard valga la redundancia, jamás habría siquiera fantaseado con aquel suceso. Verse a sí mismo en una gran silla, en una sala llena de decoraciones, un salón amplio con lindos bordados en las cortinas, un ominoso banquete extendido a lo largo del lugar, una música divina recorriendo el ambiente… verse así era extraño, más cuando solo deseaba volver a su hogar a regar sus plantas.
“Es momento de enloquecer ¿No? Dime, respóndete a ti mismo por favor ¿Por qué un ángel es así? ¿Qué lleva a que corrompa su propia naturaleza y viva entre emociones mundanas? ¿Perder la paciencia rápidamente debería ser normal? ¿Deberías ser prudente en un ambiente completamente imprudente?”
-¿Saben ustedes porque están aquí? ¿Se les ha informado? ¿O puede ser que vengan a buscar aquello que fueron incapaces de obtener? –Preguntó a las personas en el extremo opuesto de aquel salón. Solo reconocía a una de esas personas, bueno, una de esas criaturas, un vampiro, una vampiresa en realidad, la misma contra la que había combatido en aquella torre. Sin darse cuenta Yokohoma se había transformado en una ciudad de la furia.
Ahora que lo pienso ¿Qué tal habría sido un verdadero reinado por parte de Okarín? Uf, algo en realidad que nadie debiese querer, que nadie debiese imaginar siquiera, era mucho el riesgo, él mismo sabía lo que pasaría. Sonrió. Ahora se hallaba en la academia Svartgard, la academia de las empresas Svartgard valga la redundancia, jamás habría siquiera fantaseado con aquel suceso. Verse a sí mismo en una gran silla, en una sala llena de decoraciones, un salón amplio con lindos bordados en las cortinas, un ominoso banquete extendido a lo largo del lugar, una música divina recorriendo el ambiente… verse así era extraño, más cuando solo deseaba volver a su hogar a regar sus plantas.
“Es momento de enloquecer ¿No? Dime, respóndete a ti mismo por favor ¿Por qué un ángel es así? ¿Qué lleva a que corrompa su propia naturaleza y viva entre emociones mundanas? ¿Perder la paciencia rápidamente debería ser normal? ¿Deberías ser prudente en un ambiente completamente imprudente?”
-¿Saben ustedes porque están aquí? ¿Se les ha informado? ¿O puede ser que vengan a buscar aquello que fueron incapaces de obtener? –Preguntó a las personas en el extremo opuesto de aquel salón. Solo reconocía a una de esas personas, bueno, una de esas criaturas, un vampiro, una vampiresa en realidad, la misma contra la que había combatido en aquella torre. Sin darse cuenta Yokohoma se había transformado en una ciudad de la furia.
Última edición por Okarín el Sáb Mar 26, 2016 1:26 am, editado 3 veces
Invitado- Invitado
Re: El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
Cinco días habían pasado desde que habíamos perdido aquella batalla entre Legacy y Svartgard, dos lugares totalmente diferente con ideales totalmente opuestos. Me ardían las entrañas al ver que nuestra academia, por la que luchábamos, acogía a aquellos que querían destruirnos por nuestros ideales. Habíamos perdido contra ellos, no habíamos conseguido defender lo que era nuestro y eso, para mí, era una gran deshonra. Pero teníamos que ser elegantes y tener un buen perder y presentar nuestros "respetos" a los ganadores. Eso sí que me molestaba, no me molestaba el tener que ir allí y deponer las armas, sino que los enemigos se crecerían y creerían que me habían vencido. No, no era así, una mujer loca de remate y un hombre paliducho, irónico que hablase yo de palidez, no podrían contra mí.
Svartgard, aquel lugar tenía un algo que no me gustaba ni ver, pero no quedaba otra que presentarse. Al entrar en aquella academia, vestida con mi armadura y encapuchada y provista de mi arco y un carcaj lleno de flechas, me sentí observada. Muchos de los allí presentes, alumnos y seguramente profesores, no dejaban de mirarme, diría que estaban haciéndonos, pues a mi lado estaba una niña pequeña, un pasillo para demostrar al lugar al que teníamos que ir. El lugar al que entramos era algo extraño, como si se tratase del salón del trono de un castillo. El suelo parecía un tablero de ajedrez y en las paredes había cuatro pantallas que mostraban varios grupos de alumnos de Legacy. Pero quien captó poderosamente mi atención fue el hombre que estaba sentado en el trono. Una sonrisa se dibujó en mis labios, una sonrisa irónica y peligrosa. Lo dejaría hablar a él primero, al fin y al cabo era el "anfitrión". Escuché su pregunta y volví a sonreír, esta vez con cierta picardía.
-¿Y por qué no nos informas tú del motivo de nuestra estadía aquí? -le pregunté sin cortarme un pelo- ¿o es que eres un rey sin corona de esos que mandan pero no gobierna? -lo miré fijamente con mis ojos rojos como la sangre-. Creo que me quedo con la opción que te he dado, alteza real -le solté con sorna y sarcasmo.
Svartgard, aquel lugar tenía un algo que no me gustaba ni ver, pero no quedaba otra que presentarse. Al entrar en aquella academia, vestida con mi armadura y encapuchada y provista de mi arco y un carcaj lleno de flechas, me sentí observada. Muchos de los allí presentes, alumnos y seguramente profesores, no dejaban de mirarme, diría que estaban haciéndonos, pues a mi lado estaba una niña pequeña, un pasillo para demostrar al lugar al que teníamos que ir. El lugar al que entramos era algo extraño, como si se tratase del salón del trono de un castillo. El suelo parecía un tablero de ajedrez y en las paredes había cuatro pantallas que mostraban varios grupos de alumnos de Legacy. Pero quien captó poderosamente mi atención fue el hombre que estaba sentado en el trono. Una sonrisa se dibujó en mis labios, una sonrisa irónica y peligrosa. Lo dejaría hablar a él primero, al fin y al cabo era el "anfitrión". Escuché su pregunta y volví a sonreír, esta vez con cierta picardía.
-¿Y por qué no nos informas tú del motivo de nuestra estadía aquí? -le pregunté sin cortarme un pelo- ¿o es que eres un rey sin corona de esos que mandan pero no gobierna? -lo miré fijamente con mis ojos rojos como la sangre-. Creo que me quedo con la opción que te he dado, alteza real -le solté con sorna y sarcasmo.
Invitado- Invitado
Re: El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
Pensándolo bien, el jinete se había decepcionado un poco. Bernkastel había solicitado la presencia de todos los visires después del la "Defensa a las Torres", informándoles del próximo movimiento de las empresas, donde claramente él debía participar. Al principio no se molestó, es más, la idea le había encantado, pensando en la multitud de trajes bonitos que podría usar y ver en la gala próxima a realizarse. Poco duró ese entusiasmo. Okarín fue el que obtuvo el reconocimiento de "Rey", dejando al pequeño jinete con las ganas de su "debut". Si hasta logró hacer más que el profesor en dicha ocasión. Durante los días siguientes, su humor había decaído un poco, pero trataba de no mostrarlo tanto. El reencuentro con su Master y conocer a Gray le habían servido para recobrar los ánimos que había perdido. Para su suerte, había sido asignado a estar junto a el profesor durante la ceremonia, a modo de guardaespaldas. ¿A quién se le ocurrió que alguien que ni siquiera se cuida a si mismo cuidar de otro? Bueno, peor es nada.
Luego del corto intercambio de palabras ente los profesores, Astolfo decidió mostrarse.
Dio un paso hacía la derecha, saliendo por el mismo lado de atrás del trono que Okarín ocupaba, con una expresión de cierta molestia en su rostro. Vestido de una forma bastante formal, su apariencia fue ahora algo más masculina que de costumbre. Con una camisa rosada debajo de un saco negro y con una corbata roja, unos pantalones de tela negros y zapatos a juego, se notaba esa esencia "varonil", aunque su cara no dejaba de ser lo más parecido a una niña. También llevaba unos guantes de cuero negros, quizás solo porque le pareció "genial".
Primero que nada, miró a Okarín con un tanto celoso. ¿Por qué había sido coronado el? Aunque desconociera el porque, era algo que no dejaba de molestarle desde que se conocieron los roles de cada uno, pero fiel a su pacto, debía de hacer lo posible para protegerlo.
Lo siguiente fue ver a las invitadas. En el pasillo, estaban la vampiresa de ojos escarlata y la infante de cabello marrón. Era un par algo interesante, quizás tanto como la vestimenta del actual Rey. Le llamó la atención la pequeña. ¿Estaba bien que una niña estuviera en este asunto tan...formal? Claro, tanto los jóvenes como adultos tenían el derecho, pero más que eso, parecía como su una madre trajera a su hija a una fiesta extraña. Una sonrisa divertida se formó en su rostro y se dirigió rápidamente a donde estaban las invitadas, tomándole la mano a Syl, para luego hacer una reverencia.
-Estoy complacido de que nos honren con su presencia. ¡Por favor, pase para que el "Rey" -una mueca se hizo en su rostro, pero desapareció enseguida.- atienda todas sus dudas!-
Miró a la bruja que estaba al lado de la vampiresa y le sonrió ampliamente. No importaba si era un visir o un espíritu libre, el trato a las feminas siempre ha sido una de sus más grandes virtudes. Y viendo el lado bueno, quizás podría sacar un beneficio de esta presentación rara.
Los monitores mostraban a todos los estudiantes y profesores involucrados. El show principal comenzaría pronto, o eso era lo que presentía.
Luego del corto intercambio de palabras ente los profesores, Astolfo decidió mostrarse.
Dio un paso hacía la derecha, saliendo por el mismo lado de atrás del trono que Okarín ocupaba, con una expresión de cierta molestia en su rostro. Vestido de una forma bastante formal, su apariencia fue ahora algo más masculina que de costumbre. Con una camisa rosada debajo de un saco negro y con una corbata roja, unos pantalones de tela negros y zapatos a juego, se notaba esa esencia "varonil", aunque su cara no dejaba de ser lo más parecido a una niña. También llevaba unos guantes de cuero negros, quizás solo porque le pareció "genial".
Primero que nada, miró a Okarín con un tanto celoso. ¿Por qué había sido coronado el? Aunque desconociera el porque, era algo que no dejaba de molestarle desde que se conocieron los roles de cada uno, pero fiel a su pacto, debía de hacer lo posible para protegerlo.
Lo siguiente fue ver a las invitadas. En el pasillo, estaban la vampiresa de ojos escarlata y la infante de cabello marrón. Era un par algo interesante, quizás tanto como la vestimenta del actual Rey. Le llamó la atención la pequeña. ¿Estaba bien que una niña estuviera en este asunto tan...formal? Claro, tanto los jóvenes como adultos tenían el derecho, pero más que eso, parecía como su una madre trajera a su hija a una fiesta extraña. Una sonrisa divertida se formó en su rostro y se dirigió rápidamente a donde estaban las invitadas, tomándole la mano a Syl, para luego hacer una reverencia.
-Estoy complacido de que nos honren con su presencia. ¡Por favor, pase para que el "Rey" -una mueca se hizo en su rostro, pero desapareció enseguida.- atienda todas sus dudas!-
Miró a la bruja que estaba al lado de la vampiresa y le sonrió ampliamente. No importaba si era un visir o un espíritu libre, el trato a las feminas siempre ha sido una de sus más grandes virtudes. Y viendo el lado bueno, quizás podría sacar un beneficio de esta presentación rara.
Los monitores mostraban a todos los estudiantes y profesores involucrados. El show principal comenzaría pronto, o eso era lo que presentía.
Invitado- Invitado
Re: El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
- Leer:
- Ante la ausencia del post de María y para no retrasarnos, he posteado.
“Has llegado aquí, no sabes cómo ni sabes porque, solo entiendes –y a medias –que Bernkastel solicita tu presencia aquí, cumpliendo el papel de monarca, cumpliendo un papel que sabes que no encaja contigo ¿No sería mejor levantarte e irte?”
Observo con cuidado la gran habitación, mientras lo hacía no podía evitar pensar en lo sucedido tiempo atrás, los eventos de la torre. Había gente que estaba más capacitada que él para volverse rey, eso estaba claro, su papel se volvía un asunto turbio aun para el mismo, y sabia y entendía –nótese que no es lo mismo saber y entender, que solo saber o solo entender –que existían candidatos a ese puesto mucho más aptos, más acordes al cargo, al “premio” que se le concedía, siendo así ¿Por qué molestarse en seguir allí? Bueno, una de las cosas era… sin duda alguna, la comida, un aroma delicioso salía desprendido de esta, un olor magnánimo que llenaba de regocijo a su nariz. Sí, tenía hambre. Pero, y ante todo, se presentaba un problema a la hora de comer que se resumía en una sola pregunta, quizás algo sencilla, pero bastante compleja para alguien que no acostumbraba hacer honores a nada ni a nadie ¿Cómo debía proceder? Era quizás solo cosa de pararse e ir por algo de alimento ¿No? Estaba seguro de haber visto salmón en algún punto del largo banquete ¿Debía pedir a alguien que le trajese? De ser así ¿A quién se lo pedía? Sí, a decir verdad, aquella situación y todo lo que esta consideraba –dejando de lado la comida –era irritante.
Sí, las cosas no salían exactamente como Okarín hubiese deseado, de hecho, distaba de ser así. En aquellos momentos podría decirse que se sentía como una hormiga, una hormiga en una granja de hormigas, una hormiga en una granja de hormigas siendo vigilada por un niño que a falta de otra palabra, es dios, claro que todo esto no es más que una metáfora. Una que otra persona pasaba con rapidez por su cabeza: Nathaniel, aquel raro demonio que le había hecho frente en la torre… Alice, su compañera de armas, aquella maestra que divagaba en su propia y eterna locura y Suzuka, aquella impertinente jovencita de la que a fin de cuentas, era sirviente –claro si es que podía definirse como un simple sirviente, quizás “perro de caza” funcionase mejor –y bueno, no era algo que le molestase, sí, era gente importante la que anidaba en su cabeza, unos más que otros, pero importantes al fin y al cabo.
Si lo pensaba con algo de detenimiento… Sí, disfrutaba aquella parafernalia, aun con todo el desagrado que sentía por toda aquella exposición, sí, me arriesgo a decir que en el fondo, Okarín lo disfrutaba, bueno, para ser preciso, disfrutaba de lo que pasaría. Muchas cosas podían salir mal, muchísimas cosas saldrían mal, pero las que no debían salir mal serían las que peor saldrían, una de esas era justamente… Una persona salió de detrás de su gran asiento, Astolfo, había oído hablar de él, aunque no tenía idea de quien era realmente, “probablemente lo haré” pensó Okarín mientras lo observaba, sus ropajes, su inusual físico, su esencia femenina… aquel rostro y aquel cuerpecito solo lograban que lo asociara a una pequeña niña, definitivamente había algo raro en él.
-Quiero té ¿Hay té? –Preguntó en voz alta a los camareros que se hallaban en aquel lugar, de momento ninguno le respondió, tardarían en hacerlo, parecían algo alborotados arreglando cualquier desperfecto que pudiese haber en la sala. Las palabras tanto de Syl como las de Astolfo fueron interesantes, las de ultimo por el aparente sarcasmo, una presunta molestia, aunque no entendía el “porqué” de esta. -¿En serio nadie me responderá? Quiero saber si hay té ¡Necesito un té maldita sea! –Sí, se vio a si mismo gritando… Le pareció raro, una completa sorpresa, no esperaba que algo de aquel juego de ser “rey” se le subiera a la cabeza. –Contestando tu pregunta… Ella se ve algo callada ¿No? –Señaló en dirección a la jovencita que acompañaba a la vampiresa, de momento no había hablado y su presencia se transformaba en un enigma, o quizás en solo una anécdota en aquella sala –Bueno, se nos ha formulado un problema, bueno, podría ser una situación ¿Saben cuál es la diferencia entre problema y situación? Permítanme ilustrarles, en realidad un problema puede ser visto como algo sin solución, o que tiene una solución para la cual debemos invertir recursos, sin estos, no la veremos ni llegaremos a ella, por otro lado, una situación es una condición que tiene relación directa con lo que estamos tratando, por ende, con una fácil solución que a veces se encuentra inmersa en la discursiva explicita de la “problemática”, no sé si me han entendido, la teoría general de sistemas lo explica bien, así como el cálculo de riesgos, aunque con ello me he desbordado un poco, y he aquí donde volvemos a tu pregunta –Se paró de su asiento y dio un par de pasos cortos, dando la ilusión de avance. –No tengo idea de porque están aquí, no sé porque Bernkastel las habrá enviado hasta acá, no me importa en realidad, y no me interesa ser rey, en estos momentos tengo frio y quiero té… Pero, abordando lo de “darme una opción”, aquí te daré una –sonrió –puedes marcharte de este lugar y dejarme disfrutar de la agonía de la corona, o puedes quedarte y terminar lo que se empezó en la torre, aunque recuerda algo y recuérdalo bien… Ya fallaste una vez, Syl.
Observo con cuidado la gran habitación, mientras lo hacía no podía evitar pensar en lo sucedido tiempo atrás, los eventos de la torre. Había gente que estaba más capacitada que él para volverse rey, eso estaba claro, su papel se volvía un asunto turbio aun para el mismo, y sabia y entendía –nótese que no es lo mismo saber y entender, que solo saber o solo entender –que existían candidatos a ese puesto mucho más aptos, más acordes al cargo, al “premio” que se le concedía, siendo así ¿Por qué molestarse en seguir allí? Bueno, una de las cosas era… sin duda alguna, la comida, un aroma delicioso salía desprendido de esta, un olor magnánimo que llenaba de regocijo a su nariz. Sí, tenía hambre. Pero, y ante todo, se presentaba un problema a la hora de comer que se resumía en una sola pregunta, quizás algo sencilla, pero bastante compleja para alguien que no acostumbraba hacer honores a nada ni a nadie ¿Cómo debía proceder? Era quizás solo cosa de pararse e ir por algo de alimento ¿No? Estaba seguro de haber visto salmón en algún punto del largo banquete ¿Debía pedir a alguien que le trajese? De ser así ¿A quién se lo pedía? Sí, a decir verdad, aquella situación y todo lo que esta consideraba –dejando de lado la comida –era irritante.
Sí, las cosas no salían exactamente como Okarín hubiese deseado, de hecho, distaba de ser así. En aquellos momentos podría decirse que se sentía como una hormiga, una hormiga en una granja de hormigas, una hormiga en una granja de hormigas siendo vigilada por un niño que a falta de otra palabra, es dios, claro que todo esto no es más que una metáfora. Una que otra persona pasaba con rapidez por su cabeza: Nathaniel, aquel raro demonio que le había hecho frente en la torre… Alice, su compañera de armas, aquella maestra que divagaba en su propia y eterna locura y Suzuka, aquella impertinente jovencita de la que a fin de cuentas, era sirviente –claro si es que podía definirse como un simple sirviente, quizás “perro de caza” funcionase mejor –y bueno, no era algo que le molestase, sí, era gente importante la que anidaba en su cabeza, unos más que otros, pero importantes al fin y al cabo.
Si lo pensaba con algo de detenimiento… Sí, disfrutaba aquella parafernalia, aun con todo el desagrado que sentía por toda aquella exposición, sí, me arriesgo a decir que en el fondo, Okarín lo disfrutaba, bueno, para ser preciso, disfrutaba de lo que pasaría. Muchas cosas podían salir mal, muchísimas cosas saldrían mal, pero las que no debían salir mal serían las que peor saldrían, una de esas era justamente… Una persona salió de detrás de su gran asiento, Astolfo, había oído hablar de él, aunque no tenía idea de quien era realmente, “probablemente lo haré” pensó Okarín mientras lo observaba, sus ropajes, su inusual físico, su esencia femenina… aquel rostro y aquel cuerpecito solo lograban que lo asociara a una pequeña niña, definitivamente había algo raro en él.
-Quiero té ¿Hay té? –Preguntó en voz alta a los camareros que se hallaban en aquel lugar, de momento ninguno le respondió, tardarían en hacerlo, parecían algo alborotados arreglando cualquier desperfecto que pudiese haber en la sala. Las palabras tanto de Syl como las de Astolfo fueron interesantes, las de ultimo por el aparente sarcasmo, una presunta molestia, aunque no entendía el “porqué” de esta. -¿En serio nadie me responderá? Quiero saber si hay té ¡Necesito un té maldita sea! –Sí, se vio a si mismo gritando… Le pareció raro, una completa sorpresa, no esperaba que algo de aquel juego de ser “rey” se le subiera a la cabeza. –Contestando tu pregunta… Ella se ve algo callada ¿No? –Señaló en dirección a la jovencita que acompañaba a la vampiresa, de momento no había hablado y su presencia se transformaba en un enigma, o quizás en solo una anécdota en aquella sala –Bueno, se nos ha formulado un problema, bueno, podría ser una situación ¿Saben cuál es la diferencia entre problema y situación? Permítanme ilustrarles, en realidad un problema puede ser visto como algo sin solución, o que tiene una solución para la cual debemos invertir recursos, sin estos, no la veremos ni llegaremos a ella, por otro lado, una situación es una condición que tiene relación directa con lo que estamos tratando, por ende, con una fácil solución que a veces se encuentra inmersa en la discursiva explicita de la “problemática”, no sé si me han entendido, la teoría general de sistemas lo explica bien, así como el cálculo de riesgos, aunque con ello me he desbordado un poco, y he aquí donde volvemos a tu pregunta –Se paró de su asiento y dio un par de pasos cortos, dando la ilusión de avance. –No tengo idea de porque están aquí, no sé porque Bernkastel las habrá enviado hasta acá, no me importa en realidad, y no me interesa ser rey, en estos momentos tengo frio y quiero té… Pero, abordando lo de “darme una opción”, aquí te daré una –sonrió –puedes marcharte de este lugar y dejarme disfrutar de la agonía de la corona, o puedes quedarte y terminar lo que se empezó en la torre, aunque recuerda algo y recuérdalo bien… Ya fallaste una vez, Syl.
- Leer:
- Como favor personal... Para efectos practicos en el banquete no hay té, gracias.
Invitado- Invitado
Re: El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
No podía negar que aquello me parecía una estratagema para hacer que los legacianos acabásemos de una manera bastante mal parados. Pero no iba a ser yo quien estropease la fiesta. Tenía claro que no debía bajar la guardia ante aquel hombre, pues me había demostrado en la torre que era demasiado peligroso como para pasar desapercibido, pero yo tampoco era una cualquiera y no podía decirse que era débil precisamente. Mi destreza con el arco y la pelea a distancia eran mi especialidad, pero también era diestra luchando cuerpo a cuerpo, solo tenía que tener la oportunidad de acercarme a mi objetivo y de ese modo acabaría degollándolo sin remordimientos.
Eso lo había aprendido con los años, no se podía pretender luchar solo a distancia, pues no siempre habrá esa oportunidad, por ello, durante mis años de "no viva" había decidido que tenía que hacerme fuerte en todas las disciplinas que se me pusieran delante. No iba a decir que sería mejor que un luchador que estaba preparado para ello, pero tampoco se podía decir que si me tocaba luchar contra uno le iba a resultar fácil matarme. Sin embargo, la magia… ese era mi punto débil totalmente, no sabía hacer nada mágico y lo poco que podría pensar en hacer sería tras haber leído un libro y memorizando cada una de las palabras. Y no, claro que no, mi mente estaba preparada para planificar cosas y para ser diestra, no para aprender a lanzar lucecitas de colores como si fuera un árbol de navidad.
No dejé de mirar a mi rival con severidad y con precaución, no le tenía miedo, pero ahora estaba en su territorio. De pronto, de detrás de su trono, salió un chico que más bien parecía una chica. No iba a dejarme engañar por aquel aspecto pueril y débil, nunca hay que subestimar al enemigo si no quieres caer de lleno contra el suelo. Mientras el chico se me acercaba, el ángel pedía té y parecía que nadie le hacía caso. Como bien había supuesto, era un rey que mandaba pero no gobernaba. De pronto, el chico me tomó la mano, cosa que me hizo poca gracia, y me hizo una reverencia.
-Veo que no te gusta que sea el rey… -murmuré de tal manera que solo podría escucharme él y la niña de mi lado.
El ángel se dirigió a mí y me crucé de brazos escuchando sus palabras. Miré de reojo a la niña y vi que tenía razón, que no había dicho nada, pero bueno, tampoco importaba demasiado, mi enemigo era bastante más preocupante que una niña pequeña no hablase nada, podría ser tímida o algo por el estilo, cosa que tampoco me extrañaba con su pequeño aspecto. Escuché sus palabras con atención e impasibilidad, realmente me importaba bien poco lo que dijera. Y tampoco respondería sus palabras hasta que no terminase de hablar, pues así, quizás descubriéramos qué hacíamos allí. Sin embargo, todo lo que dijo me resultó bastante tedioso y aburrido y, para colmo, no era algo que me pareciera necesario para lo que teníamos entre manos. Cuando se levantó del trono aquel, no tardé en descruzar los brazos para armarme si era necesario cuanto más rápido mejor. Al parecer él sabía tanto como y qué hacíamos allí y cuando sonrió sentí que aquella sonrisa era peligrosa, no algo alegre ni nada por el estilo. Entrecerré los ojos con su última frase.
-Así que falle ¿eh? -le dije con cierto odio en la voz-, no fui yo quien falló realmente, no podemos decir que yo no hiciera lo que tenía que hacer, querido -dije con cierta sorna-. Pero, dime, ¿qué ganaste tú? -le pregunté sin cortarme-, de no ser por la chica diabólica y su fuerza, ese dragón y ese extraño vestido, no hubieras hecho nada contra mí -estaba bastante tranquila-. De no ser por ella las cosas no hubieran sido como fueron, y ella no está aquí -dije mirando uno de la de las pantallas-, así que no te hagas el héroe ni te creas superior a mí porque no lo eres -sonreí y saqué el arco-. Y no pienses que temo a tu luz porque ya he tenido que sobrevivir demasiadas veces a sus efectos antes de venir aquí -no iba a dejarme por aquel ser, no iba a dejarme ganar así y tampoco le dejaría creerse superior, pues en un combate de verdad sería más fácil que yo acabase con él que viceversa. De todos modos, debía controlarme o aquello acabaría muy mal.
Eso lo había aprendido con los años, no se podía pretender luchar solo a distancia, pues no siempre habrá esa oportunidad, por ello, durante mis años de "no viva" había decidido que tenía que hacerme fuerte en todas las disciplinas que se me pusieran delante. No iba a decir que sería mejor que un luchador que estaba preparado para ello, pero tampoco se podía decir que si me tocaba luchar contra uno le iba a resultar fácil matarme. Sin embargo, la magia… ese era mi punto débil totalmente, no sabía hacer nada mágico y lo poco que podría pensar en hacer sería tras haber leído un libro y memorizando cada una de las palabras. Y no, claro que no, mi mente estaba preparada para planificar cosas y para ser diestra, no para aprender a lanzar lucecitas de colores como si fuera un árbol de navidad.
No dejé de mirar a mi rival con severidad y con precaución, no le tenía miedo, pero ahora estaba en su territorio. De pronto, de detrás de su trono, salió un chico que más bien parecía una chica. No iba a dejarme engañar por aquel aspecto pueril y débil, nunca hay que subestimar al enemigo si no quieres caer de lleno contra el suelo. Mientras el chico se me acercaba, el ángel pedía té y parecía que nadie le hacía caso. Como bien había supuesto, era un rey que mandaba pero no gobernaba. De pronto, el chico me tomó la mano, cosa que me hizo poca gracia, y me hizo una reverencia.
-Veo que no te gusta que sea el rey… -murmuré de tal manera que solo podría escucharme él y la niña de mi lado.
El ángel se dirigió a mí y me crucé de brazos escuchando sus palabras. Miré de reojo a la niña y vi que tenía razón, que no había dicho nada, pero bueno, tampoco importaba demasiado, mi enemigo era bastante más preocupante que una niña pequeña no hablase nada, podría ser tímida o algo por el estilo, cosa que tampoco me extrañaba con su pequeño aspecto. Escuché sus palabras con atención e impasibilidad, realmente me importaba bien poco lo que dijera. Y tampoco respondería sus palabras hasta que no terminase de hablar, pues así, quizás descubriéramos qué hacíamos allí. Sin embargo, todo lo que dijo me resultó bastante tedioso y aburrido y, para colmo, no era algo que me pareciera necesario para lo que teníamos entre manos. Cuando se levantó del trono aquel, no tardé en descruzar los brazos para armarme si era necesario cuanto más rápido mejor. Al parecer él sabía tanto como y qué hacíamos allí y cuando sonrió sentí que aquella sonrisa era peligrosa, no algo alegre ni nada por el estilo. Entrecerré los ojos con su última frase.
-Así que falle ¿eh? -le dije con cierto odio en la voz-, no fui yo quien falló realmente, no podemos decir que yo no hiciera lo que tenía que hacer, querido -dije con cierta sorna-. Pero, dime, ¿qué ganaste tú? -le pregunté sin cortarme-, de no ser por la chica diabólica y su fuerza, ese dragón y ese extraño vestido, no hubieras hecho nada contra mí -estaba bastante tranquila-. De no ser por ella las cosas no hubieran sido como fueron, y ella no está aquí -dije mirando uno de la de las pantallas-, así que no te hagas el héroe ni te creas superior a mí porque no lo eres -sonreí y saqué el arco-. Y no pienses que temo a tu luz porque ya he tenido que sobrevivir demasiadas veces a sus efectos antes de venir aquí -no iba a dejarme por aquel ser, no iba a dejarme ganar así y tampoco le dejaría creerse superior, pues en un combate de verdad sería más fácil que yo acabase con él que viceversa. De todos modos, debía controlarme o aquello acabaría muy mal.
Invitado- Invitado
Re: El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
-¡Okarín, no asustes a la invitada!-
La respuesta del jinete frente a la respuesta del hombre se dio nada más solicitar algo a los pobres sirvientes, de los cuales unos pocos se voltearon nerviosos, pero continuaron con sus actividades. Parecían ser mucho más eficientes que los golems del Caster Negro, la verdad. En cambio, Astolfo simplemente hizo ese comentario sin despegarse de la vampiresa, mientras observaba cada una de las gigantescas pantallas a los lados. Podía notar que había bastante movimiento en las instalaciones, pero se mostraba tremendamente aburrido, ya que no pasaba nada por aquí. Aún así, siguió con una mirada alegre en su rostro y manteniéndose cerca de la vampiresa.
Sin embargo más que un apego hacía ella, se notaba cierta precaución, como si estuviera vigilandola, detrás de una fachada de sirviente amable. Tampoco es que no le gustara estar en compañía de una fémina, y más teniendo en su otra opción a un hombre como Okarin, o como el nombraba mentalmente. "Usurpa-tronos".
-Nadie quiere escuchar tus explicaciones sobre las situaciones.-
Eso último lo dijo de modo que todos los presentes lo oyeran dando a entender que representaba lo que los sirvientes y las invitadas gustarían de escuchar. Hablando de escuchar, el sitio estaba prácticamente en silencio, de no ser por el monologo de Okarín, el cual lo decía de manera tan solemne que casi parecía un verdadero rey. Casi. La "invitación a terminar con el asunto" del rey a la vampiresa realmente le tomó por sorpresa. ¿Acaso estaba diciendo que ellos debían terminar con un asunto importante? Pensó enseguida en las torres. Según el informe, ninguna torre había sido siquiera destruía como debía, dando a Svartgard la victoria absoluta. Entonces, significaba que debía ser al menos de la élite, o eso pensaba. Pero recordar ese día, a pesar de ese acontecimiento y lo divertido que fue, le dejaba un sabor amargo en la boca. Al menos estaba seguro que su Master estaba bien, lo que lo consolaba en gran medida.
Por otro lado, verla en la pantalla también le suponía algo de nervios. Le molestaba no estar allí para apoyarla, pero tenía que dejar que la chica demostrara su "lealtad" por si misma. En todo caso, si llegaba a fallar, haría todo lo posible para que no le ocurra algún daño, inclusive si implica su estancia en mundo. Por otro lado, pudo divisar a una mujer con sombrero y a un ser de aspecto canino en otra de las pantallas. Pudo identificar a Alice, pero solo por algunos detalles en los que se había fijado, todo lo demás era nuevo. ¿Un cambio de look nunca está mal, eh? Ahora, respecto al otro ente....quizás sacarlo a pasear sería lo más prudente. De cualquier forma, se preguntó si La Black Luna podría funcionar en él. Y por último, el "encuentro" en lo que parecía ser un campo o bosque bastante frondoso, con todo el frío y esa cosas. ¿No era tierno? En la siguiente no había nada aún, se encontraba con una perpetua estática pero al menos sin ruido, cosa que agradeció bastante.
Y justo cuando comenzaba a aburrirse, Syl comenzó a actuar. Primero, pudo observar sus gestos de cerca, con una aura hostil hacía el profesor. Las cosas no podían quedarse así, claro está. Sin más dilación, en su mano derecha comenzó a acumularse una pequeña luz dorada, la cual comenzó a tener una forma que recordaría a una espada larga. El brillo comenzó a condensarse y a emitir una fuerte luz, de tal manera que la vampiresa podría darse cuenta de lo que estaba "invocando", aunque para cuando se diera cuenta, quizás ya estaba acorralada. Así, la espada se materializo en la mano de Astolfo, el cual sonría de una manera inocente a la arquera pero en el contexto podría ser inclusive mucho más siniestro de lo que parece. Al parecer Svartgard realmente tenía influencia en el inocente jinete, y no de la mejor.
-Alto ahí, loca.- Dijo de forma algo burlona, un poco atípica de el, pero justificada debido a lo fastidiado que estaba.- ¿Crees qué puede llegar e intentar algo hostil contra este señor? ¡Pues te has equivocado!-
Simplemente le sacó la lengua, como cualquier otro niño pequeño frente a una inocente travesura. Es más, ni siquiera sabía porque estaba defendiendo a Okarín. Quizás solo sea el "deber" o un mero capricho, tan efímero como lo era la vida humana.
La respuesta del jinete frente a la respuesta del hombre se dio nada más solicitar algo a los pobres sirvientes, de los cuales unos pocos se voltearon nerviosos, pero continuaron con sus actividades. Parecían ser mucho más eficientes que los golems del Caster Negro, la verdad. En cambio, Astolfo simplemente hizo ese comentario sin despegarse de la vampiresa, mientras observaba cada una de las gigantescas pantallas a los lados. Podía notar que había bastante movimiento en las instalaciones, pero se mostraba tremendamente aburrido, ya que no pasaba nada por aquí. Aún así, siguió con una mirada alegre en su rostro y manteniéndose cerca de la vampiresa.
Sin embargo más que un apego hacía ella, se notaba cierta precaución, como si estuviera vigilandola, detrás de una fachada de sirviente amable. Tampoco es que no le gustara estar en compañía de una fémina, y más teniendo en su otra opción a un hombre como Okarin, o como el nombraba mentalmente. "Usurpa-tronos".
-Nadie quiere escuchar tus explicaciones sobre las situaciones.-
Eso último lo dijo de modo que todos los presentes lo oyeran dando a entender que representaba lo que los sirvientes y las invitadas gustarían de escuchar. Hablando de escuchar, el sitio estaba prácticamente en silencio, de no ser por el monologo de Okarín, el cual lo decía de manera tan solemne que casi parecía un verdadero rey. Casi. La "invitación a terminar con el asunto" del rey a la vampiresa realmente le tomó por sorpresa. ¿Acaso estaba diciendo que ellos debían terminar con un asunto importante? Pensó enseguida en las torres. Según el informe, ninguna torre había sido siquiera destruía como debía, dando a Svartgard la victoria absoluta. Entonces, significaba que debía ser al menos de la élite, o eso pensaba. Pero recordar ese día, a pesar de ese acontecimiento y lo divertido que fue, le dejaba un sabor amargo en la boca. Al menos estaba seguro que su Master estaba bien, lo que lo consolaba en gran medida.
Por otro lado, verla en la pantalla también le suponía algo de nervios. Le molestaba no estar allí para apoyarla, pero tenía que dejar que la chica demostrara su "lealtad" por si misma. En todo caso, si llegaba a fallar, haría todo lo posible para que no le ocurra algún daño, inclusive si implica su estancia en mundo. Por otro lado, pudo divisar a una mujer con sombrero y a un ser de aspecto canino en otra de las pantallas. Pudo identificar a Alice, pero solo por algunos detalles en los que se había fijado, todo lo demás era nuevo. ¿Un cambio de look nunca está mal, eh? Ahora, respecto al otro ente....quizás sacarlo a pasear sería lo más prudente. De cualquier forma, se preguntó si La Black Luna podría funcionar en él. Y por último, el "encuentro" en lo que parecía ser un campo o bosque bastante frondoso, con todo el frío y esa cosas. ¿No era tierno? En la siguiente no había nada aún, se encontraba con una perpetua estática pero al menos sin ruido, cosa que agradeció bastante.
Y justo cuando comenzaba a aburrirse, Syl comenzó a actuar. Primero, pudo observar sus gestos de cerca, con una aura hostil hacía el profesor. Las cosas no podían quedarse así, claro está. Sin más dilación, en su mano derecha comenzó a acumularse una pequeña luz dorada, la cual comenzó a tener una forma que recordaría a una espada larga. El brillo comenzó a condensarse y a emitir una fuerte luz, de tal manera que la vampiresa podría darse cuenta de lo que estaba "invocando", aunque para cuando se diera cuenta, quizás ya estaba acorralada. Así, la espada se materializo en la mano de Astolfo, el cual sonría de una manera inocente a la arquera pero en el contexto podría ser inclusive mucho más siniestro de lo que parece. Al parecer Svartgard realmente tenía influencia en el inocente jinete, y no de la mejor.
-Alto ahí, loca.- Dijo de forma algo burlona, un poco atípica de el, pero justificada debido a lo fastidiado que estaba.- ¿Crees qué puede llegar e intentar algo hostil contra este señor? ¡Pues te has equivocado!-
Simplemente le sacó la lengua, como cualquier otro niño pequeño frente a una inocente travesura. Es más, ni siquiera sabía porque estaba defendiendo a Okarín. Quizás solo sea el "deber" o un mero capricho, tan efímero como lo era la vida humana.
Invitado- Invitado
Re: El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
No tenía muchas intenciones de entablar un duelo con aquellas personas, más aún porque una de aquellas damas se había mantenido en silencio durante toda aquella reunión, en otras palabras, no tenía intención alguna en luchar contra aquella joven, no mientras esta se mantuviese al margen del asunto, tal cual como lo había estado haciendo desde hace ya un buen rato. La música seguía sonando, una música que el ismo encontraba encantadora, claro, después de un rato se formaba una especie de loop que podía conducir a la demencia en cualquiera, sí, una música realmente encantadora.
Había algo en lo que todos solían fallar, una suposición magnifica, una idea preconcebida que se originaba en anteriores encuentros contra aquel ángel, y era que la mayoría pensaba que aquel ser solo podía luchar a grandes distancias, siempre manteniéndola, siempre huyendo del combate cuerpo a cuerpo, no era así, aun si lo pensaban… no era para nada así…
Algo apuntaba a que todo iría mal, a que era inevitable bordear aquel encuentro que parecía completamente destinado a suscitarse en aquel lugar, en aquellos momentos, ahora… ya. Las palabras de Astolfo le hicieron volver al salón, abandonar las preocupaciones que lo abordaban. El problema era que esas palabras lo hacían volverse contra su problema principal, la ausencia de su bebida favorita, de su elixir. –Lo siento, es solo que ¡NO SE COMO NO HAY TÉ EN ESTE SALON! –gritó al tiempo que una lanza de luz salía expelida hacia uno de los camareros que atendían en aquel lugar, atravesándolo rápidamente, quitándole lo que en algún momento había sido su vida. –Demonios, no debí hacer eso –Musitó tranquilo mientras observaba como la sangre del camarero manchaba el piso. Sí, ya había perdido su calma, completamente.
-Tienes razón pequeño hombrecillo, nadie quiere escuchar algo que no entienden, es lógico –Señaló tranquilo mientras retrocedía un paso, seguía teniendo frio, bastante frío, sintió un pequeño cosquilleo recorrer su cuerpo -¿No fuiste tú quién fallo? Recuérdame quien no pudo hacer nada en aquella torre por favor –Escucho su pregunta y lo que le siguió –De no ser por Alice, te habría asesinado a ti, y a todos en aquella torre, ella fue la que me mantuvo conectado al suelo, su presencia impidió que yo hiciese más de lo que hice… -Señaló al tiempo que ella sacaba su arco, no esperaba que ella hiciera algo así, no quería que ella lo hiciese, pero al fin y al cabo… lo había hecho. Astolfo reacciono casi de inmediato, por no decir que de inmediato, en realidad dudaba de aquel sujeto, de aquel señorito… No le conocía, y era probable que nunca llegase a hacerlo.
Apenas Astolfo habló la sala se ilumino con un fulgor insano, los ojos de cualquiera arderían ante aquel resplandor que duro un par de segundos, sobre él flotaban varias esferas luminosas, estáticas, listas para lo que él fuese a hacer. –No debiste haber sacado aquel arco –De su cuerpo no solo se veían desprendidas luces, sino también parecían correr descargas eléctricas –De verdad no debiste haberlo hecho –Señaló al tiempo que aquellas esferas se desplegaban formando lanzas luminosas, lanzas capaces de atravesar carne como un cuchillo caliente atravesaba la mantequilla, para luego salir despedidas hacia la vampiresa, mientras eso pasaba Okarín desenfundaba sus armas –Realmente necesito mi té.
Había algo en lo que todos solían fallar, una suposición magnifica, una idea preconcebida que se originaba en anteriores encuentros contra aquel ángel, y era que la mayoría pensaba que aquel ser solo podía luchar a grandes distancias, siempre manteniéndola, siempre huyendo del combate cuerpo a cuerpo, no era así, aun si lo pensaban… no era para nada así…
Algo apuntaba a que todo iría mal, a que era inevitable bordear aquel encuentro que parecía completamente destinado a suscitarse en aquel lugar, en aquellos momentos, ahora… ya. Las palabras de Astolfo le hicieron volver al salón, abandonar las preocupaciones que lo abordaban. El problema era que esas palabras lo hacían volverse contra su problema principal, la ausencia de su bebida favorita, de su elixir. –Lo siento, es solo que ¡NO SE COMO NO HAY TÉ EN ESTE SALON! –gritó al tiempo que una lanza de luz salía expelida hacia uno de los camareros que atendían en aquel lugar, atravesándolo rápidamente, quitándole lo que en algún momento había sido su vida. –Demonios, no debí hacer eso –Musitó tranquilo mientras observaba como la sangre del camarero manchaba el piso. Sí, ya había perdido su calma, completamente.
-Tienes razón pequeño hombrecillo, nadie quiere escuchar algo que no entienden, es lógico –Señaló tranquilo mientras retrocedía un paso, seguía teniendo frio, bastante frío, sintió un pequeño cosquilleo recorrer su cuerpo -¿No fuiste tú quién fallo? Recuérdame quien no pudo hacer nada en aquella torre por favor –Escucho su pregunta y lo que le siguió –De no ser por Alice, te habría asesinado a ti, y a todos en aquella torre, ella fue la que me mantuvo conectado al suelo, su presencia impidió que yo hiciese más de lo que hice… -Señaló al tiempo que ella sacaba su arco, no esperaba que ella hiciera algo así, no quería que ella lo hiciese, pero al fin y al cabo… lo había hecho. Astolfo reacciono casi de inmediato, por no decir que de inmediato, en realidad dudaba de aquel sujeto, de aquel señorito… No le conocía, y era probable que nunca llegase a hacerlo.
Apenas Astolfo habló la sala se ilumino con un fulgor insano, los ojos de cualquiera arderían ante aquel resplandor que duro un par de segundos, sobre él flotaban varias esferas luminosas, estáticas, listas para lo que él fuese a hacer. –No debiste haber sacado aquel arco –De su cuerpo no solo se veían desprendidas luces, sino también parecían correr descargas eléctricas –De verdad no debiste haberlo hecho –Señaló al tiempo que aquellas esferas se desplegaban formando lanzas luminosas, lanzas capaces de atravesar carne como un cuchillo caliente atravesaba la mantequilla, para luego salir despedidas hacia la vampiresa, mientras eso pasaba Okarín desenfundaba sus armas –Realmente necesito mi té.
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Re: El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
Desde que había entrado en aquel salón, no había perdido detalle de lo que me rodeaba. No me gustaba estar fuera de mi "territorio", no tenía miedo, ni mucho menos, pero no me gustaba la idea de estar en notable desventaja con el resto de la gente nos rodeaba a la niña y a mí. Así pues, no podía hacer nada que nos perjudicase de ninguna de las maneras. Sin embargo, el paliducho era demasiado pedante, seguramente cuando explicase algo a sus alumnos los pobres acabarían dormidos, aunque dudo que se durmieran si no querían acabar como aquel pobre diablo que había resultado muerto por una lanza al no haber té para el "rey". También tenía que decir que la cercanía de aquel chico de aspecto tan extraño me estaba poniendo de los nervios, no quería demostrarlo, y la musiquita que se escuchaba empezaba a desquiciarme.
-Así que tengo que darle las gracias a la chica diabólica de que no me matases -le dije tranquilamente-, lo haré cuando tenga la ocasión -se notaba en mi voz que realmente no tenía miedo ni me sorprendían sus palabras.
Sin embargo, cometí el error de sacar el arco. No tenía en mente ponerme a pelear en un lugar que podría ser mi propia tumba y, de rebote, la de la pequeña niña que estaba a mi lado. Así que tampoco iba a ponerme a disparar a diestro y siniestro. Miré de reojo al niño y me percaté enseguida de lo que estaba haciendo. Si pretendía pillarme desprevenida iba listo. Escuché sus palabras y sonreí con cierta arrogancia. Entonces, mi vi obligada a taparme los ojos, cubriendo por instinto a la niña de mi lado para evitar que el fogonazo la dejase ciega. Entonces me di cuenta de lo que pasaba y pude ver que sobre el paliducho había varias esferas luminosas, como aquellas que había utilizado en la torre.
-Pero lo he hecho… -murmuré sin perder de vista las esferas que se habían convertido en lanzas y, por supuesto, sin perder de vista al chico.
Y lo que tenía que pasar, pasó: las lanzas venían directas hacia mí. Agarré a la chiquilla y di un salto hacia atrás buscando alejarme levemente de la espada de luz. Rápidamente cargué tres flechas en el arco y las disparé contra las lanzas que venían hacia mí. Cuando las flechas salieron volando, agarré nuevamente a la cría y nos aparté del camino protegiéndola de cualquier daño que pudiera sufrir. Si algo tenía era que mi destreza era enorme, mi velocidad de movimiento, en general, era digna de ser envidiada. Sin embargo, una de las lanzas logró rozarme el brazo y no pude evitar un grito de dolor.
-Eso… -murmuré poniéndome en pie y dejando a la niña detrás de mí- ha dolido… -y mientras decía eso una especie de vapor salía del pequeño corte que se estaba curando y dejando la piel como si no hubiera pasado nada-. ¿Realmente crees que soy tan estúpida de enfrentarte en un lugar tan afín a ti? -le pregunté al ángel y luego miré al niño-. Estoy en clara desventaja -confesé sin soltar el arco pero sin demostrar ni un poco de hostilidad. Me fijé en las armas del paliducho-. Vamos, profesor, creo que podemos hablar civilizadamente -le dije cambiando ligeramente el tono de voz a uno un poco más sugerente, buscando que depusiera las armas por lo menos hasta que yo lo viera totalmente necesario-. Si quieres té -señalé la pantalla en la que estaba Alice y sonreí concierta picardía- ordena a tus sirvientes que te traigan de allí, pues parece que tienen una bonita fiesta del té -lo miré sin dejar de sonreír, pero sin bajar la guardia en ningún momento, pues aquellas lanzas habían estado demasiado cerca y no solo tenía que cuidarme a mí, sino que tenía que tratar de proteger a la niña.
-Así que tengo que darle las gracias a la chica diabólica de que no me matases -le dije tranquilamente-, lo haré cuando tenga la ocasión -se notaba en mi voz que realmente no tenía miedo ni me sorprendían sus palabras.
Sin embargo, cometí el error de sacar el arco. No tenía en mente ponerme a pelear en un lugar que podría ser mi propia tumba y, de rebote, la de la pequeña niña que estaba a mi lado. Así que tampoco iba a ponerme a disparar a diestro y siniestro. Miré de reojo al niño y me percaté enseguida de lo que estaba haciendo. Si pretendía pillarme desprevenida iba listo. Escuché sus palabras y sonreí con cierta arrogancia. Entonces, mi vi obligada a taparme los ojos, cubriendo por instinto a la niña de mi lado para evitar que el fogonazo la dejase ciega. Entonces me di cuenta de lo que pasaba y pude ver que sobre el paliducho había varias esferas luminosas, como aquellas que había utilizado en la torre.
-Pero lo he hecho… -murmuré sin perder de vista las esferas que se habían convertido en lanzas y, por supuesto, sin perder de vista al chico.
Y lo que tenía que pasar, pasó: las lanzas venían directas hacia mí. Agarré a la chiquilla y di un salto hacia atrás buscando alejarme levemente de la espada de luz. Rápidamente cargué tres flechas en el arco y las disparé contra las lanzas que venían hacia mí. Cuando las flechas salieron volando, agarré nuevamente a la cría y nos aparté del camino protegiéndola de cualquier daño que pudiera sufrir. Si algo tenía era que mi destreza era enorme, mi velocidad de movimiento, en general, era digna de ser envidiada. Sin embargo, una de las lanzas logró rozarme el brazo y no pude evitar un grito de dolor.
-Eso… -murmuré poniéndome en pie y dejando a la niña detrás de mí- ha dolido… -y mientras decía eso una especie de vapor salía del pequeño corte que se estaba curando y dejando la piel como si no hubiera pasado nada-. ¿Realmente crees que soy tan estúpida de enfrentarte en un lugar tan afín a ti? -le pregunté al ángel y luego miré al niño-. Estoy en clara desventaja -confesé sin soltar el arco pero sin demostrar ni un poco de hostilidad. Me fijé en las armas del paliducho-. Vamos, profesor, creo que podemos hablar civilizadamente -le dije cambiando ligeramente el tono de voz a uno un poco más sugerente, buscando que depusiera las armas por lo menos hasta que yo lo viera totalmente necesario-. Si quieres té -señalé la pantalla en la que estaba Alice y sonreí concierta picardía- ordena a tus sirvientes que te traigan de allí, pues parece que tienen una bonita fiesta del té -lo miré sin dejar de sonreír, pero sin bajar la guardia en ningún momento, pues aquellas lanzas habían estado demasiado cerca y no solo tenía que cuidarme a mí, sino que tenía que tratar de proteger a la niña.
Invitado- Invitado
Re: El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
La música ya empezaba a taladrarle el cerebro. ¿Por qué esto era tan aburrido? Si EL fuera el Rey seguramente todos estuvieran festejando y riendo, inclusive podría ayudar a los sirvientes a prepararlo todo. Era un fastidio para el pequeño jinete, sin embargo, tener que soportar toda esta tortura era lo único que podía hacer en estos momentos. Quien sabe si conseguirá una recompensa al final.
Pero la ilusión se cortó rápidamente.
El asesinato de Okarín simplemente lo dejó perplejo, y provocó que emitiera un pequeño chillido de asombro, llevándose la mano libre a la boca.
-¡L-lo mataste! ¡Okarín, eso está mal!-
Llevó sus manos a la cintura, pasando a una pose que parecía querer regañar al profesor, inflado la mejilla derecha. Obviamente, lo hizo de tal manera que la espada que amenazaba con atravesar el cuello de la vampiresa apuntara a el suelo, sin provocar mayores daños. La situación era un tanto ridícula, puesto que estaba dejando huir a un enemigo, pero por otro lado, quizás así todo sería más pacifico. También podía relajarse, debido a el "mana extra" que le pudo otorgar el sirviente al morir desafortunadamente. Como un servant, que gastaba energía como loco y con su Master relativamente lejos, el "hambre" había comenzado a inundarlo. Al menos podría calmar esa necesidad por un tiempo, al menos brevemente.
Esa sensación fue sucinta. Para evitar quedar ciego por un momento, se tapó los ojos con el brazo derecho, ocultando provocar algún destello con la espada que aún no hacía desaparecer. Cuando volvió en sí, pudo observar las esferas de luz alrededor de Okarín. Realmente tenía un aire...¿angelical? Sí, era lo que más se asemejaba al sentimiento que podía dar. A todo esto, sería la primera vez que Astolfo se topaba con alguien se ese aire. Incluso en su estancia en la Luna, no pudo apreciar nada parecido. Pero claro, no podía pensar tanto, y más es su situación.
Después de esa breve reflexión, se vio en el problema de que las lanzas de Okarín se dirigían hacía su posición. No lo pensó dos veces. Lo más rápido que pudo, dio un gran salto hacía la derecha, logrando esquivar el ataque por poco, el cual le cortó parte de la trenza que siempre llevaba, dejando un poco de su pelo de color rosado sobre la alfombra roja.
-¡Dios, ten más cuidado! ¡Pudiste sacarle un ojo a alguien!- Sí, lo había dicho el que hace unos momento apuntaba a alguien con una espada.
Cuando finalmente todo se tranquilizó, buscó rápidamente a las invitadas con la mirada, lo que no fue muy difícil. Se dedicó a escuchar lo que la vampiresa tenía que decir. ¿Hablar como gente civilizada? Quizás podría ser lo más acertado en este momento, después de todo, era una "Fiesta de Reconciliación". Tomó su espada con ambas manos y corrió hasta quedar frente a Okarín, a más o menos unos 3 metros de él. No tenía que estar desprevenido. Si el enemigo estaba armado, debía hacer lo posible para evitar que algún golpe o daño, y más si es a un "Rey". Sorprendido, miró a Syl detenidamente. No parecía ser mala persona, después de todo, había salvado a esa niña tan callada a costa de herirse, a pesar de que se había curado sin mucho esfuerzo.
-Creo que deberíamos consentir su petición...-dijo con desdén, pero enseguida se volteó a ver al profesor, con una sonrisa en el rostro y con los brazos extendidos, como si quisiera abrazarlo.- ¡después de todo, es más divertido si festejamos todos juntos!-Sus deseos de lucha habían desaparecido, viendo que matar a Syl no sería buena idea. Pero si el profesor se disponía a atacar, debía de hacer lo mismo...incluso si no le gustaba.
Pero la ilusión se cortó rápidamente.
El asesinato de Okarín simplemente lo dejó perplejo, y provocó que emitiera un pequeño chillido de asombro, llevándose la mano libre a la boca.
-¡L-lo mataste! ¡Okarín, eso está mal!-
Llevó sus manos a la cintura, pasando a una pose que parecía querer regañar al profesor, inflado la mejilla derecha. Obviamente, lo hizo de tal manera que la espada que amenazaba con atravesar el cuello de la vampiresa apuntara a el suelo, sin provocar mayores daños. La situación era un tanto ridícula, puesto que estaba dejando huir a un enemigo, pero por otro lado, quizás así todo sería más pacifico. También podía relajarse, debido a el "mana extra" que le pudo otorgar el sirviente al morir desafortunadamente. Como un servant, que gastaba energía como loco y con su Master relativamente lejos, el "hambre" había comenzado a inundarlo. Al menos podría calmar esa necesidad por un tiempo, al menos brevemente.
Esa sensación fue sucinta. Para evitar quedar ciego por un momento, se tapó los ojos con el brazo derecho, ocultando provocar algún destello con la espada que aún no hacía desaparecer. Cuando volvió en sí, pudo observar las esferas de luz alrededor de Okarín. Realmente tenía un aire...¿angelical? Sí, era lo que más se asemejaba al sentimiento que podía dar. A todo esto, sería la primera vez que Astolfo se topaba con alguien se ese aire. Incluso en su estancia en la Luna, no pudo apreciar nada parecido. Pero claro, no podía pensar tanto, y más es su situación.
Después de esa breve reflexión, se vio en el problema de que las lanzas de Okarín se dirigían hacía su posición. No lo pensó dos veces. Lo más rápido que pudo, dio un gran salto hacía la derecha, logrando esquivar el ataque por poco, el cual le cortó parte de la trenza que siempre llevaba, dejando un poco de su pelo de color rosado sobre la alfombra roja.
-¡Dios, ten más cuidado! ¡Pudiste sacarle un ojo a alguien!- Sí, lo había dicho el que hace unos momento apuntaba a alguien con una espada.
Cuando finalmente todo se tranquilizó, buscó rápidamente a las invitadas con la mirada, lo que no fue muy difícil. Se dedicó a escuchar lo que la vampiresa tenía que decir. ¿Hablar como gente civilizada? Quizás podría ser lo más acertado en este momento, después de todo, era una "Fiesta de Reconciliación". Tomó su espada con ambas manos y corrió hasta quedar frente a Okarín, a más o menos unos 3 metros de él. No tenía que estar desprevenido. Si el enemigo estaba armado, debía hacer lo posible para evitar que algún golpe o daño, y más si es a un "Rey". Sorprendido, miró a Syl detenidamente. No parecía ser mala persona, después de todo, había salvado a esa niña tan callada a costa de herirse, a pesar de que se había curado sin mucho esfuerzo.
-Creo que deberíamos consentir su petición...-dijo con desdén, pero enseguida se volteó a ver al profesor, con una sonrisa en el rostro y con los brazos extendidos, como si quisiera abrazarlo.- ¡después de todo, es más divertido si festejamos todos juntos!-Sus deseos de lucha habían desaparecido, viendo que matar a Syl no sería buena idea. Pero si el profesor se disponía a atacar, debía de hacer lo mismo...incluso si no le gustaba.
Invitado- Invitado
Re: El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
Cinco días después del incidente del puente de Yokohama, la infante caminaba por las calles tomando su bolso rosado con firmesa y desicion en la mirada. La misma bruja de los milagros había convocado a una reunión entre estudiantes de Legacy y estudiantes de la recientemente fundada "Academia Svatgard" Solo son sus marionetas, se dejaron engañar por falsas promesas pensaba apretando fuertemente sus puños mientras caminaba velozmente a través de las enormes calles de Tokio. Cualquier milagro que tenga probabilidades de ocurrir por si mismo no es un milagro. Solo desesperados por hallar su verdad y crédulos caen y, finalmente, se topo con la enorme construcción.
-Maria viene a la reunión, Maria es de Legacy- dijo inexpresiva mente la pequeña a uno de los empleados de la puerta y, a penas se le permitió el paso, entro a toda prisa en la enorme Academia sin prestar atención alas miradas y murmullos de los estudiantes y maestros que se cruzaban en su camino, cada vez tenia menos interés en aquellos que habían elegido serle leales a la bruja de los falsos milagros. Esta vez Maria no se confiara, Maria le dijo a Sakutaro que iba por dulces Aun recordaba instante en el que su maestro cayo al piso como una marioneta a la que le hubieran cortado las cuerdas de pronto, la idea de que su leal amigo pudiera tener el mismo destino debido a un ataque enemigo le aterraba bastante Maria no perderá a Sakutaro, Maria y Sakutaro estarán juntos para siempre La pequeña niña estaba tan inmersa en la idea de proteger a su amigo mas leal que tardo en percatarse de la pálida joven armada y encapuchada que caminaba a su lado.
Al llegar al salón en el que se daría la reunión con los estudiantes de la academia enemiga, lo primero que salto a la vista de la infante fue la obvia decoración del salón. Parece un tablero de ajedrez, ese juego lo jugaba mucho el abuelo Kinzo Dentro de el había un hombre de piel pálido en el extremo contrario y, mas temprano que tarde, hizo su aparición una extraña chica de cabello rosa. ¿El rey y la reina? La hostilidad se hizo inmediata y, acercándose lentamente a la pared mas cercana a ella, la pequeña niña observo en silencio la pelea que estaba apunto de ocurrir mientras abría disimuladamente su bolso, dejando salir a sus tres leales y pequeños conejos.Aun no pueden despertar las Chiesters... Los tres pequeños animales se colocaron ante la joven y el "rey" de aquella reunión, dispuestos a proteger a su ama ante cualquier ataque.
La pálida chica saco su arco lista para atacar, Todo comienza, ... todo comienza Esferas luminosas brillaron en la habitación y filosas lanzas se desplegaron de ellas, cada una de ellas dirigidas a la infante y a la muchacha. -Uu...uu Maria debe de hacer al..- apunto de invocar a su báculo dorado, la pequeña niña estaba dispuesta a atacar pero su aparente aliada la tomo dando un veloz salto y protegiéndola, lanzando un veloz contra ataque y colocando la detrás. Maria ¿Puede confiar en ella? Protegió a Maria y parece de Legacy, Maria tendrá cuidado
Después de escuchar como su aliada y el "bufón" pedían calma en la situación, aunque la tensión entre ellos se podía percibir bastante bien, la infante asintió y hablo por primera vez desde que piso el salón. -Esta es una reunión de reconciliación uu- su tono era inexpresivo, no se confiaba ante el tenso ambiente del lugar. -Si esto es una reunión de reconciliación- apareciendo su báculo y, con una vuelta y viéndose envuelta temporalmente en brillo, su ropa cambio convirtiéndose en su vestido de bruja. -Uu Es mejor que todo se de civilizad amente. ¿Aunque que espera Maria de alguien que no sabe quien es Bernkastel? ¿A caso saben para quien trabajan? Ella no los ve mas que como piezas de ajedrez, Maria solía ser una pieza también, al menos Maria sabe que lado elegir. -
El rostro inexpresivo de la pequeña se transformo en una mueca burlona y, golpeando su báculo contra el piso, apareció un enorme pastel en medio del extraño cuarto. - Bernkastel los desechara cuando se aburra de ustedes dos, los tirara a la basura sin antes darles lo que les prometió, sin darles absolutamente nada.- hablaba con un tono burlón mientras observaba con hambre una jugosa cereza en la cima del pastel. - Uu coman, no sean descorteses. Maria aparecerá te con azúcar si no es suficiente para el "señor rey"- y simplemente soltó una risa burlona dejando que uno de sus tres conejos comiera un poco del enorme postre mientras los demás se ocultaban en las esquinas del salón.
-Maria viene a la reunión, Maria es de Legacy- dijo inexpresiva mente la pequeña a uno de los empleados de la puerta y, a penas se le permitió el paso, entro a toda prisa en la enorme Academia sin prestar atención alas miradas y murmullos de los estudiantes y maestros que se cruzaban en su camino, cada vez tenia menos interés en aquellos que habían elegido serle leales a la bruja de los falsos milagros. Esta vez Maria no se confiara, Maria le dijo a Sakutaro que iba por dulces Aun recordaba instante en el que su maestro cayo al piso como una marioneta a la que le hubieran cortado las cuerdas de pronto, la idea de que su leal amigo pudiera tener el mismo destino debido a un ataque enemigo le aterraba bastante Maria no perderá a Sakutaro, Maria y Sakutaro estarán juntos para siempre La pequeña niña estaba tan inmersa en la idea de proteger a su amigo mas leal que tardo en percatarse de la pálida joven armada y encapuchada que caminaba a su lado.
Al llegar al salón en el que se daría la reunión con los estudiantes de la academia enemiga, lo primero que salto a la vista de la infante fue la obvia decoración del salón. Parece un tablero de ajedrez, ese juego lo jugaba mucho el abuelo Kinzo Dentro de el había un hombre de piel pálido en el extremo contrario y, mas temprano que tarde, hizo su aparición una extraña chica de cabello rosa. ¿El rey y la reina? La hostilidad se hizo inmediata y, acercándose lentamente a la pared mas cercana a ella, la pequeña niña observo en silencio la pelea que estaba apunto de ocurrir mientras abría disimuladamente su bolso, dejando salir a sus tres leales y pequeños conejos.Aun no pueden despertar las Chiesters... Los tres pequeños animales se colocaron ante la joven y el "rey" de aquella reunión, dispuestos a proteger a su ama ante cualquier ataque.
La pálida chica saco su arco lista para atacar, Todo comienza, ... todo comienza Esferas luminosas brillaron en la habitación y filosas lanzas se desplegaron de ellas, cada una de ellas dirigidas a la infante y a la muchacha. -Uu...uu Maria debe de hacer al..- apunto de invocar a su báculo dorado, la pequeña niña estaba dispuesta a atacar pero su aparente aliada la tomo dando un veloz salto y protegiéndola, lanzando un veloz contra ataque y colocando la detrás. Maria ¿Puede confiar en ella? Protegió a Maria y parece de Legacy, Maria tendrá cuidado
Después de escuchar como su aliada y el "bufón" pedían calma en la situación, aunque la tensión entre ellos se podía percibir bastante bien, la infante asintió y hablo por primera vez desde que piso el salón. -Esta es una reunión de reconciliación uu- su tono era inexpresivo, no se confiaba ante el tenso ambiente del lugar. -Si esto es una reunión de reconciliación- apareciendo su báculo y, con una vuelta y viéndose envuelta temporalmente en brillo, su ropa cambio convirtiéndose en su vestido de bruja. -Uu Es mejor que todo se de civilizad amente. ¿Aunque que espera Maria de alguien que no sabe quien es Bernkastel? ¿A caso saben para quien trabajan? Ella no los ve mas que como piezas de ajedrez, Maria solía ser una pieza también, al menos Maria sabe que lado elegir. -
El rostro inexpresivo de la pequeña se transformo en una mueca burlona y, golpeando su báculo contra el piso, apareció un enorme pastel en medio del extraño cuarto. - Bernkastel los desechara cuando se aburra de ustedes dos, los tirara a la basura sin antes darles lo que les prometió, sin darles absolutamente nada.- hablaba con un tono burlón mientras observaba con hambre una jugosa cereza en la cima del pastel. - Uu coman, no sean descorteses. Maria aparecerá te con azúcar si no es suficiente para el "señor rey"- y simplemente soltó una risa burlona dejando que uno de sus tres conejos comiera un poco del enorme postre mientras los demás se ocultaban en las esquinas del salón.
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Re: El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
Una fiesta con sus enemigos… Rara forma de celebrar su victoria, bueno, no es del todo correcto aquello, ya que no era “su” victoria, era una victoria de Svartgard y por alguna extraña razón que Bernkastel le revelaría luego… esta había decidido que Okarín fuese el rey de aquel evento, un rey falso, un rey que no necesitaba dicha corona, un ángel que antes había servido a reyes y ahora debía fingir ser uno “Federico I de Hohenstaufen” pensó Okarín con detenimiento mientras el tiempo no hacía más que fluir hasta escaparse de su propia existencia, y en esos momentos solo aquel hombre podía venir a su mente, su vida había sido buena en esos tiempos, pero sus últimos momentos en aquella tierra en esa forma se perdía bajo el agua. Lentamente empezó a volver en sí, eliminando temporalmente la imagen de aquel caballero bajo el agua.
-Sí, debes darle las gracias a Alice, deberías al menos –Sonrió –y espero que lo hagas.
Ahora las cosas tomaban una forma extraña, sí, no puedo usar otra palabra para describir los hechos que siguieron a esas palabras, ya que todo fue rápido, confuso y un tanto incoherente, tanto las acciones de los demás como las del propio Okarín que intentaba mantener a raya aquella parte de su propio carácter que solía tomar vida propia en situaciones como la que se presentaba ante él, su ira, pero estaba difícil, más ante las provocaciones de la vampiresa, que a cada movimiento que hacia parecía querer incitar otra batalla aun sin tener la intención de hacerlo, al igual que Astolfo, del cual dudaba demasiado, aquel carácter y aquella forma de ser le eran causantes de desconfianza extrema ¿Sería realmente de fiar? –Sé que está mal Astolfo, pero ya lo he hecho –Murmuró mientras observaba aquel cadáver y podía sentir como la energía de este iba a parar al cuerpo de aquel ser de dudoso sexo ¿Qué era y porque necesitaba la energía de aquel ser? Interrogantes que le mantuvieron ocupado solo segundos hasta que Syl cometió quizás el error más grande que podría haber cometido en una situación como esa… saco su arma.
Todo sucedió rápido y nada como lo hubiera querido, su adversaria esquivo sus ataques pero aparte de salir sin heridas graves… nada ocurrió, y de inmediato aquella mujer intento bajarle el perfil a lo que había sucedido ¿Cómo se supone que debía actuar? –Disculpa Astolfo, no he tenido tiempo de apuntar mejor –Mentía, era un tirador con bastante experiencia –Y… me alegra que haya dolido, al menos así sé que si eres capaz de sentir dolor, y de que puedo causártelo –Musitó tranquilo para luego escuchar las palabras de aquella mujer, de aquel ser engendrado en las sombras. –Sí, serias tonta si quisieras atacarme aquí, tonta y bastante valiente… Así que ahora, luego de haber sacado tu arco con intenciones hostiles ¿Quieres que me calme? –De su cuerpo se desprendieron ondas eléctricas que parecieron avanzar por el piso cercano a él, muy cerca de donde ahora estaba Astolfo, para desvanecerse sin provocar daño alguno –Creo que quieres ser civilizada ahora que sabes que puedes perder –Pero algo lo desenfoco, no podía creerlo, al mirar aquella pantalla el miedo le embargo… No podía entender cómo es que había pasado aquello ¿A qué mierda jugaba Bernkastel? Ella mejor que nadie sabía lo que el ángel podía y no podía hacer en frente de aquella presencia, era una de las cosas que le había solicitado para aquella parodia que presentaba a modo de fiesta. Por un momento su cuerpo pareció apagarse para volverse a prender de inmediato, sintió algo que normalmente no lograba sentir… Miedo. –No puedo creerlo –Se vio a si mismo diciendo en voz alta, habían varias posibilidades, pero la más probable… Suzuka se había incorporado a esa fiesta por su cuenta, y no había mejor lugar en donde aparecerse que con Alice, ahora tenía mucho que perder. Una jovencita que había permanecido en un silencio hermético por fin hablo, en tercera persona, hablando de una tal “María” que probablemente era ella misma. –No te preocupes señorita, se quién es Bernkastel, se a quien le vendí mis servicios y no deberías preocuparte por mí más de lo que deberías preocuparte por ti misma, todos aquí somos objetos de juego de alguien muchos más grande y poderoso, de un ser omnipresente –Hizo una pausa que pareció durarle una eternidad, a pesar de no ser más de 3 o 4 segundos.–Bueno, los planes han cambiado radicalmente, ya no puedo sostener este teatro, dime ahora y rápido que es lo que quieres –Por sobre su cabeza empezaron a formarse esferas de luz, decenas, cientos de ellas, tantas, que el fulgor expelido por estas podría haber quemado la retina de cualquiera que las mirase directamente.
-Sí, debes darle las gracias a Alice, deberías al menos –Sonrió –y espero que lo hagas.
Ahora las cosas tomaban una forma extraña, sí, no puedo usar otra palabra para describir los hechos que siguieron a esas palabras, ya que todo fue rápido, confuso y un tanto incoherente, tanto las acciones de los demás como las del propio Okarín que intentaba mantener a raya aquella parte de su propio carácter que solía tomar vida propia en situaciones como la que se presentaba ante él, su ira, pero estaba difícil, más ante las provocaciones de la vampiresa, que a cada movimiento que hacia parecía querer incitar otra batalla aun sin tener la intención de hacerlo, al igual que Astolfo, del cual dudaba demasiado, aquel carácter y aquella forma de ser le eran causantes de desconfianza extrema ¿Sería realmente de fiar? –Sé que está mal Astolfo, pero ya lo he hecho –Murmuró mientras observaba aquel cadáver y podía sentir como la energía de este iba a parar al cuerpo de aquel ser de dudoso sexo ¿Qué era y porque necesitaba la energía de aquel ser? Interrogantes que le mantuvieron ocupado solo segundos hasta que Syl cometió quizás el error más grande que podría haber cometido en una situación como esa… saco su arma.
Todo sucedió rápido y nada como lo hubiera querido, su adversaria esquivo sus ataques pero aparte de salir sin heridas graves… nada ocurrió, y de inmediato aquella mujer intento bajarle el perfil a lo que había sucedido ¿Cómo se supone que debía actuar? –Disculpa Astolfo, no he tenido tiempo de apuntar mejor –Mentía, era un tirador con bastante experiencia –Y… me alegra que haya dolido, al menos así sé que si eres capaz de sentir dolor, y de que puedo causártelo –Musitó tranquilo para luego escuchar las palabras de aquella mujer, de aquel ser engendrado en las sombras. –Sí, serias tonta si quisieras atacarme aquí, tonta y bastante valiente… Así que ahora, luego de haber sacado tu arco con intenciones hostiles ¿Quieres que me calme? –De su cuerpo se desprendieron ondas eléctricas que parecieron avanzar por el piso cercano a él, muy cerca de donde ahora estaba Astolfo, para desvanecerse sin provocar daño alguno –Creo que quieres ser civilizada ahora que sabes que puedes perder –Pero algo lo desenfoco, no podía creerlo, al mirar aquella pantalla el miedo le embargo… No podía entender cómo es que había pasado aquello ¿A qué mierda jugaba Bernkastel? Ella mejor que nadie sabía lo que el ángel podía y no podía hacer en frente de aquella presencia, era una de las cosas que le había solicitado para aquella parodia que presentaba a modo de fiesta. Por un momento su cuerpo pareció apagarse para volverse a prender de inmediato, sintió algo que normalmente no lograba sentir… Miedo. –No puedo creerlo –Se vio a si mismo diciendo en voz alta, habían varias posibilidades, pero la más probable… Suzuka se había incorporado a esa fiesta por su cuenta, y no había mejor lugar en donde aparecerse que con Alice, ahora tenía mucho que perder. Una jovencita que había permanecido en un silencio hermético por fin hablo, en tercera persona, hablando de una tal “María” que probablemente era ella misma. –No te preocupes señorita, se quién es Bernkastel, se a quien le vendí mis servicios y no deberías preocuparte por mí más de lo que deberías preocuparte por ti misma, todos aquí somos objetos de juego de alguien muchos más grande y poderoso, de un ser omnipresente –Hizo una pausa que pareció durarle una eternidad, a pesar de no ser más de 3 o 4 segundos.–Bueno, los planes han cambiado radicalmente, ya no puedo sostener este teatro, dime ahora y rápido que es lo que quieres –Por sobre su cabeza empezaron a formarse esferas de luz, decenas, cientos de ellas, tantas, que el fulgor expelido por estas podría haber quemado la retina de cualquiera que las mirase directamente.
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Re: El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
El haber tenido que esquivar de aquella manera el ataque, el haber sido herida y haber tenido que mostrar ese segundo de debilidad y el tener que estar pendiente de cuidar de una niña pequeña que, de seguro, podía defenderse sola, estaba haciendo que bajase la guardia más de la cuenta. Miré de reojo al niño de mi lado que se quejaba de la posibilidad de sacar un ojo a alguien. El paliducho se "disculpó" y luego se dirigió a mí.
-No volveré a darte ese placer… -respondí prácticamente en un susurro. Escuché sus palabas sin alterarme ni un poco. Él no era estúpido y sabía que yo tampoco lo era, así que estábamos totalmente de acuerdo-. ¿El problema es el arco? -preguntando tranquilamente, sabiendo que era así-. Pues lo guardo y aquí no ha pasado nada… -dije mientras guardaba el arma en su lugar.
Volví a mirar al chico que se puso a hablar de nuevo. Por mucho que hubiera guardado el arco, no bajaría la guardia, realmente, prepararme para la pelea me costaba milésimas de segundo, así que tampoco pasaba nada por no tener el arco en la mano, una molestia menos. De pronto, la niña se puso a hablar. La miré de reojo pero sin dejar de vigilar al paliducho. Escuché a la niña, francamente, se notaba que era una cría, pues yo había tratado de calmar los ánimos y dudaba mucho que sus palabras pudieran calmar al paliducho que, al parecer, había visto algo que no le había gustado en la pantalla. Me quedé en silencio mientras la pequeña seguía desahogándose. Levanté una ceja al ver que hacía aparecer un enorme pastel en medio de la sala. Él le respondió, pero realmente la conversación no me importaba demasiado, había algo que no me gustaba en todo aquello y no sabía qué hacer para poder centrarme en lo que yo creía que era el problema. Cuando volví a la realidad de lo que tenía delante, pude ver que sobre él había un montón de esferas doradas, demasiada para enfrentarlas en caso de que le diera por dispararlas todas al mismo tiempo. Por inercia volví a ponerme delante de la niña, para protegerla con mi cuerpo si era necesario.
-Querido… -le dije con voz tranquila y con un toque sugerente-, no puedo decirte que quiero ni a qué he venido porque no lo sé -le sonreí-. Créeme, cielo, si lo supiera te lo diría -me encogí de hombros- pero no puedo ayudarte a resolver un misterio que ni yo misma sé resolver… -tenía que tratar de hacer que se tranquilizase o todas esas esferas de luz se convertirían en lanzas y matarían a todo el que estuviera por medio… sin excepción.
-No volveré a darte ese placer… -respondí prácticamente en un susurro. Escuché sus palabas sin alterarme ni un poco. Él no era estúpido y sabía que yo tampoco lo era, así que estábamos totalmente de acuerdo-. ¿El problema es el arco? -preguntando tranquilamente, sabiendo que era así-. Pues lo guardo y aquí no ha pasado nada… -dije mientras guardaba el arma en su lugar.
Volví a mirar al chico que se puso a hablar de nuevo. Por mucho que hubiera guardado el arco, no bajaría la guardia, realmente, prepararme para la pelea me costaba milésimas de segundo, así que tampoco pasaba nada por no tener el arco en la mano, una molestia menos. De pronto, la niña se puso a hablar. La miré de reojo pero sin dejar de vigilar al paliducho. Escuché a la niña, francamente, se notaba que era una cría, pues yo había tratado de calmar los ánimos y dudaba mucho que sus palabras pudieran calmar al paliducho que, al parecer, había visto algo que no le había gustado en la pantalla. Me quedé en silencio mientras la pequeña seguía desahogándose. Levanté una ceja al ver que hacía aparecer un enorme pastel en medio de la sala. Él le respondió, pero realmente la conversación no me importaba demasiado, había algo que no me gustaba en todo aquello y no sabía qué hacer para poder centrarme en lo que yo creía que era el problema. Cuando volví a la realidad de lo que tenía delante, pude ver que sobre él había un montón de esferas doradas, demasiada para enfrentarlas en caso de que le diera por dispararlas todas al mismo tiempo. Por inercia volví a ponerme delante de la niña, para protegerla con mi cuerpo si era necesario.
-Querido… -le dije con voz tranquila y con un toque sugerente-, no puedo decirte que quiero ni a qué he venido porque no lo sé -le sonreí-. Créeme, cielo, si lo supiera te lo diría -me encogí de hombros- pero no puedo ayudarte a resolver un misterio que ni yo misma sé resolver… -tenía que tratar de hacer que se tranquilizase o todas esas esferas de luz se convertirían en lanzas y matarían a todo el que estuviera por medio… sin excepción.
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Re: El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
¿Cuántas veces habría de pasar lo mismo? Sus enemigos al frente suyo, esquivando sus intentos por darles de baja, por brindarles la muerte que parecían ansiar, por la que parecían querer luchar con ansias y desenfado. Era extraña la situación, aunque bastante entretenida de cierta forma, de una peculiar forma… aquel lugar podía volverse un campo de batalla en cosa de segundos, en menos que eso de hecho ¿Qué lo impediría? ¿Qué impediría que todo se fuese al demonio rápidamente?
Apenas un susurro, pero eso bastaba. –Volverás a darme ese placer, más pronto de lo que puedas creer –Señaló tranquilo y bastante más calmado, pero… ¿podía aceptar aquella tranquilidad fingida? Astolfo parecía estar de parte de aquella idea, era su aliado ¿No? –Sí, el problema fue el arco, ahora es otra cosa muchísimo peor, algo que ni siquiera sé si pueda dejar pasar –Señaló tranquilo –Así que guardarlo y fingir… no sé si sean la mejor opción.
-Pero y en vista de que hacer algo seria afectar la pasividad que intentan instaurar casi a la fuerza en este extraño… lugar, bueno, creo que no debería atentar contra esta paz, no de momento –Musitó Okarín observando a la vampiresa, por mucho que esta dijera que guardaría su arco, no bajaba su posición defensiva, alerta, paranoica, sin querer demostrar algo de relajo… era imposible convivir pacíficamente en aquel salón si no serían sinceros los unos con los otros, y al parecer… Syl jamás bajaría su guardia.
-Te has puesto en frente de la niña pareciendo querer… protegerla de algo que yo pudiese hacer –Observo sus esferas –Estas son solo a modo de iluminar el salón… querida. Y bueno, considerando la molesta pasividad y neutralidad de tu respuesta –sus ojos se posaron en el suelo delante de aquella mujer, y de inmediato una de las esferas salió lanzada hacia ese lugar, generando una perforación bastante profunda –dime rápido a que has venido, piensa porque podrías estar aquí ¿Si? Y apúrate, o lanzare más de estas.
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Re: El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*
Las cosas no iban como yo quería que fueran. En aquel lugar no tenía ningún tipo de ventaja y no había nada que me gustase menos que no tener un mínimo de control de la situación. Por eso me había molestado tanto que aquel hombre me hiriera el brazo, tampoco era que me importase mucho un simple corte que se había curado tan rápido como se había producido. Pero eso parecía que a él le hacía crecerse y eso me gustaba mucho menos todavía que no tener el control de la situación.
-Eso es lo que crees -contesté en el mismo tono que él. No sabía si lo hacía para retarme o qué pero yo oía perfectamente cualquier tipo de susurro. Sabía que el problema de todo había sido sacar el arco, demostrar que no era una persona que no era previsora-. Vamos, querido -le dije en el mismo tono meloso que llevaba utilizando un rato-, todo puede empezar de cero -sabía que estaba pegando con hueso y él no se dejaría convencer fácilmente, pero mientras lo tuviera distraído, no me atacaría-. Estamos de acuerdo, no es plan de enfrentarnos aquí -le dije tranquilamente, pero siempre alerta.
No me fiaba de él, no me fiaba de esa mirada ni de su aspecto. Aquel hombre era peligroso, más de lo que me gustaría admitir, pero yo también lo era si me lo proponía. Sin embargo, se suponía que estábamos allí para firmar la “paz”. Dudaba mucho que la Academia Legacy y las empresas Svartgard llegasen algún día a una paz. Los ideales de los dos grupos eran tan distintos que no había nada que hacer. Y mientras las empresas tuvieran a tipos como aquel que tenía delante, no había nada que hacer.
-Sé que podría protegerla, por mucho que muriera en tus manos -dije con sinceridad. Lo escuché hablar cruzándome de brazos y vi como una de esas esferas salía volando hacia mí, mas no moví ni un músculo al llegar, pues sabía que no me tocaría. Miré hacia abajo viendo el agujero que había dejado. Sonreí ante su amenaza-. Vuelvo a repetirte, por tercera vez, que no sé porqué me han convocado aquí -le dije tranquilamente-. Te lo diría encantada si lo supiera, pero no lo sé -miré las esferas y luego lo miré a él-. Una ligera idea que se me ocurre es que se quiera firmar un acuerdo de paz entre la Academia y las empresas -dije encogiéndome de hombros- pero no lo sé -sonreí con cierta arrogancia-. También puede ser que aquí quieran demostrar su supremacía destrozándonos -miré las pantallas-, por lo que veo hay demasiada gente convocada al evento -lo miré sin descruzar los brazos no le tenía miedo, si tenía que desparecer lo haría luchando por lo que me importaba.
-Eso es lo que crees -contesté en el mismo tono que él. No sabía si lo hacía para retarme o qué pero yo oía perfectamente cualquier tipo de susurro. Sabía que el problema de todo había sido sacar el arco, demostrar que no era una persona que no era previsora-. Vamos, querido -le dije en el mismo tono meloso que llevaba utilizando un rato-, todo puede empezar de cero -sabía que estaba pegando con hueso y él no se dejaría convencer fácilmente, pero mientras lo tuviera distraído, no me atacaría-. Estamos de acuerdo, no es plan de enfrentarnos aquí -le dije tranquilamente, pero siempre alerta.
No me fiaba de él, no me fiaba de esa mirada ni de su aspecto. Aquel hombre era peligroso, más de lo que me gustaría admitir, pero yo también lo era si me lo proponía. Sin embargo, se suponía que estábamos allí para firmar la “paz”. Dudaba mucho que la Academia Legacy y las empresas Svartgard llegasen algún día a una paz. Los ideales de los dos grupos eran tan distintos que no había nada que hacer. Y mientras las empresas tuvieran a tipos como aquel que tenía delante, no había nada que hacer.
-Sé que podría protegerla, por mucho que muriera en tus manos -dije con sinceridad. Lo escuché hablar cruzándome de brazos y vi como una de esas esferas salía volando hacia mí, mas no moví ni un músculo al llegar, pues sabía que no me tocaría. Miré hacia abajo viendo el agujero que había dejado. Sonreí ante su amenaza-. Vuelvo a repetirte, por tercera vez, que no sé porqué me han convocado aquí -le dije tranquilamente-. Te lo diría encantada si lo supiera, pero no lo sé -miré las esferas y luego lo miré a él-. Una ligera idea que se me ocurre es que se quiera firmar un acuerdo de paz entre la Academia y las empresas -dije encogiéndome de hombros- pero no lo sé -sonreí con cierta arrogancia-. También puede ser que aquí quieran demostrar su supremacía destrozándonos -miré las pantallas-, por lo que veo hay demasiada gente convocada al evento -lo miré sin descruzar los brazos no le tenía miedo, si tenía que desparecer lo haría luchando por lo que me importaba.
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