El Rey contra la Vampiresa (G1) Okarín, Syl*, Maria* y Astolfo*

Malditos sean los adultos y su orgullo, desconfianza y planeamiento. Ese fue un pensamiento que pasó rápido por la cabeza de Astolfo al escuchar lo que el profesor había dicho después de que con tanto esfuerzo había querido que esta batalla tan inútil se detuviera. ¿Cómo llegarían a un acuerdo si solo se estaban matando los unos a otros? Era algo que le fastidiaba mucho, más aún con Okarín insistiendo en aquellos ataques hacía la vampiresa.
 Pero de algún modo le hizo gracia ver al profesor asustado por la vista en uno de los monitores. La sonrisa que se había borrado debido al molesto sarcasmo revivió en una que expresaba más risa que felicidad. Pero lamentablemente ese efecto no duró por mucho.

Lo siguiente fue algo que le sorprendió: Las palabras de la niña. Lo que salió de su boca, le dieron a entender que quizás la reunión no sería tan pacifica como pensaba. Más que una especie de advertencia, parecía sentirse en un deber de "rescatarlos". Pero claro, tampoco sería tan fácil. Su master y amiga estaba del lado de Bernkastel, ¿qué clase de héroe traicionaría a sus amigos por solo las palabras de una infante?

-Hmm...pues Berny es esa niña de pelo color azulado, ¿no?-mencionó mirando hacía el techo, pensativo. Luego volvió a hablar.- La verdad es que también podría ser considerado como un "peón". ¡Es una forma que tengo para cumplir un deber, si señor!-

 Parecía decirlo con total naturalidad, sin haber hecho un análisis muy complejo. Tampoco es que Astolfo fuera un genio, vamos. Y tampoco iba a amargarse porque alguien había dicho algo "malo" sobre su líder. Después de cierta conversación con un profesor de literatura estaba más que claro.

Miró asombrado como Okarín invocaba todas las esferas de luz detrás de el, lo suficientemente para olvidarse del pastel gigante que la niña había invocado hace algunos momentos. Pero no una sorpresa de impresión, sino una más de enfado. Aún después de que la vampiresa no mostraba signos de querer luchar y solo ponerse a la defensiva por estar en territorio enemigo, cosa que aprobaba en cierta medida, él aún seguía con ansías de atacarle. Quizás los demás en la habitación parecían asustarse frente a la idea de cientos de lanzas siendo disparadas hacía ellos, tal como pasó con la pequeña porción de maná que obtuvo hace poco. Astolfo pudo notar como los ayudantes y sirvientes aumentaban el ritmo estando más nerviosos que antes.  

-¡¿Realmente planeas atacar en esta situación?!- protestó, apuntando con su espada hacía Okarín, con una clara mueca de molestia en su rostro.- ¡Es obvi-

Sin embargo, Okarín disparó, lo que hizo que tuviera que moverse.

Astolfo, asustado, corrió hacía el lugar donde se suponía que debía impactar el proyectil. Fue una carrera corta, ya que aparte de tener no ser una distancia pequeña, no era muy rápido. Bastaron solo dos pasos para que la lanza quedara enterrada en el piso cerca de la vampiresa y la niña. El jinete cayó de rodillas y dio un suspiro de alivio, dando gracias porque ambas no se veían heridas.
Ahora, era el momento de enfrentar al Rey.

Se levantó rápidamente y se volvió hacía el profesor, determinado a hacer que se calmara. Pelearía si era necesario.

¡No es necesario que den una razón, la pequeña lo acaba de decir! ¡Es una fiesta de reconciliación! ¿Por qué hay que recurrir a las armas cuando no todas las partes están dispuestas a luchar!- gritó.-¡Estoy cansado de tu actitud, Okarin! ¡¿Por qué  no razonas un momento?! -Sip, Astolfo hablando de razonar.-¡No te trae ningún beneficio, tampoco a ellas! ¡Por eso han dejado de luchar, por eso han estado llamando a la calma!-apretó los puños y mordió sus dientes.- ¡No dejaré que provoques otra víctima, te exijo que te detengas ahora!-

De algún modo, Astolfo sabía que no era tan bueno lo que hacía. ¿Por qué defendía al enemigo? Quizás solo porque conocía a mucha gente agradable de la Academia, no quería que ellos sufrieran...o solo por mero capricho, por no alcanzar a llegar a ser "Rey".  Sea cual sea el caso, estaba preparado para cualquier ataque, sin importar de que lado vinieran.