Hyakkimaru [Ciudadano]

  ▲Clase: Luchador.

  ▲Raza: Humano.

  ▲Procedencia: Japón, Era Sengoku.

  ▲Apodo: "Aniki".

  Retrato del Personaje

  Físico: Hyakkimaru es un muchacho de corta edad, tez pálida y un cabello negro ceniza recogido en una cola, la cual se eleva expandida por sobre la cabeza y hacia atrás, mientras que adelante un fleco cae por sobre el lado izquierdo de su rostro, tapando su ojo por completo. Su mirada, totalmente vacía, se debe al hecho de que sus ojos son una prótesis de vidrio, resultando en el hecho de que él en sí, es ciego.

Su cuerpo es delgado pero de firme musculatura. Su piel es blanca como su rostro, y siempre usa una hakama negra con empastado blanco con formas que asemejan a anclas de navío, raída y descuidada. Su presencia no condice a su estado de vagabundo, al menos hasta que llegas hasta sus manos. Sus manos son aún más blancas, huesudas. Esto se da porque no son manos humanas en realidad, sino prótesis hechas por un cirujano habilidoso de nombre Jukai, quien fue quién crió a Hyakkimaru desde el estado en que le encontró. Por ende, él no tiene brazos. Bajo las prótesis esconde un par de hojas de katana con las cuales puede combatir. Y una de sus piernas también es una prótesis de madera.  

  Psicológica: Hyakkimaru es, en resumidas cuentas, un lienzo en blanco. Su personalidad es casi inexistente, dado el hecho de que desde niño acarrea el problema de la ausencia de sus sentidos. Sin visión, ni olfato, ni tacto, ni gusto ni oído, es casi un milagro el hecho de que siga con vida hasta el día de hoy. Y de hecho, lo es. Pero, su habilidad inherente como única guía, le ha dado directrices básicas que puede seguir gracias al esfuerzo y la constancia de Jukai, quién le crió.

Ésto desemboca en el perfil de un hombre silente y sin miedo, implacable, que asesina a los demonios que tienen lo que debió haber sido suyo con la misma ausencia ética con la que asesinaría a un ser humano. Más que un ser pensante, una criatura con el recuperar lo robado como única directriz de vida.

Pero, ¿Y si con los sentidos que ha ido recuperando, pueda formar su propio criterio y personalidad, en base a las personas que conozca? Luego de todo, fuera del asesinato de demonios, Hyakkimaru pareciera comportarse de forma ingenua y curiosa, cual niño que trata de aprender del mundo.

El tiempo lo dirá. La sangre lo dirá.


  Historia y Llegada

  ▲ Cuenta una leyenda que un poderoso Daimyo hizo un pacto infame para llevar su pueblo a la gloria.
Dice la historia que un padre le quitó todo a su hijo en pos del poder.
Trama lo dicho que un individuo sobrevivió para ser el azote de un reino y contar una historia.

Corría la era Sengoku. La nación ahora conocida como Japón estaba en un conflicto que parecía eterno. Regido por feudos y feudos de numerosas familias, y azotado por la suerte de un archipiélago provisto de muy limitados recursos naturales. Uno de estos feudos, era dirigido por un señor de la guerra, el cual había dejado para uno de sus aliados una porción infertil de tierra, con sus habitantes deshauciados y empobrecidos. Éste era un samurai que respondía al nombre de Daigo Kagemitsu.

Daigo era un hombre de altas miras y ambicioso, pero también malvado y egocéntrico, quién bajo la premisa de fomentar y llevar a la prosperidad no su protectorado, sino que a todo el feudo, alzó su ego y deseo de poder. Elevó a los dioses una plegaria, el volver al feudo un lugar próspero, aplacar el hambre de los aldeanos y volver fuerte a sus huestes.

Éstos, no respondieron. Porque sabían las intenciones ocultas del soldado Daigo.
Entonces él, dispuesto a darlo todo por su afán falsamente altruista, abandonó a los dioses, y dirigió su plegaria a los demonios.
Y éstos respondieron.

48 demonios, los Ayakashi, oyeron su llamado, y en un ritual, Daigo y los seres formaron un pacto. Ellos llevarían al samurai a la gloria y le darían la prosperidad y poder que deseaba. Daigo Kagemitsu ofrecería como tributo a su primogénito, y los seres del mal lo tomarían de la forma que fuese. Y sellaron el trato en un templo erigido a éstos, cercano a la residencia de Kagemitsu.

Sin embargo, ésto iba contra el deseo de su mujer, una doncella hermosa y con un amor infinito a su hijo por venir, la cual rezaba todos los días a la Diosa de la Piedad. Ésta sí habría de escuchar a la mujer. Pero quizá, en la forma más retorcida posible.

El nacimiento ocurrió. Y los demonios hicieron lo suyo.
Piel. Ojos. Oídos. Tacto. Piernas. Brazos. Nariz. Estómago. Intestinos. Uno de los pulmones. Riñones.
Uno a uno del niño fueron despojados. Pero los demonios no podían reclamar el cerebro o el corazón. Porque la diosa intercedió por ellos. Porque ella luchó para mantenerle con vida aún cuando los Ayakashi le arrebataron más que su cuerpo. Y lo logró.

Las nodrizas lo miraron con asco y miedo, pero la mujer aún sentía un amor infinito hacia un vástago como él, completamente deforme. El amor de una madre devota, el deseo de amor de ver a su niño con vida. Pero ésto no fue del agrado de Daigo, quién era el único que sabía por qué el niño había nacido así. Y lo tomó, y mandó a lanzarlo a un río. Donde confiaba que el niño, sin poder siquiera moverse, moriría ahogado o de hambre.

... Pero la diosa veló una vez más por el niño, y lo condujo hasta una orilla, siendo encontrado por un doctor de nombre Jukai, especialista en prótesis de extremidades, oficio al que se había entregado como penitencia dado su pasado de sanginario y cruel samurai. Ahora, buscando redención y lleno de compasión, tomó al niño y lo crió como si fuese su hijo, creando una tras otra, le fue dando prótesis para suplir sus partes faltantes. Y a pesar de que en un principio era un despojo que apenas podía vivir, un evento fortuito hizo que uno de los demonios perdiese la vida frente a ellos, y el muchacho recuperó uno de los trozos de su cuerpo que le habían arrebatado. El niño fue el que reconoció al demonio, ya que la diosa le había dado un poder sin que nadie se enterase: A pesar de que no poseía sentidos, él era capaz de percibir el "color del alma" de los seres vivos. Una capacidad que le permitía diferenciar seres vivos de dioses y demonios, y tener una vaga idea de cómo era el mundo. Su forma. Lo que lo habitaba.


Entendiendo la vida que el muchacho tendría que llevar, le enseñó el arte del combate desde muy temprana edad, y le dio un nombre.

"Hyakkimaru". "Pequeño Monstruo". A punta de escribir los kanji por movimientos en la tierra, Jukai pudo hacer que el niño adquiriese ese nombre como concepto de pertenencia. Y Hyakkimaru lo recordó, porque aún poseía el instinto de curiosidad y exploración del que goza cualquier ser vivo.

El tiempo pasó. Hyakkimaru se volvió un asesino eficaz, habiendo recuperado varias partes de su cuerpo dado el asesinato de varios de los demonios. Pero sin embargo, aún no había recuperado la mayoría de los sentidos. Era capaz de dirigirse a su objetivo y atacarlo, pero aún vivía, de cierta manera, ciego y desorientado en un mundo que él era incapaz de percibir. Sin entender por qué era un ser incompleto. Quién había decidido dejarle de ese modo.

Hyakkimaru se había vuelto, sin saberlo, en un arma de los dioses para ajusticiar a los demonios que habían efectivamente llevado la prosperidad al ahora feudo de Daigo Kagemitsu. Y al propio Daigo, por supuesto. A pesar de que, por muy sediento de poder que éste sea, sí había traído bonanza y paz a su pueblo. Si era realmente válido arrebatarle la prosperidad a todo un clan por resarcir el método por el cual se les había conferido, y darle una vida normal al muchacho que cargaba con ello, era un peso ético que Hyakkimaru simplemente no entendía, y por el cual todos decidían sin consultar.

Mientras él siguiese sufriendo, el mundo tendría paz.
Mientras él fuese asesinando a los demonios, obtendría su integridad como individuo, pero se convertiría en el heraldo de muerte de una región entera.

En sus viajes, Hyakkimaru conoció a un niño. Un sagaz ladrón que robaba para comer, un pícaro feudal llamado Dororo. Quién lentamente fue llenando su vida, mientras iba cumpliendo su labor de asesinar a los Ayakashi. Recuperó su piel y una pierna. Y recuperaría la voz así mismo.

Sin embargo, en este punto, algo pasó. Una voz, algo que nunca había escuchado, comenzó a retumbar en su cabeza. Se deslizó en su mente, haciéndose entender de formas que Hyakkimaru no podía comprender. "Únete a nosotros, ronin vengador. Lo que buscas, la muerte de los que te arrebataron todo, lo tendrás en Asgard. Serás un ser completo."

Mucho más no pudo hacer. Ni reusarse, ni advertirle al compañero que estaba comenzando a apreciar. Su entorno cambió, las almas que percibía eran diferentes.

Estaba en otro lugar. Y él no sabía cual.

Pero para el exterior, él formaba parte de las huestes del Internado Asgard. Con ellos, pero sin ellos, dado que sus múltiples discapacidades limitaban su percepción al punto de que era inútil darle conocimiento alguno de la manera educacional común. Era considerado por Siegrain como un asesino brutal y confiable que podía ser controlado si se podía aprovechar el cómo su historia funcionaba. El cómo los dioses le habían bendecido para ser el azote de los demonios del pacto de Kagemitsu.

Sin embargo, él, aunque nadie tuviese fe en su persona, aún tenía la capacidad de aprender de su medio. Y aún podía percibir el rojo de los demonios en algunas almas.

¿Cual será su destino? Permanecer del lado de sus empleadores tras la cortina... ¿O quizá un alma diferente guíe sus pasos? ¿Podrá reencontrarse con aquel ladrón que se volvió su amigo y fraterno?

El futuro no está escrito... Menos para un títere de dioses y demonios como él.

  Habilidades y matrícula

  ▲Habilidad de clase: Energía Infinita.

  ▲Habilidad de raza: Supersentidos.

  ▲Habilidad personal: Ultrarresistencia.

  ▲Habilidad de adquisición: Memoria Eidética.

  ▲Estatus: Ciudadano / Oculto.

  ▲Armas y poderes:

Armas:

Prosthesis: Dual Engraved Arm-Blades.
Escondidas bajo sus prótesis hay dos hojas de katana, una para cada brazo. Puede mover las manos protésicas decentemente gracias a las habilidades de cirujano de Jukai, pero las junturas de los brazos pueden desprenderse para revelar estas hojas que han probado la sangre de los demonios. Esta suerte de destreza de espadas duales le dan una velocidad y ferocidad importantes a Hyakkimaru, haciéndolo un guerrero letal.

Demonslayer Nameless Katana: Una espada que una persona le dejó a Jukai, su padre adoptivo, y que él heredó de pequeño. Prefiere utilizarla antes de tener que revelar las hojas de sus brazos. Es una espada con propiedades similares a las hojas ya mencionadas, con la diferencia de que con ésta Hyakkimaru puede combatir como un samurai normal.

Prosthesis: Las prótesis que recorren su cuerpo no son armas en sí, pero le permiten defenderse en ocasiones. Al no sentir el daño al ser impactado en éstas, puede protegerse de cierta cantidad de ataques antes de que sean destruídas. Aunque quizá no tenga cómo recuperarlas en este mundo...
Nota: Una vez recupere trozos de su cuerpo, la prótesis correspondiente perderá utilidad. Y perderá el beneficio de la resistencia al daño y dolor que le otorgaba poseerla.

Poderes:

Soul Sight: Lo que quizá sea la habilidad más útil y notoria, la capacidad de Hyakkimaru de, al no poseer sentidos como la mayoría de las personas, notar en las proximidades "el color de las almas" de los entes vivos, y en general la forma aproximada de aquello que le rodea. Esto le permite ver cosas que el ojo humano no debería ver, pero a cambio, al "vivir en un mundo de siluetas", Hyakkimaru es incapaz de figurarse un contenido para la forma que percibe. Es decir, puede ver a un humano frente a él por el espectro y el color de su alma, pero no puede notar sus características físicas, y obviamente otras cosas como sus voces, el tacto de su piel, o la forma de sus rostros.

Swordsmanship Mastery: Dado su entrenamiento desde muy temprana edad, Hyakkimaru puede combatir con cualquier espada con suma facilidad, entendiendo el combate y sus técnicas con rapidez. Sus cortes son poderosos y puede atravesar lanzas y detener flechas. Su fuerte agilidad en condiciones adversas como un cuerpo inadecuado para combatir le vuelven un soldado excepcional aún con su condición actual.

Pain Inmunity: Una de las "partes" arrebatadas por los demonios, fue la sensibilidad de los nervios. Esto le permite a Hyakkimaru el no sentir dolor en lo absoluto al ser herido. Ésto puede ser perjudicial, ya que no sabrá cuando detenerse hasta que eventualmente muera. El ser inmune al dolor no necesariamente es algo bueno, es mas bien algo que vuelve temerario e impulsivo.
También es inmune al frío o al calor.
Nota: Cuando el demonio que posee la sensibilidad de sus nervios sea asesinado, Hyakkimaru perderá esta capacidad.

  ▲Pacto: Servant/Pet.

  ▲Ocupación:

 
   Datos adicionales (opcionales)

  ▲ Originalmente iba a ser emplazado como Estudiante de Asgard, pero ha sido marginado como "Personal" del Internado dada su incapacidad para aprender alguna cosa.

  ▲ [Placeholder] Más datos serán añadidos en cuanto Hyakkimaru se relacione con las personas y aprenda de ellas.

  ▲ [Placeholder] El usuario no descarta el hecho de que Hyakkimaru cambie de bando en virtud a su evolución como personaje.

  ▲ [Placeholder] El usuario ofrece rol y montones de galletas.

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Hyakkimaru / Dororo / Hyakkimaru
 
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