Hermanos y enemigos [Medusa]

Era de tarde, y como hacía varios días que Arturia le había pedido tiempo para pensar y reordenar sus pensamientos antes de darle una respuesta ante su declaración, decidió dar una caminata por la ciudad, terminando por alguna razón en el parque de cerezos.

—Siempre es relajante ver los cerezos florecer, incluso son lindos cuando se les caen las hojas—

Por extraño que pareciera, Lowell antes era mucho más vanidoso, era presumido y le encantaba recibir toda la atención posible, pero sus meses en este mundo sin dificultades reales para vivir, no era necesario hacerse el fuerte, podía ser él mismo, podía ser tranquilo y considerado, y a nadie le parecería raro. Cambió de ser un ladrón fantasma adicto a la atención, a un chico tranquilo que solo roba bajo contrato y si no es algo grave. Realmente su vida dio un cambio de 180°, y planeaba mantenerse así.

Al adentrarse al parque, en la zona de los árboles junto al lago, su vista fue atraída hacia una pequeña capucha morada con una especie de orejas, resaltaba bastante de todo el panorama, pues los japoneses son bastante más reservados con su vestimenta. Al acercarse un poco, se dio cuenta que se trataba de una chica, no mayor al metro con veinte, apariencia infantil, pero estaba leyendo libros bastante gruesos, algunos incluso que ni siquiera sabía en qué idioma estaban. Le llamó la curiosidad tanto, que olvidó sus modales, puesto que solo se sentó al lado de los libros, quedando del lado contrario a la niña, y observando dichos objetos.

—Me pregunto de qué serán…—

Comentó, como si hubiese dicho lo que pensaba sin querer. Al notar reacción de la chica, solo dio un pequeño salto en su lugar, insuficiente para ponerse de pie, por lo que cayó de espaldas, disculpándose.

—Ah, disculpa mis modales, es solo que te veías tan concentrada que no quería molestarte…—

Dijo, mientras se intentaba sentar de nuevo.