Una futura enemistad. [Silene]

En Legacy los días se tornaban aburridos, sobre todo porque el mago de Fairy Tail tenía poco de haber llegado a Legacy, no sabía exactamente qué hacía ahí pero seguramente después lo descubriría, dado a eso el azabache no tenía gente conocida en el lugar y realmente no le importaba demasiado si hacía amigos o no, de cierta manera extrañaba al gremio pero el mismo nunca aceptaría algo así o lo diría en voz alta.

El día transcurría normalmente, no había hecho mucho en todo el día más que estar quizás en clase por clase sin prestar mucha atención, ¿Qué podría hacer para quitarse lo aburrido luego de un rato de escuela?

Peor aún es que luego de terminar la clase su estómago le empezó a sonar pues tenía ya un buen rato sin comer nada, por suerte la academia tenía bastantes estructuras y cosas con metal algo que le agradó mucho pues dado a que el era un dragon slayer su poder podía crecer cuando comía el elemento del cual posee su magia, en este caso Gajeel es un dragon slayer de metal, así que podría encontrar "comida" fácilmente, ¿No era genial? Aunque de todas formas está vez optaría por comer algo más normal, es raro ver a un estudiante tomar una estructura que mantiene en pie la escuela y comérsela a bocados, así que cruzó la mitad de la academia hasta lograr llegar a la cafetería, cosa que en un principio parecía imposible pues se perdió mucho en su camino.

La cafetería estaba muy sola, excepto por los cocineros y una chica que a primera vista le pareció peculiar, así que dado a eso el mago tomó su comida en una bandeja y se dirigió hasta la mesa en la que aquella chica estaba para después pasar a tomar asiento frente a ella.

Lograría asustarla, hacerla enojar o quizás conseguiría una amiga, eso estaba por verse, no podría saberlo hasta intentar, el mismo pelinegro comenzó a comer sin siquiera saludar y después del primer bocado le dirigió la mirada así como la palabra.

— ¿Y tú quién eres?

Mencionó eso para después dirigir de nuevo la comida hasta su boca y tomar otro bocado más, quizás lograría hacerla enfadar, ¿Quién podría acercarse sin pedir permiso y hablar como si tuviera mucha autoridad?

— Espero que no te moleste que me siente aquí, en caso de que así sea pues entonces no puedo hacer otra cosa.

Aquel pelinegro comenzó a comer mientras escuchaba como ella carcajeaba, ¿Acaso era algo para reírse? No entendía el mago, es decir, no lo decía para bromear con ella.

— ¿Silene? ¿Dioses del Olimpo? ¿Athena? Aghh... Qué extraño suena eso, ¿Que hacen esos dioses del Olimpo? Bien, si eso es extraño, ¿Qué te parece que te diga que soy un asesino de dragones, mago de metal y soy hijo de un dragón?

Mencionó el pelinegro ya un poco más familiarizado con la presencia ajena aunque aún seguía desconfiando, sus cejas seguían fruncidas y se distraia más comiendo.

– Así es, es muy bueno que lo aceptes, hacen las cosas más sencillas.

Después de eso continuaba comiendo como si su estómago no tuviera fondo, terminaba un plato tras otro.

— ¿Qué va a pasar? ¿Qué hay de ti? ¿Qué haces además de eso?