Miedo a la oscuridad (Fremy y Sylvie)

Es una noche de una luna llena gigantesca, una que parecía no confortar a quienes buscaran su fulgor en la inmensidad de la noche, sino todo lo contrario. Era una luna amenazante, y gélido viento que soplaba no ayudaba en lo absoluto. Todo era negro en aquellas planicies de césped marrón y manzanos. Una carretera de tierra se extendía hasta el horizonte acompañada de la tenue iluminación eléctrica.

No obstante, lo más siniestro de ese siniestro lugar era la casona vieja que se situaba a un costado. Tenía un aspecto simple pero con las tablas desencajadas casi en diagonal y sus ventanas taponadas con planchas de madera.

La pregunta del millón: ¿Qué hacía Jellal ahí en ese paradero? Buscaba un tesoro de un antiguo navegante portugués. Obviamente que el dinero no iría para él, sino para labores de beneficencia para ancianos y niños. El peliazul siempre mantendría esos ideales heroicos.

No obstante, y en ese momento, escuchó un ruido casi imperceptible, y que no lo engañaba. El paisaje era truculento: parecía estar silente y solitario. No lo engañaba. Jellal tenía una intuición muy refinada como para volver a caer como un antílope frente al león. — ¿Quién anda? — exclamó lanzando un poder de su mano que estalló en el suelo.

一Maldición...一 Exclamó la albina dando un gran salto hacia atrás antes del impacto de aquella magia...


Fremy caminaba por aquel perverso anochecer, con la finalidad de encontrar un lugar donde pudiera reposar.
En un momento se detuvo a tomar un poco de aire, recargando la mano izquierda sobre su rifle apoyado en el suelo.

Miró con atención su alrededor. Ya ni siquiera sabía la ubicación de en donde se encontraba. Necesitaba algún apoyo, tal vez una compañía que la guiara, pero eso sería casi imposible con la desconfianza que tenía hacia otros.

Al poco rato de su descanso observó a aquel hombre andar por cuyo rumbo.

"¿A dónde va?" Se preguntaba la chica, hasta que decidió averiguarlo ...



La verdad no se esperaba que la descubriera. Ahora estaba a la defensiva.


一¿Qué es lo que quieres?一 Preguntó apuntando directamente con su arma.

一Tsk. Sería un problema que vinieses acompañado...一

Peculiar noche en la que la chica de cabellos blancos se encontrase aburrida. Siendo que había terminado sus labores desde antes que el sol se hubiese puesto, había decidido desde hacía unas cuántas horas seguir a el primer individuo que su mirada hubiese visto.

Esta no era la excepción. Simplemente yacía aburrida, saltando de vez en cuando de árbol en árbol en busca de observar desde distintos ángulos el alboroto que ahora ahí acontecía.
Al parecer el individuo no estaba solo, la presencia de otra albina yacía en el sitio.

Intrigada por aquella situación, bajó de una de las cuantas ramas en las cuales se encontraba parada para esconderse entre las hierbas y la oscuridad, observando atentamente lo que ahí acontecía.

— ( ¡Qué interesante! ¿Y si me uno también? No pierdo nada. No, espera. . . ) —

Se había dedicado a pensar en si actuar o retroceder en aquel momento. Siendo ella la clase de persona que es, sería estúpido llegar y saludar como si nada. ¿O tal vez no? No tenía algo mejor que hacer de todos modos.

Una vez tomó una decisión, se aproximó lentamente y salió de la oscuridad, llevando ambas manos a su nuca como método de mostrar "relajación" o despreocupación, más bien.

— ¡Ey! ¿Qué pasa aquí? ~ —

Exclamó felizmente, conducta completamente fuera de lo que esta solía ser normalmente. ¿Será porque le gusta engañar a la gente? Puede que sea posible.