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Aprendiendo a confiar (Fremy)
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Aprendiendo a confiar (Fremy)
— ¿Hola? —
Pronunció una peliazul con un tono de voz alto que hizo eco entre lo más profundo y frío del bosque, en medio de las montañas nevadas. Su calzado se hundía entre la nieve conforme avanzaba a pasos ligeros. El viento soplaba con fuerza moviéndole sus azulados cabellos. Llevaba consigo un abrigo largo, una bufanda y un gorro en la cabeza.
La nieve comenzaba a caer nuevamente, tal parecía que se acercaba una tormenta. Había emprendido un viaje a esa montaña tras escuchar un rumor; un ser estaba causando miedo a todo aquel que se atreviera a explorarla.
Después de haber estado casi todo un día caminando y no encontrar nada, decidió abandonar la búsqueda y volver a casa. Hasta que... Una criatura se encontraba ahí parada, en medio del bosque frente a un gigantesco árbol del cual caían grandes cantidades de nieve.
— Hey, ¿Qué estás haciendo ahí parada, acaso no tienes frío? — exclamó Juvia
Aquella criatura era una chica de aspecto extravagante, poseía un parche que cubría su ojo derecho, un paño negro en la cabeza con una flor que le tapaba parte de la frente y con pocas ropas encima. Además, su piel era blanca, casi tan pálida como la de Juvia. El cabello de esa jovencita también era blanco. Era hermosa, pero con una mirada fría y de pocos amigos. ¿Sería ella la de aquel ''rumor''? No podía ser posible, ¿O sí? Porque, sin mencionar su semblante inexpresivo, no parecía ser peligrosa.
— Juvia Lockser. — dijo llevando una mano a su pecho en señal de presentación. — ¿Tú cómo te llamas? —
Sus miradas se cruzaron, provocando en Juvia un poco de ¿nerviosismo?
El viento de repente sopló tan fuerte que le tumbó el gorro de su cabeza, éste cayó a pocos centímetros de los pies de aquella albina.
— Oh no, el gorro de Juvia... — musitó la peliazul, llevando ambas manos a su cabello para detenerlo de los soplidos bruscos que hacían que se moviera descontrolado.
Miraba a la peliblanca con dudas, ¿podía acercarse? algo impedía a la Maga de agua realizar esa acción. Eran extrañas, completas desconocidas, no quería juzgarla, pero ¿y si realmente esa jovencita no era de fiar? mejor mantenerse atenta a cualquier movimiento, antes que ser atacada por sorpresa.
Pronunció una peliazul con un tono de voz alto que hizo eco entre lo más profundo y frío del bosque, en medio de las montañas nevadas. Su calzado se hundía entre la nieve conforme avanzaba a pasos ligeros. El viento soplaba con fuerza moviéndole sus azulados cabellos. Llevaba consigo un abrigo largo, una bufanda y un gorro en la cabeza.
La nieve comenzaba a caer nuevamente, tal parecía que se acercaba una tormenta. Había emprendido un viaje a esa montaña tras escuchar un rumor; un ser estaba causando miedo a todo aquel que se atreviera a explorarla.
Después de haber estado casi todo un día caminando y no encontrar nada, decidió abandonar la búsqueda y volver a casa. Hasta que... Una criatura se encontraba ahí parada, en medio del bosque frente a un gigantesco árbol del cual caían grandes cantidades de nieve.
— Hey, ¿Qué estás haciendo ahí parada, acaso no tienes frío? — exclamó Juvia
Aquella criatura era una chica de aspecto extravagante, poseía un parche que cubría su ojo derecho, un paño negro en la cabeza con una flor que le tapaba parte de la frente y con pocas ropas encima. Además, su piel era blanca, casi tan pálida como la de Juvia. El cabello de esa jovencita también era blanco. Era hermosa, pero con una mirada fría y de pocos amigos. ¿Sería ella la de aquel ''rumor''? No podía ser posible, ¿O sí? Porque, sin mencionar su semblante inexpresivo, no parecía ser peligrosa.
— Juvia Lockser. — dijo llevando una mano a su pecho en señal de presentación. — ¿Tú cómo te llamas? —
Sus miradas se cruzaron, provocando en Juvia un poco de ¿nerviosismo?
El viento de repente sopló tan fuerte que le tumbó el gorro de su cabeza, éste cayó a pocos centímetros de los pies de aquella albina.
— Oh no, el gorro de Juvia... — musitó la peliazul, llevando ambas manos a su cabello para detenerlo de los soplidos bruscos que hacían que se moviera descontrolado.
Miraba a la peliblanca con dudas, ¿podía acercarse? algo impedía a la Maga de agua realizar esa acción. Eran extrañas, completas desconocidas, no quería juzgarla, pero ¿y si realmente esa jovencita no era de fiar? mejor mantenerse atenta a cualquier movimiento, antes que ser atacada por sorpresa.
Juvia Lockser Patsy
Re: Aprendiendo a confiar (Fremy)
La vida en su lugar de origen estaba hecha completamente un desastre.
Esta siempre cargaba con un gran peso de odio y venganza tras recibir daño de aquellos que se hacían llamar "Familia".
Efectivamente, despertaba problemas para poder confiar en la gente, debido a la traición que recibió.
Se encaminó a buscar un lugar donde pudiera pasar el tiempo a solas, llegando así hasta un gran monte.
Con el pasar de los días, se acercaba la linda época de invierno. Pronto el monte se llenaría de una preciosa y blanca nieve.
La montaña ya de por sí era llamativa y, de vez en cuando visitada.
Esto no le parecía para nada agradable, por lo que, comenzó a eliminar a aquellos intrusos que llegaban.
Haciendo que esto se fuera propagando como dicho rumor.
Nadie se atrevía a averiguar si era esto cierto o no...Hasta cierto día.
Con la ayuda de su rifle, bajó lentamente desde la cima para recorrer el bosque...Cristalinos pedazos de hielo caían poco a poco, hasta reposar sobre el suelo. Unos eran grandes y de diferentes figuras...
Su vista no se apartaba de esto, hasta que una voz femenina le dirigió unas palabras.
Preguntaba si tenía frío...
─ ¡No te muevas! ─ Gritó alterada, apuntando con su arma.
«Eh...un momento.»
Mencionó su nombre y, ahora preguntaba el suyo. Vaya mujer.
«Juvia...Juvia...Qué extraña.»
Pensaba para sí misma, al tiempo que centraba sus ojos en los de la azulada contraria.
No quería que esta se acercara a ella, pero, debido al repentino aire que solía haber; la prenda en la cabeza de aquella señorita voló hasta reposar muy cerca de la albina...
─ Tsk... Deberías venir por ésto ─
Comentó bajando un poco la guardia.
A pesar de decirlo con total sinceridad, no sabía si le creería.
«Ella...¿No tiene miedo?»
Seguía pensando, dando pasos hacia atrás.
Esta siempre cargaba con un gran peso de odio y venganza tras recibir daño de aquellos que se hacían llamar "Familia".
Efectivamente, despertaba problemas para poder confiar en la gente, debido a la traición que recibió.
Se encaminó a buscar un lugar donde pudiera pasar el tiempo a solas, llegando así hasta un gran monte.
Con el pasar de los días, se acercaba la linda época de invierno. Pronto el monte se llenaría de una preciosa y blanca nieve.
La montaña ya de por sí era llamativa y, de vez en cuando visitada.
Esto no le parecía para nada agradable, por lo que, comenzó a eliminar a aquellos intrusos que llegaban.
Haciendo que esto se fuera propagando como dicho rumor.
Nadie se atrevía a averiguar si era esto cierto o no...Hasta cierto día.
Con la ayuda de su rifle, bajó lentamente desde la cima para recorrer el bosque...Cristalinos pedazos de hielo caían poco a poco, hasta reposar sobre el suelo. Unos eran grandes y de diferentes figuras...
Su vista no se apartaba de esto, hasta que una voz femenina le dirigió unas palabras.
Preguntaba si tenía frío...
─ ¡No te muevas! ─ Gritó alterada, apuntando con su arma.
«Eh...un momento.»
Mencionó su nombre y, ahora preguntaba el suyo. Vaya mujer.
«Juvia...Juvia...Qué extraña.»
Pensaba para sí misma, al tiempo que centraba sus ojos en los de la azulada contraria.
No quería que esta se acercara a ella, pero, debido al repentino aire que solía haber; la prenda en la cabeza de aquella señorita voló hasta reposar muy cerca de la albina...
─ Tsk... Deberías venir por ésto ─
Comentó bajando un poco la guardia.
A pesar de decirlo con total sinceridad, no sabía si le creería.
«Ella...¿No tiene miedo?»
Seguía pensando, dando pasos hacia atrás.
Invitado- Invitado
Re: Aprendiendo a confiar (Fremy)
El fuerte tono de voz de la albina y el arma apuntando sobre Juvia, la hicieron detenerse en seco. ¿Le iba a disparar?
— ¡Eh! No dispares, Juvia no te hará daño. — negó con ambas manos.
No comprendía el porque ese extraño comportamiento y la falta de desconfianza que yacía en la albina. Está bien que Juvia fuese una extraña, pero, ¿apuntarle con un arma no era algo muy repentino? Cualquiera se hubiese asustado, sin embargo, Juvia no entró en pánico, menos después de ese viento que le arrebató su sombrero.
— ¿Está bien si me acerco? ¿No vas a dispararle a Juvia, verdad? — preguntó, sólo por si las dudas.
Aunque era algo muy ingenuo por parte de la peliazul. Y así era ella, a veces torpe e ingenua, pero una mujer fuerte y capaz de valerse por si sola. Bueno... quizá no era la maga más fuerte del universo, pero si sabe como defenderse cuando la situación lo requiere.
A pasos lentos sobre la nieve, se acercó a la peliblanca, sus pisadas quedaban grabadas sobre el blanco suelo. Tan blanco como la piel de aquella chica.
Se agachó y recogió su sombrero. Sacudió los restos de nieve que tenía y lo colocó nuevamente sobre su cabeza. Lo sujetaba con ambas manos cada que el viento soplaba con fuerza. El frío comenzaba a molestarle a la peliazul, temblando en ocasiones.
— ¿Vives aquí? Juvia había escuchado algunos rumores... —
Esperaba no causarle enojo o intimidarla, después de su encuentro no se veía como una mala persona.
Empezó a sentir una molestia en el cuerpo y un estornudo rompió aquel tenso momento. Juvia había pescado un resfriado por el bajo nivel de temperatura. Temblaba de frío, su rostro estaba más rojo, incluso se le dificultaba mantenerse en pie. Cuando estuvo a punto de caer, debido a la fiebre, se sujetó de un árbol que estaba muy cerca de ella.
— Oh... Juvia se siente mal. — susurró.
Incluso los magos podían enfermar. Su visión se volvió borrosa, ya no podía mantener el equilibrio y cayó de rodillas en la nieve. Con ambas manos se sostenía a duras penas, apoyándose sobre el suelo. Y poco a poco fue cayendo hasta perder el conocimiento. Se había desmayado frente a la albina.
No podía darse el lujo de ser vulnerable frente a un desconocido, pero sus fuerzas disminuyeron por su estado de salud. Qué más podía hacer, no era un ser perfecto, era una maga, pero seguía teniendo debilidades, era humana después de todo.
Su vida estaba a manos de la joven que apenas conoció hace unos minutos.
— ¡Eh! No dispares, Juvia no te hará daño. — negó con ambas manos.
No comprendía el porque ese extraño comportamiento y la falta de desconfianza que yacía en la albina. Está bien que Juvia fuese una extraña, pero, ¿apuntarle con un arma no era algo muy repentino? Cualquiera se hubiese asustado, sin embargo, Juvia no entró en pánico, menos después de ese viento que le arrebató su sombrero.
— ¿Está bien si me acerco? ¿No vas a dispararle a Juvia, verdad? — preguntó, sólo por si las dudas.
Aunque era algo muy ingenuo por parte de la peliazul. Y así era ella, a veces torpe e ingenua, pero una mujer fuerte y capaz de valerse por si sola. Bueno... quizá no era la maga más fuerte del universo, pero si sabe como defenderse cuando la situación lo requiere.
A pasos lentos sobre la nieve, se acercó a la peliblanca, sus pisadas quedaban grabadas sobre el blanco suelo. Tan blanco como la piel de aquella chica.
Se agachó y recogió su sombrero. Sacudió los restos de nieve que tenía y lo colocó nuevamente sobre su cabeza. Lo sujetaba con ambas manos cada que el viento soplaba con fuerza. El frío comenzaba a molestarle a la peliazul, temblando en ocasiones.
— ¿Vives aquí? Juvia había escuchado algunos rumores... —
Esperaba no causarle enojo o intimidarla, después de su encuentro no se veía como una mala persona.
Empezó a sentir una molestia en el cuerpo y un estornudo rompió aquel tenso momento. Juvia había pescado un resfriado por el bajo nivel de temperatura. Temblaba de frío, su rostro estaba más rojo, incluso se le dificultaba mantenerse en pie. Cuando estuvo a punto de caer, debido a la fiebre, se sujetó de un árbol que estaba muy cerca de ella.
— Oh... Juvia se siente mal. — susurró.
Incluso los magos podían enfermar. Su visión se volvió borrosa, ya no podía mantener el equilibrio y cayó de rodillas en la nieve. Con ambas manos se sostenía a duras penas, apoyándose sobre el suelo. Y poco a poco fue cayendo hasta perder el conocimiento. Se había desmayado frente a la albina.
No podía darse el lujo de ser vulnerable frente a un desconocido, pero sus fuerzas disminuyeron por su estado de salud. Qué más podía hacer, no era un ser perfecto, era una maga, pero seguía teniendo debilidades, era humana después de todo.
Su vida estaba a manos de la joven que apenas conoció hace unos minutos.
Juvia Lockser Patsy
Re: Aprendiendo a confiar (Fremy)
La señorita hacía notar un poco de nervios, si así se le puede llamar.
En realidad, Fremy no tenía una forma muy adecuada o, en ocasiones parecida a la de los humanos.
Se había criado en un lugar completamente distinto.
Esta era mitad humano y mitad demonio. Sus modales no eran del todo perfectos. Incluso su ropa estaba muy descubierta.
La azulada acompañante no dejaba de parlotear preguntas.
«¿Qué se trae?»
Observó que su desconocida tomara lo que se le había caído.
Si solo era eso, ahora debería de irse...
─ Sí, vivo aquí... deberías volver por donde viniste, esos rumores no te incumben. Retrocede ─ Exclamó dándose vuelta.
Evidentemente no le interesaba una charla. Estaba a punto de irse cuando fué interrumpida por el malestar de la otra chica.
─ ¡Oye...! ─
Lamentablemente estaba inconsciente. Vaya momento inoportuno...Lo mejor para la albina sería terminar con esa joven, pero, en ese momento que tuvo las fuerzas suficientes para sostenerse antes de caer Fremy imaginó que aún no deseaba morir.
─ No puedes escucharme, pero solo diré que esta es la primera y última vez que haré esto. ─
Se puso de rodillas a un lado de ella y, con ambas manos la rodeó de la cintura para poder cargar con ella. Afortunadamente no era nada pesada.
Caminó hasta una pequeña cueva cercana de rocas que estaba en el mismo bosque.
Las mejillas y punta de la nariz de la muchacha eran demasiado rojizas y heladas. Tenía que hacer algo rápido para ayudarla.
Sin duda, la vida de la azulada estaba en sus manos.
Con su mano derecha se quitó cuidadosamente una de sus prendas: la gran capa negra que puso sobre el suelo para dejar reposar el cuerpo de su encargada.
Fremy era llamada la "Santa de la pólvora", crear fuego no era problema para ella.
Salió un par de minutos a recolectar unas cuantas ramas y elaboró una fogata.
Tenía todo listo. Ahora debía esperar a que despertara.
─ Aquí estarás bien...Juvia. ─
En realidad, Fremy no tenía una forma muy adecuada o, en ocasiones parecida a la de los humanos.
Se había criado en un lugar completamente distinto.
Esta era mitad humano y mitad demonio. Sus modales no eran del todo perfectos. Incluso su ropa estaba muy descubierta.
La azulada acompañante no dejaba de parlotear preguntas.
«¿Qué se trae?»
Observó que su desconocida tomara lo que se le había caído.
Si solo era eso, ahora debería de irse...
─ Sí, vivo aquí... deberías volver por donde viniste, esos rumores no te incumben. Retrocede ─ Exclamó dándose vuelta.
Evidentemente no le interesaba una charla. Estaba a punto de irse cuando fué interrumpida por el malestar de la otra chica.
─ ¡Oye...! ─
Lamentablemente estaba inconsciente. Vaya momento inoportuno...Lo mejor para la albina sería terminar con esa joven, pero, en ese momento que tuvo las fuerzas suficientes para sostenerse antes de caer Fremy imaginó que aún no deseaba morir.
─ No puedes escucharme, pero solo diré que esta es la primera y última vez que haré esto. ─
Se puso de rodillas a un lado de ella y, con ambas manos la rodeó de la cintura para poder cargar con ella. Afortunadamente no era nada pesada.
Caminó hasta una pequeña cueva cercana de rocas que estaba en el mismo bosque.
Las mejillas y punta de la nariz de la muchacha eran demasiado rojizas y heladas. Tenía que hacer algo rápido para ayudarla.
Sin duda, la vida de la azulada estaba en sus manos.
Con su mano derecha se quitó cuidadosamente una de sus prendas: la gran capa negra que puso sobre el suelo para dejar reposar el cuerpo de su encargada.
Fremy era llamada la "Santa de la pólvora", crear fuego no era problema para ella.
Salió un par de minutos a recolectar unas cuantas ramas y elaboró una fogata.
Tenía todo listo. Ahora debía esperar a que despertara.
─ Aquí estarás bien...Juvia. ─
Invitado- Invitado
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