¿Me concedes este rezo? (libre)

A Rashek no le gustaba la academia, pero no podía negar que le gustaba ese salón. Todavía no comprendía el concepto de lujo, tan arraigado en la sociedad de la que venía Adam, sin embargo podía estar seguro de que las hermosas vidrieras y cuadros eran un buen ejemplo. Supuestamente tendría clases en poco tiempo, los horarios era otra cosa a la que dudaba poder acostumbrarse. Para él solo existía el día y la noche, sin embargo la academia era mucho más rígida.

Escucho pasos acercandose y tomo el pequeño frasco, desde la distancia solo parecería un líquido gris. Fijando su mirada de vez en vez a los cuadros se dirigió al lado opuesto de la amplia sala, no le interesaba hacer amigos, pero sí quería ampliar su conocimientos. Sabiendo que tanto estudiantes como profesores tenían habilidades especiales sería bueno observarles de cerca para ver cuántos valdrían. Los pasos cesaron y Rashek se sentó en el suelo, algo molesto aunque no podría decir por qué. No escuchaba un gran jaleo así que podría tratarse solo de un profesor que buscase algún alumno por hacer pellas o por el contrario alguien perdido, él se aseguraba de ir solo a la sala cuando no pasaba demasiada gente. Probablemente solo se había imaginado los pasos. Suspiro y junto sus manos en señal de oración, la sala estaba siempre caliente lo que le reconfortaba cuando sus huesos empezaban a doler producto de la meditación. Era doloro pero totalmente necesario sí quería vivir durante muchos años.

A los ojos de otras personas Rashek se encontraba ahora lleno de heridas, en su mayoría arañazos, aunque unas pocas cicatrices eran de una mezcla indefinida de blanco y morado. Querría eliminar las heridas superficiales y los venenos lo más antes posible, aunque no llegaría a quitarlos por completo, al finalizar sería más fuerte a ellos y eso hacía valer la pena esa momentanea agonía.

En todos los meses que había pasado con Adam había sido inevitable que el hombre viera este proceso, sin embargo eso no evito que escuchar la voz de un extraño le alterase. —Estoy bi-bien...— Incluso aunque intento contenerse no pudo evitar que su voz saliese entrecortada. No le molestaba del todo que solo una persona le viese, quizás podría impactarle un poco pero al poco se le olvidaría, más teniendo en cuenta al resto de la academia. Esa era una de las razones por las que evitaba cargar hierro en aquel lugar, había demasiados impulsos que le desconcertaban. 

Fue a levantarse fijando su vista por primera vez en el extraño, intentando hacer ver que sus heridas no le dolían. Era mayor que él, pero no tanto como para ser un anciano. De cualquier manera, su apariencia carecía de importancia con todas las facilidades que tenía cualquiera para modificarla. En lo que sí se fijo fue en la mirada que le echaba, no decidía si era de preocupación o de crítica y eso no le gustaba. Respondio lanzando una mirada igual de intensa, para algunos podría parecer pura terquedad, ganas de sentirse superior riendo el último, pero si bien Rashek admitía que era presumido, en situaciones como esta que se veía solo prefería defenderse antes de que otros tuvieran tiempo para atacarle. Sin embargo, su real preocupación ahora era si usar o no la plata. Si lo hacía podría irse con facilidad, pero apenas habría cargado sus habilidades. 

—No me has dicho como te llamas.—Objetó buscando un nuevo hilo conductor para quitarle importancia a sus heridas. Prefirió quedarse de pie, para no parecer intimidado. Estaba consciente de que el mejor sitio para curar sus heridas era su cuarto, pero el salón conseguía relajarle más, seguramente tendría que ver con las vidrieras. No sería extraño que fueran hechas de un material extraordinario y su cuerpo estaba diseñado para ser el recipiente de cualquiera de ellos.

El chico solo le pregunto donde encontrar algunos sitios, eso relajo su postura, aunque no lo suficiente para volver a la posición inicial. Aún así dejo suelto un suspiro entre exasperación y alivio por no notar que el tal Marcus quisiera hacerle daño. O al menos no por el momento. Pero ese momento de tranquilidad duro poco. El repentino estruendo le obligo a saltar hacia atrás para esquivar los escombros, era un movimiento automático que había aprendido por su vida en la tribu, si hubiera tenido su gancho también lo hubiera usado, pero los viejos habían insistido demasiado en que no era necesario. Pero seguía teniendo la plata, abrió el frasco y tomo una parte de su contenido. Sin importar que merodeaba por allí, la plata le salvaría de ser descubierto por sus atrofiados sentidos.

Se quito los zapatos para moverse con mayor facilidad, quizás había sido solo un temblor pero siendo algo tan fuerte... Hizo sanar las heridas sin mayor dificultad, fuera lo que fuera, no estaba nervioso. Pero no podía ignorar que el temblor sucedió poco después de llegar ese chico. —¿De dónde viene? Hay que atacar a la raíz. —Un nuevo temblor apareció como queriendo darle las respuestas. —No me sigas.— Dijo pasando delante del chico, la dura vida en las montañas le había hecho más ágil y resistente, pero ni siquiera eso iba a evitar que el hecho de tener que preocuparse de otro le distrajese. "Encontraré la fuente yo solo"