Porque los villanos también tienen pasatiempos (Rider Medusa)

Es un día realmente agradable en la ciudad de Yokohama. La lumbrera mayor obsequia su cálida luz a todo ser que camine por las tranquilas calles primaverales de la ciudad. El viento recorre las calles, acariciando con gesto de ternura a cuanta persona encuentre a su paso, y las flores destilan sus gratos aromas ante cualquiera que tenga la dicha de pasar cerca de ellas. Días como estos son los que aprovecha el rey demonio para salir a dar una vuelta, y de paso comprar provisiones para poder encerrarse en su cuarto los días de flojera. Provisiones generalmente consistentes de dulces y mangas al por mayor.

- Ohayou gozaimasu! -



El slime entra por la puerta principal, haciendo sonar la campana. Su voz de chica tratando de imitar a un varón es completamente inconfundible, así que el encargado de la tienda le reconoce de inmediato. El chico de cabellos azabaches se acerca a la entrada rápidamente, saludando al rey demonio con entusiasmo. Por supuesto, cuando alguien viene cada semana a comprar todos los suministros de dulces y una copia de cada novedad de tu establecimiento, es normal que te llene de alegría ver llegar a esa persona. Tanto era así, que el vendedor estrechó gustoso la mano del andrógino, invitándole a pasar al mostrador con gusto.

- Bienvenida de nuevo, señorita. Esta semana tenemos 45 mangas nuevos. No tenemos nada de anime aún, pero la próxima semana tendremos la primer temporada de Magical Thief Karin -

- ¡Los dulces, hablame de los dulces! ¿Conseguiste lo que te pedí? -

El rey demonio interrumpió inmediatamente las palabras del contrario, de forma que podría parecer hasta grosera. Sin embargo, lo que en realidad sucedía es que realmente estaba ansioso por la llegada de su pedido. Llevaba semanas esperando, así que la impaciencia realmente le estaba comiendo con vida. El encargado lo sabía perteneciente, así que no pudo evitar reír un poco ante la presión del andrógino.

- Así es. Tomó algo de tiempo, pero te conseguí veinte paquetes de Giant Rainbow Pockys. Cada paquete contiene treinta cajas, así que deberían durarte un buen rato si los haces rendir -

- ¡Eres el mejor, viejo! -

El slime se lanzó a los brazos del extra, quien no hacia mas que reírse y corresponder al gesto emotivo del andrógino con un suave abrazo, soltando a la vez un suspiro.

- Hey, para ya... Si un cliente nos ve me meterás en problemas ¿sabes? No quiero una demanda por acoso infantil... -

- Oe oe, ¿Qué edad crees que tengo? ¡Baka! -

- Lo que tú digas, son $13,535 USD, $205 de los mangas y el resto por los dulces -

- De verdad eres un viejo avaro ¿no? -

El peliazul entonces dirigió su mano a su bolsillo, sacando después una tarjeta de crédito, misma con la que pagó todos los artículos que había decidido comprar. Una cantidad de dinero exorbitante sin lugar a dudas, mas nada que el slime no pudiera costearse. El rey demonio tenía más de un truco bajo la manga con el cual producir dinero en cantidades enfermizas, así que el presupuesto no le era un problema en lo absoluto. Eso mismo hacía que le fuera indiferente derrocharlo en lo que mejor le pareciere y que el precio de un objeto realmente no significara nada a sus ojos. Si algo se podía conseguir con dinero, ya era suyo por derecho. Esa es la forma en que el slime veía las cosas.

Así pues, el Demon Lord se recargó de espaldas al mostrador, esperando a que el encargado le trajese los mangas y todas las cajas de dulces que había encargado. Y fue en ese instante, en ese preciso instante, que pudo visualizar que no era el único cliente en la tienda. Aquellos largos cabellos púrpuras y esos intensos ojos de amatista le causaron notable confusión y sorpresa, pues, tal como su propia apariencia, la de aquella mujer resultaba inconfundible para cualquiera que la conociera. Y por supuesto, el rey demonio que llevaba toda su estancia en Asgard ocultando sus gustos otakus, entró en pánico al ver a una compañera en la misma tienda.

- ¿¡Rider!? ¿Q-qué demonios hace alguien como tú en un sitio como este? -

El sol calentaba de una forma agradable, era templado el día; digno de disfrutarlo con algunas novelas gráficas, mejor dicho "mangas", desde que conoció esos tipos de cómics empezó a comprar las figurillas y  ver los animes, técnicamente volviéndose fan de tales géneros.

Un día se encontraba nuevamente en una tienda donde le daban todo a mitad de precio, y el gerente era realmente amable con ella; y cada vez que iba la trataba como si fuese realmente importante, incluso cuando ella hacía pedidos le traía las cosas muy rápido. En cierta parte le desagrada que fuera tan amable y meloso, además el corazón de la gorgona pertenencia a alguien más. Aun así no podía desaprovechar aquella mina de oro que había encontrado.

Entró a la tienda y dio una de las mejores sonrisas que tenía, sin dar miedo ni parecer psicópata; fue al mostrador y saludo al vendedor, quien realmente emocionado de verla una vez más por esos lugares.

-- Hola~ ¿Ya llegaron los mangas que encargue? - Dijo con esa suave y tranquila voz, mientras el hombre le daba varias cajas con el encargo.

¬ ¡Así es señorita!, serán 1500 yenes - El hombre sonrió perdido en los ojos lilas de la mujer alta, mientras esta le daba los billetes. Este le dio el ticket de compra y suspiró suavemente.

Está nuevamente sonrió y dijo que iría a ver las demás cosas, escucho la puerta abrirse y después a él vendedor hablar emocionado con lo que se escuchaba  ser una chica pequeña, en realidad no prestó demasiada atención, estaba buscando más mangas que leer, y también algunas golosinas.


Al terminar vio un manga abierto tirado, lo empezó a hojear quedándose clavada en la lectura, hasta que un grito llamándola le hizo salir. Volteo dirección al mostrador viendo al slime y simplemente sonrió con dulzura.





- Bien, la respuesta es más que obvia. Pero ¿Que haces tú aquí?

El slime mostró un gesto intranquilo, por no decir aterrado, ante la respuesta que la pelimorada le había obsequiado. Su mente en ese momento se llenó de dudas y cuestionamientos que solo hacían latir más intensamente su corazón... O lo harían, si tuviese uno. ¿A qué se refería con que "era obvio"? ¿Acaso aquella había ido a comprar? ¿O es que quería ir a asesinar al vendedor por diversión o algo parecido? Rimuru agradecía en ese momento no tener poros, pues de lo contrario estaría sudando la gota gorda en ese momento. No podía dar una respuesta errada, pues podría afectar los intereses de la gorgona o revelar su propio secreto, según fuera el caso. Pero tenía que contestar rápido, así que realizó de inmediato la primera idea que le vino a la mente.

« Gran Sabio, haz algo útil! »

« Solución: Un análisis más preciso del individuo "Rider - Medusa" podría proporcionar información suficiente para elaborar una respuesta acertada »

Una voz había hablado en la mente del rey demonio. Una voz fría y calculadora, carente por completo de personalidad. Aquel ser regido únicamente por el pensamiento lógico era únicamente conocido por el slime. Se trataba de su "Habilidad Única: Gran Sabio". Un ente ligado al alma de Rimuru, cuya función es servir a este último como sistema de ayuda. Poniéndolo en términos más simples, no es muy diferente de un asistente virtual. Aunque este no funciona en base a un dispositivo electrónico, sino a las propias capacidades del slime. Un regulador e informador de todo lo que el slime puede hacer y de todo lo que sucede a su alrededor.


« ¡Hazlo! ¡Hazlo! »

En este caso, Gran Sabio llevó a Rimuru a usar una de sus habilidades más simples, pero más útiles. "Habilidad Extra: Percepción Mágica" permite al peliazul leer toda la energía en un radio de un kilómetro. Toda partícula u onda existente, sea de luz o de sonido, física o mágica, material o espiritual, cualquier cosa que exista en un kilómetro a la redonda, es perfectamente legible para Rimuru Tempest. Esto significa que puede ver aún sin luz, aún a donde sus ojos no apunten, y aún si hay algo cubriendo lo que desea observar. Excelente material para un prota de hentai, no? Gracias al cielo que Rimuru no es esa clase de criatura y es bastante decente.

Fue así como, dando una buena revisada a toda la tienda, pudo leer un ticket y algunas cajas a nombre de la gorgona, dando evidencia de que, efectivamente, estaba ahí para comprar y no para sacarle las tripas al vendedor. Todo lo anterior sucedió en la mente de Rimuru en un instante, debido a su "Habilidad: Aceleración del pensamiento", que acelera mil veces el razonamiento del slime. Sí, sé que son un chingo de habilidades, sumimasen. El punto es que un segundo en el mundo real son casi veinte minutos en la mente del rey demonio, lo que le deja tiempo suficiente para hablar con su habilidad y registrar el sitio en tiempo suficiente para que nadie lo note. Por tanto, el limo solo mostró una sonrisa amable y respondió a la gorgona.

- Tienes razón, perdón por la pregunta tonta. También vine a comprar algo para leer, y algunas golosinas de paso... -

Su semblante al decir esto era ya más tranquilo, pero algo avergonzado de cualquier forma. No esperaba en lo absoluto que a la servant del vampiro le gustaran esa clase de cosas, pues siempre la había visto como un ser oscuro y frío que solo deseaba matar cosas. En fin, aún no había terminado de hablar el peliazul cuando, a su espalda, el vendedor colocaba muchas cajas enormes, juntando un total de veintidós de ellas. Veinte llenas de cajas de pockys, y otras dos entre las cuales se repartían los cuarenta y cinco mangas. El vendedor devolvió la tarjeta de crédito y un recibo al demon lord, quien solamente sonrió y los guardó en su bolsillo.

- Aún no entiendo cómo haces para llevarte todo esto tú sola... -

- Ya te dije que no necesitas saberlo, ve adentro en lo que saco las cajas 'k? -

- Oe Oe, una niña no debería mandar a un adulto, y menos en su propia tienda... -

- Esta niña es más del 40% de tus ingresos, te conviene escucharla~ -

- Bien, bien... Pero date prisa, la señorita también es un cliente y merece ser atendida -

El hombre se volvió al interior del almacén, sonriendo como un padre que ve a sus hijos jugar en el jardín, y solo cuando desapareció por completo fue que el rey demonio se derritió en una sustancia azul y viscosa que engulló las cajas en cuestión de segundos, como si hubiera vertido ácido sobre ellas. Solo una vez hubo deshéchose de todas ellas, volvió la masa acuosa a ser una niña blanca de catorce años vestida de prendas de apariencia costosa, la cual sonrió suavemente a la pelimorada y le habló de forma más alegre que antes.

- No vayas a contarle de esto a Lacus-se... A tu master, nunca en tu vida. Por favor -

Expectante, la gorgona noto el gesto aterrado del slime mas el combo de sus actitudes y el momento en que se mantuvo callado, aquel momento le recordó a sus hermanas, cuando vivían juntas en la isla sin forma; lo cual hizo que esbozara una suave sonrisa, podria deducir o casi, por así decirlo, lo que el Slime pensara. "Esta aquí para matar al encargado", si bueno... No le culpaba cualquier persona sabiendo quien era y su estatura le tendría miedo.

Veía a la figura opuesta, sentía como un aumento de energía provenía de 'eso' en este caso, ella. Parecía que iba a salir humo de su cabeza, por suerte en la tienda estaban solos y el vendedor había ido por algunas cosas de la gorgona, y por ello la pobre gelatina no habría pasado por una vergüenza mayor

-- Uh... -- Estaba por contestar de una manera apropiada, cuando el peliceleste hablo por fin, nuevamente mostró una sonrisa afable, espero hasta que terminara de hablar, soltó una suave risilla cubriéndose la boca con la mano, y camino hacia la pequeña femina mirándole comprensivamente acaricio su cabeza.

-- (se parece tanto a mis hermanas mayores, es extraño pero se siente bien), tranquila -- Simplemente dijo y miro todas esas cajas sobre el mostrador, era impresionante ver la cantidad, ¿Acaso iba a poder cargar con todo eso?, la pelipurpura se imagino a Rimuru siendo aplastado por todos esos mangas, haciendo que su semblante cambiara a uno frio y algo tetrico, aunque por dentro intentaba no reirse ni una pizca de lo que se había imaginado.

Pero su imaginación desaparecio cuando vio a el slime "tragarse" toda la mercancia que habia pedido, le miro algo confundida, pero en fin, no era de su incumbencia, su mirada se suavizo al ver de nuevo a la 'babosa' en su forma humana, pero a la vez se sintio incomoda ante sus palabras.

-- Te equivocas, el no es mi master, incluso desconozco quien sea realmente, solo cruzamos unas palabras pero nada más allá --

Dejo la revista en su lugar y le extendio la mano

-- ¿Nos vamos?

– Ho...?

Aquella frase sorprendió levemente al limo, o fue cuanto menos motivo de sorpresa para éste, pues es que no anticipaba que aquella mujer diera una respuesta así. Quiero decir, de haber tenido la oportunidad, seguro que el limo habría jurado por esa posibilidad. Había visto en múltiples ocasiones al vampiro cerca de la gorgona... Aunque, si se detenía a pensarlo cuidadosamente, cierto es que pocas veces los había visto intercambiar palabras. ¿Habría acaso sacado una conjetura errónea? Pero... Si Lacus Welt no era el master de aquella chica, ¿Quién lo era? ¿Siegrain acaso? ¿O alguien más? La imaginación del limo comenzaba a volar rápidamente, tanto que este ni siquiera se había percatado de que la pelimorada le había extendido la mano. Y cuando lo hizo, se avergonzó en gran medida por haberse quedado pasmado.

– Sumimasen, me he distraído... Está bien, vámonos.

Sin pensarlo dos veces, la "loli" tomó la mano de quien se la ofrecía, quizá más por instinto que conscientemente, y comenzaría a caminar hacia la salida. Múltiples ideas invadían su mente en ese momento respecto a la mujer a la que acompañaba, y tanto era así que ni siquiera se había percatado de que iba a su lado sin el menor conocimiento de a dónde iban o por qué. Solamente la seguía ciegamente, como guiado entre por la casualidad y por el destino. A decir verdad, no le parecía nada mal. El día lucía agradable para salir, y pasarla en compañía de un compañero de instituto no sonaba como un mal plan. Es así como aún habiéndose percatado ya de la inusual situación en la que se encontraba, decidió dejarla pasar de largo para aventurarse junto con el espíritu heróico en dirección a solo Dios sabría dónde.

– Por cierto, Med- quiero decir... Rider-san. Me estaba preguntando... Los servants necesitan energía para mantenerse en este mundo ¿No es así? Si Lacus no es tu master ¿Quiere eso decir que alguien más? ¿O es que no tienes ninguno? De ser así ¿Cómo conseguirás energía mágica suficiente para vivir sin uno?

Contraria a la aterradora asertividad que demostraba Rey Demonio en el campo de combate, misma que había demostrado en más de una ocasión frente a todo el internado al acabar con sus oponentes de forma brutal y despiadada, era su personalidad fuera de este mucho más afable y sumisa, como si se tratasen de dos personas completamente opuestas. De esta forma hasta parecía realmente una chica, nada que ver con el monstruo imbatible que puede diezmar ejércitos. Demostraba además una gran curiosidad en cuanto a los temas más inusuales. Fuera de los eufemismos tradicionales que la gente suele usar a la hora de entablar una conversación, Rimuru tendía siempre a preguntar lo que su mente pensara. Si algo no lo conocía, quería saberlo, y si podía hacer una pregunta, no dudaría en hacerlo.

Por cierto, el andrógino mantenía hasta entonces un perfil bajo, con la mirada perdida en el suelo mientras avanzaba e iba formulando sus preguntas. Y aunque alzó la vista al haber concluido, como esperando a que la gorgona le diera una respuesta satisfactoria, algo inmediatamente robó la atención de sus ojos como si hubiera encontrado al Santo Grial ahí mismo. Y es que quizá para el slime no hubiera nada más cercano, pues se trataba de un tesoro invaluable. Su sonido como de mil serpientes en coro a acarciaba tiernamente al limo y le invitaba a acercarse. Su color dorado era un festín para los ojos, más tras verle recostada en una suave y blanca cama y cubierta por aquella aterciopelada sábana amarilla. Condecorada más tarde con finos vegetales y cubierta por otro suave y esponjoso colchón, era aquella hamburguesa lo que el limo más deseaba en ese instante.

– ¡Rider, Rider! ¿No quieres una? Son una delicia

Y antes siquiera de permitirle a la chica hablar, ya la había arrastrado el limo hasta el carrito de comida rápida, en donde pediría dos hamburguesas con el gesto más feliz del mundo. Cualquierafuera que le viere podría notar la expresión de alegría en su rostro mientras veía los alimentos prepararse, tanto así que el vendedor se sentía entre enternecido y extrañado. Una a una las prepararía, y sería una vez que estuvieran ambas listas que las entregaría al demonio. Este a su vez, le daría una a su acompañante y entonces pagaría el precio debido por ellas, para posteriormente dar un gran bocado a su snack, soltando en acto un sonido de felicidad absoluta.

– Ahh~ Esto es lo mejor del mundo, es un placer sin comparación.