Evento (Omega)

Siendo muy temprano un gran terremoto sacude el territorio , el portal mágico ubicado en alemania comienza a cambiar de color, un círculo mágico se abre, es en ese momento cuando una máquina proveniente de otro mundo aparece. Un ser que consigo solo trae destrucción y desastre. La gigantesca máquina omega aparece, lanzando un gran rayo a sus alrededores provocando caos, esta se dispone a avanzar para destruir el mundo donde apareció. Más una voz del cielo exclama:

-¡Guerreros elegidos, unanse y luchen para derrotar al ser que no es bienvenido!-

En ese momento luces del cielo aparecen , la voz que invoco a estos seres es desconocida. Más el poder de esta entidad ha traído a guerreros del mundo que poseen las habilidades de destruir a omega o al menos devolverlo al portal y expulsarlo. El desafío comienza ahora, no importando las relaciones o el bando donde pertenezcan, aquellos que fueron invocados conocen su deber, ya que omega puede destruir todo , no importa si sea un villano o alguien que desea y anhela la paz .

-El pilar de luz que se alzaba hacia las nubes en un brillo refulgente, marcó el descenso de aquellos que fueron llamados a servir a la paz por el bien del pueblo.
Ellos yacían expectantes cual observadores de la obra de la máquina que de un origen desconocido amenzaba con destruir la cimiente de la tranquilidad y prosperidad en tierra prometida.

De entre ellos, un joven de cabellera amarilla y ojos de una tonalidad más clara. Atemorizado en presencia de la imponente y colosal criatura, de dimensiones sin igual. Sentía sus piernas mecerse con cada paso que la bestia en su avance daba.-



-Las palabras quedaban atascadas en sus labios y su lengua conformaba un nudo que impedía formular bien éstas mismas.

Lo último que recordaba es caminar por las calles del mercado junto a su más anhelada compañera de nombre Nezuko. El pánico y el medio presente en el campo era evidente ¿qué debía de hacer ahora? Luchar o...escapar con la esperanza de salvar su vida.-


-Entre sollozos el cazador de demonios sacudía su cabeza, esto debería de ser un sueño, sí un sueño.
Pero la realidad seguía siendo otra, el llanto de un niño a la distancia se podría apreciar. La respuesta que tanto anciaba encontrar se presentaría más allá de donde la vista alcanza a ver, sus ojos recobrarían el brillo fugaz de una estrella que cruza el cielo brindandole de la convicción y el valor del cual carecía para que de sus rodillas se alzace.

Posicionando su mano derecha sobre el mango del arma, la katana fabricada del material capaz de cortar y hacer frente a los demonios bautizada con el nombre de Nichirinto.

Vestido en el manto de chispas la distancia entre ambos espacios fue acortada en cuestión de segundos, el pequeño niño que sufría en un mar de lágrimas junto a sus padres que veían como el pueblo en que vivían se sumía en las llamas, delante de ellos se encontraba el joven rubio quien desvió uno de los proyectiles de la máquina con la hoja lisa de la espada. -



-La resolución era el difuso espejismo de sus pupilas, una expresión de seriedad era el rasgo remarcante en su rostro. Dotado de fiereza y gallardía, muy distinta a su naturaleza común, aquella voz que desde las alturas provenía le daba el impulso suficiente para encarar a la amenaza.-




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Del cielo cayó un haz de luz de resplandor cegador, chocando contra la tierra por breves instantes. Al desvanecerse como si hubiera solo una ilusión, resultó que tras de sí había dejado a lo que parecía una niña de no más de catorce años. Piel blanca como la nieve, suave como la seda, de largos cabellos cerúleos que emitían un aroma dulce y fragante, adornada con dos hermosos ojos de ámbar cristalino cuyo fulgor se asemejaba al sol mismo y revestida de pieles negras que resaltaban la luz de su rostro.

Sin embargo, el Gran Rey Demonio, Rimuru Tempest, no podría estar más lejos de ser quien aparentaba. Sus pequeñas manos sostenían una porción de martini de manzana suficientemente generosa para alcoholizar a un toro, del cual bebía como si de un jugo de naranja se tratase. Su mirada era vivaz y entusiasta, como si emitiese un aura de energía positiva. Era una niña, por donde quiera que se mirase. Tierna, jovial y sagaz infante la que había sido invocada en aquel apocalíptico sitio.



– ¡Escuchad, seres invocados!

La voz del demonio resonaba con fuerza cual coro de trompetas anunciando el inicio de una guerra.

– Ya estoy aquí, así que sus servicios no son requeridos más. Si quieren ser más que un estorbo, agradeceré que saquen de aquí a los civiles que no quieran ver morir. Yo me encargaré del resto.

Su soberbia era aplastante. Una actitud tan altiva resultaría de lo más fastidiosa si no hubiera sido emitida por una voz tan dulce en un cuerpo tan tierno. Pero tal cual eran las cosas en ese momento, difícil sería tomar en serio sus palabras. Sin embargo, el slime no bromeaba ni mucho menos. Su mano fue a su bolsillo y de ahí extrajo un pequeño mechero. Al momento que lo encendió, una pequeña flama se formó en la punta.

Tomó entonces la pequeña lengua de fuego como quien toma un pétalo de flor del suelo, quedando esta en sus dedos y no más en el pequeño artilugio. Fue entonces que adoptó con esa misma mano la postura de una pistola y apuntó a la gran máquina de destrucción masiva, para entonces simular un disparo, de forma completamente infantil. Una ráfaga de fuego fue disparada entonces contra aquella monstruosidad, explotando al impactar contra ella, con la intensidad suficiente para hacer volar en pedazos una casa. Por supuesto, el acto fue cerrado llevando la punta de su fingida pistola a la abertura de sus labios, dando un pequeño soplido para apagar la flama.

– Hmm... Normalmente nada dura más de uno o dos disparos. Gran Sabio, análisis continúo.

«Solución: El objetivo será observado de ahora en más. Con base en las observaciones se realizará un manual de combate. Se recomienda probar distintos ataques para realizar un análisis más preciso».

– Perfecto~

-La familia se alejó del lugar según el mandato del joven peliamarillo que los escoltaría a una distancia segura mientras que desviaba los ataques furtivos de la máquina a la distancia.

Estando a una ya segura posición lejos del avance de la bestia, se separó de ellos dejando que continuase con su retirada. Yacía ahí, sintiendo el aire agitarse cada minuto.-

Lo siento Nezuko, parece que no llegaré a tiempo para la cena.