Cocinando galletas de azúcar y avena

Rondaba por los alrededores de la Academia sin nada que hacer, sola y aburrida. Su amiga Meredy no estaba por ningún lado ¿Dónde se habría metido? Siguió buscando, incluso salió al jardín para comprobar si estaba por ahí, pues de algún modo pensó que acertaría, pero no, la pelirrosa no estaba.

— AAH ¿Dónde estás, Meredy? Te escondes de Juvia. — sus quejas y su larga búsqueda hicieron que el estómago le rugiera. — Mmm Juvia tiene hambre, debería ir por un bocadillo a la cocina y descansar un poco. — volvió a la Academia y se encaminó hasta la cocina. Unos ruidos provenientes de esa habitación resonaban ligeramente.

— Parece que hay alguien dentro, Quién se… ¡MEREDY! — se quedó atónita por unos instantes después de abrir la puerta y ver a la pelirrosa, se la pasó todo el día buscándola, jamás se le ocurrió que estaría allí cocinando. Olfateó un poco, y su estómago volvió a hacer ese ruido que la avergonzó. Olía delicioso. — ¿Hiciste galletas? — tomó una, desprendía un olor suave a canela y aún estaba tibia. Le dio un mordisco y sus ojos se iluminaron. El sabor era agradable, para su deleite no pudo resistirse a la tentación de comer otra, sólo una más, eso no afectaría su dieta, o al menos eso pensaba en ese momento.

—Ahh~ son tan deliciosas, Juvia no sabe cocinar… por favor, enséñale a Juvia a cocinar. — le pidió a la contraria tomándola de las manos y viéndola a los ojos con semblante de: “Por favor, por lo que más quieras, enséñame a cocinar, te lo imploro.” Juvia era un desastre en la cocina, más que nada quería aprender para cocinarle a alguien en especial.

— Vaya, Ultear debió haberte enseñado muy bien, éstas galletas están deliciosas. A puesto a que… a Lyon le encantarían. — dijo entre risitas traviesas, obviamente sabía de los sentimientos de Meredy por aquel joven de hielo.

— Bueno, enséñeme, maestra. — se puso su mandil y el sombrerito de cocina. Después de las instrucciones de la pelirrosa y de leer el libro de recetas, se dispuso a cocinar un pastel.

Siguió cada paso, pero aún así en algo estaba fallando, no pasaron ni 10 minutos y la cocina ya estaba hecha un desastre. — Uh… Juvia es una inútil en la cocina. — hizo una mueca de puchero y se echó a llorar después de haber echado a perder los ingredientes y ensuciado la cocina. — Juvia quería prepararle un pastel a Rokudo-sama — se limpiaba las lágrimas con el dorso de su mano y se agachó para limpiar lo que había caído al suelo tras su fracaso.