¡Abran paso! ¡Ha llegado el nuevo Rey de los Caballeros!

Rimuru Tempest, el Gran Rey Demonio. Era así como se hacía llamar aquella chica de hermoso semblante de porcelana y de sedosos cabellos celestes que se extendían aún por debajo de sus caderas. Un adjetivo que, a decir verdad, la describía mejor que su propia apariencia que era tan a menudo subestimada por sus oponentes. Era realmente un monstruo, un asesino inmisericorde sediento de vidas humanas. Era además, una criatura ególatra y narcisista que deseaba el poder absoluto y la alabanza de las masas. Convertirse en el gobernante absoluto de un universo perfecto, ese era su deseo. Un deseo que nada ni nadie sería capaz de otorgarle sino solamente él, y solo de una manera: consiguiendo el poder para hacerse con el control del mundo entero y con la voluntad de todos sus habitantes. Y eso, eso no era nada fácil.

Sin embargo, el demonio estaba obsesionado con aquella idea tan imposible. Y vaya que lo hacía parecer probable hasta el punto de la credibilidad, pues su poder se acrecentaba a cada día de una forma magistral, de tal forma que uno pensaría que realmente podrá conquistar el mundo en algún momento. Desde su llegada a este mundo, cuando el slime no poseía más poder que el de conseguir poder, éste se había hecho con innumerables habilidades y aliados. Tanto el manejo de la magia como de la alquimia, la destreza de la medicina y también la de la guerra. En todo conocimiento se había engrandecido, e incluso había conseguido el favor de diversos seres que eran ahora sus allegados, y de los cuales incluso más talentos había adquirido que por cuenta propia.

Es por eso mismo, que el Demon Lord conocía el valor de sus aliados, que estaba empeñado esta ocasión en conseguir uno de lo más especial. Conocer a Arturia Pendragon le había resultado sumamente beneficioso en muchos aspectos, uno de los cuales era su información acerca del gran mago Merlín, de quien se dice que sabe todo lo que ha ocurrido en todo el mundo. Un hombre sabio en sobremanera, un maestro diestro y hábil con un corazón apasionado. Esas características eran suficientes para hacer que la peliazul deseara conocer a aquel hombre tan interesante. Deseaba tenerlo a su servicio y adquirir todos sus conocimientos, y era por eso mismo que se había propuesto a invocarlo a como diera lugar, llevándole a investigar todo lo posible acerca de ese hombre misterioso y de todo aquello que tuviera relación con él.

Tras varias semanas de preparación, y con su previa experiencia sobre invocación de servants al conseguir traer a la vida al espíritu de Nero Claudius, el rey estaba listo para materializar a su deseado hechicero. Incluso logró conseguir el catalizador más adecuado para evocar al Caster: la funda de la divina espada Excalibur. Así es. Su hermana adoptiva, Rin Tohsaka, poseía la legendaria Avalon, que compartía nombre con el sitio donde se supone que el mago debería existir. Un recurso perfecto, pues solo existía otro espíritu que podría ser invocado ese mismo catalizador, y eso no sería posible, porque ya había sido invocado. Arturia Pendragon ya estaba en este mundo, así que debería ser imposible volver a invocarla desde el trono de los héroes... ¿Cierto?

El limo preparó el ritual en la mismísima sede de Asgard. En la arena de combate del internado, Rimuru dibujó el círculo sobre el suelo con una tiza y colocó la reliquia sagrada en el centro. Tendría que devolverla tras utilizarla, así que la había puesto cuidadosamente entre telas de seda para evitar dañarla. Aguardó a que el manto de la noche cubriera el cielo azul y lo redujera a destellantes luceros titilando en medio de la densa oscuridad, con la bella Selene posada en el cielo como única testigo de los acontecimientos que esa misma noche habrían de sucitarse. Velas encendidas en cada punto del pentagrama, y el demonio frente al centro del ritual, comenzando a recitar el hechizo de invocación.

Había visto la capacidad que sus versiones mayores siendo ya un monarca completa. La responsabilidad de ser un Rey y es más que cargar con el pueblo va más allá  que mantener la paz  lejos de la tiranía, pero con los reyes ha nacido la tiranía de muchos. El que toma las riendas de su reino no debe ocuparse de sus asuntos propios, sino el de muchas naciones; debe únicamente interesarse por el interés general, no apartarse ni lo ancho de un dedo de las leyes que él ha promulgado, perseverado y de las que es ejecutor, y responder de la integridad de todos los funcionarios y magistrados. He de escuchar su pueblo, de acabar con los vicios que tiente con el bienestar de su pueblo, un verdadero Rey no se aleja de su camino ni se aparta de la honestidad, ello se extiende a muchedumbre de personas como funesta peste. Los reyes están, además, tan expuestos a cometer errores pero jamás deben  desviarse de la rectitud, como son los placeres, independencia, codicia ,  adulación y lujo, que han de agravar la vigilancia y redoblar el esfuerzo para mantenerse al margen de ellos y no dejar ser cegados, engañados, de cumplir con su deber.



Tan inocente y llena de esperanza ha de ser llamada en el lugar menos inesperado que infortunio pero aquella voz suave de quien era el dueño o dueña de esa voz que la invocaba sin cansancio a tal pequeña flor alegre llena de vida de tanto entusiasmó que solo deseaba cumplir su deber y obedecer a la persona de quien fuera esa misteriosa voz le ofrecería su espalda  lo mejor para todo e iba a luchar y derramar su sangre por su gente si es de ser necesario. La sagrada espada Caliburn estaba en sus manos y bajo la tutela de Merlin la pequeña niña aprendió muchas artes de pelea para poder ayudar en las batallas, no obstante su capacidad era opacada por una vez mas sus otras versiones que acompañaban a su maestro y al final del día Lily simplemente se quedaba observando.



Desde el altar se podía apreciar una figura de entre el polvo. Una figura que no era de esperar para el presente. Su apariencia más joven salía entre polvo  ahí con un vestido blanco y por encima su armadura plateada , su cabello amarillo y  recogido en una coleta, sus ojos se mantenían cerrados pero luego los abrió y eran de color verde  esmeralda azulado que relucía como las constelaciones.






—‘Soy el servant saber ¿Eres tu mi master?- Pregunta la pequeña caballero observando directamente a los ojos aquella figura era un niño lo que sus ojos veía¿—



—‘’La felicidad no es algo dado , sino un sentimiento por el que se debe luchar , por el que pelear y sé que cuando se ha sufrido lo valoras aún más. Obtenerla es inalcanzable casi imposible, un sueño lejano y demasiado armonioso. Pero si llega, es un regalo que se debe cuidar , que se debe sujetar fuertemente sin dudar.’’ —Mi  espada es tuya forjara nuestro destino me convertiré tu defensor como rey de los caballeros prometo la victoria gloriosamente, te ofrezco mi vida , mi lealtad eterna yo seré tu escudo que te protegerá de la eterna obscuridad para despejar tu camino de las maldades mi voluntad te pertenecerá y solo a tu llamado obedeceré mastah—

– H-ho...?

El circulo mágico se iluminó con un intenso destello cegador que por un momento fue capaz de revelar la verdadera naturaleza del lugar en el que el demonio se hallaba haciendo el ritual y que no era otro que un salón completamente vacío de no ser por los instrumentos utilizados para realizar la invocación. Al apagarse aquel fulgor que el pentagrama emitía, dejó tras de sí a una figura humana de pie sobre el mismo. Largos cabellos dorados, aquellos ojos de esmeralda que resplandecían aún en medio de la noche y una armadura europea para combate ligero. La mujer... No, la niña que portaba tales características significaba que la invocación había resultado satisfactoriamente y, sin embargo, aquello resultó en un golpe fatal para el demonio, pues no era lo que esperaba en lo absoluto.

– ¡U-un momento! ¡Tú no eres Merlín! Arturia me ha descrito a Merlín, pero tú no lo pareces en lo absoluto... Un momento... ¿¡Arturia!? ¿Saber, eres tú? ¿C-cómo es posible eso? ¿Y qué te pasó? ¿Encogiste? No entiendo nada...

Por supuesto, el slime no tenía la menor idea de lo que estaba ocurriendo. Si bien había adquirido muchos conocimientos respecto a los servants y a la guerra del grial, la realidad es que Rimuru Tempest no sabía casi nada asñcerca de los misterios que rodean este extraño sistema. Por ende, es lógico concluir que este no comprende que es posible invocar a un espíritu heróico en diferentes momentos de su vida pasada y que la Arturia Pendragon que él conoce es una versión más madura de la niña que sacó la espada de la piedra y que ahora mismo tenía frente a él. Sin embargo, no tardó el andrógino en comenzar a asimilar la situación, tratando de ponerse al tanto de la situación actual tan pronto como sea posible. Habló, pues, con aquella tierna voz de niña que era característica de él, comenzando a hacer preguntas que le ayudasen a comprender mejor a su servant.

– A ver, como dijo Jack the Ripper, vamos por partes. ¿Eres tú Arturia Pendragon, el rey de los caballeros? Si no es así, me gustaría saber tu verdadero nombre. Pero si estoy en lo correcto ¿Sabes quién soy yo? ¿Eres tú la misma Arturia que conozco?



La "loli" comenzó a pensar en la situación con mayor severidad. Dependiendo de las respuestas de aquella chica que acababa de traer al mundo, podría actuar en consecuencia. Quizá aquella no fuere el poderoso mago al que ansiaba encontrar, pero sería posible que alguien que haya pasado su vida al lado de Merlín pudiera conocer muchas de sus enseñanzas. A eso se aferraría de momento el demonio, confiando en que algo útil pudiera resultar de el imprevisto que recién acababa de surgir. En el último de los casos, poseer un servant nunca viene mal, y alguien de la clase Saber podría resultar realmente benéfica para un demonio que desea dominar el combate cuerpo a cuerpo. Es así como pudo relajarse un poco más y esperar la respuesta de su contraria.

Veía las imágenes de ciertos acontecimientos mayormente era de esperarse sus últimos recuerdos conservaba de su yo más adulta y cada vez se volvía borrosas. Estando frente a Slime, su mirada cambia severamente ¿que había recordado?, tanto como para cambiar su ternura por rabia.El resplandor de sus ojos se mezclaba con la noche era un espectáculo. No hacía falta nombrar, lo que le molestaba de Rimuru ambas nos conocíamos tanto que ya debería de saber las molestias que le había causado a como lo fue en su enfrentamiento en Asgard por el secuestro de la pequeña Eri y las burlas de mal gusto que murmuraba con sus compañeras Asgardianas.




—He de recordarte .Jamás te olvidaría —



Musitaba al mismo tiempo que parecía que en algún momento blindaría su espada dorada y acabaría destruyendo lo que era un salón de deporte por completo. Simplemente le dedicaría una sonrisa encantadora. La suerte se encontraba del lado del dominio, pues si estuviese Arturia en su yo adulto atacaría al oji dorados sin dudar pues aun tenia cuentas que saldar.  






—Permíteme explicarte, Soy la misma Arturia pendragon que conociste antes con una esencia diferente a mi yo adulta. He sido invocada por ti como Saber Lily aun no entiendo las circunstancia del porque me encuentro frente a ti pretendías traer alguien mas no es así? al caballero Merlín le pido disculpa Mastah lamento no ser el… pero permíteme protegerlo y ser su espalda no le fallare le doy mi palabra como princesa de los caballeros—



Esa noche, Lily duda de su capacidad tenía que ser fuerte y ser leal. No deseaba decepcionar a su master le demostraría que era tan buena como sus versiones más adulta y fuertes, aun mejor que Merlin quien le había enseñado tanto estando bajo su cuidado. Negaba una y otra vez aquellos pensamientos negativos. Observando su alrededor alcanzaba ver el cielo estrellado y oscurecido, sintiendo la brisa fría.

Los orbes tono de ámbar del Gran Rey Demonio se tornaron en un destello carmesí por un instante, cuando pudo percibir el repentino impulso de su servant por desenvainar su espada contra aquel que la había invocado. No lo pensó ni un segundo y ya estaba llevando la mano a su bolsillo, de donde pensaba extrarer su característico encendedor que usaba para combatir. No temía combatir incluso contra el temible Rey de los Caballeros y su mítica espada de leyenda. No temía de combatir contra su propio servant que era además un prominente espíritu heróico. Sin embargo, aquellas acciones no llegarían a realizarse, pues belleza de cabellos rubios solo mostraría una sonrisa condescendiente y una explicación, acabando entonces con el conflicto que estaba por nacer en ese instante.

– ¿Ho...?

El demonio no lo comprendía. Entendía las palabras del servant. Sabía a qué se refería en todos los aspectos, sea sobre la forma en que había resultado invocada o sobre cuáles eran ahora sus convicciones y deseos. Sin embargo, algo no conseguía comprender en lo absoluto, y eran los motivos de la chica. "¿Por qué no me ha atacado?" Pensó el demonio para sus adentros. Es cierto que eran buenos amigos y se conocían desde hace mucho, que incluso un par de ocasiones habían salido juntos de paseo a algún lado... Pero también era una gran verdad que Rimuru tenía motivos de sobra para ser golpeado por el Rey de los Caballeros, entre ellos haber secuestrado y asesinado a la pequeña Eri en frente de los importentes y frustrados miembros de Legacy. ¿Por qué ella se detuvo? ¿Por qué le juraba lealtad y protección aún cuando conocía de lo que era capaz?

– Saber... –susurró el demonio con dulce voz de soprano, pensando qué debía creer de esta su situación– No tienes de qué preocuparte. Es cierto, yo quería a Merlín, mas parece que el destino ha tenido otros planes, para ti y para mí. Ahora tú eres mi espada, y como tal te confío mi vida entera.

La pequeña y delgada criatura de cabellos celestes no sabía por qué había dicho aquellas palabras. No estaba seguro de por qué, pero sentía por un momento que podía confiar su vida en manos de Arturia Pendragon. Que si estaban juntos nunca pasaría nada malo, y podrían conseguir vencer a cualquier rival que se encontraran. Sabía perfectamente que la rubia era una persona de firmes ideales y con una voluntad de oro que no podía ser quebrantada de ninguna forma, por lo que no tendría nada que temer mientras permaneciere a su lado. Definitivamente una mejor compañía que incluso el inigualable sabio Merlín por quien había apostado en un inicio. Fue así como extendió su mano suavemente a modo de saludo, con una suave sonrisa, aquella pequeña niña peliazul, encomendando su cuerpo y su alma a la espadachín de ojos esmeralda.

– Trabajemos juntos, Saber. Luchemos codo a codo, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad –añadió como una broma, riendo por lo bajo, a modo de recalcar que las blancas ropas de la caballero le parecían dignas de una vestimenta nupcial– Hasta que la muerte nos separe~

La habitación o más bien salón en el que se encontraba se hallaba en penumbra, sólo el resplandor de la luna junto a las estrellas iluminaban la estancia. Las sombras jugaban en los rincones oscuros, desafiando el resplandor de la hermosa luna en descubrir lo que ocultaban y sabiendo que no podría alcanzarlas. La hermosa figura de un rey en silencio escuchaba atentamente las palabras de su master lograba tranquilizar sus inquietudes. Parecía estar concentrada en cada palabra salida de sus labios, nada más importaba justamente en ese momento que alimentar los buenos deseos que los envolvía únicamente podía ofrecer su espalda y su más sincera lealtad a Rey demonio quien conocía muy bien.



—Prometo con mi vida eliminar cualquier mal que atente con su bienestar.—




La delicada y esbelta figura de Lily se mantenía firmemente a su vez como muestra de su gratitud hacia una pequeña reverencia como caballero que es no estaba de más mostrar agradecimiento y respeto a quien ahora debía de proteger con su vida. ¿Qué era lo que sus oídos escuchaban? Arturia levantaba el rostro enrojecido, causado por aquellas palabras inesperadas salida de los labios de Slime se trataba una ceremonia que más ni menos matrimonial ella se quedaba perpleja y confundida con aquellos sonrojos color carmesí apoderándose de su rostro femenino. Le miraba a los ojos avergonzada como nunca antes hubiese estado se inclinó un poco su rostro y tomo su mano derecha, la besó tan tiernamente que cuando la soltó y deposito aquel beso dulce, estuvo a punto de caer al suelo con las piernas hecha gelatina y eso le hizo sentirse aún más avergonzada debía de ser una broma sus palabras a pesar de la vestimenta que llevaba en blanco.




—A-acepto—



Musitaba débilmente de tanta vergüenza cerrando sus ojos y el aire gélido que entraba por las ventanas golpeó sin piedad sus cabellos dorados.

Las mejillas del joven peliazul pasaron del blanco color de la seda a teñirse de un tierno carmín como el de las flores del campo. Había dicho aquella broma con la intención de molestar a su compañera. De molestar a la Arturia Pendragon que conocía, que se habría tomado su comentario como una burla. Pero... Lily era diferente. Ese rostro inocente y sincero que se había avergonzado con sutileza y esa única palabra que había susurrado con ternura sacudieron energéticamente el corazón, si es que tenía, de aquel pequeño limo. Estaba sencillamente conmovido ante la pureza de aquella, a tal punto en que sus propias palabras le hicieron avergonzarse, desviando la mirada hacia cualquier punto de la habitación.

– V-vale... Ven conmigo, Saber. Te mostraré un poco más del lugar antes de llevarte a tu habitación...

Dijo con un enorme sonrojo en el rostro, evitando dirigirle la mirada. Comenzó a caminar con la vergüenza de una colegiala enamorada, alejándose cada vez más y más de donde había llevado el ritual para invocar a la hermosa rubia que ahora le acompañaba. Poco a poco, dejaron la arena de combate, saliendo por la puerta que daba hacia los pasillos. Los corredores eran de madera de roble, finalmente tallada, con grandes cuadros en las paredes y una hermosa alfombra de un rojo aterciopelado que recibiría el suelo. Es así como, solo con dar un vistazo, uno podía darse cuenta fácilmente de que estaba en una mansión. Una de aspecto siniestro y fantasmal, pero que transmitía un extraño sentimiento reconfortante, como el que se siente cuando llegas al lugar al que puedes llamar hogar.

– Como podrás ver, estamos en el internado Asgard. Debe sentirse raro saber que ahora vives en casa de aquellos que fueron tus enemigos ¿No es así? Pero no te preocupes, nadie te guarda rencor. De ahora en más puedes considerarnos tus aliados y, quién sabe, quizá con el tiempo algo más...

Mientras Rimuru expresaba aquellas palabras, mirarle sería algo realmente conmovedor. Sus sedosos cabellos ondeaban suavemente con cada paso que daba. Su rostro solo era iluminado por la tenue luz de las antorchas que alumbraban el sitio con un cálido color, y sus pequeños dedos se entrelazaban y jugaban entre ellos debido al nerviosismo que este sentía. ¿Por qué su corazón se agitaba? ¿Por qué no sabía qué decir? ¿Qué era aquel pulso acelerado que le recorría? Rimuru jamás había experimentado tal sensación. Le era tan ajena que le preocupaba estar a punto de enfermarse de alguna cosa rara. Ese sentimiento tan extraño que no es propio de un demonio le parecía completamente irreal, y se preguntaba seriamente, mientras caminaba, el porqué de su situación.

– S-sumimasen... –dijo suavemente el andrógino, recargando su mano en la puerta de su propia habitación– Creo que... Me está dando fiebre o algo... Tu habitación es la de junto, Saber. P-perdona que me veas en este estado tan lamentable, nunca antes había sentido algo como lo que siento... Espero no te importe si el recorrido se pospone hasta mañana.

Lo dicho sea dicho, Rimuru Tempest no se sentía mal en lo absoluto. De hecho, extrañamente se sentía bien. No sufría ningún malestar. Pero algo dentro de éste era completamente raro y desconocido, y no sabía qué podía ser. Como ese sentimiento apareció junto con Arturia, decidió atribuirlo a ella. "Seguramente aún no me acostumbro a alimentar el maná de dos servants a la vez" pensó para sí mismo el demonio, tratando de convencerse. "Tiene que ser eso, el ritual me consumió mucho maná y ahora estoy agotado. Dormiré un poco y entonces todo estará bien". Y con esas palabras en mente, el Rey Demonio abrió la puerta de la habitación y, sin molestarse en cerrarla, caminó un par de pasos, y se dejó caer sobre blancas sábanas. La habitación estaba completamente oscura, así que no se podía ver su interior, pero el slime podía ver en la oscuridad, por lo que no tenía problemas en llegar a su propia cama.

Arturia y Rimuru. Era de ser el Destinos qué tal vez nunca debieron cruzarse, pero lo hicieron.


"No se puede luchar contra el destino"


Lily mejor conocido como Rey de los caballeros no entendía el cambio de comportamiento repentino del gran dominio Rimuru Tempest. Jamás lo había visto comportarse de tal manera, era poco inusual y extrañamente desconcertante para la pequeña Lirio. ¿Había dicho algo malo? Que tuviera que ver con su cambio de actitud ¿no sabía que decirle?  Acaso  sus misma palabras le había hecho sentir mal o tal vez le molestaba verla  ¿debía de disculparse cuando amaneciera?.



Terminaba viéndolo irse a su habitación en silencio. Desde entonces la oji esmeralda trataba de descansar, para su mala suerte no había pegado el ojo en toda la noche. El reloj en la pared marcaba 1:00 am. Tanto le perturbaba la extrañeza de su Mastah y le preocupaba, ya había olvidado cuando fue la última vez que se preocupaba por un ser ‘’humano’’ recuerdos muy lejano revivía nuevamente aun estando en una época diferente de aquella 5ta guerra donde siete magos son escogidos para que entablen una lucha a muerte, por obtener el santo grial. Sin duda alguna su master en algún momento desearía obtener el omnipotente santo grial y debería de luchar a muerte aun contra su voluntad.



Tras el desconcertante rostro de Rimuru le robo las ganas de sonreír, había salido de aquella habitación y caminaba sin rumbo sin ver por dónde iba o mejor dicho donde terminaría muy alejada de los dormitorios, el aire de Asgard le sofocaba sin duda alguna le tomaría un tiempo acostumbrarse estar en dicho sitio que no podía llamar un nuevo hogar.



-No se puede luchar contra el destino-



Aquella frase era llevada por el viento y ¿ahora donde se encontraba? miraba a su alrededor por donde viera miraba rosas y flores, era un jardín ubicado en alguna parte muy alejada de los dormitorios, había terminado justamente ahí despues de haber caminado sin rumbo.

El jardín principal era amplio y hermoso, como solo lo podría ser el mismísimo paraiso. La reina de los astros, humilde en resplandor y grande en majestad, obsequiaba su tenue fulgor que tomaba prestado del lucero mayor. Sin palabra ni voz, sin lenguaje perceptible, la blanca Selene pronunciaba sus amorosas bendiciones a la creación en medio del manto nocturno. La hierba del campo, los árboles rebosantes de frutos silvestres, la variedad de flores de diversos aromas y espectaculares colores que se unían para formar un paisaje aún más grande y hermoso, eran el escenario perfecto para una noche romántica. Era aquel, justo en el Internado Asgard, el hogar de los más ruines villanos, el jardín más hermoso de la tierra entera.

– Así que, tampoco podías dormir ¿No es así?

Quien admiraba la belleza de la reina de los astros, mirando al cielo con la mirada perdida, de pie entre la vastedad inmensa de flores y la eterna compañía de los árboles frutales, daba la espalda a la joven rubia al mismo tiempo que le hablaba. Una baja figura de piel clara como la misma luna a la que miraba. Un manto de cabellos celestes que se agitaban débilmente al compás del fresco viento que los acariciaba. Finalmente volvió la mirada hacia la recién llegada, mostrando sus ojos de ámbar cristalino y ese fino rostro de blanca seda, completamente serio, del cual resaltaban sus delgados labios del mismo color carmín que sus mejillas, los cuales volvieron a hablar una vez más a la joven caballero, con un tono tan suave que el algodón estaría celoso si lo escuchara.



– ¿Sabes? Los demonios no dormimos. No tenemos la necesidad de hacerlo. En realidad, suelo pasar las noches en vela en mi habitación. Es increíble la cantidad de cosas que se pueden hacer con tanto tiempo libre. Sin embargo, podemos dormir cuando queremos, por el mero placer de hacerlo. Es por eso que hoy, al entrar a mi habitación, quedé realmente confundido al ver que no podía dormir aunque quisiera. Por más que lo intenté, no pude. Jamás me había pasado algo igual, así que no sabía qué hacer. Y como no lo sabía, vine aquí a tomar aire fresco, a fin de averiguar el motivo de mi desvelo. Pero, ahora que he vuelto a verte, puedo decir con seguridad que ese motivo fue el que me encontró a mí.

Dejó entonces el slime de seguir detenido en su lugar, y comenzó a avanzar con severa calma hacia la posición de la servant. Uno después del otro, sus pasos eran como un pequeño río que, lento y constante, se conduce hacia su destino a través de un sendero ya trazado. Su serio semblante no cambió ni un poco en todo el camino. No cambió ni siquiera cuando finalmente hubo llegado aquel hacia la rubia, quedando tan cerca de ella que podía escuchar su respiración, tomándole gentilmente del mentón, acariciando su mejilla suavemente con uno de sus dedos, y tiñendose más las mejillas del demonio de un rojo intenso mientras seguía hablando a su contraria.

– Debió haberme salido Merlín en la invocación. Tenía todo preparado para traerlo a él a la vida, pero no. Te invoqué a ti. Creí que no podía dormir porque estaba molesto contigo debido a eso. Pero... Ahora que te he visto... Sé que no es eso. No siento ira hacia ti, ni siquiera incomodidad. Pero, cuando te tengo cerca, mi pecho late intensamente. Mi juicio se nubla, siento un calor recorrer todo mi cuerpo. Mi estómago se sacude suavemente, y no consigo dejar de pensar en este rostro tuyo, que me parece aún más hermoso que el brillo de la luna llena. Quiero saberlo ¿Qué es esto que siento por ti, Arturia Pendragon? ¿Qué significa este deseo de estar más y más cerca de ti?