La Mansión: El primer encuentro (Chuuya y Mordred)

Eran altas horas de la noche. El viento soplaba fuerte, las nubes ocultaban la escasa luz de la luna. La temperatura bajaba cada vez más, al punto de congelar los huesos. La joven Touko recién se había enterado de la existencia de la Isla Rokkenjima y estaba entusiasmada por conocerla, al igual que todos sus misterios. Como nueva ciudadana, tenía esa necesidad de explorar y, siendo amante de los fenómenos paranormales, sintió mucha curiosidad sobre lo que ocultaba aquella antigua mansión.

Se encontraba justo en la entrada de aquella propiedad. Llevaba consigo una bolsa que contenía un detector de campos electromagnéticos, algo fundamental para los caza fantasmas. De igual manera, estaba equipada con el spirit box y una cámara de visión nocturna.

—Bien, ya no hay vuelta atrás—dijo para sí misma con un poco de escalofríos. Aquel inmenso lugar la intimidaba, pues percibía algo en el ambiente que la mantenía intranquila, una extraña sensación nunca antes experimentada se hacía presente. Sin duda alguna, esa noche, le esperaría algo interesante.

Entre aquella fría y oscura noche, se movía un hombre vestido de negro, dirigiéndose hacia cierto destino. Iba muy confiado en sus capacidades de pelea y defensa, en caso de presentarse alguna situación en la que tuviera que enfrentarse a cualquier cosa. A pesar de no tener miedo alguno, aquel lugar no era del agrado del mafioso. Tenía el ligero presentimiento de que esa noche pasaría algo más que un simple encuentro paranormal. Chuuya Nakahara, ejecutivo de la Port Mafia, jamás se imaginó siendo de apoyo en alguna misión de caza fantasmas. Sin embargo, admitía en sus adentros que sonaba interesante aquel punto de reunión, del cual ya no estaba muy lejos.

Visualizó entonces a la joven, Touko Aozaki. Ya había escuchado de aquella maga tan talentosa, y claro que estaba encantado de trabajar con ella. Además, sabía que no sería su única compañía. Esa noche serían un equipo de caza fantasmas con un acompañante más. También le emocionaba conocerle aunque, de momento, sólo quedaba esperar su llegada. Caminando con seguridad, se acercó a la joven presente, quedando finalmente frente a ella. Retiró el sombrero de su cabeza y lo colocó en su pecho, haciendo una pequeña reverencia en señal de saludo.

—Veo que llegó antes, Touko. Espero no haberla hecho esperar mucho — dijo mientras regresaba el sombrero a su lugar inicial. Fue entonces que, al estar ante tal mansión, sintió cómo un ligero escalofrío recorrió su espalda. El ambiente que se sentía en aquel terreno era algo tenso, creando un aura de incertidumbre. Había algo en ese lugar que no le daba buena espina.